Sonó el timbre de la escuela, por fin el ciclo escolar había terminado, todos los estudiantes se dirigían a la salida, entre ellos Lin, una chica de 17 años, piel clara, estatura 1.63, complexión delgada pero definida, labios delgados y sensuales con una sonrisa encantadora, ojos avellana de mirada inocente, Lin era una muchachita de clase alta, siempre aislada de los demás, siempre encerrada en su propio mundo, siempre inocente, siempre ajena a lo que realmente es vivir, su madre era la responsable pues ella la había criado así, tan cerrada, tan ingenua, tan sumisa, Yuuka era el nombre de quella mujer fría, estricta y perfeccionista que sobre protegía a su única hija, Lin, su padre Ren Matsu era un hombre de negocios, presidente de todo Japón, que casi nunca estaba en casa, rara era la ocasión en que lo veía, y cuando eso pasaba, solo era por un instante, ya que el señor tenía que encerrarse en su despacho a trabajar.
— Lin, vamos a tomar un helado! — una voz la sacó de sus pensamientos.
— ¡Kohaku! — exclamó sorprendida Lin, él era un chico de piel un poco morena, cabello corto y alborotado, ojos color chocolate, vestía un pantalón de vestir negro, camisa manga larga blanca y corbata roja con rayas en diagonal blancas — no tardan en llegar por mí, si me ven contigo me meteré en problemas, sabes cómo es mi mamá. — estaba nerviosa, pues su madre le tenía prohibido tener amigos hombres, pero Kohaku era el único que tenía, claro, sin que su mamá supiera de ello.
— Qué haces aquí Kohaku, largo, pronto vendrán por Rin, no hay que meterla en problemas. — Llegó una chica peli Rosa, piel blanca de estatura 1.65, ella era Yumi, tenía puesto el uniforme del colegio, una camisa blanca tipo marinero, zapatos negros, calcetas blancas arriba de la rodilla y falda negra tableada a medio muslo.
Rin vestía el mismo uniforme, pero a diferencia de Yumi, la falda le llegaba hasta la rodilla y las calcetas abajo de éstas.
Yumi tomó a Kohaku del brazo y lo jaló, llevandolo a otro lugar.
— No te preocupes por Kohaku, yo me lo llevo. — dijo con una sonrisa a Rin mientras se alejaban de ella, una vez más Yumi la había salvado, o al menos éso pensó.
— ¡Nos vemos Rin! — se despedía con su mano libre ya que la otra la llevaba muy bien sujetada la chica peli rosa.
Rin no hizo mas que asentir con la cabeza y sonreir.
Ya había pasado una hora desde la hora de salida, y su madre no llegaba por ella, una vez más su madre tenía cosas mas importantes que hacer que ir por su hija y era seguro de que se le olvidó mandar al chofer. Estaba a punto de caer una tormenta.
— Tendré que caminar — se quejó y comenzó a caminar, cruzó la avenida y caminó sobre el andén.
La calle estaba sola, tal vez era por la tormenta que se avecinaba, el viento soplaba y el cielo estaba cubierto por nubes.
Lin caminaba escuchando con auriculares aquella canción que tanto le gustaba "If you like to do the things you know that we shouldn't do Baby, I'm perfect, Baby, I'm perfect for you", su cabeza estaba en las nubes, tan distraída como siempre.
Pequeñas gotas de lluvia fría caían, sobre la música escuchó el sonido de una camioneta frenar violentamente junto a ella, se detuvo y volvió la mirada hacia el auto, era una camioneta explorer 2016 negra con cristales completamente oscuros, su corazón dio un vuelco, comenzó a caminar a paso veloz, de pronto otra explorer gris oscuro apareció y se detuvo delante de ella, Lin paró en seco al ver el auto estacionado, optó por darse la vuelta para ir por otro camino pero atras de ella, del vehículo negro salían dos hombre vestidos de gris y lentes oscuros, ambos eran altos y se acercaban a ella, volvió su mirada hacia adelante y otros tres hombres que vestían igual salían de la camioneta gris, el corazón de la chica quería salir de su pecho, su respiración estaba agitada por el miedo, una idea pasó por su cabeza, ¿sería secuestrada?, esos hombres se acercaban a ella y no con una buena intención, no lo pensó más, corrió y se metió por una callejuela que se encontraba cerca del lugar, los hombres corrieron detrás de ella, la pequeña calle estaba vacía sin un persona que caminara por ella, ¿dónde estaban las personas cuando la necesitaba?, La lluvia comenzó a caer fuerte, Lin no paraba de correr, pues pronto la alcanzarían.
Una automóvil rojo llegó a gran velocidad y con una maniobra peligrosa se colocó en la calle de manera que tapó el paso a la colegiala, Lin quedó muy cerca del auto, quiso retroceder pero atrás ya estaban los 5 sujetos que la seguían. Del vehículo rojo salió un hombre de estatura 1.93 piel blanca, cabello largo plateado, muy bien formado y con un aspecto intimidante, vestía un traje negro y corbata roja, el tipo se veía muy apuesto, pero en ese momento Lin no pensaba en esas cosas.
— Hola Lin, tendrás que acompañarnos. — habló el tipo guapo.
Lin no podía creerlo, ¿Cómo sabía su nombre? Estaba paralizada, Esto cada vez la asustaba más y más.
El tipo de rojo les hizo una seña con la mirada a los otros cinco sujetos, dos de ellos se acercaron a Lin y la sujetaron bien mientras que los otros 3 fueron por los autos, la lluvia caía, no tan fuerte, pero caía.
— No, sueltenme, dejenme ir ¡porfavor! — forcejeaba, pero era inútil, ellos eran 2 y ella sólo una niña de 17 años, ¿Qué podía hacer contra ellos? Su mochila cayó al suelo mojado y de ella salieron unos bolígrafos, nadie tomo importancia a eso.
El hombre de rojo se acercó a la chica, dos hombre la tenían sujetada, uno en cada brazo, con una sola bofetada la chiquilla cayó inconsiente y dejó de luchar.
— Subanla al auto. Yo personalmente se la entregaré a mi hermano. — Dio la orden, los dos autos llegaron al lugar.
— Sí señor Inuyasha. — respondió uno, el otro sólo asintió.
Inuyasha subió a su auto y arrancó, los hombres subieron a Lin a un auto, le ataron las manos con cinta adhesiva, y con la misma cubrieron su boca, con un saco cubrieron su cabeza, los dos autos siguieron a Inuyasha. Directo al avión privado, el viaje duraría 12 horas.
Eran las 7:00 am cuando los autos llegaron, el rojo al frente, en seguida el enorme portón negro se abrió, un edificio de construcción impresionante se dejó ver, éste era rodeado por una pared de varios metros de altos, una pared indestructible, en la parte de arriba del portón había una luna plateada como símbolo, habían llegado a la Corporación Taisho.
Los vehículos recorrieron la corta calle que llevaba al edificio, a orillas de ésta había arbustos verdes y césped que era regado con agua fresca.
La explorer roja paró justo donde comenzaban las escaleras de la entrada al edificio. Inuyasha salió del auto.
— Llevenla al CC-3000, en cuanto llegué Sesshomaru vamos para allá. — ordenó a Akio el hombre que lo esperaba para recibirle el auto e irlo a estacionar.
— Sí señor — contestó el menor, les hizo una seña a los que esperaban en los vehículos gris y negro y éstos comenzaron a andar, pues ya sabían a dónde tenían que ir, él se subió al auto rojo y lo fue a estacionar.
La puerta de la oficina más grande en todo el edificio se abrió, en frente estaba un lujoso escritorio, el piso era vinil de loseta maciza color café, tres paredes eran impecablemente blancas y la cuarta tenía enormes ventanas de cristal que permitían la vista al paisaje de afuera, al lado derecho del escritorio había dos sillones tapizados con tela y patas niqueladas, color negro en las orillas y blanco en el centro, frente éstos se encontraba una mesa de cristal templado superior y patas lacadas en blanco brillo, el aire era frío debido a la calefacción.
Detrás del escritorio se encontraba de espaldas un grande sillon negro de cuero, en el estaba sentado un hombre de piel blanca, cabello plateado y largo, ojos dorados de mirada profunda, fría y calculadora, en la frente llevaba una marca de media luna azul morada y dos franjas color violeta sobre sus mejillas y también sobre sus parpados, rasgos permanentes de su piel ya que eran de nacimiento, el mayor dio la vuelta con el sillón lentamente al percatarse de la visita.
— Veo que no has aprendido a tocar la puerta. — su voz era naturalmente grave, cómo siempre Sesshomaru puntualmente a las 8:00 am se encontraba en su oficina.
— La tenemos, Sesshomaru. — dijo haciendo caso omiso a su sarcasmo.
— ¿Dónde está?
— En el CC-3000.
— Voy para allá. — se levantó del sillón, él era un hombre alto, de altura 1.98 muy apuesto y atractivo, vestía un traje negro.
— A Aome no le va a gustar ésto. — dijo resignado.
— Me importa una mierda lo que tu mujer opine. — contestó indiferente.
Los dos peliplatas salieron de la oficina, se introdujeron al ascensor y bajaron al cuarto llamado CC-3000. Inuyasha marcó el código y después puso su huella del pulgar derecho, Las impenetrables puertas comenzaron a abrirse permitiendoles el paso.
La habitación tenía paredes de color gris y estaba completamente vacia, a excepción de una mesa de metal en el centro y dos sillas, en el suelo yacía una joven de 17 años, se mostraba tan débil y frágil con ambas manos atadas, cinta en la boca y un saco negro cubriendo su rostro.
— La sedamos durante el viaje, despertó cuando llegamos al aeropuerto.
— Espero que no te haya causado muchos problemas.
— ¡¿Estas bromeando?! Fue más fácil que nada, los humanos son tan débiles.
— Muy bien, retirate.
Sin decir más, el peliplata menor se retiró dejandolos solos, la puerta se cerró.
La joven se encontraba sentada en el piso, llorando en silencio, haciendose la idea de lo que venía. Esos sujetos mencionaron la palabra viaje y aeropuerto, ¿acaso estaban en otro lugar del mundo?.. Díos y ahora ¿cómo iban a encontrarla? Porque suponía que su família ya debería estar buscandola, o al menos eso esperaba.
La tela de su cabeza fue retirada bruscamente, no había luz, no podía ver nada.
— para tener 17 años tienes un hermoso cuerpo. Pero este uniforme no da una buena vista. — con una sola mano rompió la falda de la menor, ella quiso gritar pero no podía debido a la cinta que cubría su boca.
Si antes la chiquilla estaba asustada ahora estaba peor, lloraba sin control, sería violada, estaba segura, era lo peor que le pueden hacer a una mujer, a una niña, a una chica indefensa como ella.
Lin sintió una mano en su hombro que la empujó y cayó acostada al suelo, el peliplata se arrodilló y sacó su miembro comenzando a masturbarse, éste no tardó mucho en ponerse erecto, abrió las piernas de la chica, ella intentaba cerrarlas pero era inútil, de un solo tiro Sesshomaru le quitó las bragas, Lin lloraba como nunca en su vida había llorado, trataba de apartarlo con sus manos atadas pero Sesshomaru la sujetó fuertemente inmovilizándola.
Él la penetró de manera violenta y ella gritó sin ser escuchada, sintió cómo aquella enorme hombría la invadió llevandose con ella su virginidad, estaba tan duro y grande, parecía que la partiría en dos en cualquier segundo, vio los ojos del mayor, éstos eran rojos, completamente rojos, ¿Por qué una persona tendría los ojos de ese color? ¿Y por qué brillaban en la oscuridad?. En esos momentos ella quería salir de ahí corriendo, desaparecer, hacer un hueco en la tierra meterse y nunca salir, o simplemente morir, lo que estaba viviendo era tan horrible que prefería morir en ese instante. Sesshomaru la penetraba una y otra vez aumentando la brutalidad y la violencia, sujetaba sus piernas apretándolas fuertemente, sus garras surgieron y de tanta presión rasgaban y se enterraban en la piel de la víctima, Por más que ella gritaba no se oía mas que quejidos ahogados.
Sesshomaru no pensó que lo disfrutaría, pero esa niña era jodidamente estrecha y eso le hacía sentir más placer, siguió con su vaivén salvaje e incontrolable hasta que sintió venir el primer orgasmo, se corrió dentro de ella, no se preocupaba ya que los demonios no podían dejar en cinta a una humana sino hasta que éste la marcará como suya convirtiendola en una de su especie, claro que él jamás se rebajaría a semejante cosa, las humanas convertidas en demonio eran débiles a comparación con aquellas de sangre pura.
El peliplata continuó invadiendola, la chiquilla no gritó más, no podía, su garganta no le daba para más, lágrimas aun le recorrían las mejillas, el peliplata siguió y siguió, paró cuando quedó satisfecho, aunque lo estaría más si la chica pusiera de su parte, salió de ella, limpió su miembro y se abrochó los pantalones, Lin se quedó en el suelo, casi inconsciente, su entrepierna le ardía dolorosamente, por toda la brusquedad había sangrado, sus piernas estaban bañadas en sangre, pues a Sesshomaru no le había importado enterrar sus garras en ella.
— Escúchame bien niña — se agachó y la tomó del cabello levantándola de una manera nada gentil. — a partir de ahora eres mía, soy tu dueño, tu vida, cuerpo y alma me pertenecen. — la arrojó de nuevo al suelo para después salir del lugar.
Lin estaba tan confundida, ¿Porqué ese hombre le había dicho que era suya? ¿Qué buscaba en realidad? ¿Dónde estaba su madre cuando realmente necesitaba sobre-protección? Eran muchas preguntas las que tenía y ninguna sin respuesta.
Sintió un gran alivio cuando vio salir a ese hombre y fue entonces cuando cayó inconsciente.
