Disclaimer: Si Severus fuera mío, hubiera sido mucho más feliz.
Rating: No tengo ni idea. Para gente madura emocionalmente.
Ayer vi la película, esta mañana he escrito este fic. Estoy muy traumatizada. La escena de los recuerdos de Snape ha quedado grabada a fuego en mi memoria. Su dolor me resulta insoportable. Supongo que no soy la única...
Severus entró en la enorme y vacía habitación sin hacer ningún ruido. Había recorrido el camino desde su mazmorra de manera automática. Estaba seguro de que, de ser sonámbulo, podría llegar hasta ahí mientras dormía. Había pasado por aquella aula cada noche desde que Dumbledore había colocado en ella el espejo de Oesed.
Se acercó al brillante objeto despacio, temblando. Se paró a medio metro del cristal y cerró los ojos con fuerza, como temiendo descubrir, si miraba, que el espejo había perdido sus mágicas propiedades. Los abrió cuando pudo sentir su sonrisa.
Lily se hallaba a su lado, dedicándole una sonrisa solo para él. En su mirada se reflejaba todo el afecto que le tenía cuando eran pequeños, y algo más... El adusto profesor de Pociones se deshizo en un instante. Volvió a sentir como se le desgarraba el pecho y su alma se dividía mucho más horriblemente que si hubiera matado a una persona. Empezó a sollozar sin control alguno, estremeciéndose de pies a cabeza, arañándose el pecho con desesperación en un intento de arrancarse el corazón. Lily lo miró, impotente, con una pena infinita. Se acercó más a él, y Severus sintió el fantasma de sus manos posarse sobre sus hombros para luego abrazarlo por detrás. Se quedó muy quieto, concentrándose en esa ilusión y en la imagen del espejo. Ella volvía a sonreírle, y en esta ocasión su sonrisa le sirvió de bálsamo contra el dolor que su mirada le había infligido antes.
Entonces, sabiendo que no podía oír su voz, Lily formó claramente unas palabras con sus labios.
Severus la miró con una sonrisa eternamente triste.
– Yo también – susurró –. Siempre.
Se giró tan lentamente como pudo, robando otra mirada de aquellos ojos verdes y disfrutando por última vez de sus cabellos de fuego. Se fue con paso decidido y el alma derrotada, abandonando la habitación y dirigiéndose hacia el despacho de Dumbledore. Éste le estaba esperando con el semblante solemne.
– ¿Ya te has despedido? – le preguntó amablemente.
El otro solo pudo asentir.
– No conviene dejarse arrastrar
–... por los sueños y olvidarse de vivir. Lo sé, Albus. Pero era un sueño precioso.
Continuaré con diversas viñetas de la vida de Severus Snape, el hombre más valiente que jamás he conocido.
