Capitulo 1
Los teléfonos sonaban estridentemente a intervalos de diez minutos, la estación de policía se encontraba particularmente agitada ese soleado día en Midgar, era sábado y todos los civiles disfrutaban de un Sol radiante y sin nubes, era un lujo que, por obvias razones, los policías y detectives no se podían dar.
Un hombre alto y musculoso caminaba tranquilamente por las calles hacia su destino, su piel, que se podía apreciar a través de su camisa de seda negra entreabierta en la parte del pecho era tan pálida que parecía traslucida, al igual que su rostro, oculto bajo unos largo y lisos cabellos plateado que le llegaban mas debajo de la cintura y reflejaban la luz solar, sus penetrantes y misteriosos ojos eran de un color verde esmeralda poco común; con respecto a su vestimenta, además de la camisa llevaba unos pantalones de marca, también negros y botas, también portaba un cinturón donde portaba un arma y una placa de color oro muy brillante que identificaba su profesion, curiosamente por donde caminaba las personas evitaban mirarle o acercársele, llevados por una sensación de miedo y desconfianza.
Finalmente arribó a su destino con algo de aburrimiento en el rostro, al entrar en la estación observo calmadamente a sus "colegas" contestar llamadas, archivar papeleo, beber café, teclear en sus computadoras, en fin, lo mismo que todo los días, solo que un poco más acelerado, se dirigió directo a su oficina sin prestar atención a las miradas nerviosas que le seguían, ya estaba más que acostumbrado. Entro con paso elegante, cerrando la puerta tras de si, el lugar era grande y acogedor, rodeado de alargadas ventanas que daban vista hacia afuera, una biblioteca, un escritorio con una computadora de aspecto poderoso , un estante, una silla de aspecto cómodo al frente y un banquillo en frente del escritorio destinado para "visitantes". El plateado tomo asiento al tiempo que escendia la computadora, ese día tenía planeado terminar unos casos pendientes, esperaba que no le asignaran otros pues deseaba asistir a un concierto especial que se llevaría a cabo en el teatro de la ciudad y no quería perdérselo. Comenzó a teclear en la computadora mientras con la otra mano abría uno de los cajones del escritorio y extraía un expediente, en ese preciso instante alguien toco a su puerta, el sabia de quien se trataba así que solo hizo un sonido de aprobación, la puerta se abrió y por ella entro un joven de cabellos cortos de color azul, tenía un aspecto enérgico, optimista y fuerte, llevaba puesto un pantalón jean azul oscuro, una camisa negra algo gruesa y guantes de cuero, tenía los ojos de un extraño color violeta y su piel era blanca como la nieve.
-Puntual como siempre-dijo el hombre sentándose en la silla frente a su compañero pero este ni siquiera le miro.
-Si fueras un reloj serias el mas puntual del planeta-siguió este sin importarle la frialdad del otro.
-Buenos días Zack-dijo el plateado con una voz suave y seductora, Zack rio con alegría.
-Buenos días, Sephiroth; sabes, el jefe me acaba de dar un mensaje.
Sephiroth no dejo de mirar el expediente en sus manos pero una muy pequeña señal de fastidio apareció en su rostro.
-Nos han asignado otro caso, se que aun te quedan dos por resolver pero…-el chico se encogió de hombros, no dijo nada mas, sabia lo pésimo que se llevaban su compañero y su jefe.
-Jmm-el plateado sonrió-como si estos casos fueran un problema, puedo lidiar con diez al mismo tiempo-dijo muy confiado de si mismo- es una lástima que ese tonto se esfuerce tanto en fastidiarme.
-No intenta fastidiarte solo quiere atrapar a los malos jeje.
-Da igual….acompáñame, tenemos trabajo-dijo Sephiroth levantándose de su asiento seguido de cerca por su compañero, abandonaron el lugar para dirigirse al estacionamiento donde descansaban más de una docena de camionetas blindadas de aspecto rudo, todas eran de color negro, los dos detectives se dirigieron a una de ellas, Sephiroth conducía mientras que Zack iba en el asiento del copiloto.
-¿Tienes algo?-pregunto el oji-violeta mientras iban a toda prisa por las calles de Midgar.
-A pesar de casi no dejar evidencia este asesino es muy estúpido-dijo su compañero con una sonrisa algo perversa, cosa típica en el.
-Ahora mismo estará en el granero de su familia, sabe que lo buscamos y no tiene otro sitio donde sentirse seguro.
-Ya veo-Zack no cuestiono la información de Sephiroth, sabia de antemano que debía ser correcta.
Casi a las afueras de la ciudad se encontraban un conjunto de granjas que pertenecían a diversas familias, una de ellas se encontraba en mal estado y parecía que se vendría abajo en cualquier momento, los dos detectives se detuvieron silenciosamente frente a este y abandonaron el vehículo con pistolas en mano, se desplazaron en posición de disparar hacia las puertas del granero que parecía totalmente desierto; el de cabellos azul se poso de espaldas a la puertas, preparándose para abrirlas mientras que Sephiroth se mantenía al frente, tras darle una señal al otro, este abrió bruscamente las puertas y ambos detectives entraron con rapidez, inspeccionando cada ángulo del lugar, Sephiroth le ordeno a Zack con una señal de que se encargara del piso de arriba a lo que este obedeció, dirigiéndose hacia allí silenciosamente mientras el se encargaba de abajo, todo el granero estaba sumido en oscuridad, del techo colgaban largas cadenas de metal y otros instrumentos, Sephiroth observaba, cauteloso, sabia que el hombre se encontraba aquí, escondido como todo un cobarde. De pronto escucho una rama romperse por la presión de un zapato en ella, justo detrás del, el plateado giro sobre sus talones en menos de una fracción de segundo y apunto hacia donde provenía el sonido que resulto ser un oscurísimo rincón pero el hombre no dejo de sonreír en ningún momento.
-Nos volvemos a encontrar, Rafael-susurro de forma algo macabra, dos segundos y después disparos, Sephiroth los esquivo con suma facilidad y apunto de nuevo, un sujeto blanco de unos 45 años, cabello negro y de aspecto de delineado emergió de la oscuridad y comenzó a correr hacia la salida pero no logro acercarse ni a diez metros, pues el detective le había hecho una llave rápida en el cuello, dejándolo inconsciente en segundos, el hombre se derrumbo en el suelo aun con su arma en la mano.
-Jmm, demasiado fácil-comento el de cabellos plateado, guardando su arma. En ese momento Zack bajaba corriendo (si no es que volando) las escaleras al escuchar los disparos, pero al ver al sujeto en el suelo se tranquilizo.
-Jeje, otra buena atrapada, pero la fiscalía necesitara más pruebas que tus corazonadas para probar que es el asesino-dijo sin desaparecer el tono enérgico en su voz.
-Ya las tendrán; llama a la estación y diles que lo recojan en el hospital, yo traeré la ambulancia-respondió el otro y sin mas salió del granero, sacando su teléfono celular al mismo tiempo que Zack sacaba el suyo; 20 minutos después una ambulancia llevaba al inconsciente Rafael al hospital más cercano.
De vuelta a la estación de policía, los dos personajes reiniciaron sus tareas diarias, Sephiroth terminaba el aburridísimo papeleo de sus dos últimas asignaciones, le resulto gracioso y un poco extraño que su "jefe" no hubiera irrumpido en su oficina a echarle uno que otro alago por su trabajo y a darle la información que ya Zack le había otorgado, era una lástima que ese hombre no fuera más inteligente, le haría un favor al mundo.
Horas mas tarde el plateado ponía su oficina en perfecto orden, quedaba poco mas de una hora para el concierto y debía prepararse, Zack entro nuevamente y se apoyo en la pared con brazos cruzados.
-¿Iras?
-Por supuesto
-Saluda a la música clásica por mi-dijo Zack en un tono divertido pero que no pretendía ser irrespetuoso, su compañero le dirigió una sonrisa mas maquiavélica que otra cosa mientras le miraba con sus ojos verdes.
-Con gusto, Zack-respondió para luego salir a paso lento de la oficina; mientras el detective caminaba por el largo pasillo, el oji-violeta observo divertido como casi todos en el lugar se despedían de Sephiroth lo mas respetuosamente posible, otros se apartaban de su camino como balas y otros simplemente huían para no tener que toparse con el, esta actitud de las personas hacia el siempre le había resultado muy divertida pero había bueno motivos para ella. Sephiroth era, por decir lo menos, el detective más famoso de todo Midgar pero no precisamente por la manera de llevarse con las personas; Sephiroth era más bien de carácter solitario, egocéntrico y en las primeras impresiones daba mala espina, también era bastante sanguinario y cínico, todos los que trabajaban junto a él (o para el) en el departamento de policía a excepción de Zack coincidían en que tan solo mirarlo inspiraba temor, el mismo Sephiroth decía que le iría mejor como criminal que como detective…. Pero la razón de su extraordinaria fama era nada mas que su agudo y sorprendente ingenio e inteligencia, nadie se atrevía a dudar de sus deducciones, por mas incoherentes que sonaran, había trabajado en más de 300 casos desde que había llegado a aquella ciudad y jamás se había equivocado; muchas personas le preguntaban a Zack cosas sobre el pasado de Sephiroth ya que el jamás mencionaba nada acerca de su niñez, sus padres o el lugar donde había nacido pero el siempre daba la misma respuesta ya que ni el mismo lo sabia, pero tampoco se lo preguntaba, su compañero simplemente creía que si el plateado desearía platicar sobre eso ya lo habría hecho. El joven detective dio un suspiro y se dirigió a su propia oficina, dispuesto a ordenar todo para marcharse también.
Ya eran pasadas las diez de la noche, el teatro de la ciudad de Midgar se encontraba lleno a rebosar, todos se encontraban en sus asientos de cuero en absoluto silencio disfrutando de aquel concierto, el famoso detective se encontraba en una de las partes más altas, llevaba puesto un traje impecable de color negro, camisa blanca, abrigo y corbata, también llevaba unos guantes de color blanco y tenía el rostro apoyado en la mano izquierda con una hermosa sonrisa en su rostro, apenas perceptible; adoraba la música, desde que recordaba siempre había sentido una pasión especial por la misma, de alguna manera le ayudaba a liberarse de todo y de todos, los violines resonaron en todo el lugar de una forma sublime y encantadora, aquello le indicaba que faltaban unas pocas notas para finalizar el concierto, apoyó su cabeza en el respaldo de la cilla.
