Izaya ama a los humanos. No tiene ninguna duda… A pesar de que amar a todos signifique amar a ninguno, para él está bien, eso no es importante.
Los humanos son divertidos, entretenidos, manipulables, predecibles y aun así, no dejan de ser sorprendentes.
Izaya ama observar a los humanos, no le importa si lo quieren o lo odian, tan sólo los observa y juega con sus vidas y sus mentes. ¡Ah! Sin duda los humanos son muy entretenidos, nunca lo decepcionan.
Incluso el hecho de que haya intentado robar en su departamento se le hace divertido. Sin embargo… no es tan divertido que hayan asesinado a su secretaria, siempre pensó que ella les abriría la puerta para que no se desgastaran. Sin duda ¡toda una pena! Era una humana agradable, inteligente, le divertía constantemente y muy eficiente en su trabajo.
Se acercó con tranquilidad al frío cuerpo de la mujer que parecía haber sido estrangulada hasta morir, se hincó a su lado y sonrió como acostumbraba.
-¡Ah! ¡Namie-san! ¿Ellos pensaron que eras alguien importante para mí? ¿Que nos amábamos? –Soltó una risa estridente relajando su postura—Es realmente sorprendente, no pensé que fueran a asesinarte arbitrariamente… Pero era de esperarse que no pudieras sola contra ellos –Bufó.
Aun con una sonrisa bailando sus labios, cargó con suavidad el cuerpo y lo recostó en el sofá, se sentó a un lado y la observó.
Usualmente él nunca observaba con atención a los cadáveres de cerca, ya no podía jugar con ellos, ya no eran divertidos, además que odiaba manchar su abrigo con sangre, era difícil de quitar y olía de manera desagradable.
-Hmm… -con cierta curiosidad acarició los largos cabellos de hebras castañas que ella nunca lo dejaba tocar, los humanos eran divertidos, pero— Aun muerta sigues siendo hermosa, Namie –las largas pestañas de un tono castaño más obscuro, sus facciones refinadas de una mujer madura… Delineó su perfil con un dedo, sintiendo la fría piel de la preciosa muñeca muerta, observándola con fascinación. Namie Yagiri, sin duda todo un espécimen.
Para Izaya, los humanos son divertidos, sin embargo muerta era…
-Hermosa -.
Belleza muerta.
Perfección muda.
Suavidad fría.
-Sin embargo, lo siento mucho Namie-san, no tengo ningún fetichismo por amar cadáveres –rió—yo amo a los humanos, sus mentes, yo amaba tu mente… sus cuerpos por si solos no son nada entretenidos, aún con tus inesperados ataques de "instinto maternal", te prefería viva –suspiró pareciendo fastidiado de aquel monólogo—Aunque tal vez, inesperadamente vuelva a verte, ¿no es así? –sonrió suevamente tomando su teléfono y saliendo de la habitación, llamando a quien lo ayudaría a deshacerse del cuerpo.
-Dulces sueños, Namie-san -.
