Hola todo el mundo, soy Lira12, algunos ya me conocen otros no, espero que todos nos llevemos bien. Hoy les traigo mi nueva entrega de un proyecto que con esperanza espero que salga muy pero que muy bien, hacía ya mucho tiempo que no he escrito un fics porque cada vez que iniciaba uno no tenía tantas ganas de seguirlo y siempre lo terminaba borrando, pero espero de corazón que este valga así que sin más que decir, empecemos con el fics.
Resumen: Tras haber abandonado el Campamento Jaha, Clarke ha salido en busca de olvido. Tratando de reprimir todos los sentimientos que tenía dentro suyo: la culpa y el miedo, ha terminado donde menos se lo esperaban. Con una nueva nación levantándose, nuevos enemigos salen acecho, no solo su gente y los Terrícolas están en peligro sino que su propia mente está en juego. Clarke intentará llevar la paz a toda costa ya sea aumentando los fantasmas del pasado o sin ellos.
Disclaimer: The 100 es una serie de ciencia ficción y drama creada por Jason Rothenberg y basada en la novela escrita por Kass Morgan.
INQUEBRANTABLE
1
La lluvia se hacía cada vez más pesada que antes. La última vez que había visto algo tan pesado había sido la primera noche en el bosque, en medio de la soledad y de sus pesadillas. Ahora, se encontraba en un pequeño refugio construido con sus propias manos ensangrentadas y con un filoso cuchillo que prometía arrancar la vida de alguien en segundos. No era la gran cosa el refugio, solo un par de troncos apilados en forma de cono con un par de hojas de árboles encimas. El espacio dentro era lo suficientemente amplio para su cuerpo acurrucado en el frío suelo y sus objetos preciados. Una pequeña fogata que podría ser capaz de revelar su ubicación se encontraba deslizando el más ligero humo blanco, las cenizas consumidas anteriormente comenzaban a convertirse en lodo y a su alrededor todo era un silencio absurdo de la naturaleza. La luna en su más grande apogeo y el viento soplando como un peligroso huracán.
La mirada en su rostro, sus ojos verdes ya sin vida se encontraban puestos en la leña mojada, que a la mañana siguiente no serviría de nada, pero eso no importaba en realidad, porque al día siguiente sería otro día para moverse. Sabía que la buscaban, era obvio, siempre la buscaban. Borraba sus huellas, eliminaba su aroma, deshacía su presencia. ¿Por qué buscar a alguien que no quería ser encontrado? No lo entendía.
Recostó la cabeza en el helado y duro suelo. A su costado piedras y ramas clavan en su cuerpo, no le importaba.
Cerró los ojos para sumergirse más en la oscuridad y solo el tiempo diría cuanto estuvo en esa posición antes de que una sombra invadiera su pensar. Su corazón saltado de pronto, ni ella podía entender que sucedía en su cabeza. Apretó los puños a sus costados de la cabeza, sobre sus orejas, cerró los ojos con más fuerza y reprimió los gritos en su interior. Una noche más, una pesadilla más.
Con el alba, el sol despertó y eso significaba que llego la hora de moverse. Su hambriento estomago pedía comer, su cuerpo cansado pedía dormir y sus ojos pedían un momento en paz. No se molestó en reparar a ver si se encontraba sola o no. Su mente solo podía pensar en alejarse de donde se encontraba.
Piso con fuerza las leñas antes de disolverla por todos lados, tiro del refugio hacia otro lugar y luego se decidió a moverse hacia el este. No necesitaba que supieran en donde se encontraba por lo que tuvo cuidado por donde caminar.
Las horas pasaban y el hambre se volvió silencio, su cansado cuerpo dolía al caminar y la sed había secado su boca. Se detuvo en algún momento sentándose sobre un tronco caído. Un charco de agua reflejó su rostro y vio lo miserable que había se veía.
Sus ojos verdes sin vida, su cabello rubio había perdido el color por completo, un tono rojo que comenzaba desde la raíz hasta las puntas y su rostro manchado por tierra y sangre. Su propia ropa hecha un desastre y los mangos de sus armas sobresaliendo desde las botas hasta la espalda.
Respiró hondo.
El aroma húmedo de la naturaleza después de una noche de lluvia, la brisa de las plantas silvestres y la soledad del silencio. No se sentía bien, pero se sentía real.
Había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaba en tierra firme desde el primer día, aquel día en que la sacaron de su celda y la ataron a la nave. ¿Serán tres meses? ¿Será un año? Le parecía que el tiempo había sido más que solo unos tres meses, tal vez sí llevaba un año viviendo entre la espesa niebla verde y los líquidos de la tierra. El reloj en su muñeca ya no tenía la batería suficiente para anunciarle cuantas horas habían pasado desde la última vez que lo había mirado, hacía ya una eternidad, pero siempre estaba allí para recordarle que una vez perteneció a alguien importante en su familia.
La vida que llevaba ahora no era la vida en al que alguna vez hubiera pesando. Esperaba que cuando se hiciera mayor sería médico, o sanador en el nuevo lenguaje, en el arca y ayudando a todas las personas que la necesitaran, pero en su lugar estaba en tierra firme con las manos manchadas, había sido una líder y una sanadora, también había sido una traidora y una cobarde, una débil y fuerte. Su cabeza era un remolino de emociones. Era cobarde. Sin importar lo que haya sido antes o lo que vaya a ser luego: era cobarde, y esa es la única cosa que se le metía en la cabeza.
Un ruido de hojas moviéndose hizo que su cabeza girara de pronto, se levantó con cautela del tronco en donde estaba y viajo con la mirada hacia el arbusto que se movía. Su mano lentamente se movió hasta su costado izquierdo donde se encontró con el mango de un pequeño cuchillo forjado con un material descendido para ella, conseguido en una aldea hacía ya unas semanas atrás y peligrosamente afilado.
Su corazón dejo de sentir lastima hacia sí misma y se concentró en la criatura que podría estar allí dentro. Con fuerza apretó el mango desenfundando el cuchillo y alzándolo hacia un poco más arriba de su pecho. Su lengua lamió sus labios y en pocos segundos dio un suave y silencioso paso hacia adelante. El movimiento de las hojas se detuvo y la muchacha se puso hacia abajo en el suelo, una rodilla tocando la tierra húmeda y la otra flectada, una mano en el suelo y la otra alzada con el cuchillo, preparada para saltar en cualquier momento.
Ralentizo su respiración solo para permanecer con algo más de silencio. Si algo había aprendido en su tiempo fuera del campamento era a cazar.
Entonces lo vio tan rápido moverse tan rápido que ni ella se lo esperaba. La sombra negra saltó hacia ella antes de que pudiera hacer algo y por la sorpresa había caído de espaldas levándose un fuerte golpe, pero en su mirada no había miedo ni desesperación, solo humillación e irritación.
La bola de pelos se encontraba mirándola calmadamente, no debía ser más grande que su pie, o al menos eso parecía, y tenía unas suaves orejas que se movían ligeramente, su nariz se zarandeaba de un lado a otro y sus ojos eran oscuros como la noche. Enojada, agarro a la criatura por la espalda desde el pelaje, éste chillo y con cero piedad clavo el cuchillo en el pequeño conejo que emitió un grito final.
Para cuando era de noche, la muchacha ya se encontraba a unos cuantos metros de lo que parecía ser una aldea. Una extraña y nueva sonrisa se dibujó en su rostro mientras caminaba hacia las farolas hechas con leña y fuego.
Nadie la miro, nadie la juzgo y a nadie le importo su presencia.
Diviso algo entre tantas chozas hechas simplemente con troncos y hojas. Tenía un letrero tallado en madera que ponía algo extraño, no una palabra, pero si un dibujo de dos manos estrechadas. Allí entro.
Cruzó una persiana hecha con piel de algún animal, nada lujoso y muy despilfarrador. Vio una mesa en donde se encontraban muchos artículos y otras con más aún, colgaban del techo algunas pieles de animales y de las paredes algunas armas creadas con materiales silvestres como hojas o partes de animal, un perchero contenía los abrigos más grandes para el invierno y en una especie de mostrador habían algunas joyas artesanales.
Camino hasta donde se encontraba un hombre robusto que parecía resoplar vapor por su nariz. Gruñía como un animal de caza mientras que golpeaba de un puñetazo la mesa. Del otro lado, un hombre alto y musculoso, con barba descuidada y algún trozo de madera en la boca se burlaba de aquel hombre despreocupadamente, el objeto que en sus manos se encontraba fue lanzado al hombre enojado y luego le pidió que fuera. La chica vio al imponente hombre golpear la mesa una vez más para irse enojado.
– Hombres como los de ahora. Se creen que todo lo saben – Había comentado el hombre de la barba desaliñada. Quito la pequeña barra de madera de su boca, como un granjero tendría un trigo en su boca en los tiempos remotos hace ya 97, 98 años atrás, y enfoco su mirada en la muchacha que acababa de entrar – ¿Qué quieres?
– ¿Es un centro de intercambio? – Su voz salió rasposa y ronca, le dio a ella incluso haber hablado.
– ¿Intercambio? – Se burló aquel hombre – ¿Qué tienes? Una chica como tú seguro que quiere algo bueno. ¿Comida? ¿Abrigo? Se viene e invierno y con esas ropas morirás pronto
La chica dejo caer la presa que había conseguido horas atrás. No era muy grande, pero seguro que algo debía valer. El hombre alzó la mirada al conejo muerto sobre su mostrador y luego miro a la chica.
– He visto peces más grandes que esa cosa –
– Se viene el invierno y conseguir animales como este es un lujo – Advirtió la muchacha con un tono frío – ¿Qué me das por él?
Con la ramita de nuevo en boca, el hombre se sentó cruzándose de brazos. Una sonrisa en sus labios, peligrosa e endiablada hizo que la muchacha revisara el lugar en donde se encontraba solo mirando por el rabillo de sus ojos.
– ¿Qué quieres? He visto cazas mejores, pero supongo que podemos hacer una excepción por el invierno –
La muchacha miró al hombre despectivamente. Estaba jugando con ella y no lo permitiría. Necesitaba comida, agua, un lugar para pasar la noche, pero en lugar de eso se había fijado en algo más. Necesitaba un transporte.
Una yegua no muy grande de pelaje negro la había estado mirando un buen rato. Ella decidió que valía la pena debido a que su cuerpo ya no era capaz de moverse por sí mismo, necesitaba quien la llevara en un viaje de soledad y traición.
El hombre no parecía de acuerdo con la tregua. Se había negado con facilidad y hasta se había burlado de la pelirroja sin racionamiento. Lanzó sus piernas sobre la mesa mientras comenzaba a sacarle punta a una lanza que parecía estar haciendo solo con una vara de madera de su tamaño en altura.
– Si quieres la yegua tendrás que darme algo más que eso – El hombre bufó – Ese animal vale más que tu pobre conejo
– ¿Qué quieres por el animal? –
El hombre sonrió con perversión y la pelirroja endureció su rostro.
Pocos segundos después había sabido de la tienda del hombre cargando al conejo a su costado. Se disponía a salir de la maldita aldea cuando tres hombres entraron alterados. Gritaban y lloraban. Lágrimas de rabia e impotencia. Heridas por todo su cuerpo.
– ¡Vienen los Seskins! ¡Escondan el ganado, corran a sus casas, están aquí! – Uno de los hombres grito.
La pelirroja frunció el ceño y vio a la gente correr alarmada, el mismo hombre que le había propuesto un trato indecente había cerrado su tienda con miedo en su mirada. Niños que eran arrastrados por sus madres hacia las chozas y ella misma se vio envuelta en una especie de callejón.
Apoyó su espalda en la madera y miro con cautela hacia los dos hombres que habían entrado a los minutos después de la advertencia.
Grandes y de hombros anchos, cabello largo hasta los hombros o más abajo. Vestían con pieles de animales y traían armas en su espalda. Sus zapatos eran más primitivo a sus botas, usaban pieles como zapatos, probablemente también tenían algo debajo de esta para que fueran algo más duras. Sostenían lanzas en sus manos, sin contar esas espadas y tenían una trenza colgando por el frente, ambas al costado derecho. Unas marcas extrañas en sus brazos eran visibles, parecían hechas con algún tipo de metal fundido en el fuego. El símbolo en sus brazos parecían ser una gota cayendo hacia abajo, con otra más pequeña que se apuntaba hacia arriba, dejando ambas puntas frente a frente, después había un punto en el centro y debajo de este punto una gota de líquido pequeña y otra más grande, ambas mirándose de punta a punta, a los costados del circulo en medio hacia dos especies de arcos, uno chico y uno grande después del chico, a ambos lados se repetía el diseño. Desde el punto de vista de la muchacha parecía ser una gota cayendo hacia el agua y solando ondas, y debajo parecía ser el reflejo del diseño. La muchacha frunció el ceño y se debido a observar lo que estaba por suceder.
Un hombre anciano que no había alcanzado a llegar a su hogar o no había tenido la intención de hacerlo se encontraba allí mirando a los dos hombres. Su cuervo encorvado y sosteniendo un bastón con una mano mientras la otra se encontraba en su espalda. Vestía con delgadas ropas y tenía una larga barba blanca, su cabeza calva y también su tez morena.
– ¡El tiempo se acabado! – Uno de los hombres gruñó – Hemos venido por las cosechas. Hemos venido a cobrar la deuda por desafiar a sus amos
– Fuera de mi aldea. Nosotros no le debemos nada a La señora del salvaje mundo – El hombre menciono. La muchacha inclino la cabeza hacia un lado mientras fruncía el ceño ante el nombre que jamás había escuchado.
– ¡Eso lo decide ella! – El hombre volvió a hablar – Por su irreverencia en el consejo de reunión y por su desobediencia se les ha decidido castigar. Venimos en el nombre de La señora del salvaje mundo a castigar a sus rebeldes
La muchacha dirigió su mano hacia su cuchillo mientras se inclinaba un poco más para mirar a los dos hombres. El nombre de la mujer que jamás había oído y la alusión a una nación desconocida hacían que su interés se despertara. Se le heló la sangre cuando uno de los dos hombres había desaparecido. Podía ver a uno de ellos, al más alto y al que más hablaba.
– Mierda – Murmuró.
Eso no le daba buena espina. Se dio la vuelta cuando escucho un crujir de ramas y el aliento asqueroso de varios días sin lavar estaba chocando con su rostro. El segundo hombre, alto y pecho fuerte estaba frente a ella con una mirada endemoniada que buscaba problemas. La muchacha no tuvo tiempo de moverse o hacer un gesto, un feroz golpe en su cabeza la dejó noqueada en segundos.
Cuando abrió sus ojos lentamente, todo estaba nublado y borroso, una punzada poderosa se situaba en la parte alta de su cabeza y un líquido caliente parecía extenderse por la zona. Alzó la mirada e intentó mover sus manos pero se toó con éstas atadas tras su espalda. Sus pies tocaban el suelo forzosamente y su brazo era fuertemente sujetado por alguien.
Fue lanzada al suelo con fuerza. Su cuerpo chocó y emitió un silencioso gemido. Una risa abrumadora se hizo presente y vio a uno de los hombros.
– ¿Qué intentas, anciano, con esta clase broma? –
La muchacha frunció el ceño y observó a su alrededor. Hombres y niños mirando con miedo, mujeres intentando evitar que los enanos se acercaran a la escena y la expresión de sorpresa en el rostro del anciano.
– No sé quién es ella – Declaró el anciano antes de que uno de los dos hombres lazara varias armas al suelo.
– Estaba equipada con esto y planeaba atacar – Por último lanzó un cuchillo.
La chica frunció el ceño lográndose de rodillas frente a los dos hombres. Sus manos atadas en su espalda y su cuerpo adolorido.
La muchacha miro a ambos hombres y notó como uno de ellos se acercaba con una lanza en mano, apuntó hacia su garganta y reía.
– Mandas a una cría a defenderte, anciano. Das lastima – Rió aquel que la había noqueado. Tenía una tez mucho más oscura que el otro.
– Basta de juegos. Danos tu cosecha y entrega a tres niños para morir –
La muchacha en el suelo vio la gota de sudor correr por el cuello del anciano. Algo dentro de ella le pidió a gritos no hacer nada, dejarlo ser y ya está, pero su propia consciencia se movió mucho más rápido que ella cuando vio al hombre que la había atacado moverse hacia una pequeña niña que se encontraba con su padre. Vio al hombre ponerse frente a la muchacha y cuando este había sido golpeado por un puñetazo ella movió su cuerpo por suelo derribando al hombre frente a ella.
Con un movimiento fugaz logro acercarse al cuchillo en el suelo y a ciegas comenzó a cortar las cuerdas que la ataban de manos. Sus ojos se movían desde un intentó por ver sus manos hasta donde estaban los dos hombres, aquel que ella había derribado y aquel que se acercaba con rabia en sus ojos. Cuando la lanza del segundo hombre salió disparada hacia ella las cuerdas se cortaron y se deslizo por el suelo evitando que la perforaran.
Termino de rodillas evitando un golpe del hombre derribado, el cuchillo viajo por el aire hasta el brazo del hombre que emitió un grito. Ella lo pateó antes de recibir un golpe a un costado proveniente del segundo hombre, cayó al suelo en un sonoro silencio y rodó por él hasta agarrar la espada en el suelo. La alzó con rapidez para evitar el golpe de la espada del hombre de la nación desconocida. Forzó un poco el movimiento para hacerlo retroceder y luego se agachó cuando éste paso la espada por el aire como si intentara cortarle la cabeza, pateó su pantorrilla y con un movimiento audaz lo dejo en el suelo. Se volvió hacia el siguiente que corría ella con espada y lanza en mano, la muchacha diviso un elemento esencial en el suelo y chocó su espada contra la lanza partiéndola en dos, no detuvo el movimiento de la espada, peor logro evitar que el daño recibido fuera menor. De alguna forma barrió en el suelo hasta el arma de fuego y le apuntó al hombre, su dedo en el gatillo y su mirada decidida, podría haberlo apretado, pero no lo hizo. Dudo.
Recibió un corte en la pierna y cayó al suelo.
Cubierta de tierra y algo de sangre, todo a su alrededor comenzó a volverse borroso. La adrenalina de su cuerpo comenzaba a desvanecerse y los dolores por la pelea estaban apareciendo. Ella gruñó levantándose y antes de poder hacerlo más, recibió un pisotón en la espalda. Gimió con dureza y apretó la espada en su mano. Cerró los ojos un momento antes sacudirse con fuerza, la lanza se clavó en el suelo a solo centímetros de ella, y sabía que si no se hubiera movido entonces sería ella la que estuviera perforada, por segunda vez.
Los sonidos de las armas chocando de lado a lado, de los gritos de la gente y el llanto de los niños se había ensordecido a su alrededor. Su propia respiración no la podía oír y su los latidos de su corazón solo eran un bombardeo de silencio. Logró acabar con ambos hombres, casi pereciendo en el intento, pero saliendo victoriosa al fin y al acabo.
Huir.
Ellos huyeron cuando habían quedado desarmados. En un idioma que no entendía hablaron y corrieron lejos.
Uno de ellos se detuvo antes de irse y apuntándole con un dedo le gritó algo que sonaba realmente mal, aunque no tenía ni idea de que era.
Su cuerpo casi cae, detuvo la caída poniendo su pie atrás y luego con cansancio se dirigió hacia donde estaban sus armas. Recogió algunas de sus armas y luego llevo la mano a su cabeza, un mareo hizo que su visión se volviera borrosa de nuevo y de pronto todo fue negro.
Un aroma intenso a silvestre se coló por su nariz hasta su cerebro, reconoció las hojas desde el primer día en que cayó a la tierra. Los rayos del sol sobre su rostro eran tan suave y cálido, el delicado aroma del viento era tan dulce y el aroma de las plantas era un manjar exquisito para su olfato. La sensación de calma en su interior era abrumador, pero en el buen sentido.
Sus ojos se dispararon de pronto y lo primero que pudo ver fue a una mujer junto a ella, contenía un mayo goteando desde su mano y la miraba preocupada. Ella miró hacia un costado y habló en un idioma nuevo. La muchacha frunció el ceño e intento incorporarse con un persistente dolor en su cuerpo.
– Cuidado – La mujer dijo con calma.
La muchacha tuvo tiempo de poder apreciar el rostro de la mujer de pronto. Un cabello largo y castaño ondulado. Sus ojos eran claros como el día y suaves como los de una madre. La muchacha desvió la mirada por el lugar en donde se encontraba y descubrió que estaba tendida en una cama hecha con pieles de animales, el colchón no era más que paja envuelta en una piel suave y gruesa. Había una mesa con una vela, un cuenco con agua de color roja y otros objetos. Ella vio sus cosas apiladas en una esquina y junto a ellas un hombre de aspecto firme. Hombros delgados y algo de músculos, no tanto como los de un gorila, de cabello castaño y medio largo, atado con una cinta en la frente, junto a él se encontraba una pequeña que vestía con ropa hecha por algún tipo de pelaje animal, parecía la lana de algo. Tenía el cabello largo y castaño como ambos hombres.
– ¿Qué pasó? – Preguntó ella con dolor en su voz. Vio al hombre dar un paso en frente y a la mujer pasar el paño rojo por la cabeza de la chica, donde el dolor punzante se volvió más fuerte aún. Reprimió un gruñido.
– ¿Estás loca? Nadie se enfrenta a los Seskins como lo has hecho. Podrías haber muerto – El hombre declaro.
Seskin. Otra palabra nueva, aunque vagamente podría haberla oído antes.
– ¿Los quiénes? – Preguntó aturdida. Parpadeó un poco.
El hombre sacudió la cabeza con irritación. Pasó ambas manos por su rostro y se dirigió a la chica.
– Seskin. La Nación Salvaje – El hombre murmuró suavemente, apretando los puños bajo sus brazos cruzados – Vienen dos veces cada treinta días por algunas provisiones. Saquean nuestro alimento y a quienes se enfrentan a ellos los eliminan. Tuviste suerte
La muchacha sacudió la cabeza sentándose en la cama, con los pies tocando el suelo.
Miró al hombre y a la mujer un segundo, antes de que alguien más entrara en la habitación. La chica levantó la mirada hacia el anciano que parecía contento al entrar en la habitación.
– Aren, no seas brusco. La chica acaba de despertar –
El hombre frunció el ceño dirigiéndose hacia el anciano. La pelirroja vio al hombre de edad caminar hasta ella y extenderle la mano con cortesía.
– Gracias por habernos salvado de los Seskin. Mi nombre es Selamir –
– Clarke – La muchacha extendió la mano para tomar la suya. Después de un segundo movió la mano hacia donde se encontraba la herida en su cabeza y gruñó – ¿Qué está pasando?
El hombre dejo escapar aire, su mirada envejecida era triste – Me temo que son tiempos difíciles hoy en día. La Nación del Salvaje Mundo nos ha tenido acorralados cuando nuestros guerreros se negaron a ir a guerra contra otras aldeas por desobediencia –
– ¿A guerra? – La muchacha frunció el ceño.
El hombre dio unos pasos enfrente hacia la muchacha y asintió.
– No debes ser de por acá. Jamás te había visto y con la audacia que tienes es obvio que no conoces a lo que te has enfrentado –
– Estaba por irme cuando ellos llegaron – Sacudió la cabeza. Aún la punzada la tenía aturdida por un instante, la chica volteó hacia el hombre y frunció el ceño – Estoy confundida
– Eso se puede ver – El hombre asintió.
La mujer que estaba junto a ella le sonrió a la muchacha y luego camino hasta el cuenco de agua roja solo para tomarlo en sus manos.
– Clarke, ¿por qué no descansas un poco y cuando te hayas despertado hablamos? Se te ve cansada – Sonrió con amabilidad – Puedes descansar aquí el tiempo que queda. Estamos en deuda contigo. Evitaste que esos hombres se llevaran nuestra comida y arrebatan tres vidas, entre ellas la de mi hija. Gracias
La muchacha asintió ligeramente con la cabeza. Los dos hombres y la mujer abandonaron la pequeña habitación cruzando por una puerta. La chica se quedó sentada por unos instantes antes de alzar la vista a la criatura que camino hasta ella con una mirada inocente. Vio a la niña de tal vez siete años alzarle una flor amarilla y con una expresión confundida la chica la tomó. La chica musito algo que no pudo oír y luego huyo.
Clarke miró la pequeña flor en sus manos y sonrió ligeramente.
Los dolores en su cuerpo le estaban matando y la herida en su cabeza la mantenía a duras penas despierta. Sacudió la cabeza con calma antes de recostarse nuevamente en la cama. Respiró hondo mientras trataba de averiguar qué acababa de suceder, pero en su lugar termino dormida antes de darse cuenta.
La Aldea a la que había llegado había resultado ser más agradable de lo que pensaba. Las personas con las que había logrado hablar por un momento no habían dejado de agradecerle, aunque no parecía ser necesario.
Tenía una sonrisa en sus labios y le agradaba sentirse cómoda, aunque ese no era su hogar.
– ¿Disfrutando del paisaje? – La muchacha levantó la mirada hacia el hombre anciano que se había acercado a ella.
Frente a ella, un prado de flores, el más hermoso que había visto desde que llegó a la tierra, se situaba con majestuosidad.
– Todo se ve tan… tranquilo y pacífico. ¿Cómo es posible? Allá afuera hay gente tratándose de arrancarse las cabezas unos a otros –
El hombre bufó – Salvajes – Sacudió la cabeza – Vivimos de la naturaleza y la respetamos. Nuestros guerreros solo pelean para defender nuestro pueblo y no para las guerras
La muchacha asintió una vez – Supongo que debo irme – Ella señaló hacia atrás – Tengo un camino que recorrer
– ¿Dónde vas? – Él preguntó.
– No lo sé. A cualquier parte – Se encogió de hombros. Vio en la mirada del anciano algo brillar.
– Imagino que tienes curiosidad por lo sucedido ayer, ¿verdad? –
– No quería meterme en asuntos que no son míos, pero eso parecía serio. Iban a matar a tres niños – Admitió ella frunciendo el ceño – ¿Por qué?
El hombre respiro hondo mientras comenzaba a caminar de regreso a la aldea – Si quieres saber… –
Clarke asintió.
– Todo se basa en La Nación del Salvaje Mundo –
La muchacha sacudió la cabeza – Lo siento, pero… no los conozco –
– Eso puede decirme tu mirada – Asintió – No sé qué es lo que buscas o piensas encontrar, tampoco sé a dónde viajas y mucho menos tus motivos, pero no creo que estés en condiciones de seguir viajando
– Puedo continuar. He estado peor – Musito ella con calma.
– ¿Por qué no te quedas aquí? Estoy segura de que mi hijo y su esposa estarán encantados de tenerte con ellos. Nuestra Aldea aún está en deuda por lo que has hecho. Quédate unos días, al menos hasta que todo tu cuerpo haya descansado –
La muchacha vaciló un momento, pero termino aceptando la propuesta. No estaba segura de si iba a arrepentirse o no, pero por el momento era bueno, al menos hasta que consiguiera algún caballo que pudiera transportarla lejos, además… el invierno se acercaba y si no encontraba un refugio cálido moriría afuera. ¿Qué podía perder? Tal vez incluso podría aprender un poco más sobre la dichosa Nación del Salvaje Mundo, sea lo que fuera que significara.
Camino de regreso a la aldea con el anciano a su lado, quién explicaba con sumo cuidado que los Seskin habían entrado en la Aldea para matar a tres niños como sacrificio por la muerte de tres guerreros Shanks.
Los nombres nuevos hacían la cabeza de Clarke explotar, pero estaba decidida a enterarse más sobre el asunto.
Por ahora, tenía un techo en donde quedarse y tal vez podría conseguir comida. De pronto sentía que aunque no perteneciera al lugar en donde encontraba, estaba justo donde debía estar: La Aldea Sarks.
Continuará…
N/A: Ese ha sido el primer capítulo de Inquebrantable. Hace un día termine de ver The 100 y juró por dios que me encanto la serie. Es buena, tiene de todo lo que me gusta que es drama, acción, badass, muertes, traición, culpa, miedo, fuerza, esperanza. La verdad es que la serie 100 me ha encantado y hacia mucho que no había visto algo que con ganas me hiciera querer hacer una historia. Quería hacer un fics después de la tercera temporada, pero la verdad es que no tenía ni idea de como continuarla, porque ya saben el tema éste de que el mundo se cavaría en seis meses y etc, ni siquiera mi cabeza podía pensar en cómo podría seguir con ese final, pero sí tenía una idea en mente y pensándolo bien en el mejor momento en donde se podría situar es al cabo de la segunda temporada.
Sé qué hace mucho que no escribo (para la gente que ya ha leído mis historias antes) y sé que he subido algunas que no he terminado, pero ahora sí quiero darle la oportunidad a esta y sí o sí terminarla.
La serie en sí es un libro en el cual se basaron para crearla y por una vez en la vida no he leído el libro antes de la serie como sucede en otras ocasiones que fue con Cazadores de Sombra, Vampire Academy, Los Juegos del Hambre, no sé si lo saben o si lo mencione antes pero yo siempre leo los libros antes de ver el live in action porque es mejor… al menos para mí, pero en este caso lo hice al revés y me encanto y estoy ansiosa por leer el libro, pero no lo haré hasta que la serie legue a su final porque no quiero tener los spoiler del libro encima de la serie. No sé si lo saben pero cuando ves algo en la tele o una película y dps lees el libro te toma por sorpresa aunque sabes que la escena va a suceder, al menos para mí sucede así y quiero sentir eso, pero debo esperar a que la serie finalice. Quizás no me entienden, lo siento. Ahora todo lo que puedo esperar es la cuarta temporada de The 100.
Con respecto al fics, este será mi nuevo proyecto y espero que les guste. No tengo una fecha para subir capitulo así que voy a hacer lo que siempre hago, voy a esperar unos días a ver qué les parece el primer capítulo y dps veré si subir. Yo la verdad es que tengo en mente mucho para ahora y lo que está en mi cabeza por obligación debía situarse al final de la temporada número dos y antes de la tres, también tengo planeado situar algunos acontecimientos de la tercera temporada en este fics, quizás cambiando algunas cosas o quizás no, pero espero que valga la pena. Estoy emocionada por este fics y es una emoción que no sentía desde hace mucho tiempo así que espero que todo salga bien.
Tengo planeado enfatizar más en lo que Clarke siente por las muerte que causo, en como lo llevan los demás y también en lo que significa también empujar todo eso hasta el fondo para no sentirlo. Así que espero de corazón que les guste.
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