Hola~ este fic he querido escribirlo desde hace ya bastante tiempo (tres meses, más o menos), y por fin tengo algo medianamente planeado para hacerlo; como habéis visto en el título, este fic es acerca de triatlón, un deporte creado en Estados Unidos que consiste en nadar, rodar (andar en bicicleta) y correr. No pude resistirme a plasmarlo en nuestros hermosos países locos. Hay posibilidades de UsUK. Espero que os guste. Y no duden en marcarme cualquier error, casi nunca reviso mis documentos y se me pasan muchísimos. Matane!

Disclaimer: En la vida Hetalia/Inútitalia me pertenecerá, es propiedad creativa de Hima-papa.


Arthur miraba hacia todos lados, esperando poder encontrar a alguien que pudiese ayudarle. Estaba buscando al entrenador Alfred F. Jones., o como también le decían, el "entrenador de águilas." Por supuesto que el nombre le parecía extraño el apodo, ¿a quién no? Pero en ese momento no tenía deseos de cuestionarlo. Caminó dentro del complejo deportivo hasta el área de la alberca techada, donde le habían indicado que estaría. Caminó entre las gradas pero sólo se encontró a un chico rubio, de no más de dieciocho años recargado en el barandal mientras observaba a, lo que parecía ser, un grupo de natación entrenar.

—Oh, hey, ¿vienes a verlos entrenar? —Arthur parpadeó mientras se apuntaba a sí mismo, inseguro de que se refiriese a él—. Ven —lo tomó de la mano—, son geniales, en serio. —Para este punto, no podía resistirse mucho. Así que obedeció.

Arthur se permitió observar a los chicos, y mientras pensaba que sus técnicas no eran del todo malas, podían mejorar. Por ejemplo, aquel chico con el traje Speedo más pequeño y revelador que Arthur hubiera visto en toda su vida, podría dejar de abrir las palmas al momento de hacer la brazada; el chico con gorra de hoja de maple podía aumentar el tamaño de su patada, el otro tipo (¡¿estaba nadando con una bufanda?!) podía emplear el tamaño de sus brazos y bracear hasta atrás en vez de dejarlo hasta la mitad; y el que nadaba en la orilla… ese estaba bien.

—Impresionante —dijo, casi carente de emoción.

— ¡¿Verdad?! Entrenan muy duro todos los días, así que me alegra que hayan alcanzado este nivel. —El chico dejó mostrar una enorme sonrisa, y al volver a dirigirles otra mirada, Arthur recordó cuál era su propósito al venir a ese lugar.

—Uh, disculpa, esperaba que pudieras darme indicaciones, estoy buscando a alguien —se mordió el labio, esperando que ese chico pudiese ayudarle.

Sure thing, dude, ¿a quién buscas? —Antes de que Arthur pudiera formular la pregunta, el chico pareció recordar algo—. Oh, casi lo olvido —le extendió una mano, esta vez en señal de querer presentarse—, mi nombre es Alfred Jones, entrenador de estos chicos —apuntó con la cabeza a los chicos dentro de las piscina.

Ante las palabras del chico, Arthur juró que podía sentir a su cerebro explotar en nombre de la Reina. ¿Ese chico, el gran entrenador del que tanto hablaban? ¡Por favor! Debía ser una broma. Sólo para rectificar, decidió preguntar.

— ¿Alfred F. jones? —este asintió.

The one and only!

Arthur asintió, tratando de procesar la información. Okey, el mejor equipo de triatlón del estado (o al menos eso le habían dicho) estaba a cargo de un niñato americano que muy seguramente no sabría de algo más que de hamburguesas.

—Uh, en ese caso, creo que te estoy buscando a ti. —El chico pareció pensárselo un poco hasta que recordó una posible respuesta.

— ¡Oh! Tú debes ser el chico del que Emily me habló, el que viene a entrenamiento por rehabilitación, ¿cierto? —Arthur asintió e hizo notar la pequeña maleta de entrenamiento que trajo consigo en caso de que le pidiera hacer una prueba—. Genial, te llevaré a los vestidores para que te pongas tu bañador y entres al agua, me dijeron que sólo nadas, ¿cierto? —De nuevo asintió—. Pues tendrás que adaptarte para también correr, ayudará al proceso.

Según le explicó Alfred, lo único que Arthur haría como prueba serían 400 metros estilo libre, y que las pruebas de atletismo serían al día siguiente, cuando tuviera el equipamiento adecuado para correr (al parecer, Arthur debía usar plantillas y el usar Sneakers no ayudaba con su problema de pie plano). Bastante simple.

Tras vestirse con su traje de baño, gorra de silicón y googles marca TYR (dude, debes ser rico para usar el uniforme entero de esa marca), se acercó al área de salida, los demás chicos de Alfred ya estaban fuera del agua, secándose o con un suéter puesto, pues el aire gélido después de nadar puede causar cosas malas.

—En cuanto toque el silbato saldrás, recuerda Arthur, esto es sólo para probarte, no es necesario sacar los tiempos del mundial —el aludido asintió al tiempo que se posicionaba en uno de los carriles; el número seis sonaba como uno bueno—. En sus marcas —Arthur se inclinó un poco, sólo que para cuando Alfred dijera la siguiente palabra no se cayera al agua—, listos —puso sus manos a cada lado de su pie derecho, subiendo el nivel de la cadera y tomando una gran bocanada de aire—, ¡fuera!

Al escuchar el agudo silbido, Arthur usó las fuerzas de sus manos para impulsarse y hacer un clavado limpio al agua, juntó sus manos en flecha y usaba su abdomen para hacer patada de mariposa y lograr un buen puente, llegando poco después de los ocho metros resurgió a la superficie y comenzó a bracear con la derecha, luego la izquierda, de nuevo la derecha y respiró, mientras tanto sus piernas pataleaban a todo lo que daban. Debido a la gorra que cubría su cabeza y hacía eco del agua así como de su respiración cortada mas no carente, no podía ver más allá de las cristalinas olas de la alberca olímpica ni escuchar los vítores que daban los otros miembros.

—Vaya, ese tipo Arthur no es ningún novato —dijo asombrado el chico que háyase unos momentos tenía una gorra de maple en su cabeza al tiempo que observaba al londinense ejecutar una perfecta vuelta de campana.

—No lo es, Mattie. No lo es… —concordó Alfred.

A pesar de que le habían dicho que no era una competencia y que no le tomarían tiempo, Arthur no pudo evitar querer lucirse y nadar con la mayor eficacia posible a pesar de que hayan pasado meses desde la última vez que entró al agua para nadar. Comenzó a arrepentirse cuando en la cuarta vuelta (¿o era ya la sexta?) sintió un ligero pinchazo en uno de sus pulmones. Trató de ignorar el dolor y continuó nadando a la misma velocidad que lo hacía, con el ligero pinchazo haciéndose cada vez más notorio hasta que a mitad de una vuelta se detuvo, sintiendo como ambos de sus pulmones le comenzaban a fallar.

—Maldición… —murmuró el americano por lo bajo—. ¡Francis, rápido! —No era necesario que Alfred le especificara al galo qué era lo que quería que hiciese, pues este, al igual que los otros podían reconocer cuando alguien tenían problemas.

Con un clavado menos elegante que el del británico, Francis se lanzó al agua y trató de alcanzar lo más rápido posible al chico que poco a poco comenzaba a perder la conciencia. Rodeó su cintura con un brazo y siendo él el más rápido nadador del grupo logró llegar hasta el otro lado en el tiempo suficiente antes de que el daño fuera irreparable. Ejecutó la maniobra de Heimlich varias veces hasta que el chico sacara toda el agua obstructora de su sistema en ligeramente violentos jadeos y tos. El resto del equipo corrió hacia ellos.

Arthur trató de sentarse, y cuando las últimas oleadas de tos hubieran pasado, un ánfora de agua era extendida en su dirección. Le agradeció al chico de cabello castaño y tomó un par de sorbos mientras el francés trazaba círculos en su espalda, Arthur no se habría puesto tenso de no ser porque esos círculos se estaban acercando demasiado a su espalda baja; se alejó un poco del galo y se enfrentó con la preocupada mirada del chico americano.

— ¿Te encuentras bien? —Arthur asintió, un poco apenado ante la situación—. Hey, está bien, sólo no vuelvas a hacer algo tan temerario como eso, ¿vale? —Le extendió una mano.

—Está bien —aceptó la mano y se levantó.

—Has un 200 de afloje y puedes irte a las regaderas.


Al día siguiente Arthur esperaba en una pista de atletismo, revisando en su celular a ver si había recibido algún mensaje de Alfred confirmándole. Se mordió el labio, movió su pierna con impaciencia y comenzó a tararear una nana que su madre le háyase cantado cuando el fuese nada más que un pequeño Arturito.

Yo, Arthur! —el inglés giró su rostro para encontrarse con Alfred, quien parecía no haber cambiado de atuendo desde el día anterior—. ¿Esperaste mucho?

—No, apenas llevo cinco minutos —dijo, a pesar de que hace unos cuantos segundos estuviera pensando en mandarlo al carajo.

—Genial, ok, primero tenemos que calentar un poco —guió a Arthur a una de las orillas del lugar, donde comenzó a mostrarle unos cuantos ejercicios de calentamiento básicos: tocar las puntas de los pies con las manos, girar el tronco, estirar brazos y piernas, trotar en su lugar y para finalmente ponerlo a trotar cinco minutos por la pista.

»Ahora vuelve a estirar brazos y piernas; es muy importante que estires, de lo contrario, puedes dañarte algún músculo y créeme cuando digo que no es muy agradable —Arthur asintió e hizo como le ordenó, repitiendo los ejercicios que hacia momentos le enseñó—. Ok Arthur, una vez que termines, ve a la línea de meta.

Arthur asintió al tiempo que llevaba su pierna izquierda hasta su pecho y la abrazaba contra así, contando hasta el quince, respirando y soltándola, repitió el proceso con la otra pierna, lo hizo a la inversa, llevándose los talones a los muslos y terminó estirando los brazos. Una vez terminado, se acercó hacia donde Alfred le indicó y esperó instrucciones. El chico americano le observaba con un cronómetro y una tablita.

—Bien, sólo harás 800 metros, oséase dos vueltas; la salida será como en la piscina, con el silbato, ¿comprendes? —Arthur asintió, inclinándose como lo hacía en la plataforma de salida—. En sus marcas, listos, ¡fuera!

Arthur salió corriendo tanto como sus piernas le permitieron, sintió el viento soplar en sus oídos, entrar por su boca y nariz, y comenzar a quemar un poco en sus pulmones; para la primera vuelta, Arthur sentía que le faltaba el aire, y que la temperatura en el ambiente había ascendido varios (muchos) grados Fahrenheit, por lo que cuando cruzó la línea de la segunda vuelta, casi sintió como se desplomaba en el suelo del cansancio. Se agachó jadeando, tratando de recuperar el aire mientras apoyaba sus manos en sus rodillas, con el rostro quemándole del esfuerzo, comprendan que la carrera no es lo suyo.

—Lo hiciste muy bien, para no tener ningún pasado en atletismo, lograste un tiempo de 3 minutos y medio —le dio una ligera palmada en la espalda, misma que Arthur respondió con un jadeo sordo y una ligera mirada asesina—. Sabes Arthur, tienes más talento que para hacer simple rehabilitación, ¿quisieras unirte a Los Aliados? —Arthur soltó un enorme suspiro antes de sentir que su respiración se normalizaba, echó su cabeza para atrás mientras ponderaba la pregunta—. Lo único que tendrías que hacer sería mejorar tu técnica a la hora de correr, si sigues corriendo así te lastimarás, también tendrías que conseguirte una bici de ruta, ¿sabes cuáles son? —Arthur negó con la cabeza—. Bueno, creo que yo podría ayudarte con eso, entonces.

Arthur soltó un último suspiro antes de girarse al americano. — ¿Cuándo es el primer entrenamiento, coach? —El mencionado sonrió.

—Mañana mismo.


OMAKE: Contractura (causada por la corta memoria de Arthur)

A la mañana siguiente, a la hora acordada por Alfred, Arthur entró cojeando al área de la piscina, cosa que le ganó una mirada curiosa por parte de todos.

—Puede, o puede que no, se me haya olvidado estirar ayer, ¿contento?

La mirada incrédula de Alfred le decía que no estaba contento. —Dude, si por algo te dije que estiraras después de cada ejercicio fuerte, ahora tendrás que ir con el fisiatra durante una semana —se giró hacia los demás que lo observaban compasivos—, Yao, ¿crees que podrías atenderle?

El chino lo observó durante un par de segundos antes de asentir y sacar una aguja de la nada. —Espero que no le tenga miedo a las agujas, ahu. —Arthur tragó grueso, consciente del nada placentero futuro que le esperaba, además, ¿por qué decía "opio"?


Aru: muletilla común de China, puede traducirse como el verbo ser/estar (parecido al "desu" del japonés).

Ahu: Opio, hasta donde tengo entendido. (Léase, "las guerras del opio".)

¡Hasta el siguiente capítulo!