Probablemete los problemas son más grandes cuando se viven a cuando son parte del pasado, las personas se ríen de las angustias y tristezas que alguna vez sintieron en lo más profundo de sus corazones, otras personas guardan esos sentimientos en lo más profundo de su corazón reprimiendo las lágrimas y suspiros pesados llenos de un pesar. Los romances de adolescentes son bastante pasajeros y muy difíciles de olvidar siempre y cuando ese amor haya sido importante.

Para Hinata Hyuga un amor de 2 meses se transformó en una sombra por varios años; conoció a un joven que a sus ojos era perfecto, de ojos azules y cabellos dorados quien le decía tener ojos sólo para ella, la única con la que soñaba y anhelaba pasar el tiempo. Su nombre era Naruto Uzumaki, de apariencia elegante y muy similar a un príncipe. Lo conoció a escondidas de su familia por la diferencia de clases sociales y educación, al ser hija de un empresario y heredera de su fortuna, él era hijo de padres separados y de clase media-baja; pero eso no le importaba, ella soñaba con él y que sería muy feliz a su lado. Al pasar las semanas notó las diferencias, le gustaban más las fiestas que quedarse con ella a ver una película, consumía hierba, lo que a sus ojos era una aberración, esto se debía a que había crecido en un colegio privado y sumamente religioso. Las diferencias crecía, pero no eran suficientemente grandes como para que ella lo dejara de querer, incluso recordaba cómo él le pedía ser su novia en una plaza llena de gente, algunos ebrios y entrada la noche, para ella nada podía ser más romántico. Todo terminó al momento en que él le dejó de hablar, no contestaba sus llamadas ni sus mensajes; Hinata comenzó a pensar cosas horribles, no era porque le pasara algo, sólo no quería hablar con ella; se miraba al espejo y se sentía poco atractiva, era un poco rellenita y de baja estatura, no sería extraño que él la engañara, si ni siquiera se habían acostado; entre lágrimas luego de comprobar su hipotesis decidió cortar con él, Naruto no parecía sentir dolor alguno por la partida de la mujer que decía amar.

Pasaron unos pocos años para volver a verse en la misma universidad, la Universidad de Tokyo; se vieron en una fiesta, él parecía seguir igual que siempre, ella era igual de baja, pero no se notaba por unas botas con tacones y un cuerpo un poco más delgado. Sus miradas conectaron, la boca de la chica se abrió un poco, le sonrió levemente saludandolo con la mano, era un momento incómodo. El rubio la miró un poco asombrado de verla con una cerveza, una falda oscura, chaqueta negra de cuero y una blusa delicada que dejaba ver su ropa interior, era muy diferente de la chiquilla que conoció hacía un par de años; un poco avergonzado se le acercó con una mirada llena de confianza diferente a lo que sentía.

- N-Naruto - tartamudeó con suavidad sin romper el contacto visual - que sorpresa verte aquí - él le saludó con un beso en la mejilla sorprendiendola.

- Ha pasado el tiempo - le sonrió de manera seductora haciendo que sus piernas temblaran - soy estudiante de periodismo - le dijo sintiendose superior a ella como siempre había sido.

- Yo de economía - la paga ya iba distanciada, su autoestima bajó al escucharla decir sus altas espectativas - me alegro mucho por ti y tu carrera - se le apartó para ir con sus amigos para escapar, pero él le tomó la mano deteniendola.

- Espera, conversemos - sus palabras le recordaban ese horrible pasado y lo duro que fue con ella por ignorarla.

- Bien, si es lo que deseas - dijo con desdén con ganas de gritarle por todo lo que le había hecho.

Se sentaron en los jardines; Naruto deseoso de probarse superior a ella le ofreció hierba, ella se lo aceptó con gusto y lo encendió, luego de una calada profunda se lo devolvió, Hinata terminó con los prejuicios que antes tenía y consumía sustancias que antes creía ser corruptas e inmorales. Naruto se le acercó quedando sentados mirando a la oscuridad.

- Ha pasado 1 año y medio - dijo ella con melancolía.

- Sí, y has cambiado - le respondió con intenciones de hacerle snetir mal.

- No podía ser siempre una niña; creo que ya no hay nada más de qué hablar - le dijo intentando apartarse de ella.

- No es cierto, la verdad es que quiero disculparme por ser tan cobarde y no poder terminar contigo de la manera correcta. Estaba asustado, nunca me había pasado que alguien me quisiera tanto - ella le calló con un gesto.

- Me engañaste, esa es la verdad, no querías enfrentarme y que te dijera lo mal que estabas y el daño del que eres responsable - nunca la había visto siendo tan dura con él, usualmente sólo le decía palabras de amor y adoración.

- Es verdad, pero eso no quiere decir que no te quiera aún - Hinata se detuvo con los ojos abiertos - es verdad, te amo - el rubio vio cómo ella trataba de aguantar sus lágrimas.

- No digas cosas que no sientes - se secó las finas lágrimas - tú fuiste el que se alejó y no tuvo los cojones de dejarme - se recargó en su hombro con unos enormes deseos de sentirse cobijada por ese joven.

- No quería dejarte; fue un momento de flaqueza y no me resistí, eras tan mojigata y apegada a las reglas que no me dabas lo que necesitaba - Hinata se sintió molesta al ver cómo él la culpaba de sus acciones.

- Tú decidiste meterte con ella, si tanto deseabas llevarme a la cama pudiste habermelo dicho - el rubio rió con sarcasmo poniendo a prueba su libertinaje.

- ¿Me hubieras hecho caso? ¿Te habrías acostado conmigo? - ella cubrió su estómago avergonzada.

- No, me sentía muy avergonzada de mi cuerpo cómo para dejar que la persona que amaba me viera desnuda - fue duro para ella, largas dietas y muchas horas de ejercicio sólo con el deseo de volverse una chica digna de su amado.

- No debías avergonzarte, eres hermosa - la besó con tal suavidad que sintió un querer intenso que hizo dudar de toda fortaleza que había en ella respecto a vengarse de él por todo, tal vez no era tan mala persona como ella creía.

- N-Naruto-kun - le abrazó con fuerza profundizando ese beso que por mucho tiempo anheló, era un momento mágico; él acariciando su cabello de manera suave pero apasionada.

Al sentir las pesadas gotas de lluvia huyeron al auto del rubio, era antiguo, pero trataba de mantenerlo en buen estado. Jadeando y riendo notaron sus manos entrelazadas, ella estaba abrumada, parecía una película de muy mal gusto, prefería los final infelices para los protagonistas.

- Estás loco - decía riendo con fuerza.

- Aún así tú me quieres - le respondió antes de volver a asaltar sus labios.

Las cosas, como siempre, subieron de tono, él con manos veloces no demoró en desnudarla y tenerla a su mereced en el asiento trasero de su auto; jamás pensó en ver a una niñita tan mojigata así de dispuesta. Sus manos buscaban abarcar toda la existencia de su adorado rubio, esa adoración renacía con fuerza, le besaba el pecho con amor y dedicación. Un poco aburrido le abrió las piernas, con condón en mano entró en ella. El movimiento era veloz y lleno de dolor, no era tan delicado hasta que ella en medio de gemidos le suplicó ser más delicado. No era exactamente tan bueno cómo él pensaba, de todas formas ya había obtenido lo que deseaba, tener a su ex con las piernas abiertas gimiendo su nombre.

- T-Te amo - confesó la chica deteniendo al rubio, al ver la imagen frente a él la culpa lo invadió; ella estaba profundamente enamorada de él y no fue capaz de verlo - no es el mejor momento para decirlo, sólo se me salió - Naruto bajó para abrazarla y seguir moviendose.

- Yo también - dejó que ella se pusiera encima de él - muevete - ordenó con una de sus manos en la mejilla de la chica, quien obedeció con un poco de dificultad.

- Ah, Naruto-kun - estaba llorando por la intensidad de las sensaciones - es tan bueno - el rubio admiraba a la joven que se movía con energía sobre él, entregada en su totalidad. El verla como un ser tan inferior le hizo sentirse miserable, debía sentir que ya había cumplido su cometido, pero ella lo adoraba de una manera tan pura que ser cruel con ella era en una maldad de la peor categoría.

Al acabar los dos se separaron quedando sentados mirando al frente con los asientos cómo único paisaje, los vidrios estaban empañados como prueba de lo que había pasado. Naruto pensaba en tomar a la chica de vuelta cómo su novia y tener una vida feliz a su lado, pero no era tan simple, lo que había ocurrido era un acto de infidelidad hacía el amor de su vida que por fin había aceptado como su novio. La Hyuga se sentía completa y feliz, le tomó la mano y apoyó su cabeza en su hombro, no tenía un sólo pensamiento en la cabeza, sólo las sensaciones que había vidido.

- E-Esto cambia las cosas, ¿verdad? - preguntó la chica con un leve sonrojo - ¿q-qué somos? - a pesar de haber pasado un par de añor seguía siendo muy inocente frente a las reacciones físicas de su compañero, tenía el rostro ensombrecido y el semblante serio.

- Nada, esto no debió pasar - las palabras cayeron sobre Hinata como un balde de agua fría dandole un escalofrío por todo el cuerpo aún desnudo.

- ¿Qué? - las palabras apenas le salían de la boca - pero nosotros - respiraba con dificultad mientras sus lágrimas se juntaban - tú dijiste que me amabas - lo miró a los ojos tratando de darle sentido al terrible momento que estaba viviendo.

- Fue fruto de la situación, estaba muy excitado - era verdad, jamás había tenido una experiencia sexual tan erótica, justamente porque ella no quería serlo, sino que le demostraba amor en lugar de deseo sexual.

- Entonces debo olvidar todo lo que pasó, aún cuando fue especial - él asintió - bien, si es lo que deseas - ahora era ella la que estaba seria y profundamente dolida y traicionada - jamás me busques, jamás me llames ni me mandes mensajes; no quiero saber de ti el resto de mi vida - no iba a llorar para darle lástima como hizo en un tiempo pasado.

- Hinata, no te enojes - le dijo buscando su rostro.

- Eres un ser despreciable - sus quejas fueron acalladas por un beso suave, sus acciones eran muy distintas de lo que él decía.

- ¿Me pides que no me enoje luego de que tuvimos sexo y me dices que fue un error? - decía enojada mientras se comenzaba a vestir.

- No es eso, de verdad te quiero - Hinata le puso su mano en la boca.

- No es cierto, deja de mentir - sus lágrimas amenzaban con salir pero ella no se lo permitiría - esto ya pasó, fue bueno, de verdad eres muy bueno; pero eso no quita que seas un pedazo de mierda por decirme cosas cuando piensas otras - una vez vestida salió del auto dando un fuerte portazo.

El tiempo como siempre fue un buen remedio para los corazones rotos, ella fue olvidando a ese despreciable ser que sólo la usó para un buen rato y luego la sacó de su vida para seguir con su relación. Él se casó con la mujer de su vida luego de salir de la universidad, parecía vivir una vida feliz de acuerdo a su clase social, olvidando esa mala aspiración de tener una vida de rico financiada por las riquezas de Hinata. La Hyuga siguió su vida graduandose con honeres y sirviendo al ministerio de economía de Japón como una de las mejores creadoras de políticas públicas. Ambas vidas se habían separado para no volver a juntarse, pero el destino es caprichoso, aunque no siempre hay que hacerle caso a los caminos que la vida te impone.