—Estuvo deliciosa la comida.
Todos asintieron de acuerdo al comentario de Alya. En eso, el camarero llega y les entrega las galletas de la fortuna. De inmediato las abren.
—La mayoría de la gente está ciega —Nino, fue el primero en leer.
—El mío dice... —hace una pausa. Desenrollando el papelito— La mayoría de la gente es tonta —continúa Alya— ¿Que esto? ¿Marinette que dice el tuyo?
—El chico que ignoras es el chico que amas —cuando lee esas palabras no puede evitar sonrojarse, aunque nadie venía a su mente con lo de ignorado.
"¿A quién ignoro?"
Se pregunta Marinette sin pensar en el pobre gatito que suspiraba por ella y para colmo era Adrien.
—¿Y el tuyo, amigo? —cuestiona Nino.
—El amor de tu vida está cerca de ti.
Sus mejillas se vuelven rojas mientras con su mirada busca a su Lady, pensando que quizás estaría a solo unos metros, y la verdad es que estaba a centímetros. Marinette estaba frente suyo.
Al rato, de leer el papel que contenían sus galletas y luego de comer las mismas, se levantaron, pagaron la comida y se marcharon del lugar. En su caminata, Nino larga un suspiro largo y levanta los brazos.
—¡De enserio! ¿Quien escribe estas cosas? —exclama.
—Ni idea, la verdad es que me dijeron que eran exactas —dice Alya, respondiendo a su novio.
—Bueno, al menos la comida estaba deliciosa —menciona Marinette.
—Eso es cierto —añade Adrien.
Sin agregar un comentario más, se alejaban del restaurante, quienes no notaban como un anciano -más precisos el Maestro Fu- (disfrazado de camarero), los miraba. Si, él fue quien les entregó y escribió el papelito de aquellas galletas de la fortuna.
