Antes que nada gracias por darle al clik y pensar en leer este fic, cualquier critica constructiva es aceptable siempre y cuando sea con el debido respeto y si tengo suerte con este fic y me dan reviews contestaré de inmediato, ¡espero les guste tanto como a mi me gustó escribirlo!.

CREDITOS: Fate/Zero y sus personajes no me pertenecen.

NOTA: No es que me crea gran cosa pero se de casos en los que te plagian el fic, asi que agradeceria que no lo atribuyan como suyo y si lo usan me den credito, muchas gracias e intentare publicar un nuevo capítulo cuando la inspiración llegue.


Un deseo.

Solo eso pedian todos y cada uno en esa guerra absurda.

Si eras un servant mucho no importaba, si eras un master...

Tu vida en juego.

Pero ¿Quien dijo que los servant no tenian sentimientos?

Algunos debian irse, dejando a sus maestros, la vida en la nueva época.

Algunos volvian hacia su final, hacia una montaña de cadáveres.

Otros sin conseguir su deseo.

Y esas excepciones, donde la traicion y el deshonor quedaban gabados a fuego.

La guerra habia terminado.

¿Lo habia echo?

Abrió los ojos. Vió el color que mas detestó en este último tiempo, ese color que aunque era de la realeza lo odiaba, por cierta persona. Su usual montaña de cádaveres no estaba allí. Los cuerpos fisicos que albergaban los sueños caidos en guerra y que ella con tanto honor cargaba en su espada, no estaban para recordarle su derrota.

Parpadeó ocultando sus bellos ojos esmeralda por unos segundos.

-Quien diria, que dormida eras aun mas bella, Rey de los Caballeros.

Esa voz, ese color dorado, ese olor a hombre.

-¿Que?- Respondió con perplejidad acelerada.

Alli estaba: El Rey de los Heroes.

-Ya comprenderás donde te encuentras ¿Verdad?, te he traido aquí junto con mis otros tesoros, en la tierra unificada.

-¿Como? ¿Como has echo algo como eso? ¡Es imposible que hallas ganado tu el grial!- Gritó enfurecida.

Una lluvia de ira y desilucion le caia encima. No pudo volver el tiempo atras, dejar de ser el rey de inglaterra, no pudo finalizar siquiera su lucha contra Diarmuid. Ni siquiera habia vuelto a su pais, derrotada, pero a su pais.

-No lo he ganado, ya era mio, aunque halla sido usado por ti y ese otro.

-¡Deja de burlarte!, si lo hubiera usado, ¡Yo no existiria de esta forma!- Se señaló a si misma, con su usual vestido y armadura de Rey de Inglaterra.

-Si lo has usado...Una parte de mi continente está independiente, clamando por el Rey Arturo.

-¿Que?

-Y Diarmuid ahora vive bajo mis leyes, clamando lucha contra ti, Arturia.

¿Como?, ¿Habia escuchado bien?, quedó de una pieza al oir esas palabras. Diarmuid, Gilgamesh y ahora ella estaban en un mismo y único continente, ella poseia aun Inglaterra y era como si sus tres historias se unificaran en los comienzos del mundo.

¿Porque?

Lo miró a los ojos, clavó su mirada como si de su Excalibur se tratase. En parte no entendia nada. por otra parte esto podria ser un nuevo comenzar, dirigir bien a su pueblo, ser un buen Rey. Por otro lado debía encontrar a Diarmuid y saldar su deuda de caballero.

Todo era tan confuso.

-Con tu permiso, Gilgamesh, me marcho a mi territorio.

Se bajó de la inmensa cama en la que estaba y tomó su espada, que por suerte seguia fiel a su lado. Caminó hasta la puerta de aquella enorme habitación y sintió como un brazo la detuvo firmemente.

-Ya veo, me parece que no entiendes...Ahora estarás aquí, uniremos a Inglaterra con el resto del mundo, serás mi esposa ¿O acaso has olvidado la orden que te di antes de que intentases romper el Santo Grial?

-Apartate o me veré obligada a usar mi espada.

-Ahora eres prisionera del mundo, de el Rey absoluto, Rey de Caballeros.

-Por si no esta usted informado, señor Rey, mi país me espera, me necesita, y entregaré hasta mi vida para llegar hasta el.

La seguridad flameaba en esos ojos verdes y profundos, que estaban revolucionados contra unos rojos y molestos, hirviendo en furia.

Pero que ella dasate esa furia le encantaba. Esos sueños e ideales que el no podia poseer, esa autodestrucción y espíritu estigmatizado que poseia. Pero lo que mas lo incitaba a querer poseerla, es que esa belleza, y todas sus cualidades, eran por y para su pueblo, pero no le pertenecian a nadie.

-No te estas dando cuenta de tu desafortunada situa-

-¡Señor, no tiene permitido entrar a la habitación del Rey de esa manera!...Quizás...

-¡Saber!

-¿Diarmuid?

La puerta se abrió, dejando ver al hombre de lunar y aura encantadora con un rostro tan serio como el de una persona en su peor estado de confusion. La criada, desde atrás, lo observaba embelezada, mientras el resto de las criadas corrian hacia la habitación dispuestas a admirar la belleza de aquel hombre de dos lanzas.

-Vámonos.- Susurró acercandose peligrosamente a ella y tomándola en brazos como a una princesa.

-¡¿Diarmuid?!

-¡COMO TE ATREVES A LLEVARTE A MI ESPOSA, MALDITO PERRO CALLEJERO!

Aprovechando la confusión, y todas las criadas allí irrumpiendo el paso, Diarmuid corrió con Arturia en brazos por los pasillos del enorme castillo. Con sus lanzas pudo vencer a todo enemigo y guardian protector de Gilgamesh que se cruzó en el camino sin demaciada dificultad. Era obvio que quien era el rey, habia ganado todo lo que poseia a base de su fuerza e imposición dura como piedra, impenetrable como diamante.

Extrañamente no fueron perseguidos por el mismisimo rey, y la reina de Inglaterra boquiabierta ni siquiera se movia de el preferencial asiento de pelicula que le habia otorgado el valiente guerrero: Sus brazos.

No entendia nada, estaba perdida como pocas veces. ¿Porque no estaba el Rey de los Conquistadores, Caster, Assasin y Lancelot ahi?

Lancelot quizá estaba en Inglaterra, rehaciendo su vida, quizás su deseo habia sido tambien cumplido. O eso deseaba internamente.

Sus pies sintieron el suelo, a donde pertenecian. Y su cuerpo no sintió la cercana calidez que hace unas horas la habia salvado de tener que usar su espada para revelarse ante el noventa porciento del mundo. Ella, poseia el otro diez.

-¿Porque estás aquí Diarmuid? ¿Nuestros masters? ¿Que sabes de todo esto?, no faltará mucho tiempo para que Gilgamesh venga a causar problemas, debemos proseguir...

Comenzó a caminar a paso rápido, mientras divisaba por el camino si algun medio de trasnporte se hacia presente para hacer mas rápida la huida.

-Comenzaré a responder, tranquilízate.- Miró hacia atras, en busca de enemigos que pudieran estar siguiendolos. -Estoy aqui porque contigo me ha quedado un asunto pendiente, Pendragon. Nuestros masters estan donde deben estar, en su mundo y lo que sé es lo que todos sabemos.

-Quieres decir que no sabemos porque estamos todos en el mismo plano histórico ¿Verdad?

-Saber ¿No lo sabes con solo deducirlo?

Lo miró, volteando el rotro hacia su costado.

-No se de que hablas, Lancer.

-En realidad ya no deberíamos siquiera llamarnos así, no estamos en la Guerra del Santo Grial, Pendragon, estos son nuestros deseos concedidos en un solo lugar.

Era dificil de creer. Porque si asi era ¿Porque Iskandar no estaba con sus territorios cerca?

-Oye, escucha bien, estas perdida, explicaré la situación...Gilgamesh deseó llevarte junto con sus tesoros, por eso aquí estas...Tu solo, sabiendo que perderias por los sellos de comando, diste por echo regresar a tu pais, aun no me explico porque está en sus apogeos de gloria, pero asi es...Lancelot tambien está alli, he viajado en secreto de un lado a otro para averiguarlo. Iskandar ha cumplido su sueño de ver el mar segun me ha contado, pero como no deseó sus tierras, ahora está en proceso de revancha contra Gilgamesh y recuperar su territorio o adiquirir más. A Caster y Asassin no los he hallado, es como si este único continente o el Grial se los hubiese tragado.

-No puedo...Es dificil...Esto es increible, no logro comprenderlo del todo. ¿Cuanto tiempo estuve dormida?

-Entiendo tu confusión. -Hizo una breve pausa para dar la noticia.- Un mes.

La reina queria suspirar, pero eso no era lo correcto, quizas en el mundo humano que corria actualmente seguro era mas permisible, pero aun estando en el plano que esté, las libertades como esas no estaban permitidas. Antes que una mujer, era un rey.

Mientras se reprimía, vió a un caballo y corrió directo hacia el.

-Perfecto, podremos ir mucho mas rápido Lancer.

Lo miró y subió en el corsel con una destreza admirable a pesar de su pesada armadura.

-¿No deberia yo tomar las riendas del caballo?

-Si queremos huir rápido y a salvo es mas conveniente que yo nos guie.

Despúes de meditarlo, supo que era cierto y la mas sabia elección. No por nada tenia la habilidad de montar cualquier cosa en el plano de la Guerra del Santo Grial. Subió tras de ella y vaciló. Era aferrarse a su cintura o no aferrarse a nada y recurrir al riesgo de caer del caballo y lesionarse.

-Vamos, antes de mujer, soy un rey, un caballero, no pienses mucho en ello.- Dijo con seguridad mientras golpeaba las riendas contra el lomo del equino y avanzaba a toda velocidad mientras un hombre con improperios y rabia reclamaba intentando fracasadamente perseguirlos, que le devuelvan el caballo.

Tomó su cintura. No es como que se sienta la carne y curvas en su mano. Una armadura gastada de luchas lo separaba de lo que era el cuerpo de una mujer, una mujer que reinaba un pais, que cargaba con el peso de sus ideales.

-Oye, Lancer.

Miró la cabellera desaliñiada que comenzaba a soltarse por el viento. El rubio danzando por el viento. Salió de su ensueño y prestó atencion al tono grave de voz que empleaba la fémina para sacarlo de su distracción.

-Dime Diarmuid.

-Bien, Diarmuid, ¿Tu que has deseado para situarte aquí?

La pregunta estaba de mas. ¿Es que no era acaso obvio?, pero a los reyes se les debe respeto, el no era uno para responderle prepotente. Los nervios de huir y algunas heridas leves lo hacian perder el respeto, y no queria hacerlo ante el reflejo de sus ideales, ante Arturia.

-Fui deshonrado cuando mi master usó sus sellos de comando para que me suicide...Al final la historia volvió a ser repetida y morí frustrado, morí como cualquier ser despreciable.

Un silenció de voces se formó. Solo el ruido del viento zumbando en sus oidos por la velocidad y el galope del animal eran los testigos de la conversación.

-Entiendo...¿Vienes por la revancha?, despues de todo no pudimos resolver las cosas como caballeros.

-...

Silencio por parte del encantador de mujeres.

-¿Me tienes rencor?, por ver como morias, por no poder hacer nada...Por no haberte dado yo la muerte antes de que eso sucediera...O quizá...Por no morir y haber cumplido el pacto.

-No, no lo tengo Saber, tu has quedado tan sorprendida como yo con tal acto de bajeza cometido por nuestros maestros.

-Si, pero pensé que quizás...Si de todas formas este deseo del Grial iba a ser concedido, deberia haber muerto en esa Guerra, para que mi maestro no gane nada.

-No creo que ningun humano de la guerra halla ganado sinceramente...Y pienso que tal vez, Assasin y Castel fueron utilizados para concedernos nuestros deseos.

-Es solo una teoria tuya, pero podría ser cierto.- Pensó en voz alta.

Tiró de las riendas hacia atrás y frenó la corrida del animal, sorprendiendo a su acompañante.

-¿Que pasa Saber?

-Llámame Arturia, Diarmuid...Mereces, cumplir tu deseo, perder o ganar aqui y ahora.

¿Planeaba hacer una lucha ahora? ¿Resolver las cosas como caballeros en este momento?, si perdia de todas formas se cumpliria su deseo de morir con honor. Aun asi ganaría. Pero Arturia ni siquiera había llegado a su país, no habia cumplido ni parte de su deseo, era perseguida por un ególatra con poder y no obstante eso no sabia como influian las muertes en ese plano. No sabia si ese deseo cumplido de manera generalizada era una ilusión, ni cuanto duraría. No podía vencer a alguien que tenia de enemigo a el y al rey de casi todo el mundo.

-No, este no es el momento, quiero que luches con todas tus fuerzas y gloria, ahora, nuestro enemigo en común es Gilgamesh, una vez lo derrotemos, obtendré mi tan preciado deseo.

La observó de espaldas, ya que aun no habian bajado del caballo. Ella volteó un poco y lo miró de reojo para luego volver la vista al frente y galopar nuevamente.

-¡Si eso quieres, que asi sea, avanza!- Gritando sobre el caballo para que este avanze mas rápido y al mismo tiempo alzando la voz para ser escuchada por el lanzero, emprendiero viaje hacia Inglaterra. Desde allí gobernaría como debía ser y con todo su ejército, lucharía contra el mundo, contra Gilgamesh. Con la ayuda de Diarmuid, con su deseo de cumplir el de el. Lucharía, y Excalibur tendría otra victoria que grabar en su oja de oro, para enaltecer a la estrella del campo de batalla, Arturia Pendragon.

-Gracias, Arturia.

Y se perdieron en el horizonte.


AUTORA: MigLi-Chan

Se que no hay casi nada de este fandom, va a ser dificil que alguien lo lea pero si lo hacen, agradeceria sus revs, me motivan a seguir escribiendo.

Será una historia corta, de al menos cuatro o cinco capítulos.

Sayo~