I Need A Doctor, please.
Debería terminar una historia antes de empezar otra, pero empece a escribir y luego me di cuenta que era otra cosa diferente. Vi este Au y me llamo demasiado la atención. Si le dan la oportunidad espero que les guste.
Resumen: Karamatsu siempre fue un chico propenso a accidentes, eso siempre había sido una molestia...Al menos hasta que se encontró con el nuevo doctor del instituto. Un misterioso hombre al cual las hormonas alborotadas adolescentes le eran tan hilarantes. IchiKara [AU*]
Advertencias: Occ.
Diferencia de edad. Un Ichimatsu adulto x Un Karamatsu estudiante Si no te gusta por favor no leeas :D
Ningún Matsu es hermano.
No se que mas poner.
Capitulo de prueba.
I
Desde que eras pequeño tenias mala suerte, esa mala suerte que te mandaba a un hospital o a la enfermería prácticamente cada semana. Si alguien se caía durante el evento deportivo de la escuela y se hacia un raspón en la rodilla; si alguien se cortaba al estar pelando una papa durante la clase de economía domestica;si alguien intentaba acariciar a un gato y este le rasguñaba la mano; si alguien intentaba separar una pelea y terminaba siendo golpeado por error, había un 99% de probabilidad de que ese fueses tú.
Pasaba con tanta frecuencia que terminabas pensando, "bueno, mejor que me pase a mi a que le pase a mis amigos". La verdad es que eras tan servicial que el solo pensamiento de ayudar a alguien era mayor al temor de salir lastimado en el proceso, era algo que no podías cambiar, era parte de tu esencia.
Dejando de lado el hecho de que eras un imán para los accidentes, eras un chico normal. Tenias amigos, buenas notas, buena condición física y aunque muchas veces los balones terminaban golpeándote, eras bueno en el baloncesto. Durante la secundaria tu equipo llego a los diez mejores de la región, lamentablemente durante las semifinales un jugador del equipo contrario te hizo una falta que termino con una lesión en tu rodilla. Ese accidente te había dejado fuera de la temporada por el resto de la secundaria. Al entrar a la preparatoria lograste ser aceptado en el equipo de baloncesto, jugar en un equipo de preparatoria era algo realmente nuevo y emocionante para ti.
Con ello también legaron tus accidentes "habituales" y tus visitas a la enfermería se hicieron tan regulares que la enfermera te dejo tutearla e incluso te esperaba para tratarte después de tu entrenamiento.
No fue una sorpresa para ti darte cuenta que ella te gustaba, pero no por eso te buscabas ser lastimado (de verdad que tu suerte te jugaba una mala pasada). De verdad te gustaba mucho, cuando te revisaba tenias que concentrarte en las matemáticas, era la única manera en la que te quebrabas la cabeza para no reaccionar cuando ella se acercaba, sabias bien que ella solo hacia su trabajo. No te estaba coqueteando para nada, pero los problemas de "la edad", hormonas alborotadas o como quisieras llamarles hacían que tu cabeza se llenara de fantasías inapropiadas antes de que te dieras cuenta.
Y te disculpabas con ella cada vez que pensabas mal, la enfermera no entendía del todo porque te disculpabas y no querías explicárselo porque era vergonzoso. Mas un día, ella misma te dijo tú le gustabas. Fue un buen día para ti, ¡tu crush de preparatoria te correspondía! Pero, con la mala suerte que te rodeaba debías imaginar que un peor golpe estaba por venir y eso fue que, después de las vacaciones de verano te llego la noticia de que tu querida sensei se había casado y que se había ido a vivir al extranjero.
Ese fue un golpe a tus sentimientos y dolió más que cualquier golpe físico. Pero ya estaba, no volverías a enamorarte, lo acababas de decidir. A pesar de que no era tu primera decepción amorosa (extrañamente tenias una afición por el lado medico, enfermeras y doctoras...quizás porque te la pasabas en manos de ellas). Era todo para ti, nada más.
Cuando entraste a segundo año un nuevo sensei se incorporo a la escuela, desde tu lugar (que era muy atrás ya que eras alto) no alcanzabas a verlo bien, pero tus compañeros comentaban que era alguien sombrío.
Él se presento con un simple "—Soy Ichimatsu Matsuno y trabajare en la enfermería desde ahora", no mentía diciendo que le daba mucho gusto trabajar allí como todos, porque por su tono de voz parecía que lo habían obligado a trabajar allí. No te llamo mucho la atención, pero sabias que un encuentro con él seria inevitable.
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Y el día del encuentro llego. Ese día tocaba una clase en conjunto con las chicas y estabas emocionado por ello, te pusiste tu uniforme de baloncesto de color azul cielo, tu soporte elástico para brazo de color negro lo acomodaste en tu brazo dominante (el derecho), no te olvidaste de tu muñequeara deportiva de color azul como el uniforme y la acomodaste de el lado izquierdo. Tu cabello negro siempre estaba perfectamente peinado así que no hiciste nada con ello, tus ojos azules te regresaban la mirada por el espejo de los vestidores, te veías guapo hoy también.
Saliste a la cancha, las chicas veían a tu dirección saludando con una sonrisa. Te habías vuelto popular desde que empezó el año y aun no sabias del todo porque...Debía ser que el baloncesto te estaba dando fama. (y un físico envidiable).
Los primeros minutos trascurrieron sin contratiempos, no se te olvido calentar y pudiste hacer algunos tiros de tres puntos antes de que una chica linda llamara tu atención. Ah, Ichiko de la clase 3 era tan linda. Suspiraste y después un balón golpeo tu cara. No fue solo el balón golpeando tu cara lo que te mando a la enfermería, fue la caída. De manera estrepitosa tu cuerpo se estampo contra el suelo sin oportunidad de amortiguar la caída. Tu rodilla empezó a doler de nuevo. Ahora recordabas que olvidaste ponerte la rodillera. De verdad que a veces eras idiota...
Sin querer interrumpir la practica de nadie, rechazaste la ayuda de tus compañeros y fuiste por tu cuenta a la enfermería. Aunque caminar con la rodilla doliéndote y deteniendo la hemorragia de tu nariz era algo difícil. Al final lograste llegar. (sin caerte en el camino).
—Con permiso... -susurraste entrando. —¿Sensei? No esta...
—Aquí... -el hombre empujo su silla hacia atrás, la cortina que separaba la cama para reposar cubría tu vista antes y por eso no lo habías visto. —Entra de una vez, no tengo todo tu tiempo mocoso.-
¿Mocoso? Frunciste el ceño y entraste. Te sentaste en la cama ante la mirada del ¿enfermero?¿Doctor? ...Sensei.
—¿Que paso? -pregunto empezando a revisar el golpe en tu cara.
—Mm...uno de mis compañeros me lanzo un pase, pero no estaba prestando atención y... -desviaste ligeramente la mirada, la cercanía de ese hombre te ponía nervioso.
—Claro, un pase directo a tu cara... No parece un accidente.
—Lo fue. Fue un accidente. -aseguraste, eras incapaz de pensar que eso había sido a propósito. Después de todo ellos eran tus amigos ¿no?.
—No se si eres demasiado amable o demasiado estúpido. Creo que ambos. -Dijo con una sonrisa burlona. Parecía divertirle tu sufrimiento, o quizás eran imaginaciones tuyas. No lo habías visto durante la ceremonia de entrada, así que aprovechaste que estaba cerca para dar miradas fugaces hacia él. Lo observaste, a su cabello negro, su pálida piel, era más alto que tú, de cuerpo delgado y luego estaban sus ojos de un enigmático color violeta. Era guapo, pero luego también estaba esa aura que lo hacia dar miedo. Mantuviste tu distancia.
Una vez atenida tu hemorragia nasal se inclino revisando tu rodilla. No pudiste evitar soltar un respingo cuando sus dedos fríos se pasaron por tu rodilla. Era una extraña sensación.
—¿Algún accidente previo?
—En la secundaria tuve un esguince en esta rodilla.
—¿Tuviste una adecuada recuperación? ¿Haces tus ejercicios? ¿te aseguraste de calentar? ¿No tienes una rodillera?
—Si. Si, lo hice. Y si, la tengo...solo que hoy la olvide.
—¿Eres idiota? -pregunto lanzándote una mirada severa.
—Eso es cruel, sensei. -respondiste viéndolo fijamente desde arriba (ya que por su posición el estaba abajo). ¡Vamos Karamatsu, es solo una revisión! te regañaste mentalmente, tenias que dejar tu mente en blanco.
Apretaste ligeramente las sabana con los dedos, tratando de soportar el dolor de ser tocado. El doctor te hizo estirar la pierna palpando tu rodilla y un poco mas arriba, un procedimiento normal al que estabas acostumbrado y sin embargo esta vez parecía algo nuevo. Tu piel se erizaba ligeramente bajo el toque de los dedos del sensei y no podías alejar tu mirada de él, ni siquiera te importaba que estuviera haciendo con tu rodilla tus ojos estaban clavados en tu rostro serio, en esas pestañas negras que ocultaban sus ojos color violeta.
Y de pronto sus ojos te recorrieron entero, desde tus pies hasta tu cabeza. Te miro fijamente y con tono monótono dijo.
—Tienes una erección. -y señalo hacia tu entrepierna.
—¡...! -avergonzado y rojo como un tomate tus manos reaccionaron por fin para cubrirte. (aunque ya no tenia caso ya que él ya se había dado cuenta). —¡E-es algo perfectamente normal! -dijiste tratando de justificar tu reacción cuando ni tu mismo lo sabia.
—¿En serio? ¿Tienes alguna clase de gusto con que te toquen a pierna? -pregunto burlón. Porque si, eso era todo lo que había hecho. Te avergonzaste más. Querías que te tragara la tierra, aunque con tu mala suerte ese deseo seguro se haría realidad y terminarías cayendo en algún agujero en el suelo. Descartaste la idea.
Te encogiste de hombros desviando la mirada, Matsuno-sensei se levanto, recargo una mano a tu lado en la cama y se acerco. Te sentiste obligado a verlo a los ojos a pesar de que era muy poco distancia entre ambos rostros.
—¿Quieres que te ayude con eso? -pregunto serio, el tono de su voz te hizo temblar. Podías sentir como el calor se acumulaba de nuevo en tu cara.
—Em yo... -balbuceaste. ¿Que se supone que deberías responder si te proponían ayudarte con tus problemas fisiológicos?¿asentir? ¿negar? o quedarte como idiota balbuceando, justo lo que estabas haciendo. —Em... ¿si?
Y respondiste como pregunta porque no estabas seguro de cual era la respuesta correcta. Matsuno-sensei asintió. Paso las manos por tu pierna, tu cuerpo tembló ligeramente y te contuviste de soltar un largo suspiro. Ichimatsu-sensei se alejo unos segundos, regresando después con dos compresas frías.
—Una para tu rodilla, otra para tu pene. De nada. -dijo con una sonrisa burlona. Parpadeaste confundido antes de entender que el maldito se estaba burlando de ti.
Extrañamente no podías molestarte con él, la vergüenza era todo lo que podías sentir mientras acomodabas las compresas frías en los lugares que te dijo.
Iba a ser difícil verlo a la cara después de eso, lamentablemente para ti... tus visitas iban a ser frecuentes.
¿Que tal?
Espero que les guste.
Continuación pronto...tal vez.
Saludos.
