Disclaimer.- Nada de The covenant nos pertenece.

Warning.- Por si no quedo claro con el summary, aclaramos de nuevo que esto es Slash -relación chico-chico-.


Duvet

Capítulo 1

Caduceo


Caleb cerró los ojos un momento mientras dejaba que su cuerpo se relajase en la bañera de lujo de su casa. No pensaba en nada en particular porque, de hacerlo, seguramente volvería a tener uno de esos arranques de ira que iban en aumento conforme el tiempo pasara. Y la razón..., era obvio que no quería recordarla ni mucho menos enfrentarla.

Sí, era maduro y quizá hasta práctico y seguro de sí mismo¿y qué? Eso no le absolvía de la realidad: Era hombre, uno de dieciocho años que de un momento a otro se veía enfrascado en una lucha interna donde siempre terminaba perdiendo la razón.

- Por lo menos no termino perdiendo la cordura cuando está tan cerca de mí - se dijo, sumiéndose un poco más en la burbujeante y cálida agua.

Pero la dura realidad seguía ahí, golpeando incesantemente en un rincón de su mente que no quería explorar. Esa realidad que asumía una voz espectral y pérfidamente reconfortante que le gritaba lo que no se atrevía a admitir.

Desde hacía mucho tiempo Sarah se había distanciado mucho de la idealizada chica que lo hacía perder la razón y, luego de casi ocho meses en una relación que no parecía avanzar, comenzó a descubrir sentimientos inexplorados... emociones intensas especialmente dirigidas a uno de sus "hermanos". Uno de los hijos de Ipswick.

- Maldita sea¡he ahí de nuevo! -exclamó, frustrado.

Salió de la bañera y se colocó una toalla alrededor de la cintura. Toda la situación era tan ridícula¡Dios sabía que las cosas habían pasado sin su consentimiento!

"Es mentira", susurró una voz socarrona "Sabes que esto ya existía desde antes y que pasaría, era inevitable"

- Cállate - ordenó a la nada, ya con un bóxer puesto.

Se acercó al alféizar de la ventana y sintió el aire frío golpear suavemente su rostro. Oh, claro que lo sabía, y no era orgullo lo que le impedía admitirlo.

- Estúpido Reed, si te dieras cuenta... - murmuró de forma apagada.

- ¿Darme cuenta de qué? - preguntó una voz detrás suyo que le hizo sobresaltarse tremendamente.

Ahí, en su habitación, Reed se encontraba con una sonrisa traviesa en el rostro y las pupilas algo dilatadas.

- ¿Qué haces aquí? - fue la primera pregunta que cruzó su mente de por si turbada por la repentina aparición de el chico rubio.

- Yo pregunté primero - contestó con tono juguetón sentándose en su cama -. ¿De qué debería darme cuenta?

Piensa¡Piensa! Gritaba dentro de sí mismo. Sabía que el inquisitivo muchacho no quedaría conforme hasta no recibir una respuesta cuando menos algo convincente.

- Darte cuenta de que estás abusando. Sabes que no debes usar tu poder tan seguido, te he dicho una y mil veces que la adicción puede llegar de un momento a otro y...

- No quiero otro sermón - fue la respuesta cortante y seca, como lo esperaba -. Sé lo que hago, puedo controlarme.

- El poder es más seductor ahora de lo que era hace un año, Reed. Sabes muy bien lo que te espera si abusas de el.

Y ahí estaba. Ese gesto que lo volvía loco, esa forma tan elegante y un tanto altanera de enarcar las cejas en una falsa apariencia de incredulidad.

- Apresúrate, llegaremos tarde - advirtió el rubio dando por zanjado el tema.

Caleb aparentó serenidad, asintiendo al aviso del rubio. Carraspeó un poco mientras Reed lo miraba sin entender. Caleb entrecerró los ojos con molestia y le señaló la puerta con la mirada.

- No me dirás que ahora te da pena desnudarte ante mis ojos - bromeó -. Ah, Caleb, pero si te conozco más de lo que crees, no por nada somos amigos desde niños.

Y por supuesto Reed dio en el blanco, Caleb sabía que debería tratar de controlar la sangre que rápidamente se arremolinaba en sus mejillas¡pero era imposible! Y el rubio se percató de ello, mas no dijo nada al respecto.

- Muérete, Reed - dijo el mayor en tono de reproche.

Se quitó la toalla de la cintura ante los atónitos ojos del rubio y comenzó a cambiarse, de forma demasiado lenta, o al menos eso le parecía al menor.

- ¿Nos vamos? - inquirió una vez que estuvo listo.

Salió y el rubio le siguió, todavía algo perplejo por la actitud de su amigo. ¿Desde cuándo Caleb reaccionaba así a sus bromas?

Bajaron rápidamente hasta la hummer negra que los esperaba en la entrada de la magnífica casa de Caleb. Adentro ya los esperaban los otros dos en los asientos frontales.

- ¿Que los retuvo tanto tiempo? - preguntó Pogue cuando al fin subieron.

- A alguien le gusta arrugarse en la bañera - respondió Reed en son de broma -. ¿Nos vamos? Ya perdimos suficiente tiempo.

El pelilargo asintió y aceleró el motor para alejarse de la casa. Mientras, Caleb se recargaba cómodamente en su asiento tratando de buscar algo de tranquilidad en medio de su confusa mente. Especialmente teniendo a Reed a su lado con una sonrisa traviesa en sus labios.

"Deja de pensar en eso" se reprendió mentalmente y cerró los ojos. Justo en ese momento su celular eligió el momento oportuno para sonar. Era Sarah.

Con un gesto autómata presionó el pequeño botón rojo para rechazar la llamada y siguió recostado en su asiento.

- ¿Por qué no le contestaste? - preguntó Reed.

- Estaremos ocupados ¿o no? Puedo llamarle después - aseveró, negándose a abrir los ojos. No quería encontrarse con la mirada de infante del rubio.

- Con que se han enfriado las cosas entre ustedes dos - señaló Pogue.

- ¿A qué se debe¡No me digas! Falta de... sexo - susurró Garwin cerca de su oído.

Caleb abrió los ojos abruptamente y Reed se alejó rápidamente, riendo sin poder contenerse.

- ¡No digas estupideces! - reprochó el pelinegro.

Reed seguía riendo sin parar, poniéndose ya un poco sonrojado de las mejillas por tanto esfuerzo y eso bastó para quitarle la pena y el coraje a Caleb; sencillamente bastaba observar ese rostro eternamente jovial para perderse en él, especialmente en el par de ojos que parecían nunca perder el brillo de curiosidad y desafío.

Suspiró pesadamente y volvió a recargarse en el asiento, nunca notó la mirada de Pogue que le observaba a través del retrovisor, ni tampoco se dio cuenta de que, en tan sólo un segundo, el rubio se había calmado y ahora estaba demasiado callado.

- ¿Es aquí? - preguntó Pogue a un Tyler que se veía más ocupado inmiscuyéndose en el panorama que la ventana de cristal le dejaba conocer.

- Sí, vuelta a la derecha y llegamos - aseguró el ojiazul con una sonrisa amable.

Estacionaron el auto frente a una cerca algo desvencijada que en algún tiempo marcaba una clara línea divisora entre el resto del terreno y donde comenzaba la propiedad perteneciente a alguien más. Nadie, excepto las familias del pacto, sabía realmente a quien pertenecía.

Caleb, por ser el mayor, extrajo la llave de su chaqueta para abrir una reja oculta entre la falsa maleza. Prosiguieron rumbo abajo siguiendo el camino de las escaleras de caracol con velas encendiéndose a su paso.

Tyler convocó el libro desde la estantería para poder seguir con la investigación que los hacía reunirse tres veces por semana últimamente.: Necesitaban saber a que se debía la repentina variación en los campos de la magia.

- No entiendo por que seguimos buscando en el libro - dijo Tyler.

- Puede que ahí encontremos una respuesta - respondió Pogue.

- ¿En verdad lo crees? - Preguntó Reed -. Llevamos más tiempo aquí del que pasamos cuando éramos niños. Además - colocó una de sus manos sobre el hombro derecho de Caleb -, nuestro querido "hermano" sabe el libro de memoria.

- Esto es en serio, Reed -Caleb procuró no inmutarse cuando la mano envuelta en esos guantes desprovistos de cubierta para sus dedos no se desprendía de su hombro -. Puede que sea algo grave.

Reed rodó los ojos, preparándose para otro de los sermones "Haz una broma y te entretendré con una muestra de mi madurez durante media hora".

- ¿Qué tal si en un buen día mientras usamos la magia de modo "inocente" esta aumenta tanto que no podremos controlarla y se llevará nuestra vida por completo? - preguntó suavemente el mayor, mirándolo de una forma que se le hizo demasiado extraña.

El ojiazul no supo exactamente por qué, pero sintió la imperiosa necesidad de desviar la vista y la posó en el estante de libros antiguos que tanto les habían enseñado.

- Lo sé, lo sé, a todo esto ¿tienes alguna idea de qué demonios es lo que ocurre o a qué se debe? - preguntó, mientras veía los títulos.

Caleb se quedó callado y miró a Pogue y luego a Tyler. El rubio sintió la recién creada tensión en el ambiente y se giró para mirarlos.

- ¿Y bien? - inquirió de nuevo.

Caleb suspiró apesadumbrado y evitó la mirada de Garwin.

- Creo que es a causa de Chase - dijo finalmente

- ¿Chase, el otro hijo de Ipswich que se supone está muerto en lo que era el viejo granero y del cual no hay ni una partícula flotando en este mundo?

- Tú lo has dicho, el que se supone... - complementó Pogue.

- De acuerdo con el libro cuando uno de nosotros muere el poder debe quedar liberado de su cuerpo, cuando menos por un momento.

- Y no fue eso lo que pasó, lo hubiera sentido - complementó Caleb -. Cabe la posibilidad de que no haya terminado con él.

- Eso es imposible, era un junkie de la magia, hubiera regresado a buscarnos para intentar arrebatarnos nuestro poder. Después de todo, ahora todos hemos ascendido... -Reed exponía parte de los argumentos de los que había deseado aferrarse para evitar un par de conclusiones en su mente. Pero además de esa molestia, había algo más que comenzaba a irritarle... una cierta sensación que no podía identificar puesto que no recordaba haberla sentido en mucho tiempo -. ¿Por qué decirnos esto ahora¿Por qué no lo dijiste cuando regresaste con tu preciada chica al día siguiente?

- No es para que te pongas así - dijo Tyler intentando tranquilizar a su amigo.

- ¿Tú también lo sabías¿Por qué es que nadie me lo dijo? Oh, claro. Por que soy yo ¡Pobre e inmaduro Reed que no puede lidiar con los asuntos importantes! Creo que deberían saber, especialmente tú - dijo mirando a Caleb -, que no soy el bebé al que tienen que proteger.

- No te limitamos de información, era una sospecha que tenía y apenas supe que ellos dos también lo presentían - aclaró Caleb algo sorprendido por la reacción del chico rubio -. Pero si se trata de Chase, debemos hacer algo al respecto para detenerlo.

Fue entonces que Reed identificó la sensación. La había sentido hacía meses en aquel mismo lugar, cuando Caleb dudó de él, cuando le pidió que jurara que él no había hecho uso de más magia. Esa sensación era la decepción.

- Bien, supongamos que Chase es la causa - dijo Pogue -. ¿Que podemos hacer al respecto? No tenemos forma de encontrarlo ni de saber sigue con vida.

- Hay una forma... - aseveró Reed, obteniendo la atención de todos -. Pero primero, debemos atraerlo a nosotros y yo sé cómo.

Caleb lo miró sin entender y de pronto dio en el punto, se dirigió hacia Reed con paso firme y una mirada peligrosa.

- No te voy a permitir hacerlo - advirtió, tomándolo del cuello de la camisa de forma brusca.

El rubio lo retó con la mirada y una sonrisa irónica fue esbozada por sus labios.

- Llegas demasiado tarde, yo ya sabía que Chase no había desaparecido del todo... sólo esperaba que tú te atrevieras a decirlo pronto, pero esperaste demasiado.

Caleb lo miró un tanto sorprendido y mitad dolido, pero eso no hacía menguar su coraje.

- Escúchame bien, Reed, no te voy a permitir arriesgarte de ese modo. Yo soy el mayor, el que tiene más poder y el que te ordena que no cometas imprudencias

Reed apartó de un empujón a Caleb y lo miró con furia.

- ¿Quién te crees que eres para hablarme así¡Primero desconfías de mí a pesar de que nos conocemos desde niños, me dejas a tu noviecita a cargo y ahora vienes a prohibirme que haga lo que podría salvarte el pellejo!

- ¡¿Y tú por qué no entiendes que sólo trato de protegerte?! - gritó el pelinegro, soltando un poco de magia que se acrecentaba conforme su desesperación aumentaba. No podía permitir que Reed cometiera ese autosuicidio, no...

- ¡Nadie te pidió que cuidaras de mí! - replicó el rubio, sintiéndose un tanto amedrentado por la energía que sentía provenir del aura de Caleb.

- ¡Maldición¿Qué no entiendes que lo hago porque te quiero¡No deseo perderte! - soltó el mayor, para asombro de todos, incluyéndose a sí mismo.

Reed se tensó en medio del desconcierto y Caleb se acercó a su "amigo", con la magia ya bajo control.

- No soportaría perderte¿entiendes? - susurró con voz suave, mirándolo con ternura y con la sinceridad impresa en el rostro sereno.

El rubio alzó un poco la mirada y vio a través de los ojos de Caleb, un brillo tan apagado... se sintió preocupado por aquellas reacciones tan inesperadas del mayor y sin más, se relajó un poco, suspirando.

- No hay otra forma mejor de hacerlo - advirtió con la mirada baja. Si veía una vez más esos ojos de color tan angustiados, correría el riesgo de olvidar su propósito.

- Tal vez la haya - aseguró Tyler, levantando la vista hacia sus hermanos, con un libro abierto entre sus manos -. Creo saber por qué no ha venido por nosotros.

Caleb, Reed y Pogue se acercaron a su hermano y contemplaron la figura que el ojiazul señalaba con la mirada en la página del libro.

- El Caduceo de los Ipswich... - murmuró Caleb ante los sorprendidos ojos de sus otros hermanos.

- Estamos en problemas - apuntó Reed.


Continuará...


Yuki.- Bueno, heme aquí al lado de Snuffle´s chick -para más información, consulten mis autores favoritos-, presentándoles este fic que ambas decidimos escribir.

Snuffle´s chick.- Luego de discutir lo bueno de cierta peli que, en lo personal, no me he podido sacar de la cabeza decidimos poner nuestros brillantes cerebros a trabajar en fict con la pareja más linda que pudimos formar.

Yuki.- Así es, por tanto esperamos que les haya gustado esta primera entrega tanto como a nosotras nos gustó escribirla.

Snuffle´s chick.- Y seguimos disfrutando.

Yuki.- Eso xD, no olviden dejar reviews - o no habrá entrega -.-, gracias por leernos n-n

Snuffle´s chick.- Y, por cierto¿de dónde viene esa afición de juntar rubios con morenos? xD

Yuki.- Quién sabe, pero es genial xD

S&Y.- ¡Hasta pronto!