Eres mía.
Parte uno: Chantaje.
Hitsugaya Toshiro sabía que era un nerd, aunque esto nunca lo había molestado realmente, le hacían más "Bullying" por su cabello y ojos raros que por su inteligencia, así que no, no le molestaba ser un nerd, o al menos no hasta que se enamoró de una chica popular. En la Academia Seireitei era casi una ley que una chica tan popular como la que le gustaba no saliera con un nerd tan impopular. Así que sí, ahora su status lo molestaba.
Takaede Megumi era la líder de las porristas. Castaña de ojos verdes, de estatura promedio y delgada, él se enamoró de ella desde que sus ojos se encontraron en la cafetería y ella le sonrió y se acercó hasta él para hablar de problemas en su inscripción puesto que él era el vicepresidente estudiantil. Luego de eso sus amigos le dijeron que a pesar de su puesto él era un nerd impopular y ella por desgracia no volvió a hablarle, pero a veces sí le sonreía, así que sí, sí estaba enamorado de ella. Todo lo que les impedía estar juntos era la presión social, pero encontraría la manera de ser su novio.
Por desgracia, la única manera que encontró tenía nombre y una personalidad muy desagradable.
Kurosaki Karin, la reina demonio de la Academia Seireitei. Ella solía ser una marimacho de pequeña, pero luego creció para convertirse en la chica más hermosa de toda la ciudad, pero también en una completa perra insufrible.
Todo comenzó con un intento de violación hacia Kurosaki Yuzu en primer año de preparatoria que convirtió a la gemela menor en una paranoica guardiana que junto a su grupito de cuatro perritos falderos fieles y Hanakari Jinta se apoderaron de la escuela, intimidando a cualquiera que siquiera se atreviera a respirar en dirección a la gemela mayor, pero aparentemente con el tiempo enloquecieron de poder y más que un grupo de protectores se volvieron el grupo de gobernantes.
Los chicos más populares comenzaron a juntarse con ellos, y rápidamente ascendieron en status al ser Yuzu tan agradable y Karin tan hermosa, y antes de que nadie se diera cuenta Kurosaki Karin asumió el mando con su personalidad fuerte y se convirtió en la reina, la todopoderosa, la más popular. Las chicas querían ser sus amigas y los chicos querían acostarse con ella, su novio era el capitán del equipo de futbol y Kendo, sus amigos los delegados de la clase o presidentes estudiantiles, sus cuatro perros fieles siempre estaban detrás de ella no permitiendo a nadie molestarla. Tsumugiya Ururu, Yuzu y Jinta no estaban tan cegados por la popularidad como los otros, pero aún seguían en su grupo tal vez solo por compromiso y eran los únicos soportables.
Kurosaki Karin ahora estaba en segundo año de preparatoria y se convirtió en la presidenta estudiantil, era hermosa y ella lo sabía, sabía que solo bastaba abrir un poco su escote para mostrar su pecho prominente o subir un poco su falda dejando ver sus piernas tan bien trabajadas para tener a toda la población masculina en la palma de su mano. Y sí alguien se atrevía a ir contra ella, sí era hombre le esperaba una buena paliza, y sí era mujer probablemente ser marginada por meses.
Entonces, se preguntaran, ¿cómo podría un nerd como él lograr que ella lo ayudara? Aun si era su sobreexplotado vicepresidente, eso no bastaría para que ella perdiera el tiempo con él. Tenía un pequeño as bajo la manga. Ellos habían sido mejores amigos de pequeños, desde los diez hasta los trece años fueron casi inseparables. Ahora ella le parecía una persona horrible y ni siquiera quería recordar la época en la que fue tan preciada para él, pero estaba en momentos de necesidad y sí tenía esta arma lamentablemente no era capaz de desaprovecharla.
Por eso esperó el momento donde pudiera hallarla sola, lejos de sus sequitos y lame-botas, que resultó ser un día donde sus cuatro perros falderos estaban intimidando a alguien por haberse atrevido a hablar mal de ella con alguien en quien evidentemente no debió confiar. Todos estaban viendo al tipo orinarse en los pantalones, pero aparentemente Karin se aburrió del espectáculo y decidió irse a comer su almuerzo en la azotea, invitó a su novio a ir con ella pero el tipo se negó puesto que estaba muy ocupado grabando mientras humillaban a su compañero de clase.
Él la siguió hasta la azotea lo más sigilosamente posible, solo anunciando su presencia al cerrar la puerta que daba a las escaleras una vez ambos estuvieron de nuevo con sus cabezas bajo el cielo azul.
-¿Quién rayos…?- empezó a decir ella, solo para callar de golpe al ver que se trataba de él. –Toshiro…- musitó con los ojos muy abiertos por un momento, antes de entrecerrarlos con desagrado. –Ugh.- lo miró con el mismo prejuicio con el que lo miraban todos, todos excepto su hermosa Megumi. -¿Qué rayos quieres, cuatro ojos?-
Él se acomodó sus lentes de marco grueso con el ceño fruncido, tratando de mantener su temperamento bajo control.
-Quiero que me hagas un favor, Kurosaki.- ella lo miró con una ceja alzada, antes de estallar en burlonas carcajadas. –Estoy hablando en serio.- crujió los dientes. En verdad ella se había vuelto alguien insoportable, ya no era la Karin que un día apreció tanto.
-Claro que estás hablando en serio, tú siempre hablas en serio.- rodó los ojos. -¿Qué quieres ahora? Que yo sepa aún no has terminado con los papeles que te dije como para andar reclamándome algo.- sonrió con la arrogancia que la caracterizaba. –Pero tienes suerte de que soy una chica justa con sus asistentes. Habla. ¿Cuál es el favor que quieres?- le dio su permiso porque obviamente lo necesitaba, ¿cómo hablaría sí no es con el permiso de la reina demonio?
-Takaede Megumi.- soltó no sin nerviosismo. –Ella me gusta. Quiero ser popular para que podamos ser novios.- soltó de una.
-¿Takaede-san?- frunció el ceño. –No sabía que te gustaran tan simplonas.- se burló.
-¡Ella no es simplona!- de inmediato salió en defensa de su amada. –Es la líder de las porristas. Y es la más hermosa de todas, incluso más hermosa que tú.- escupió al suelo.
-Ja.- se llevó las manos a las caderas, sus ojos peligrosamente entrecerrados. –Ninguna es más hermosa que yo, querido.- sonrió con superioridad. –No es mi culpa que tengas malos gustos.- se acercó a él hasta que sus rostros quedaron a pocos centímetros. –Incluso aunque los tienes, ni tú puedes negar que yo soy la más hermosa.- pestañeó provocativamente, sus largas pestañas rozando sus mejillas sonrosadas.
Y, maldita sea, ella podrá ser una perra desalmada, pero nadie podía decir que fuera fea en ningún sentido.
-Para mí Takaede es más hermosa.- apenas logró alegar no muy convencido.
-Sí tú y tus malos gustos lo dicen.- sonrió con superioridad mientras volvía a ponerse a una distancia mucho menos invasora. –Mira, sé que me ayudas mucho con todo mi trabajo de presidenta estudiantil.- o más bien no se quejaba cuando ella le dejaba todo su trabajo para que él lo haga. –Pero eres un caso perdido. Eres un nerd, eres raro, no eres atractivo, los que no se burlan de ti te tienen miedo y ni aunque lograste ser vicepresidente pudiste cambiar eso. ¿Qué crees, que yo hago milagros? No voy a perder mi tiempo en imposibles.- se mofó.
Él frunció el ceño. ¿Realmente esta era Karin ahora? ¿Qué había pasado con ella? ¿Cuándo se convirtió en esta horrible persona? ¿Cuándo se alejó de él?... Como sea… era el momento de sacar su arma secreta.
-Tienes que ayudarme, Kurosaki.- ella comenzó a fruncir el ceño peligrosamente ante su tono. –Tienes que ayudarme por nuestro pasado en común.- suavizó el tono, no queriendo ganarse una paliza de sus sequitos. –Fuimos mejores amigos, ¿ya lo olvidaste?-
-Oh, por favor.- rodó los ojos. -¿Estás tratando de ponerme sentimental? Mira, no me interesa nuestra pasada amistad, ahora tengo amigos mucho mejores que tú.- aseguró sin remordimiento alguno.
-Oh, vamos.- se cruzó de brazos. –Fui tu maldito primer beso. Algo de nostalgia por el pasado debe quedar en esa cabeza hueca tuya.- torció los labios con frustración.
-Pff…- ella se sonrojó un poco, pero de inmediato volvió a poner su gesto de arpía. –Fuiste mi primer beso y el peor.- ok, auch. –Créeme que no quiero ni recordarlo, es más, ya lo había olvidado felizmente hasta que lo mencionaste. Y ahora hasta las ganas de hablar contigo perdí.- se llevó las manos a las caderas e hizo ademan de querer irse de la azotea.
Bien, hora de sacar la verdadera arma secreta. Metió una mano en su bolsillo y sacó una foto.
-Sí no me ayudas, mañana esta foto aparecerá fotocopiada por toda la escuela.- alzó la foto a su altura para que pudiera verla bien.
Karin volteó con una mirada aburrida, solo para horrorizarse al reconocer de inmediato la foto que le estaba enseñando. Eran ellos a los once años, ella con un traje de ángel que consistía en un horrible vestidito y alas color rosa pastel y una aureola sobre su cabeza besándolo en la mejilla a él que estaba vestido como hombre lobo con orejas y todo, ambos con las mejillas rojas.
-N-no te atreverías…- tartamudeó ligeramente. Estaba nerviosa, ya la tenía. -¡También sería una humillación para ti!- pisoteó.
-Yo ya estoy acostumbrado a ser humillado.- ahora él sonrió con superioridad. -¿Y tú, presidenta?-
Casi podía escuchar sus dientes crujir mientras le lanzaba la más letal de sus miradas, pero se mantuvo firme. Ya había llegado hasta aquí y realmente quería ser el novio de Megumi, no podía retroceder ahora.
-¿Crees que este chantaje te servirá? Incluso si accedo a ayudarte ahora, ¿realmente crees que le pondré ganas al asunto si te odio como te estoy odiando?- sonrió con rabia contenida. –Los dos perdemos el tiempo. Yo NUNCA hago nada que no quiera hacer.-
-Ya he considerado eso.- no era un genio para nada, después de todo. –Y por eso tengo un plan B.- sacó de otro bolsillo un fajo de billetes. –Quinientos yenes semanales a cambio de tu ayuda. ¿Qué dices?- ella entonces cambió su gesto totalmente, mirando con interés mal disimulado el dinero. –Y cuando Megumi sea mi novia, te entregare las fotos, y mil yenes adicionales.-
Eso fue suficiente. Kurosaki Karin le sonrió.
-Haberlo dicho antes.- le arrebató el fajo de billetes bruscamente. –Te ayudare a conquistar a tu porrista. Pero todos los gastos correrán por tu cuenta.- guardó el fajo afortunado en medio de su escote. –Empezaremos sí o sí con un cambio de imagen…-
Intercambiaron números de teléfono y acordaron ir el día de mañana, que afortunadamente era fin de semana, al centro comercial para comenzar su "transformación en chico popular", solo esperaba que fuera del agrado de Megumi.
Cuando llegó a su encuentro vestido con pantalones deportivos, una sudadera y sus zapatillas de siempre, ella de inmediato comenzó a señalar uno a uno sus defectos (no de manera amable, cabe recalcar) y lo siguiente que hizo fue arrastrarlo a tiendas cuyos precios lo dejaron con la boca abierta, pero aun así tuvo que pagar sin chistar todo lo que ella le exigía.
Una vez tuvieron la ropa, lo llevó a una peluquería. Estuvo criticando por quince minutos junto al peluquero lo poco que lo favorecía el cabello sin estilo y el flequillo casi cubriéndole los ojos, antes de que ella se fuera a atender una llamada y lo dejara a merced del peluquero que empezó a cortar y peinar su cabello hasta dejarlo en un estilo desordenado y puntiagudo con un flequillo de lado que cubría apenas un poco solo uno de sus ojos.
Cuando Karin regresó con su llamada ya terminada, lo examinó desde la punta de los pies hasta la punta de los cabellos, poniéndolo muy nervioso por alguna razón. Finalmente ella se acercó y le arrebató los anteojos.
-Oye, los necesito.- quiso recuperarlos pero ella los apartó de su camino, examinándolos como si fueran una especie de bicho muerto. –Bueno, realmente son solo de descanso, pero aun así.- se cruzó de brazos con molestia, antes de que volviera a sentir nerviosismo cuando ella volvió a mirarlo con tanta atención.
-Búscate otros, y esta vez que no parezcan de bibliotecario solterón.- se los arrojó despectivamente y apenas llegó a tomarlos antes de que cayeran al suelo. –Quiero que te consigas unos de marco más fino y no tan grandes, de ser posible. Y quiero que los uses lo menos posible. Tus ojos…- se acercó demasiado a él, sus rostros a pocos centímetros. –Son lindos, deja que el mundo los vea.- le guiñó un ojo con coquetería antes de volver a recuperar la distancia entre ellos.
-D-de acuerdo.- ¿acababa de hacerle un cumplido? Wow. -¿Eso es todo?-
-Todo por hoy. El lunes asegúrate de llegar temprano y cuando vayas en la clase te sentaras junto a Kazuya y en el almuerzo te sentaras en nuestra mesa, ¿has entendido?- mandó con las manos en la cintura.
-¿Es que acaso quieres convertirme en uno de tus perritos falderos?- hizo una mueca de desagrado.
-Oye, en tu estado actual eso es a lo máximo que puedes aspirar. Y al menos servirá para que la gente empiece a notarte. No puedo hacer más. Te conviene tomarlo.- recomendó frotándose las sienes como si de los dos ella fuera la que tuviera que rogar por paciencia. –No seas tan ingrato conmigo.-
-Bien, bien. Como sea.- suspiró, no teniendo más opción que ceder.
Cuando llegó el lunes, fue más temprano de lo normal como se le indicó y ya en su clase se sentó junto a los perros de Kurosaki, que no lo miraron raro ni nada, ya debían haber sido informados por su líder de la nueva adición a su equipo. A medida que el salón comenzó a llenarse, de inmediato notó las miradas de todos dirigirse a él y se sintió muy incómodo de saberse el centro de atención. Estaba vistiendo el uniforme escolar sin el abrigo y la corbata, con el nuevo peinado, los nuevos lentes y las zapatillas a la moda.
Karin llegó sonriente del brazo con su novio y al verlo le guiñó un ojo, entonces Megumi entró tras ella.
Cuando sus ojos verdes se dirigieron a él de inmediato tragó saliva. Megumi le sonrió y agitó una mano hacia él, que de inmediato se sonrojó. ¡Ella lo había notado! ¡En verdad todo este embrollo en el que se había metido funcionó! Casi no podía creerlo.
En la hora del almuerzo se sentó entre los perros de Kurosaki, pero para su grata sorpresa Megumi se sentó justo frente a él con su bonita sonrisa. Eso valió totalmente los chismes maliciosos y chistes estúpidos que tuvo que soportar escuchar.
El resto de la semana la pasó junto a los perros de la reina demonio luciéndose pero participando lo menos posible en sus deberes de intimidación. Ahora recibía más atención femenina de la que quería y de las chicas equivocadas. Megumi apenas y sí lo saludaba y le sonreía como siempre, pero nada más que eso, y otras chicas prácticamente le saltaban encima, aunque ellas no le interesaban en lo más mínimo, solo quería a la líder de la porrista con la sonrisa más hermosa.
Cuando pasaron dos semanas sin que haya ningún avance con la chica que quería, encaró a Karin en su oficina compartida con los quinientos yenes que le debía esa semana en mano, pero cuando ella quiso tomarlos lo apartó de su camino.
-¡Oye!- se quejó ella.
-Mi relación con Takaede no está avanzando. Quiero que me des más ayuda de la que me has dado hasta ahora o no te pagare esta semana. Y aún tengo esas fotos, solo para que no lo olvides.- recordó al verla fruncir el ceño peligrosamente.
-Agh, eres un ingrato.- rodó los ojos. –Escucha, es simple el por qué Takaede-san aún no está interesada en ti. Ella no es una porrista cualquiera, es la líder de las porristas, eso la pone en un nivel medianamente alto de popularidad. Tú eres solo la última adición de mi grupo.- querrá decir solo uno de sus perros falderos. –O sea que estás en un nivel medio. Lo que quiere decir que…- él la interrumpió al captar lo que quería decir.
-No estoy a su nivel aun.- suspiró pesadamente. -¿Cómo puedo subir de status?- maldición, ¿a qué otra incómoda sesión de cambio debía ser sometido para conseguir a la chica que quería?
-Bueno, pues ya tienes el estilo y la compañía. Solo te falta ser alguien por tu cuenta, algo que impresione, que te coloque por encima de los demás.- se llevó un dedo a la barbilla. –Dime… ¿aún eres bueno jugando al futbol, verdad?-
-¿Eh?- pestañeó.
-Como recordaras, mi novio es el capitán del equipo de futbol, puedo hacer que te meta al equipo fácilmente. Y sí pruebas ser lo suficientemente bueno, haré que desplacen a ese inútil vice-capitán que tiene y el puesto y la chica serán todos tuyos.- sonrió con su típica arrogancia. –Solo ve a la práctica de esta semana.-
-Haré lo que sea necesario.- ya había pasado por demasiado como para retroceder ahora.
Fue a la práctica de futbol y de inmediato recibió una sonrisa de Megumi que en el otro lado del campo estaba tomando las pruebas para las nuevas porristas. Una de ellas se cayó de la cima de la pirámide que estaban tratando de armar, y Toshiro de inmediato la reconoció como Su Purishira, su vecina y antigua amiga en común que había tenido con Kurosaki Karin en la época en la cual eran amigos que estaban juntos porque querían y no porque uno chantajeaba al otro. Tardó un poco en reconocerla porque la chica cada dos por tres se teñía y cortaba el cabello, ahora tenía el cabello de color violeta por debajo de los hombros.
-Hola, Toshiro-kun.- dijo alegremente, como si su barbilla no estuviera besando el suelo. –Te ves diferente.- opinó levantándose con torpeza, solo para tropezar con uno de sus pompones y volver a caer.
-Mira quién habla.- comentó con frialdad. Ella normalmente solo vestía ropas negras, y ahora estaba vestida con el colorido uniforme de las porristas y una falda. -¿Desde cuándo estás interesada en ser porrista?- la miró con desagrado.
-Desde que espante a mi último novio. Quiero uno nuevo y resulta que a los chicos les gustan las porristas, y sí no atraigo chicos, seguro conoceré a una de esas chicas lindas.- meneó las cejas sugestivamente. –Pero hace tiempo que quería hablar contigo. ¿Son ciertos los rumores de que volviste a ser amigo de Karin-chan?- frunció los labios. –Ella cambió mucho de cuando éramos niños.- susurró con pena.
-Lo sé.- suspiró. –Tengo mis motivos para haberme vuelto a acercar a Kurosaki, pero eso no es asunto tuyo, Su.- sin más se retiró dejándola hablando sola para ir a la práctica de futbol.
Había dejado de jugar futbol en cuanto terminó su amistad con Karin, pero sabía que aún no había perdido el toque, aún había seguido practicando otros deportes como el kendo y artes marciales solo que no en la escuela y seguía siendo muy atlético. Fue pan comido ser aceptado en el equipo, y solo a la semana el vice-capitán fue despedido y él tomó el puesto compartiendo una mirada cómplice con la reina demonio.
Entonces pasó lo que tanto había esperado. Megumi se acercó a él e hizo más que solo saludarlo, inició una conversación con él ¡y hasta le coqueteó! Su rostro se volvió rojo remolacha mientras tratando de no sonar tan tímido la invitó a una cita al fin, esperando ilusionadamente que aceptara.
-Claro que aceptó, Hitsugaya-san.- le ofreció otra de sus hermosas sonrisas. –Ven a recogerme el domingo, esperare con ansias nuestra cita perfecta.- guiñó un ojo antes de irse junto a sus amigas.
Las anteriores ansias de Toshiro por celebrar su victoria se esfumaron. ¡¿Cita perfecta?! ¡Él nunca antes había tenido una cita! Casi comenzó a hiperventilar, pero en su lugar decidió llamar a Karin e invitarla para hablar en su casa.
-¿Nunca antes habías tenido una cita? Cielos, sí que eres tan patético.- rió maliciosa mientras caminaban juntos hacia su casa.
-Bueno, ¿qué esperabas?- gruñó tratando de que no viera sus mejillas rojas. –Era un nerd, y lo más parecido que había tenido a una novia antes fuiste tú.- ambos hicieron una mueca de asco.
-No me lo recuerdes.- bufó. Caminaron un par de cuadras más antes de detenerse frente a su casa. –Wow, ¿expandieron aún más esta mansión? No sabía que tú familia se había vuelto aún más asquerosamente rica de lo que ya era.- comentó con una mano en la cadera mientras lo seguía mirando alrededor.
-Mis padres expandieron los horizontes de sus negocios, también expandieron su tiempo lejos de casa pero eso es algo a lo que ya estoy acostumbrado.- ignoró la repentina mirada de disculpa que Karin le lanzó, seguro se lo había imaginado. -¿Cómo podría pagarte todo lo que te pagó de ser de otra forma?- hizo un intento de broma, aunque ninguno de ellos sonrió. –Vayamos al grano.- se sentaron en los sillones de su sala de estar. –Ayúdame con esto de la cita y te daré cincuenta más.-
-Por supuesto que me los darás.- su mirada era la dura como piedra de siempre. –Bien, pues… Takaede-san es una completa simplona romántica, todo lo que tienes que hacer es llevarla a un restaurant caro que se vea romántico, luego vayan al cine y déjala escoger la película que ella quiera, no importa que a ti te parezca espantosa. Al final acompáñala a su casa por el parque y luego la besas antes de que entre. Cita perfecta.- sonrió contenta consigo misma.
-¿Besarla?- palideció. –Pero yo no sé besar.- ¿y sí la disgustaba después de todo este trabajo duro?
-Por favor, Toshiro. Ambos sabemos que ya has besado antes.- rodó los ojos.
-Sí, pero solo a ti y a los trece años. Ese fue un beso entre niños, pero no tengo más experiencia.- maldita sea, podría correr riesgo de arruinarlo todo.
-Pff. Te estás ahogando en un vaso de agua.- volvió a rodar los ojos. –Ven aquí, te enseñare.- suspiró como si estuviera haciendo un gran sacrificio de su parte.
-¿Qué?- se sonrojó al entender rápidamente de lo que estaba hablando. -¿Estás loca? Tú tienes novio y yo estoy saliendo con alguien.- eso podría significar arruinarlo todo aún más.
-Oh, vamos. Solo estamos tú y yo aquí y solo va a ser un beso. Nada va a cambiar por eso, solo tendrás la experiencia que querías. Deja de ser llorón y presta atención.- sin más se levantó de su sillón y se sentó junto a él en el sofá, tomando su barbilla y estampando sus labios contra los suyos.
Se quedó rígido por un momento, meditando la idea de empujarla y decirle que no quería besarla, que a él solo le gustaba una chica, que no quería ser deshonesto… pero esta maldita besaba tan bien… que solo cerró los ojos y se dejó llevar.
Se aseguró de imitar todos los movimientos con los que ella lo estaba seduciendo, no discutió cuando tomó sus muñecas y guió sus manos a posarse atrevidamente en su cintura y espalda baja, tampoco se quejó cuando sus lenguas empezaron a enredarse. Todo mientras trataba de pensar que estaba haciendo esto por Megumi, aunque mientras más era besado por Karin, menos recordaba que existiera alguna otra chica por ahí.
Cuando se separaron, el sol ya estaba cayendo por el horizonte, y sus respiraciones agitadas eran el único sonido que resonaba en su casa vacía y oscura. La tenue luz que se colaba por una de las ventanas altas reflejó directamente sobre ellos, dándole una buena visión del rostro sonrojado de su ex amiga, con sus labios rosas hinchados y brillosos, sus pestañas largas enmarcando sus ojos oscuros que una vez tanto amaba.
De repente recordó que ella no fue solo su amiga. Él solía estar total y completamente enamorado de ella, pero dejaron de hablarse porque después de que se hayan besado ninguno se atrevió a mirar los ojos del otro… y luego ella cambió.
-Karin…- no pudo evitar susurrar, aunque sea solo para recordar cómo se sentía decir su nombre. –No vuelvas a hacer esto.- se lamió los labios una última vez antes de recuperar la distancia entre ellos.
Ella parpadeó un par de veces, aturdimiento fácilmente visible en su cara bonita, antes de fruncir el ceño duramente.
-No tenía planeado volverlo a hacer.- escupió venenosamente. –Y serán doscientos más por esto.-
-¿Qué? ¿Piensas cobrarme por algo que ni siquiera pedí?- gruñó molesto, pero no obstante sacó su billetera.
-Ve los resultados y agradéceme luego, pero ahora paga.-
Cuando el domingo fue a su cita con Megumi, la llevó a un restaurante caro que ella amó completamente, luego fueron al cine y tuvo que aguantarse dos horas de una vomitiva y poco realista película romántica asquerosamente rosa, luego la acompañó a su casa paseando por el parque, y cuando llegaron frente a su destino, se inclinó para besarla.
La experiencia de ella en el tema salió a relucir inmediatamente, y él empezó a sentirse nervioso, pero entonces cerró los ojos y los recuerdos de Karin fueron evocados en su mente, por lo que fácilmente siguió el ritmo a la líder de las porristas, aunque casi lo pierde cuando su mente insistió en recordarle a Karin y como ella lo besaba mejor, pero se esforzó por concentrarse en Takaede.
Terminado el beso, quedaron para salir en otra cita, que también fue un éxito, y ya a la semana le pidió ser su novia y ella aceptó. ¡Finalmente había conseguido a la chica que quería! Todo valió la pena, después de todo.
Ahora solo quedaba entregarle los mil a Kurosaki y el asunto con ella estaría cerrado. Fue a la escuela el jueves justamente con la intención de pagarle lo que debía, pero se encontró con la sorpresa de que el grupo de la reina demonio estaba disperso, y ella no se veía por ninguna parte.
-¡Hola~ Mi Toshiro-kun!- Megumi llegó y de inmediato se enganchó a su brazo. -¿Ya oíste los nuevos rumores?- sonrió maliciosamente. –No podrás creerlos, pero esta vez ¡son de Kurosaki Karin-sama!- sus palabras quisieron ser un susurro pero acabaron para salir en forma de chillidos... Tal vez ella no era tan encantadora como pareció en un primer momento.
-¿Qué hay con Kurosaki?- pese a que nunca fue un chismoso, el que alguien se atreviera a chismear sobre Karin era algo muy inusual, normalmente sus perros falderos evitaban cualquier tipo de filtración negativa sobre su ama y señora.
-No podrás creerlo.- soltó una risita tonta muy aguda que casi lastima sus oídos. –Resulta que Karin-sama peleó con su novio, y ahora él divulgó una información muy jugosa sobre ella.- sonrió maliciosamente. –Karin-sama es virgen.- él arqueó las cejas. –Es una puritana, ¡ni siquiera ha fumado en su vida! ¿Puedes creerlo? Ella siempre se burla de la gente por cosas mucho menores, ¡y resulta que realmente es tan patética!- rió y a carcajadas. –Ella está cayendo.- parecía excesivamente feliz por la desgracia de la que supuestamente era una "amiga a la que admiraba tanto". –Y su pareja también, tal vez nosotros podamos ser la próxima pareja más popular.- lo miró con ojos brillantes de emoción.
-Oh, sí, claro.- eso no lo ponía para nada feliz. –Hablando de eso… quería pedirte un favor.- trató de cambiar de tema. –Hay una chica que hizo la prueba para entrar a las porristas hace poco… su nombre es Su Purishira, es una vecina con la que solía llevarme bien de niños, ¿crees que puedas hacerla entrar?- ella no se lo había pedido pero la cosa se le ocurrió simplemente para cambiar el tema.
-¿Su Purishira?- frunció el ceño. –Cielos, ella era tan torpe, y es una emo rarita.- hizo una mueca. –Pero claro, hare lo que sea por ti, mi Toshiro-kun~- le estampó un beso en los labios antes de irse con sus amigas porristas.
Él todo el día buscó a Karin, pero ella pareció no asistir a clases, o bien se fue temprano cuando los rumores empezaron. Toda la escuela estaba cotilleando a su costa, y sus perros falderos habían sido detenidos por atacar a tantos de los chismosos como les fue posible, pero finalmente fueron pescados por un profesor y castigados. Los rumores se habían esparcido tanto que no podían ser contenidos, aunque el que lo intentaran demostraba mucha lealtad de su parte… o tal vez miedo por la ira de su ama y señora.
Él trató de llamarla pero ella no le contestaba, insistió tratando de convencerse de que era solo para entregarle el dinero, pero al cabo de unas horas se hartó de intentarlo.
A la hora de la salida acompañó a su novia a casa, y al llegar ella le rodeó los hombros con sus brazos y le dio un gran y largo beso que al final los dejó jadeando a ambos, luego le sonrió coquetamente tomando su muñeca y jalándolo para entrar a su casa, pero él se paró a medio camino.
-¿Qué haces?- preguntó nerviosamente.
-¿Qué crees tú?- su sonrisa se agrandó. –Quiero hacerlo contigo.- susurró directo en su oído.
-¿Ha-ha-hacerlo?- ¿se refería a lo que él creía que se refería? Oh. Santos. Cielos. –Mmm… Takaede…- se puso rígido mientras ella le besaba el cuello. –M-mira, me encantaría ha-hacerlo y eso… pero ahora mismo tengo un compromiso muy importante que realmente no puedo posponer.- tragó nerviosamente.
Ella se separó de él con el ceño fruncido.
-Pff… ¿en serio? Que mala suerte.- hizo una mueca. –Bien… entonces seré paciente. Pero la próxima vez quiero que la iniciativa salga de ti. Quiero una cena romántica y que sea en tu habitación con pétalos de rosa.- suspiró enamoradizamente. –Estaré esperando, mi Toshiro-kun~- lo besó ferozmente antes de enfilarse hasta entrar a su casa.
Suspiró aliviado. Megumi era un tanto más abrumadora de lo que había pensado… aún no estaba seguro de sí quería dar el siguiente paso con ella ahora, apenas habían empezado a ser novios hace pocos días y no esperó que ella estuviera ya tan… entusiasmada.
Fue a su casa y sacó su celular mirándolo con nostalgia sin estar dispuesto a admitir la razón… Ok, bien, lo admitía. ¡Quería tener noticias de Kurosaki! Ella fue importante para él en algún momento de su vida, quería saber sí se encontraba bien.
Entró a su cuarto con gesto decaído aun mirando la pantalla de su celular, pero entonces oyó un pequeño sollozo y su celular se cayó de su mano cuando levantó la vista para ver a Karin sobre su cama abrazada a sus rodillas con el rostro oculto entre ellas, temblando y sollozando apenas levemente.
El panorama le trajo un recuerdo de años atrás cuando la amaba tanto a pesar de ambos ser tan jóvenes. Ella siempre se colaba a su habitación cuando estaba triste o tenía problemas que la desbordaban demasiado como para poder aparentar que todo estaba bien, y siempre buscaba consuelo en él. Un día se coló llorando a su habitación, devastada por el hecho de que su hermano había abandonado a la familia para ir a estudiar a una universidad en la ciudad donde se mudó su novia. Él la consoló lo mejor que pudo, no era bueno con las palabras así que solo la abrazó hasta que ella estuvo lista para contarle lo que sentía, después de eso la conversación fluyó hasta que acabaron riendo a carcajadas por alguna razón que ahora no podía recordar, entonces fue cuando la besó… Y entonces ella escapó por la ventana y jamás volvieron a hablarse hasta que él terminó como vicepresidente este año.
Tragó saliva pesadamente.
-¿Qué haces aquí, Kurosaki?- trató de usar el más frío de sus tonos mientras se hincaba para recoger su celular que afortunadamente no se rompió.
Ella permaneció en silencio por un momento, antes de comenzar a alzar la vista levemente, dejándolo ver que tenía los ojos completamente secos. Al final parecía que no había estado llorando como pensó.
-Toshiro.- susurró con furia. –Hasta que llegas. He estado esperándote, quiero mis malditos mil yenes.- gruñó amargamente.
Una punzada de dolor lo golpeó con inesperada fuerza. ¿Así que eso era todo lo que vino a buscar aquí? ¿Todo esto era por su maldito dinero? Cerró los ojos con frustración, pero metió la mano en su bolsillo y sacó los mil yenes que tenía planeado entregarle hoy en la escuela, arrojándolos despectivamente frente a ella.
-Ahí tienes.- ahora lárgate, quiso decir, pero algo en su interior le dio que sí lo hacía nunca volvería a hablar con ella, y su corazón fue demasiado cobarde como para dejarlo pronunciar aquello. –Iba a dártelos en la escuela. ¿Por qué no fuiste?- inquirió con cautela.
-No te hagas.- rodó los ojos, tomando el dinero y contándolo. –Sé que los rumores se habrán expandido ya por toda la maldita ciudad.- frunció el ceño. –De todos modos no duraran, sé exactamente como vengarme.- entrecerró los ojos peligrosamente y él supo que mañana se desataría el infierno en la Academia. -¿Y tú? ¿Por qué tardaste tanto en llegar a casa? Ya me estaba hartando de esperarte.- lo miró acusadoramente.
-Estaba con Takaede.- el gesto de la pelinegra por un momento se retorció en algo que no pudo descifrar, antes de volver a ser una máscara de indiferencia. –Ella quiere… dar el siguiente paso.- Karin casi se cae de la cama. –Tuve que rechazarla por el momento, nunca lo he hecho y me puse nervioso, no quería decepcionarla.- su ex amiga se retorció incómodamente. –Sí te cuento esto es para que sepas que no eres la única adolescente de dieciséis años que sigue siendo virgen, sí es que los rumores son ciertos.- reprimió una sonrisa al verla sonrojarse, ya había olvidado que ella podía ser adorable.
-Pff, por supuesto que ya sabía que nunca lo has hecho, te quite tus dos primeros besos yo.- sonrió petulantemente, pero luego bajó la mirada. –Y sí, los rumores son ciertos.- reconoció, sorprendiéndolo enormemente.
-Wow, ¿en serio?- pestañeó. –Realmente no lo había creído… todo el mundo te ha visto enredándote con el capitán del equipo de futbol y kendo en los pasillos.- hizo una mueca y apretó los puños ante el recuerdo. La primera vez que la había visto entre los brazos de ese idiota con su lengua metida hasta la garganta había tenido el impulso de romperle la cara al imbécil y llevársela muy lejos, pero por supuesto no lo hizo, ella ya no era su Karin.
-Sí, sí, él no besa mal.- admitió fácilmente. –Pero nunca habíamos llegado tan lejos, él es un completo acomplejado, no me había estado presionando para hacerlo hasta hace unas semanas, pero yo lo he estado rechazando. Ayer finalmente se hartó de mí cuando lo abofetee por toquetearme y hoy hizo este escándalo.- suspiró molesta. –Pero me las va a pagar.- aseguró. –Aunque admito que no me importaría perder la virginidad, solo que no con él, es un idiota, pero sí tan solo hubiera aceptado salir con ese universitario hace unos meses y llegar a tercera base entonces no estaría pasando por este disgusto.- gruñó descontenta.
-Pues yo solo desearía tener algo de experiencia para no quedar tan mal con Takaede.- dijo solo para no imaginarla en los brazos de algún universitario con suerte. –Probablemente solo lea algunos libros para estar más informado.- ¿por qué rayos no había prestado más atención a las clases de educación sexual?
-Pff, libros.- se mofó. –Casi olvidaba que eres un completo nerd.- rodó los ojos por enésima vez, antes de repentinamente ampliarlos y mirarlo con tanta intensidad que lo puso muy incómodo. –Lo tengo.- su sonrisa lo asustaba un poco, sinceramente. –Hagámoslo.-
-¿Qué?- no creía haberla entendido. Esperaba que no quisiera decir lo que él pensaba que quería decir.
-Tengamos sexo.- él casi se va de espaldas con su franqueza. –Yo me deshago de esta cosa inútil y tú ganas experiencia para tener contenta a tu simplona.- esto último lo murmuró con acidez extra. –Los dos ganamos.- sonrió coquetamente. –Así que… hagámoslo.-
-… ¿Me vas a cobrar por eso también?- fue lo primero que salió de su boca con torpeza, aún no podía creer del todo que esa situación fuera verdad.
-Por supuesto que sí.- se levantó de su cama y se acercó hasta él balanceando sus sensuales caderas. –A menos que…- pegó sus pechos grandes contra su pecho firme, dejándolo sentir su suavidad y calidez. –A menos que sea una muy buena primera vez.- sin más unió sus labios en un beso desesperado y posesivo, que para su sorpresa respondió con la misma intensidad.
Estaban solos, sus padres estaban de viaje como siempre y ella parecía no tener problemas en quedarse con él, y lo poco que quedaba de su autocontrol poco a poco comenzó a hacerse pedazos hasta desaparecer por completo derrumbando sus restricciones y llevándolo a tomarla por las caderas pegándola contra él firmemente besándola con más fuerza, poco a poco comenzando a tocarse por todas partes desvergonzadamente, dejándose llevar por la pasión ardiendo en sus venas.
Sus pequeñas manos arrancaron los botones de su camisa para posteriormente arrojar la misma a un rincón oscuro de su habitación. Sus dedos rastrillaron por la piel desnuda de su torso enviando escalofríos por todo su cuerpo. Sus lenguas se paseaban en las bocas del otro como si no pudieran tener suficiente y ni hablar de sus manos. Ella enredó una pierna alrededor de su cintura y sus cuerpos se frotaron de manera deliciosamente excitante.
Una pequeña voz en el fondo de su mente le estaba gritando incesantemente lo mal que estaba lo que hacían, pero era amortiguada por los latidos de su corazón y una voz mucho más grande recordándole lo mucho que había deseado esto desde hace años.
Años, años y años reprimiendo su frustración por haber arruinado todo entre ellos con ese maldito beso. Años frenando sus ganas de ir hacia ella y hablarle, preguntarle o reclamarle ¿por qué lo había abandonado? Años frenando sus ganas de ir a sacudirla por los hombros y gritarle ¿por qué había cambiado tanto? Años deseando volver a tenerla entre sus brazos, que ella sea suya, como debía haberlo sido siempre.
Casi sin darse cuenta cayeron en su cama, aun pegados saboreándose desesperadamente.
Él verdaderamente no tenía mucha idea de qué hacer, todo lo que sabía era lo poco que había prestado atención en la clase de educación sexual y alguna que otra película porno con la que su padre lo había traumado cuando empezó a entrar en la pubertad. Todo lo que lo impulsaba a seguir adelante era su instinto y lo bien que se sentía hacerla suspirar y jadear contra sus labios.
Con manos temblorosas, lentamente comenzó a desabrochar la camisa de la pelinegra, encontrándose con el agradable espectáculo de sus pechos llenos contenidos por un sujetador azul que dudó en quitar por lo que al final ella tomó la iniciativa y lo arrojó al otro lado de la habitación.
Vacilante pero decidido bajó poco a poco su boca para depositar un pequeño beso en su boca, bajando por su barbilla hasta su cuello delineando con su lengua las tenues líneas de sus huesos, bajando más y más hasta que lento pero seguro se encontró con sus pechos grandes y los pequeños pezones endurecidos a los que capturó con sus labios y acarició con su lengua.
La habitación se llenó del sonido de sus respiraciones agitadas y el susurro de sus nombres. Quitó su falda con parsimonia para luego sonreír cuando ella con ferocidad lo ayudó a quitarse el pantalón.
Él introdujo su mano dentro de sus bragas, sintiendo la humedad abundante y el calor abrasador. Ella jugueteó con su miembro endurecido, rompiendo su ropa interior en el proceso de sacarlo del camino.
-¿Impaciente?- susurró juguetonamente en su oído mientras bajaba sus bragas tomándose su tiempo para sentir la piel de sus torneadas piernas bajo las palmas de sus manos.
-…Tengo miedo.- esas palabras lo detuvieron justo un segundo antes de que haya estado a punto de abrirle las piernas.
-¿Eh?- no era lo que esperaba oír luego de que ella se le tirara encima.
-He querido esto por mucho tiempo…- suspiró entrecortadamente. –Quiero ser solo tuya…-
-Eres mía, Karin.- pegó sus frentes sudorosas juntas. –Siempre lo has sido, te me escapaste por unos años, pero ya no te volveré a dejar ir.- la besó suavemente en lo que llevaba sus manos a sus muslos separándolos cautelosamente.
-¿Lo juras?- se quedó sin aliento al ver sus ojos brillantes y cristalinos, llenos de lágrimas. -¿Juras que sin importar lo que pase no me dejaras alejarme de ti?- llevó sus manos a sus mejillas, separando sus piernas y dejándolo posicionarse más cómodamente sobre ella.
-Lo juró.- la besó, apasionadamente. –Te juró que nunca dejé de amarte.- sin más contratiempos entró en ella de una sola estocada, arrancándole un largo gemido de dolor mientras luchaba por no correrse ahí mismo del enorme placer que poseerla le otorgaba.
Se quedó quieto dentro de ella por un tiempo hasta oírla dejar de sisear para en su lugar ponerse a suspirar. Tomó uno de sus glúteos y uno de sus pechos y sus cuerpos comenzaron a balancearse el uno contra el otro, llenando el lugar de fuertes gemidos, gruñidos y pequeños gritos de placer. No podía decir que haya durado mucho, pese a lo que su orgullo o la cara de absoluta satisfacción de Karin pudieran expresar. Ella era demasiado pequeña y él a pesar de no ser muy alto tenía muy bien dotadas ciertas partes de su cuerpo, y al poco tiempo su calor y su estrechez se volvieron demasiado para que fuera capaz de soportarlo. Se derramó en su interior.
Ella siguió respirando agitadamente, obvio aún muy necesitada, por lo que hizo uso de sus fuerzas de reserva para guiar su mano a su entrada y frotar en círculos vertiginosos su clítoris hasta hacerla rociar sus sabanas de sus jugos calientes.
Incluso una vez terminado el acto siguieron besándose como si fueran a morir de no hacerlo, abrazados y hablando a susurros por alguna razón que no entendía porque no había ninguna otra alma en la casa. Casi parecían borrachos de felicidad.
-Oye, Karin, ahora que lo pienso…- la abrazó más contra sí. –No usamos protección.- trató de no sonar tan horrorizado como se sentía.
-Oh, descuida. Tomó la píldora.- eso le ganó una mirada confusa de parte del albino y la pelinegra de inmediato supo detectar qué lo angustiaba. –Te lo dije, he estado esperando esta noche por años. Tenía que estar preparada.- sonrió frotando círculos imaginarios con sus deditos sobre su torso.
-Ah, bien.- suspiró aliviado. -¿Tienes que volver a casa ahora?- ya había anochecido y no quería preocupar a la familia Kurosaki.
-Nah, Yuzu sabrá cubrirme. Quiero quedarme aquí contigo…- se enroscó alrededor de él sin planes de dejarlo ir en ningún momento pronto, por lo que no pudo contenerse de abrazarla y así caer dormidos los dos en los brazos del otro.
Cuando despertó no debería haberle sorprendido tanto como lo hizo el verla ya completamente vestida sentada al borde de la cama dándole la espalda.
-¿Karin?- llamó con los ojos entrecerrados.
-Oh, ya despertaste.- volteó a verlo de reojo. –Fue una buena primera vez, así que no voy a cobrarte por eso.- sonrió coquetamente. –Tal vez yo debería pagarte a ti, pero teniendo en cuenta que ya tuviste tu diversión creo que fue suficiente.- se encogió de hombros.
-¿De qué demonios estás hablando?- frunció el ceño, completamente perdido. –Karin, sobre anoche…-
-Sobre anoche nada.- lo cortó con total seriedad, cualquier anterior rastro de humor desaparecido. -¿No te creíste en serio todas las babosadas que dijimos, verdad? Obviamente fueron solo cosa del momento.- rodó los ojos.
-¿Qué quieres decir?- su corazón se oprimió dolorosamente.
-La pasamos bien juntos, pero ahora es momento de que regresemos a nuestras vidas.- le restó importancia con un movimiento de la mano. –Yo ya me deshice de mi virginidad, bien por mí, tú ya ganaste experiencia para complacer a Takaede-san. Los dos ganamos, y ya podemos volver a nuestras vidas.- sacó su celular y comenzó a teclear en él como si no estuviera resquebrajándole el corazón en ese mismo momento con sus palabras hirientes.
-Bien.- escupió, harto de su indiferencia. –Tienes razón, el momento ya pasó.- sí así es como ella quería jugar… -Es más, hoy mismo voy a llamar a Takaede y le haré el amor en esta misma cama apenas te largues de una vez.-
Ella dejó de teclear.
-¿Hacer el amor con dos mujeres el mismo día? ¿Quién lo diría del vicepresidente Hitsugaya?- no volteó a verlo, pero sus hombros temblaban con lo que sabía era rabia.
-No voy a hacer el amor con dos mujeres el mismo día.- se arrastró hasta estar a solo centímetros de ella, colocando su barbilla en su hombro para susurrar correctamente en su oído. –Voy a hacerle el amor a Megumi, a ti, te cogí, eso fue solo sexo, Kurosaki.-
Karin se quedó inmóvil por un momento, después, él realmente no debería haber estado tan sorprendido por la bofetada que le atravesó el rostro. Había estado tratando de lastimarla como ella hacía con él siempre, pero tal vez se pasó un poco…
-¡Por mí ustedes dos pueden irse al infierno JUNTOS!- volteó a verlo con los ojos ardiendo de ira llenos de lágrimas. -¡Y ni te atrevas a volver a acercarte a mí o juró que al infierno los voy a mandar! ¡La reina sigo siendo YO!- se levantó con la barbilla bien en alto, pero aun con lágrimas en la comisura de sus ojos. –Esto fue un error…- susurró con voz rota, antes de dirigirse a la ventana por la que había venido y treparse a la rama de un árbol, saliendo por fin de su habitación.
…Definitivamente se pasó. Pero bueno, pensó suspirando, ya arreglaría las cosas entre ellos, ella era suya, después de todo.
Continuara...
Holaaaa! :D
Bien, esto no contara como OS porque es un Two-shot y es el regalo super atrasado de MikeRyder16 n.n
Mike, estuviste ahí en mi primer OS HK, y seguiste siendo una lectora constante hasta hoy en día. Eres la persona que más fics me ha comentado y que sé que has leido todos xD Me has hecho reír, sonreír y morir de felicidad con tus reviews, siempre me extrañó cuando no recibo uno tuyo, a mí no me extrañaria que otras lectoras vayan y vengan, pero siempre he estado feliz de tenerte :'D Amo absolutamente a todas mis lectoras, pero tú eres especial y por eso te traigo como regalo de cumpleaños (super atrasado) un Two-shot nwn Sé que no es exactamente lo que me pediste XP pero pense q te gustaría uwu Espero que te guste mucho.
Subire la segunda parte pronto, y espero q a todas esta cosa rara llena de cliches inversos, drama y estupidez adolescente les guste 8D El Lemon de este cap fue Light pero el del proximo sera un poco más Hard 7w7
Los personajes de Tite. Tengo muchas, muchas, muchas cosas que hacer así q no esperen Honor al Amor ni Extraterrestrial pronto, por cierto, para las que no entendieron, Extraterrestrial aun NO entro en Hiatus, entrara en Hiatus cuando termine HaA xP
Me despido!
COMENTEN! *o*
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
