Al gorrioncillo.
Gundam Wing
Atrapados
Capítulo I. ¿Entre mejores amigos?
Mi retorno al yaoi, por petición.
Era un hermoso día en la residencia donde normalmente habitaba la Viceministro Relena Darlian, puesta, claro está, por el consulado terrestre; al alrededor, adornado artificialmente para que pareciera un paisaje que se armó caprichosamente, corría una fresa brisa, alborotando los árboles frondosos que no eran originarios de ese lugar, así como aquellas aves que iban de pasada por el lugar… nada que ver con los que están dentro de aquella mansión.
-¡Ya verás! –Se escuchó la voz de Duo, detrás de una enorme puerta blanca cerrada. -¡Hey! Eso es trampa, no es válido… ¡Con un demonio!
Wufei tenía cerca de cinco minutos parado frente a aquella puerta, que daba al salón de juegos, suponiendo lo que sucedía al otro lado; tomando un tanto de valor, abrió la puerta de golpe, de donde provenían los insultos más candentes que, por seguridad, no pondremos aquí, haciendo entrar la brillante luz del sol en ese oscuro agujero. Lo primero que vio fue a un demonio de la oscuridad, el cual fue fulminado por la luz y se erizó cual gato furioso.
-¡HEY! –Gritó Duo, a la defensiva, cubriéndose el rostro con la mano. -¿Qué demonios te pasa?
-No estamos aquí para jugar, recuerda. –Dijo el 05, como si su compañero preventivo fuera un chiquillo de diez años. –Así que deja ese maldito aparato de una buena vez, y comiences a hacer…
Wufei calló precipitadamente al observar que el compañero de juegos del 02 era nada más y nada menos que Heero Yuy, convertido en un tétrico zombi de ojos irritados con un control de Play Station 64 (¿?) en las manos, que lo miraba como si fuese un desconocido.
-De todas las personas que conozco, eres el último al que esperaba ver con este tarado. –Exclamó el 05. –Has caído totalmente de mi nube.
-Me retó. –Fue la respuesta del zombi.
-Por todos los… ¿desde qué horas están aquí?
-Desde las tres. –Contestó Duo, ya más acostumbrado a la luz.
-¿Las tres? –Se miró el reloj de pulso. –No creo que tengan aquí menos de 20 minutos, si no los he visto desde ayer.
-¿Ayer? –Heero se extraño, incorporándose del cojín gigante donde estaba sentado, escuchándose el típico tronar de algunos huesos al estar en la misma postura durante algún tiempo. -¿Qué día es hoy?
-Jueves. –Frunció el ceño, sospechando algo tenebroso. –No me digan que están aquí desde el día de ayer…
Hubo un denso silencio de certeza, donde ninguno de los dos se movió, silencio que se vio interrumpido por el apresurado andar de unos zapatos de tacón por el pulcro pasillo.
-Oye, Wufei. –Relena apareció junto a él, mirándolo con una sonrisa fresca y jovial, portando un impecable traje de falda y saco color azul cielo, blusa blanca y corbatilla de encaje, con el largo cabello castaño atado con una cinta. -¿Encontraste a Heero, o también hoy me acompañarás a la asamblea? –Se giró un poco, mirando al mencionado en su faceta de zombi. –Oh, Heero… aquí estabas…
-¿Cómo? –Tiró el control al suelo, pero no cayó al haberse metido Duo entre sus pies para atraparlo. -¿La asamblea? ¿Fuiste con Wufei?
La chica se giró un poco, para evitar que el muchacho observara el gesto de su rostro.
-Claro que tuve que ir. –Contestó Wufei. –Tú no apareciste en todo el día, y ya comprendí por qué tampoco Duo estaba.
-Esta vez iré yo. –Sentenció.
-Claro que no, tienes cara de drogadicto.
Esa discusión tan curiosa le había picado a Duo… y dentro de poco no podría evitar que su boca certera se abriera para hablar alguna tontería… tenía que resistir el impulso, pero el silencio que súbitamente los había rodeado lo hacía totalmente difícil de contener… pronto saldría de su boca sin que pudiese evitarlo…
-¡Ya! –Exclamó Duo, con una sonrisa. -¿Te gusto salir con ella? –Y se tapó la boca después de decirlo.
Relena se incomodó un poco con el comentario. Heero le dirigió una mirada asesina.
-Probablemente sí. –Contestó Wufei, con un dejo de malicia.
-W-Wufei. –La chica murmuró, levemente sonrojada, tosiendo un poco.
-Iré a ducharme. –El 01 pasó a un lado del 05, sumamente molesto.
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-¿En serio hizo eso?
Duo frunció los labios, algo molesto, sosteniendo el teléfono celular contra su oído con firmeza. Se encontraba sentado en una banca de madera en un parque cercano a la residencia de la representante, rodeado por ruidosa gente que había llevado a sus ruidosos hijos para que corrieran y descargaran la energía suficiente para que cayeran rendidos temprano. Llevaba el uniforme color beige y verde, que lo identificaba a kilómetros de distancia como un Preventivo.
-Sé que lo hizo para molestarlo. –Contestó él, moviendo la cabeza un poco, tapándose el oído descubierto. –No creo que a Wufei le guste Relena de verdad.
-¿Le has preguntado? –Cuestionó Quatre cual vieja mitotera, al otro lado de la línea.
-No, no creo que sea el tipo de mujer que le guste a Wufei, mirando los antecedentes que ha tenido…
-Quizá no, pero, ¿y si es así? ¿No crees que tendrías el camino libre?
Duo suspiró levemente, observando el correr de unos chiquillos.
-No creo que importe demasiado si a él no le gusto. –Exclamó, con algo de molestia.
-Sí, ya te entiendo.
-Aunque, si lo vemos de otra manera… sería divertido ver como Heero mata a golpes a Wufei.
-Duo. –Le recriminó Quatre. –Aunque, probablemente ocurra lo contrario, Heero no es muy bueno a la hora de los golpes.
-Oye, ¿aun nada tampoco? –Cuestionó, cambiando el tema.
-No. Trowa es mi mejor amigo, y, aunque he logrado avanzar un poco con él, no sé cómo decirle lo que siento…
-En ese aspecto estamos iguales. Aunque, mirándolo por el lado positivo, tú no tienes a alguien que puede arrebatártelo en cualquier momento, así como yo.
-Sí…. Además, tiene días intentando decirme algo, pero parece que no se anima.
-¡Vaya! Entonces tienes bastante más ventaja de la que crees. ¿Querrá confesarse?
-¡D-Duo! –Se sonrió estúpidamente, cual colegiala. -¿Tú crees?
-¡Oye, Duo! –Se escuchó la voz de Wufei tras el 02. – ¡Trae tu trasero acá en este momento! –Gritó, haciendo voltear a unas cuantas personas.
-Ese sujeto me encuentra donde sea. –Se quejó el 02.
-¿Debes irte? –Cuestionó Quatre, algo apenado.
-Sí, o quien sabe que atrocidad se le ocurrirá hacerme hoy, me da más miedo que Heero porque no necesita armas para hacerme sufrir un rato. Hablamos después, ¿de acuerdo?
-De acuerdo. Hasta luego, Duo.
-Nos vemos. –Y colgó, ya teniendo al 05 a un lado con los brazos cruzados. -¡¿Qué?! ¿Ahora no puedo ni hacer una llamada?
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Quatre colgó el teléfono con inusitada lentitud, y se recargó cómodamente en su amplia silla de oficina, girándose un poco para ver por el enorme ventanal que tenía a su derecha, contemplando el paisaje de la colonia espacial; realmente no estaba tan ocupado como en otras ocasiones, puesto que sus hermanas eran de bastante ayuda, pero había ocasiones en las que se sentía…
-Joven Quatre, tiene una llamada. –Dijo una voz masculina por el altavoz de su teléfono.
Quatre se sobresaltó al escucharlo, al estar tan concentrado en sus pensamientos. Presionó el botón de intercom del aparato, aclarándose la garganta.
-¿Cómo? ¿De quién? –Cuestionó.
-De Trowa Barton. Dice que es urgente.
-Sí, está bien. –Levantó el auricular del teléfono, y presionó un botón para pasar la llamada. –Pásamelo.
Se escuchó un curioso clic, y el teléfono se llenó de ruido de exteriores, autos pasando, viento y voces ajenas.
-¿Hola?
-Quatre, ah, qué bueno que te escucho. –Se escuchó la voz de Trowa, resaltando entre el bullicio.
-Trowa, ¿qué tal? ¿A qué debo tu llamada?
-Es que… hay algo que… hay algo que debo decirte. Pero debe ser personalmente… ¿p-puedes?
-T-Trowa. –Se emocionó, sintiendo su rostro enrojecer, y una sonrisa enorme se formó lentamente en sus labios, sintiendo su corazón acelerado dentro de su pecho. ¿Estaba Trowa a punto de…? -¡Sí! Claro, ehm, ¿cuando quieres que nos veamos?
-Cuando puedas. Realmente… realmente necesito sacarlo de mi, y tú…
-¿E-está bien a las dos? –Intentó no salir corriendo como estúpido a su encuentro, no quería que creyera que estaba impaciente por verlo. Se haría del rogar primero.
-Sí, está bien. ¿En donde siempre?
-¡Por supuesto! –Gritó, provocando que el 03 se despegara el auricular. –Es decir, si tu quieres…
-De acuerdo, a mi me parece bien. No llegues demasiado tarde, te estaré esperando.
Y colgó. El rubio se quedó con el teléfono pegado en el oído unos segundos, sin poder asimilar lo que estaba sucediendo… ¡Era real! ¡No era otra de sus fantasías donde terminaban haciendo cosas impronunciables en lugares aun más extraños!
-¡Debo decírselo a Duo! –Gritó, entusiasmado, matando del susto a su secretario al tener aun el altavoz puesto.
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El 02 estaba trepado en una pequeña escalerilla cromada, con la cabeza metida en un panel lleno de cables de colores en un enmarañado laberinto de nudos y desconexiones; junto a él, bajo el panel, Wufei revisaba algunos datos que tenía en una tableta digital del tamaño de una libreta, absorto en su trabajo, asegurándose que aquella cabina del trasbordador espacial estuviera en orden.
-¿De verdad fuiste con Relena a ese lugar? –Duo irrumpió el silencio de 30 segundos.
-Sí. –Contestó Wufei, pasando los datos con el dedo índice. -7B-41.
-En línea. –Contestó el 02. –Y, ¿cómo hiciste para no quedarte dormido?
-7B-47… Sí me quedé dormido, pero ella me dio varios codazos. –Se llevó la mano izquierda al costado derecho de su pecho.
-Conectando. –Hizo un ademán de conectar algunos cables. –Me lo imaginé, pues la última vez que fuimos te quedaste bien dormido en la puerta principal.
-Ni me lo recuerdes.
-¡Pero fue divertido!
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Se mira a Wufei y a Duo recargados a los extremos de una gran puerta, la cual tenía un gancho grande que la abría de un solo movimiento. El 05 mantenía la cabeza baja, con los brazos cruzados, quieto como una estatua, mientras uno de los tantos representantes hablaba y hablaba como descosido en la conferencia.
-Oye, Wufei. –Murmuró Duo, acercándose a él. -¿A qué hora se debía de abrir la puerta? ¿Wufei?
Sin respuesta.
-Wufei.
Duo tocó su hombro con algo de brusquedad, un tanto preocupado, empujándolo un poco en el acto, tratando de llamar su atención. El 05, sin embargo, se fue de lado cayendo cual vil tabla contra el suelo, sin meter manos, cayendo como bólido al suelo. Duo no pudo contener la carcajada, haciendo voltear a casi todos los presentes.
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-7C-03. –Exclamó Wufei, molesto.
-En línea. –Contestó, aun riendo al recordar, limpiándose unas cuantas lágrimas. –Ah, fue tan divertido.
-Que no…
-Oye, cambiando de tema. –Dijo, temiendo por su vida. -¿Es cierto todo eso que dijiste de Relena?
-7C-09… ¿el qué?
-Conectando. –Jaló un cable enredado. –Lo de que te había gustado.
-Francamente, fue una buena velada. –Wufei tomó asiento en la cómoda silla de copiloto. –Pero solo quería molestar a Heero por ser tan irresponsable.
-Y lo lograste.
-Pero no parece inmutarle demasiado. –Dijo, mirando a través del ventanal reforzado.
Duo también miró por aquél ventanal, contemplando hacia el angar. Bajo la nave, Heero y Relena conversaban con aire de seriedad, tomados de la mano, como si su plática estuviese por decidir el destino de la tierra o algo parecido. Se le revolvió el estómago al ver semejante escena.
-Sí, tienes razón. –Dijo, cerrando el panel frente a él, con aire de seriedad.
Hubo un denso silencio. Observó a Wufei, que se había quedado cómodamente recargado en el asiento, con los ojos cerrados, como si nada o nadie en este mundo le importara. Bajó la escalerilla, sacudiéndose un poco las manos con el pantalón.
-Oye, Wufei. –Susurró.
Sin embargo, un grave suspiro le dio a entender que el nombrado ya se encontraba profundamente dormido. Hizo una mueca de disgusto.
-Bastardo. –Gruñó. –Te quedas dormido donde sea.
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1:50pm. Quatre estaba ansioso.
Se encontraba sentado cómodamente, bebiendo (o eso se presume) una humeante taza de té, que hacía 20 minutos había dejado de ser humeante; se encontraba por fuera de un pequeño café, donde había mesas redondas y sillas por la parte de afuera, frente a un frondoso parque artificial. Sus pies golpeteaban suavemente el suelo, mientras jugaba con la cucharilla del café, mirándose algo nervioso.
-Como tarda. –Dijo, sin recordar que él había llegado una hora antes de lo acordado, presa de su ansiedad, mirando su reloj de pulso. -1:52… vamos, ¡avanza!
La pequeña mesa de herrería comenzó a temblar misteriosamente, conforme el golpeteo de sus pies se hacía más intenso… haciendo voltear de curiosidad a los que se encontraban en mesas adyacentes.
-Quatre.
El rubio levantó la vista con rapidez, aspirando ruidosamente de forma ansiosa, mostrando una angelical sonrisa, ardiendo en felicidad; miró al castaño Trowa frente a él, el cual sostenía algunos documentos en sobres amarillos grandes bajo el brazo izquierdo, que le sonreía de forma calmada.
-Trowa. –Soltó, sintiéndose (y mirándose) sumamente aliviado.
-¿Tienes mucho tiempo esperando? –Cuestionó con suma suavidad, tomando asiento en la silla que estaba frente a él, haciendo casi derretir a su amigo sobre su silla.
-No, acabo de llegar. –Mintió con vil descaro, sin delatar que había llegado desde la una en un acto de desesperación total.
-Menos mal, no quería hacerte esperar demasiado.
Bueno, ¿soy la única, acaso, que se dio cuenta que Trowa en realidad, NO llegó tarde?
-Quatre, verás… no sé cómo decirte esto.
El 04 notó que en su amigo había un leve sonrojo en sus mejillas, y se miraba visiblemente apenado, algo que nunca jamás había visto en él, lo cual le llenó de ternura y emoción; espantó aparatosamente a un mesero que venía a tomar la orden de Trowa, comprendiendo que, al parecer, al muchacho le costaba trabajo dejar salir aquello que quería decirle tan fervientemente. Sonrió ampliamente, a pesar de la seña obscena del mesero, extasiado.
-Solo dilo, así como lo sientas. –Lo alentó.
-Quatre, la verdad es que yo…
"Te amo".
Quatre ya no sabía si estaba soñando, o se encontraba realmente despierto, en esa pequeña cafetería; sonreía estúpidamente, sumamente feliz, pensando que en cualquier momento, sin importar que los demás los vieran, se lanzaría contra él para abrazarlo y besarlo como nunca jamás había besado a alguien.
-¿Cómo? –Cuestionó el 04, sumamente extasiado, ansioso por volver a escuchar aquella hermosa palabra acababa de pronunciar.
-Que estoy saliendo con alguien.
Se escuchó un disco rayarse. De repente, el entorno se volvió frío y desolado, silencioso; un extraño vacío comenzó a carcomerle por dentro, helado, tenebroso, y, de un instante a otro, todo su alrededor perdió su brillo y color, como si comenzara a apagarse gradualmente… sin embargo, no borró aquella sonrisa del rostro, aunque ésta se hizo helada, asustando a Trowa considerablemente.
-¿Quatre? –Cuestionó con suavidad al ver que Quatre seguía con la misma risita estúpida, con los ojos idos al cielo, como drogado, sintiéndose culpable de no haberle dicho a su mejor amigo aquella noticia.
-¡Trowa! –Fingió una amable sorpresa, sin quitar ese gesto tétrico del rostro. -¿Por qué no me contaste algo tan importante como eso?
-Lo siento, de verdad. –Contestó, aun asustado. –Quería decírtelo, pero fue cuando estabas de gira en la esfera terrestre.
-Vaya. –Dijo como un suspiro, descendiendo la cabeza como si fuese un títere al que le cortaron las cuerdas. –Y, ¿quién es esa persona tan especial, de la que no me hablaste?
-Se llama Sam…
"¿Samuel?", pensó Quatre.
-…Es un preventivo, así como Duo y Wufei, que llegó al espacio. De hecho la conocí por Wufei.
"Samantha". Era una mujer, lo cual le heló más la sangre, al grado de verse aun más pálido de lo que era.
-Ya veo. –Exclamó apenas. "Ya nada más puede ser peor…"
-Y, ¿sabes qué? –Sonrió, animado, como si se tratara de un colegial. –Me mudaré con ella. A Catherine le pareció buena idea que yo sentara cabeza, así que…
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Eli Yuy.
