Prólogo.

El mundo se encontraba a segundos de su total destrucción. Una joven rubia, lloraba desconsoladamente mientras sostenía entre sus brazos el cuerpo sin vida de un chico de una peculiar cabellera color rosa.

―¿Por qué? ¿Por qué tenía que terminar así? – se preguntaba repetidamente mientras veía todo desmoronarse a su alrededor.

―Porque así estaba destinado a ser. – dijo una voz a sus espaldas.

La chica dudaba, temblorosa, en si voltear o no. La batalla contra el mayor de los demonios de Zeref, E.N.D. y contra el mismo Zeref, sin duda había tenido como resultado un precio muy alto. Había logrado detenerlo, pero a su vez, eso había firmado el fin de una era. En otras palabras, el fin del mundo en el que ellos vivían.

Al voltear, Lucy observó a una figura encapuchada. No pudo verle el rostro, sólo pudo ver dos luces rojas que provenían de donde deberían estar sus ojos.

―Q.. ¿Quién eres tú?

―¿Qué quién soy yo, pequeña? Soy aquel al que los hombres temen y veneran. Él único que inspira respeto incluso del más osado. Soy la muerte. Ni más, ni menos.

Esas palabras hicieron que la rubia soltara un grito interno. Un escalofrío recorrió todo su ser y le hizo temblar aún más.

―N… No. Eso no puede ser…

―Así es pequeña. Lo dudes o no, estás frente a la Muerte.

No pudo soportar verlo por más tiempo, por lo que se volteó y bajó la mirada. Paso un poco tiempo para que la chica asimilara el dato. Ante ello, no hizo más que soltar una risa abrumadora. Cerró, y abrió sus ojos sólo para ver detalladamente al chico al que ella mantenía entre sus brazos. Con una de sus manos, comenzó a acariciar su cara. Una lágrima cayó sobre el rostro del joven, recorriendo su cara sin vida, limpiando a su paso la mugre, la cual había sido resultado de una terrible y mortífera batalla que se había dado momentos antes.

Él ya no estaba más en ese mundo. Lo que ella sostenía, no era más que un cascarón vacío. La idea le cayó como balde de agua helada. Aun sabiendo aquello, ella no hizo nada más que aferrarse aún más a él.

―¿Por qué…? ¿Por qué tuviste que luchar contra él? ¿Por qué siempre tenías que ser tú…? ¿Por qué? – se lamentaba la chica.

La muerte no hacía nada más que ver, con cierta maravilla, la devoción que tenía la rubia hacia el chico que sostenía entre sus brazos.

―De verdad lo amabas, ¿no es así?

La voz de la muerte le hizo salir de sus pensamientos. Volteo de nueva cuenta para volver a ver aquellos rubís luminosos que la observaban atentamente.

―Gracias a él encontré un lugar al cual llamar hogar. Él me apoyaba cuando más lo necesitaba. Él... Y yo nunca… - Ni siquiera ella sabía por qué le estaba contando aquello a la figura espectral que se cernía frente a ella. Quizá quería hacérselo saber a alguien antes de que todo acabara.

―El mundo está a punto de entrar en una nueva era. Muchos morirán en cuestión de minutos, incluyéndote. ¿No esta eso bien? Si mueres, podrás estar con él.

La joven abrió súbitamente los ojos. Había recordado las últimas palabras que el chico le había dicho: ―Lu… Lucy… Perdón por haberles fallado… a todos… Desearía que todo hubiese terminado de otro modo… Lucy, yo…

―No. No está bien. – dijo la rubia encarando a aquel ser espectral.

―¿Cómo?

―No está bien que todo el mundo muera. No está bien que me dé por vencida así. Mientras un miembro de Fairy Tail esté con vida… ¡No se ha terminado nada! ―dijo con determinación la chica.

―Ja, ja, ja. – rió ruidosamente la muerte ante tal afirmación. Era absurdo el pensar que aquel mundo muerto tendría salvación. Fue entonces que se le ocurrió una idea divertida. – Dime pequeña, ¿qué estarías dispuesta a hacer para cambiar todo esto?

La rubia lo miró extrañada. Hubiese esperado todo, menos aquella reacción.

―¿Cómo dices…?

―Oh, vamos muchacha. No me hagas repetir lo que dije.

Hubo un silencio, que pareció largo, situación que alteró al dios de la Muerte.

―¡Bien! Lo diré de nuevo, sólo una vez más. Dime, maga de Fairy Tail. ¿Qué estarías dispuesta a dar para cambiar todo esto?

La muchacha dudo un momento en responder. No tenía caso esa conversación. Era verdad que el mundo estaba condenado. No había nada que hacer. Bajó la vista para ver una vez más a su amado, quién yacía sin vida entre sus brazos.

―Lo que sea.

―¿Cómo dijiste, pequeña? – dijo burlona la Muerte.

―¡Dije que haría lo sea!

―Bien. Así me gusta. Que haya determinación.

Lucy le observaba sin parpadear. Sentía que en cualquier momento todo terminaría, y de ser así, no quería darle el lujo a la muerte de verla dudar.

―Hay una forma de cambiar todo este… panorama tan desolador. – soltó al fin.

Lucy lo escuchaba atentamente.

―Lo único que pido a cambio es... veamos… un lazo

―¿Un lazo? – preguntó ella.

―Sí, un lazo.

―¿A qué se refiere con… eso?

―Voy a tomar el lazo con una persona. Es decir, voy a hacer que tú nunca conozcas a… alguien. Simplemente eso. Haré que tu encuentro con esa persona no exista.

―¿Qué?... Y con eso… ¿a quién se refie-?

La figura se acercó a ella, de modo que estuviera cara a cara con la joven.

―Eso lo descubrirás… a su debido tiempo. ―dijo mientras sonreía siniestramente.

La rubia dudó por un momento. La Muerte le observaba victoriosa. Sin duda se le había ocurrido una idea divertida. Quería ver sufrir más a esa ilusa chica que tenía enfrente.

―¿Y bien? – Preguntó, logrando así sacar de sus pensamientos a la joven.- ¿Qué dices? ¿Aceptas?

Lucy tembló con la idea. Dio un último vistazo a su alrededor y finalmente, le dio un último abrazo al chico que sostenía entre sus brazos. Dándole un beso en la frente, lo colocó sobre el pisó, y alzando la mirada, contestó: ―Toma el lazo que más te plazca. Si para evitar todo esto, yo no debo conocer a… ―volteo a ver de nuevo al chico que yacía ante sus pies y luego, cerró fuertemente los ojos ―¡Que así sea!

La muerte se sorprendió por la determinación de la chica. Eso sólo hizo que sus deseos de verla destrozada, aumentaran.

―Bien. Que así sea.

―Perdóname, Natsu.

―Entonces, tenemos un trato. – dijo al tiempo que extendía su mano.

―Sí. – dijo la rubia, sellando el trato con un apretón de manos.

Lucy había dado un lazo en su vida, sin saber que al hacerlo, desencadenaría muchas desgracias… Para ella y unos cuantos más.


Notas de la autora. Esta es una mejora de un fic que deje votado por... razones meramente personales. Más que nada porque vi el error en algunas situaciones y... recapacitando, decidí arreglarlas, reescribiendo unas cuantas cosillas, y a su vez, cambiándole el título.

Espero les agrade el fic. Planeo hacerlo corto, pero... ya veremos.

¡Saludos!