¡Buenas! Les presento mi nuevo proyecto, una serie de one-shots que haré en base a parejas crack. Bien, para explicar por si no lo supieren, una pareja crack es una pareja a la cual no se le empareja (¿?), una pareja rara.

Cada historia es una historia aparte y probablemente no tengan continuación.

Tal vez me haya salido un poco de las personalidades de los personajes. Después de todo, este fic es para molestar un poco. Si se les ocurre alguna otra pareja, pueden mencionarla en los reviews, estaré feliz de ver otras opciones.


Armin suspiró cansado contra la ventanilla del bus. Odiaba salir de casa, pero obligar a Nathaniel a jugar un videojuego definitivamente hacía valer la pena cada segundo de viaje. Como no tenía su PSP a mano, paseó su vista sobre las personas alrededor, esperando encontrar a alguien interesante, como un convicto que haya escapado de prisión o alguien de la CIA intentando pasar desapercibido. Fue entonces cuando notó con horror que todos los asientos estaban llenos. Eso significaba que si se subía alguien más, una mujer, él como buen caballero debía darle su asiento y por ende viajar parado los kilómetros que aún quedaban de distancia. Rogó internamente que esto no sucediese, pero entonces, como respondiendo contrariamente a sus deseos, una mujer se subió con dificultad al bus.

¿Una mujer? Bueno, se le podría llamar así. Estaba envuelta en pañuelos, así que no podía verle el rostro, pero por la figura se notaba que era una mujer. Una mujer atractiva, por cierto, pues sus contornos reflejaban pronunciadas curvas.

Al diablo. Eso es. Al diablo. Armin decidió fingir demencia, pero no pudo callar la voz en su cabeza que le exigía ser un caballero. Así que la tomó delicadamente de la manga y, levantándose, le ofreció el lugar.

Sin embargo, la chica no reaccionó como él esperaba, pues en lugar de aceptar, se alejó de él bruscamente, como si el solo contacto con sus manos le produjese alguna terrible enfermedad.

Armin parpadeó confundido y maldijo en su interior a la grosera chica. Está bien, si la chica quiere viajar parada, mejor para él. Él sólo había intentado ser caballeroso, pero visto la reacción no intentaría serlo nunca más. Sin embargo, no apartó la mirada de la chica. Estaba enojado, sí. La odiaba, sí. Pero suficiente venganza parecía ser el que la chica estuviera columpiándose de un lado al otro, haciendo equilibrio para no caer en el bus, debido a sus enormes tacones. Enserio, ¿a quién se le ocurre usar esas cosas en un bus?

En ese momento, la persona al lado de Armin se levantó y se bajó del bus, dejando un lugar vacío a su lado. Armin observó expectante. Estaba entre el odio de verla sentarse a su lado y el orgullo de reírse internamente de ella. La chica pareció dudar, pero al final caminó con dificultad hasta llegar a su lado, acto tras el cual, apartó completamente el rostro hacia el lado contrario al de Armin.

Armin bufó. ¿Cuál era su problema? ¿Acaso él parecía un acosador peligroso? ¿Ella sentía que estaba en peligro su vida al estar ahí, sentada a su lado? Tantas preguntas no hicieron más que aumentar la rabia infantil en él, la cual se calmó cuando vislumbró entre las piezas de tela el cabello de la chica.

Rubio.

Ondulado y rubio.

-¡¿Ámber?!- gritó, casi sin querer.

La chica bufó, lo miró y se quitó los pañuelos que estaba utilizando para cubrirse la cara.

-Escúchame bien, freak. No te atrevas a decirle a nadie que me viste aquí. ¿Escuchaste? ¡A nadie!

-¿Qué? ¡Y por qué yo querría comentar eso!

-No sé, ni me importa. Sólo no lo hagas

Silencio.

Bueno, al menos se sentía mejor. No era odiado por una desconocida, era odiado por Ámber. El sólo saberlo lo obligó a sonreír.

-¡Y no te rías!- le reprendió la rubia, ofuscada.

-El mundo no gira entorno tuyo, Ámber. No estaba riéndome de ti- contestó el pelinegro con molestia, ante lo cual Ámber no pudo sino refunfuñar.

Sin embargo, había algo que le producía auténtica curiosidad. Sabía que preguntar cosas a Ámber era tedioso por las pocas amables respuestas que daba, pero él era un chico temerario.

-Por cierto…¿es la primera vez que viajas en bus?- preguntó al fin, sin poder contener una risa de burla.

Ámber se sonrojó. Estaba perfectamente consciente de que había hecho el ridículo al moverse con tanta dificultad por el bus debido a sus tacones.

-¿Crees que alguien de mi alcurnia se para a esperar el bus todos los días? ¡Sueñas! ¡Estoy en un nivel mucho más alto que tú!

-¿Nivel? ¿Disculpa? ¿No estás aquí ahora? ¿O lo estoy soñando?

-Ugh. No vale la pena hablar contigo.- Ámber hizo un ademán de levantarse, pero por los movimientos del bus perdió el equilibrio y cayó devuelta al asiento. -Desearía que ese estúpido conductor dejara de manejar como un ebrio- masculló la rubia, ahogándose en rabia contra el conductor, contra Armin y contra todo el mundo.

-Por una vez estoy de acuerdo contigo- afirmó el pelinegro, casi sin darse cuenta de sus palabras. Dicho esto, posó su mirada en la ventanilla, decidido a ignorar a la rubia el resto del viaje. Ya se había burlado, no necesitaba hablar más con ella.

Silencio.

-Bueno, mi auto está con el mecánico, es sólo por eso que tomo el autobús, si tanto quieres saber- lanzó ella con naturalidad, como si él hubiera estado insistiendo mucho en saberlo.

-Una pena- contestó él con desinterés.

-Y mi chofer está de vacaciones

-Ajá

-De otra manera jamás andaría en estas cosas.

-En realidad, deberías quedarte en casa en lugar de subirte a "estas cosas". Les evitarías molestias a chicos desinteresados en tu plática- soltó Armin al fin, aunque en su mente sonó menos duro de que le pareció al decirlo.

Ámber enrojeció de la rabia y, por su expresión, Armin dedujo que ella no volvería a intentar hablarle más. Extrañamente se sintió culpable. Él no solía ser así con las personas, pero había algo en ella que lo llevaba a comportarse más rudo de que usualmente se comportaría.

-En realidad, iba la casa de tu hermano- comentó, maldiciendo su noble forma de ser –Ya sabes, ahora que él es…eh…le llevo algunos videojuegos. Estoy seguro de que le gustarán, ¡a todo el mundo le gustan! Incluso estoy seguro de que a ti te gustarían, si los probases.

Ámber suspiró.

-A casa de Nath…allí también iba yo - contestó de mala gana –En realidad…vengo en autobús porque mis padres no saben que vine…-agregó después

Armin la observó. Podría jurar que los ojos de Ámber se cristalizaron por un momento. Ella había bajado los brazos y lucía vulnerable a su lado.

-Bueno… ¿puedo darte una recomendación?- inquirió el pelinegro, deseoso de cambiar el ambiente- Cuando salgas en autobús no es necesario que traigas pañuelos encima.

-¿Pañuelos? ¡Eres estúpido! ¿No ves que es una pashmina?- reaccionó ella, recuperándose completamente.

-Un pañuelo es un pañuelo, no importa el nombre que le des.

-Ugh, sólo alguien tan simplón como tú podría decir eso.

-Bueno, ¿vas a escucharme o no? Te decía, cuando te vi llegar con esas ropas, creí que eras alguien de la CIA escondiéndose.

-¿Enserio eres tan estúpido?

-Admite que tu pinta prestaba a confusiones- reclamó de forma infantil el pelinegro. Había dicho lo de la CIA sólo por decir algo, pero ahora que la rubia lo contradecía así, se sentía ofuscado.

-Enserio, sólo alguien tan simplón piensa algo como eso. Más bien, yo podría ser alguna súper modelo escondiéndose de paparazis. Ese hubiera sido un pensamiento más congruente.

-¡Sueñas! Además ¿una modelo? ¿Quién tiene el pensamiento simplón ahora?

-¡¿Por qué sería simplón mi pensamiento, freak?!

-Bueno, que una chica linda sea una modelo es un pensamiento muy simplón. Pero imagínate a una súper espía

Armin carraspeó. Acababa de decir linda a Ámber.

-Sí, bueno. Con mis dotes podría ser lo que yo quisiese. Un punto más a mi favor de estar por encima de ustedes en belleza e inteligencia- y, diciendo esto, cortó toda la conversación, la cual no intentó ser reanudada por ninguno de los dos.

Sólo al final, cuando estuvieron a punto de bajarse del autobús, Ámber aprovechó la situación para tomar la mano del chico y darle un ligero beso en la mejilla, que él respondió con una sonrisa avergonzada.