Notas random:
1) No sé mucho de Colress (todavía, porque así de inconstante soy), pero uno hace lo que puede.
2) Leaf es mi personaje femenino favorito, así que por eso la emparejo con cualquiera que me agrade.
3) Escribí esto porque estuvo en mi mente por un par de días. Sé que Colress no se comporta así como yo lo he descrito en este primer capítulo, pero bueno...


-¡Realmente es agradable este parque!
Esas fueron las palabras de Leaf mientras caminaba por la Plaza Central de Castelia. Tenía pocos días de haber llegado como visitante a Unova, y aún le faltaba mucho por ver en esa región aún desconocida para ella. Pero sin dudarlo un segundo más y sin necesidad de ver lo demás que le faltaba, se aseguró a sí misma que la Plaza Central era su lugar favorito.

La noche la había alcanzado en el parque, y se sentó en una banca observando a las personas marcharse a casa. El tiempo pasó lentamente al igual que las personas, hasta que ya no hubo nadie por el área donde ella se encontraba. Se encontró sola en medio de la oscuridad, iluminada sólo por los faros del parque.
-Vaya… ahora que lo pienso… sería agradable tener a alguien con quién conversar… -miró hacia el cielo. Se sintió irremediablemente sola
-Yo pensaba lo mismo
La voz de un hombre le hizo ponerse alerta. Pese a que esa voz era relajante y suave no pudo evitar asustarse por lo repentino.
-Pareces algo asustada. No te preocupes, no te haré daño
Un hombre se sentó a su izquierda. Parecía ser un científico, y su rasgo más prominente era un mechón de pelo azul. Leaf miró con atención el mechón azul, sin ver la cara de su acompañante. Así pasó unos segundos, y luego, se decidió a marcharse del lugar.
-Disculpe, pero…
-No te vayas –el hombre la tomó por el brazo mientras ella se levantaba –Me resulta más entretenido estar acompañado. No todo el tiempo puedo conversar con alguien

Leaf volvió a sentarse, pero ahora tenía miedo. El faro de luz iluminaba el área, y de pronto, como si de un imán se tratara, se quedó prendada del rostro del desconocido, quien miraba a todas partes menos a ella. Es cierto, su cara se le hizo agradable, sobre todo sus ojos color miel que lo hacían tan enigmático como un Suicune.
-Eres entrenadora, ¿verdad? –los ojos del científico parecían brillar con curiosidad mientras revisaba el cielo nocturno
-Eh, sí… -miró el suelo, se sentía rara por haber pensado en él como alguien atractivo
-Debes querer mucho a tus pokémon
-Sí… -contestó, casi en un susurro

Se quedaron en silencio por unos minutos. Leaf se sentía más incómoda, y decidió mirar una vez más el rostro de su acompañante. Él la miró también.
-Usted es… ¿un científico?
-Se nota mucho, ¿no es así? –le sonrió, ella desvió su mirada –Sólo… no me tengas miedo
-Es normal temerle a lo que no conoces –respondió; su voz sonó algo débil
-Podríamos conocernos –sugirió él -¿Cuál es tu nombre?
Ella se quedó petrificada. Pensó que era la manera más extraña en que alguien intentaba seducirla o al menos conocerla.
-No puedo decirte mi nombre. Pero mi apodo es Leaf
Él le sonrió. Parecía complacido por la respuesta.
-¿Qué haces tan tarde por aquí? –preguntó ella, mirando al científico otra vez y olvidándose de formalidades
-Vine a dar un paseo. Algunas veces necesito relajarme
-Yo también vine a caminar… -comenzó a sentirse más relajada con él –Sabes, eres la primera persona con la que he hablado aquí… me refiero… fuera de que sean personas a las que les compro cosas
-Eres la primera chica con la que he hablado en… en mucho tiempo...

Ella se ruborizó. Era raro lo que le pasaba. Apenas lo había conocido. Él se dio cuenta de la reacción de la chica, y no pudo evitar reírse.
-Tú… eres diferente a otras personas. Lo puedo sentir
-Ah… bien… yo…
El hombre se le acercó demasiado. Leaf se asustó, pero seguía mirándolo. Él estaba tan cerca como para abrazarla y darle un beso en los labios, pero sólo atinó a decirle algo que la confundió más y que hizo que su corazón se acelerara.
-Un buen profesor pokémon dice: "Anda, elige a un pokémon". Pues bien, yo no soy un pokémon, pero creo que deberías elegirme

Se separó de ella rápidamente y se levantó. Comenzó a alejarse mientras Leaf intentaba calmar los latidos de su corazón. Estaba a punto de marcharse, de perderse entre la oscuridad de la Plaza Central cuando Leaf resolvió levantarse, y corrió hacia él. Lo detuvo con su voz y jalando la blanca bata de laboratorio que vestía.
-No sé quién eres, pero…
-Yo tampoco sé quién eres. Puedo deducir que no eres de aquí, que eres una linda joven y que eres muy especial
Ella se ruborizó nuevamente frente al comentario del desconocido, pero quería saber más de él.
-Al menos dime tu nombre
Él volvió a reír, y acaricio el cabello de Leaf. Ella no pudo sentir bien las manos del científico, sólo pudo sentir el guante de laboratorio. Pero quería sentir esas manos ¿eran suaves?, ¿eran cálidas o frías? Esas preguntas iban más allá de su comportamiento normal.
-No puedo decirte mi nombre. Pero mi apodo es Colress
Ahora fue el turno de Leaf para sonreír ante la respuesta.
-Colress, ¿nos veremos nuevamente? –preguntó ansiosa
-No –respondió fríamente –A menos que vengas conmigo ahora
Colress tendió su mano hacia Leaf. Esperando pacientemente que ella aceptara o rechazara su propuesta.

Leaf no sabía qué hacer. Apenas lo conoció. Sin embargo llevaba a sus pokémon consigo por si algo malo pasaba, y la idea de seguir compitiendo en gimnasios y de luchar contra el Alto Mando comenzaba a aburrirle. Y, sobre todo, quería conocer más sobre este extraño hombre que la cautivó sin ella saberlo en ese momento.

Titubeó, como cualquiera lo haría. Pero finalmente tomó la mano de Colress.