Los personajes no me pertenecen.
Advertencias: Spoilers. Slash/Yaoi/Relación hombre con hombre.
N/A: Nada que decir. Espero que no haya quedado tan terrible.
Besos.
―Me cago en la puta.
Remus rió como no lo había hecho en años.
―Cálmate Sirius. Era de esperarse.
Lily recargó la cabeza en el hombro de James.
―James tiene razón.
Sirius bufó.
Sentados en la única mesa del comedor volvían a tener diecisiete años. Volvían a reunirse.
―Mira el lado bueno- agregó Remus- Sólo te gané por dos años.
Sirius hizo berrinche. Ni siquiera doce años en Azkaban habían logrado borrar ese dote infantil que llevaba dentro.
―Pero yo quería ser el último.
Lily sonrió con dulzura y James rodó los ojos, entonces su instinto le indicó que, naturalmente, ellos no debían estar ahí.
―¿Sabes Lily? Siento la necesidad de ir a ver qué hace Harry.
Ella supo a lo que se refería, y en menos de dos segundos, después de un ademán de despedida, habían desaparecido de la escena.
Se tornó un silencio incómodo.
Sirius jugó con la comida del plato que acababa de aparecer. Remus miraba hacia un lado.
―Así que… tienes un hijo.
Tragó saliva antes de contestar.
-Sí.
―Mmm.
Celos.
―Ya decía yo que Tonks no era de fiar.
―No digas tonterías- dijo sonriente- sabes muy bien que sí lo es.
Sirius alzó la vista de su plato un segundo. Pero sólo un segundo.
Silencio.
―Al diablo con todo- dijo con la voz ronca, y desapareció la comida, y desapareció el comedor. De repente sólo eran dos hombres en medio de nada, que podía ser todo. Cualquier cosa. Un vacío lleno de ellos.
Se lanzó hacia su cuerpo como el perro hambriento en el que se transformaba. Le recorrió todo con las manos y le comió la bocalengualabios de una manera nada inocente. Le revolvió el cabello, recibió arañadas en la espalda, sintió algo apretándole en los pantalones y sintió algo apretado en los pantalones del licántropo.
Se separó para mirarle. Para sentirlo. Para darse cuenta de la realidad, de que sí estaban ahí, y que no importaba nada más.
―Que dirá tu hijo cuando sepa que tiene un papá marica
Rió.
―No lo sabrá.
―Menos mal.
Fue entonces que empezaron a olvidarse de todo, porque el tiempo ya no importaba. Y no podían hacerle nada al exterior, a nadie. Y querían estar ahí, en ese momento. No importaba si iban a quedarse ahí para siempre –porque así sería-.
El cuerpo les estorbaba, y vaya que les estorbaba. Llegaron a un punto donde se perdieron, y era como flotar. Y eran piernas enredadas y cuerpos sudados. Eran estremecimientos, era placer, era Sirius… era Remus.
El de mirada miel suspiró intentando normalizar su respiración.
―Sirius…
―¿Qué?
―De verdad… ¿De verdad hubieras querido ser el último merodeador?
El moreno lo meditó. ¿Realmente hubiera querido?
Es decir, murió de una forma de la que no se avergonzaba. Había ganado su libertad después de años que le parecieron siglos en la prisión. Acababa de ganarse la confianza de sus amigos.
A penas se acostumbraba a vivir otra vez. Además le habían faltado muchas cosas por experimentar, y hasta se había imaginado haciendo viajes temerarios dónde interiormente agradecía a sus amigos. Pero, ¿Y Remus?...
―No.-respondió y su amante le miró extrañado, alzando una ceja.
―¿No?
―No…- lo miró fijo- No sé qué habrás sentido tú, pero yo…
―¿Sirius?...
―Yo no hubiera podido vivir sin ti.
Perro tonto. No podía haber contestado mejor. Nymphadora iba a tener que aceptar que el trato fue: "Hasta que la muerte los separe..."
fin
