Comentarios: Los personajes son propiedad de Sir Arthur Conan Doyle y en su versión moderna de BBC, Steven Moffat y Mark Gatiss, yo no gano absolutamente nada con ellos salvo pasar un buen rato escribiendo absurdas historias que salen de mi imaginación.

Nota 1: Esto pretende ser una colección de historias en donde se cuentas algunas de las aventuras de Hamish y sus padres

Nota 2: En esta primer historia Hamish tiene apenas 2 meses de edad


Hamish

Recuerdos

Sherlock aún no podía creer su suerte, tras muchas situaciones adversas y conflictos internos, finalmente él y John habían aceptado sus sentimientos y se habían dado el si ante el altar, ahora estaban casados y tenían un hermoso y perfecto hijo de solo dos meses de edad

Un año después de que Sherlock y John se casaran salió en los medios la noticia de que se había encontrado la forma de hacer que un hombre se embarazara, era una procedimiento largo y doloroso, pero si de verdad se quería tener un hijo valía mucho la pena, el hombre en cuestión debía estar en un tratamiento de hormonas antes de empezar con el procedimiento que consistía en colocar una especie de matriz artificial en el vientre del individuo, se mantenía en observación por cerca de tres mese y si al cabo de este tiempo el cuerpo no producía ningún rechazo se pasaba a la fecundación, era cuando se introducía un óvulo sintético fecundado con el esperma de ambos padres, y si todo salía bien al cabo de 9 meses nacía un hermoso bebé por medio de cesárea, lamentablemente solo se podía hacer un solo intento, por lo que si los resultados no eran favorables no se podía volver a intentar

Para Sherlock no paso desapercibida la emoción en el rostro de John cuanto estaban viendo las noticias, él jamás se había planteado la idea de ser padre, pero el imaginar lo feliz que eso haría a su esposo y la idea de un pequeño John gateando por el departamento lo hizo sonreír

Sherlock se había ofrecido a ser él quien comenzara con el tratamiento, pues además de que eso haría feliz a John quería experimentar en carne propia lo que era un embarazo, pero la idea fue rechazada de inmediato por el rubio, a quien solo de imaginarlo se le pusieron los pelos de punta, ya estaba viendo a un Sherlock hormonal, mal humorado (más que de costumbre), berrinchudo (más que de costumbre), con un sobre peso que no le permitiría correr tras los criminales y con exigencias sexuales a la media noche….mmmm bueno eso estaba bien, eso estaba más que bien, John estaría más que feliz de complacerlo, pero fuera de eso lo de más sería una pesadilla, por lo que fue John quien tres meses después empezó con el tratamiento

A diferencia de lo que Sherlock había imaginado el pequeño Hamish era su viva imagen, en su imaginación él siempre lo había visto como un pequeño clon de John, pero lo cierto es que era un Holmes en toda la extensión de la palabra, aunque John esperaba que en el carácter no tanto, aún tenía muy poco cabello pero se notaba claramente oscuro y rizado, nariz recta, y tal vez la boca podría ser más de John, hacia falta ver el color de ojos que terminara por definir pero la forma de los mismo al menos era igual a la de Sherlock

John continuaba resolviendo casos con Sherlock y tanto la Señora Hudson como Molly estaban siempre encantadas de ayudarlos con el bebé, incluso Mycroft se ofrecía a cuidar a su pequeño sobrino, John iba a la clínica tres veces a la semana y solo por la mañanas, pero ese día uno de los doctores se había enfermado y no había quien lo cubriera, Sara le pidió a John que se quedara por la tarde y éste acepto ya que por el momento él y su esposo no estaban en ningún caso y además Sara se veía desesperada

Sherlock aprovechó el momento a solas con su pequeño para mostrarle algunas fotos familiares, estaba sentado en una mecedora en el cuarto de Hamish con el bebé recargado en su brazo izquierdo mientras que con la mano sostenía un álbum familiar y con la otra pasaba las hojas del mismo

- Mira estos son tus abuelo Siger y Violet Holmes, los de junto son tus otros abuelos Henry y Ella Watson, se ven muy simples pero son buenas personas…...esta de aquí –Sherlock acababa de dar vuelta a la hoja del álbum- es tu tía Harriet, ella…mmm…..bueno, ella no es como papá, estos de aquí son tu tus tíos Greg y Mycroft, Greg es un buen hombre, un poco distraído y bastante común, pero es un buen hombre y un buen amigo también, sin embargo con él debes tener mucho cuidado –mencionó Sherlock señalando a Mycroft- nunca, repito nunca, sinónimo de jamás, se te ocurra comer una rebanada de pastel frente a él, peor aún si se trata de chocolate, porque no se va a tentar el corazón en quitártela –Sherlock sonrió ante la ocurrencia- tu tío Mycroft es un hombre importante, él prácticamente es el gobierno británico, es un hombre inteligente –Sherlock volteó a ver a su bebé quien lo observaba con interés y casi en un susurro volvió a hablar- mucho más inteligente que yo, pero nadie debe saber que yo dije eso, ni una palabra a nadie, ¿correcto? –Sherlock se inclinó un poco más y le dio un beso en la frente al pequeño-

De pronto algo vino a la mente de Sherlock, algo que nunca había compartido con nadie, pero que en esos momentos se sentía motivado a hacerlo con su bebé, tal vez por eso, porque era un bebé y no podía decir nada

- Te voy a mostrar algo, pero debes prometerme que no se lo dirás a nadie, absolutamente a nadie ni siquiera a papá, lo que voy a mostrarte es mi mayor secreto…..es un cofre del tesoro, nadie sabe de su existencia, serás el primero en verlo

Sherlock dejo a su pequeño en la cuna por unos momentos, fue rápido a su habitación, movió un poco su cama para poder quitar una tabla suelta del piso, de ahí sacó una pequeña caja de madera, la tomó y subió corriendo al cuarto de su hijo

Sherlock se volvió a acomodar en la mecedora con su hijo en brazos y la caja de madera en sus piernas

- De niño yo quería se pirata y en esta caja es en donde escondía mis tesoros –el bebé hizo un ligero sonido que parecía como de sorpresa al momento en el que Sherlock abrió la caja, lo cual hizo sonreír al detective ganándose así el pequeño otro beso por parte de su padre-

- Mira, éste es mi primer tesoro -Sherlock sacó un pequeño carrito de plástico- era de un vecino, se llamaba Peter y éste era su carro favorito, difícilmente lo soltaba, a su mamá le gustaba ir a tomar el té con tu abuela por la tarde y él gustaba de agarrar mis juguetes pese a que llevaba los suyos, yo tenía que compartir mis juguetes con él, pero él jamás compartía los suyos conmigo, si me negaba a prestarle algo mi mamá me regañaba, pero un día ese niño rompió mi barco pirata, era el juguete que más amaba y me lo había regalado mi abuelo, la mamá de Peter solo se disculpó y siguieron como si no hubiera pasado nada, pero a la semana distraje a Peter con unas galletas y en cuanto soltó su carrito lo escondí, él no se dio cuenta hasta que ya casi se iba, lloraba y lloraba porque no encontraba su carrito y aunque mi mamá y la vecina me veían con sospecha nunca pudieron demostrar que yo había robado el dichoso carrito

- Éste otro –sacó un mascada negra con rojo- fue un obsequio del tío Rudy, era un poco extravagante, en una ocasión cuando fue a vernos llevaba está mascada atada al cuello y a mi me gustó porque se me imaginaba como una bandera pirata manchada de sangre, así que antes de irse y al notar que estaba interesado en ella, me la regaló

- Ésto –sacó una muela en casi perfecto estado- bueno, debo decirte que ahí como ves al abuelo Singer es un buen peleador, que no te engañe con su dulzura, cara tierna y actitud débil, esta muela se la tiro a un tipo mucho más alto y musculoso que él, era el papá de un compañero de escuela mío, había ido a la casa a reclamarle a mi papá porque yo había descubierto en la escuela su amorío con la maestra de nuestro grupo, no fue mi culpa yo solo señalé lo obvio, pero en cuanto comenzó a gritar que yo era un fenómeno mi papá monto en cólera y se le fue a los golpes rompiéndole un muela en el camino, estaba muy sorprendido y orgulloso al mismo tiempo cuando vi a tu abuelo pelear así

- Ésta no tiene tanto merito –se trataba de una placa de Greg- es tan fácil robárselas a tu tío que ha perdido mérito, pero es la primera y se la robé durante el primer caso en el que le ayudé

- Ésta –Sherlock sonreía de manera tonta al sacar una servilleta semi usada de un restaurante chino- es de la primer cena que papá y yo tuvimos, ese día resolvimos nuestro primer caso juntos, John salvó mi vida, mató a alguien para protegerme de mi propia estupidez y acepto ser mi compañero de piso, me gustó desde el primer momento en que lo vi

- Él –sacó recortes de periódicos donde se hablaba de algunos casos en los que Moriarty había estado involucrado, señalando una foto de Jim- es la mente criminal más brillante que jamás haya conocido –suspiró un poco al pensar en lo mucho que se había divertido mientras le seguía la pista, era una lástima que no hubieran más como él, los demás eran tan mediocres, pero Hamish había girado su cabecita para ver a Sherlock en cuanto éste dejo de hablar tan concentrado como estaba en sus pensamientos, al sentir la mirada del bebé volteó a verlo y el pensar en lo peligroso que eso podría ser para su hijo cambió de idea abrazándolo instintivamente, pensándolo bien, eso no era tan malo-

- Éste último es uno de los más preciados –se trataba de un pequeño osito de peluche café al cual le faltaba un ojo, se veía muy viejo y tenía amarrada una pulsera hecha de hilos en uno de sus brazos- se llama Winston y era el muñeco favorito de tu tío Mycroft, lo amaba, no podía dormir sin él, pero una noche se enojó, no recuerdo el motivo yo tenía como cinco años cuando eso pasó, pero gritaba que ya no era un niño y tiró su osito al bote de basura que estaba afuera de la casa, cuando todos se subieron yo salí a escondidas y lo recogí, lo guarde y al día siguiente le pregunté a tu tío si de verdad no le importaba ya Winston, quería estar seguro de que no hubiera cambiado de opinión, pero su respuesta fue muy clara "por supuesto que no me importa, porque habría de importarme, solo era un tonto oso" así que desde entonces lo conservo, esta pulsera que tiene aquí me la hizo él mismo un día que llegue a la casa llorando porque los niños se burlaban de mi y me decían que era raro, mi hermano me abrazó y me explico que los demás no podían entenderme porque yo era demasiado listo y ellos unos idiotas, que debía ignorarlos ya que algún día esas mismas personas terminarían necesitando mi ayuda, por la noche me dio la pulsera diciéndome que era un símbolo de que él siempre cuidaría de mi, para ser honesto eso ayudo a sentirme menos solo cuando estaba en la escuela

Hamish comenzó a bostezar, Sherlock dejó al bebé en su cuna, bajo a guardar su cofre del tesoro y le preparó la mamila a su hijo, cuando John llegó Sherlock se mecía con el pequeño en brazos mientras lo alimentaba

- ¿Todo bien? –preguntó John en voz baja mientras entraba al cuarto de su hijo con una sonrisa en los labios, el ver a esos dos juntos le hacía sentirse inmensamente feliz-

- Todo perfecto John –contestó Sherlock volteando a ver a John mientras éste se acercaba para darle un beso-


Mycroft y Lestrade habían ido a cenar con John y Sherlock, Lestrade cargaba y hacía reír al pequeño Hamish, lo adoraban

- Por cierto, le traje un pequeño regalo a mi sobrino –Mycroft sacó de la bolsa de su saco una pequeña cajita-

John la abrió y dentro había una sonaja de tela en forma de changuito

- ¡Mira Hamish!

El pequeño le arrebató de inmediato la sonaja a su papá, había sido amor a primera vista, la agitaba, abrazaba y no paraba de reír, la escena era hermosa

- Gracias Mycroft –ante la respuesta de su hijo John se sentía muy agradecido con Mycroft- Sherlock

- Gracias Mycroft –contestó Sherlock a regañadientas-

- No es nada –contestó sin dar mucha importancia, pero lo cierto era que se sentía muy satisfecho de si mismo al ver la reacción de su sobrino-

Un par de horas más tarde Sherlock estaba despidiendo a Greg y a Mycroft en la puerta de la entrada, el mayor de los Holmes esperó a que su esposo entrara en el carro para quedarse un momento a solas con su hermano

- ¿Qué? –preguntó Sherlock, había notado un poco raro a Mycroft durante la cena y sabía que moría por decirle el motivo-

- Gracias por cuidar de Winston –los ojos de Sherlock se abrieron como platos, se sentía avergonzado y furioso al mismo tiempo-

- ¿Nos has estado espiando? ¿te has atrevido a poner cámaras dentro de mi casa?

- Yo jamás haría eso Sherlock, no al menos que fuera estrictamente necesario –la cara de Mycroft era de autosuficiencia, mientras que los ojos de Sherlock denotaban ira- no fue mi intención espiarte, tengo cámaras que dan a la puerta y ventanas del 221B, siempre vigilo que nadie entre y pueda sorprenderlos, menos aún ahora que tienen un hijo, los lentes de las cámaras son muy buenos y a veces, hago algunos acercamientos al cuarto de el niño, me gusta saber que está bien, casualmente la semana pasada terminé antes mis asuntos y quise pasar a revisar si Hamish estaba bien, vi que le estabas mostrando algunas cosas de tu cofre del tesoro –Sherlock volteó inmediatamente a ver a otro lado- si Sherlock, se de la existencia de dicha caja, aunque no sé todo lo que tienes en ella, pero después de unos minutos vi que sacaste a mi viejo oso de peluche

- Dijiste que no te importaba

- Lo sé

- Te pregunté al día siguiente y me dijiste que era solo un tonto oso, si hubieras dicho lo contrario te lo hubiera regresado –Sherlock se sentía avergonzado al verse descubierto y Mycroft sonrió al verlo así-

- ¿Que otra cosa podría haber dicho? No iba a aceptar que aún me importaba, pero en la madrugada me levante y fui a buscarlo al bote, al no encontrarlo me puse muy triste, no sospeche que tu lo habías tomado, me gustó verlo la otra tarde y que lo consideraras como un tesoro –Sherlock continuaba viendo a otro lado y sus mejillas se habían coloreado- así que pensé que tal vez Hamish necesitara a un Winston a su lado también

- No se va a llamar así

- Si lo sé, escuche que John ya lo ha nombrado Monkey –contestó con una sonrisa- te veo luego hermano –Sherlock rodó los ojos en respuesta sin voltear a verlo-

En cuanto Mycroft dio la vuelta Sherlock cerró la puerta tras de si con un golpe, el mayor de los Holmes subió al auto sentándose junto a su esposo quien lo veía con curiosidad

- ¿Esta todo bien entre ustedes?

- Si, yo diría que si –contestó el mayor de los Holmes con una sonrisa-