Hola a todos! Gracias por haber elegido la historia, espero que la disfruten. Es mi primer publicacion, tengo que aprender muchisimo, espero sus mensajes y consejos.
Gracias!
PD: prometí dejar una canción que me halla motivado con el capitulo, pueden escuchar el tema "Hotaru de Maiko Fujita".
Encuentro
– Vamos Munechika-sama – anunciaba el acompañante del pequeño mientras lo llevaba de la mano - No podes llegar tarde al santuario.
El pequeño Munechika miraba hacia todos lados abriendo los ojos como platos tratando de guardar todas aquellas imágenes de cada lugar que pasaba, no salía mucho a las afueras de donde vivía, así que esta sería una experiencia nueva para él.
– ¡Sí! – exclamo el niño intentando apurar el paso.
Luego de subir tanto por la montaña y haber tomado el sendero que los llevaría por un túnel rojo lleno de toriis, habían llegado al santuario Fushimi Inari-Taisha. Desde las épocas más antiguas Inari era mejor conocida como una deidad japonesa, de los zorros, de la fertilidad, del éxito en general.
Munechika Mikazuki así era su nombre, el pequeño hijo de la reconocida familia Munechika por su status y poder. Hasta el punto que Mikazuki poco sabia de sus padres, tampoco tenía tantos recuerdos, el siempre se encontraba al lado de su acompañante, sirviente o mejor dicho o como el más lo sentía en su corazón, su segundo papa Ishikirimaru. Había estado con él desde bebe, se puede decir que fue criado por él, y así continuaba haciéndolo.
Era una mañana como cualquier otra, salvo por el viaje al santuario que debía hacer ese día. La familia acudía allí cada año en muestra de agradecimiento por su fortuna, pero ese año no iría la familia, acudiría Mikazuki solo…con Ishikirimaru al menos, el nunca se alejaría de su lado.
– Llegamos Munechika-sama – le anuncio el mayor. – ¿Se encuentra cansado? – pensando que todo el trayecto al cual no estaba acostumbrado halla debilitado al pequeño.
– No Ishiki-san, me encuentro de maravilla – le respondía el muchacho con un bella sonrisa de punta a punta la cual el mayor era débil. – Me alegro que estés aquí conmigo – volvió a anunciarle desviando sus ojos hacia el santuario que se encontraba a su frente intentando que su tristeza no se viera reflejada en sus ojos.
– Siempre estaré a su lado Munechika-sama – le respondió mientras se agachaba para quedar a su altura – puede contar conmigo para lo que sea – Ishikirimaru comprendía bien al pequeño pero no dejaría que estuviera triste nunca.
Ambos se acercaron al lugar principal del santuario donde se encontraba un montón de gente reunida, algunos pasaban a dejar sus agradecimientos otros a pedir con sus oraciones.
Mikazuki se acerco junto a Ishikirimaru, el mayor junto sus manos en pose de oración y sin decir palabra cerró los ojos. El pequeño Mikazuki no entendía bien que debía hacer, así que solo se limito a imitarlo, junto sus pequeñas manitos mientras cerraba sus ojos y para sus adentro dijo – Gracias dios zorro por ayudar a mama y papa este año, nunca alejes de mi lado a Ishiki-san – abrieron los ojos y proporcionaron ambos una reverencia.
– ¿Dio sus palabras Munechika-sama? – preguntaba el hombre mientras miraba de reojo al pequeño.
– ¡Sí!– pronuncio emocionado con una gran sonrisa – espero que el dios zorro lo haya escuchado todo porque lo dije para mis adentros, ¿cómo puede escuchar si no lo digo en voz alta? – agrego con duda mirando a su acompañante.
El mayor soltó una pequeña risa, como puede ser tan tierno Munechika-sama – se dijo para sus adentros. Se agacho para quedar a la par del niño – ha escuchado todo, se lo aseguro – le anuncio mientras acariciaba aquella cabellera sedosa color azul.
Se encontraban retirándose del lugar hasta que un viejo conocido de la familia los reconoció y detuvo a saludar.
– Oh! Es Ishikirimaru dono – divulgaba un hombre de cabello negro largo que casi tocaba el piso mientras le hacía señas al mismo. – Y en compañía de Munechika-sama – volvió a decir en cuanto vio al pequeño de la mano de Ishiki-san.
– Taroutachi-san tanto tiempo sin verlo, gracias por todo como siempre – respondía mientras le brindaba una pequeña reverencia.
– Por favor, a ustedes, son bienvenidos – dijo brindando una cálida sonrisa.
Taroutachi-san era un dueño se podría decir y además trabajaba en ese santuario, siempre fue amable con la familia, y Mikazuki guarda buenos recuerdos de las veces que lo visito, siempre le regalaba unos dulces que el amaba en forma de conejito. Mientras Ishiki-san y Taroutachi seguían charlando en la parte delantera del hogar donde este último vivía un fuerte ruido proveniente del interior asusto a los visitantes. Taroutachi suspiro profundo pero sin sorprenderse, parecía que el sabia el por qué de esos ruidos.
– ¿Qué no puedes estarte quieto ni un momento pequeño travieso? – exclamo mientras abría lentamente la puerta delantera. – ¿Que más le harás a mi pequeño hogar? – pronuncio mientras se volvía hacia sus acompañantes – perdonen los ruidos.
Mikazuki miro algo sorprendido a Taroutachi – ¿A quién le hablaba? – se dijo.
En ese momento por la puerta apareció un pequeño niño, algo más alto que Mikazuki – ¿Quién eres tú? – expuso Mikazuki sorprendido con su mirada clavada en el otro niño.
– Oh disculpen mi descortesía, el es… – llego a decir el hombre de pelo negro pero el niño interrumpió a su adulto.
Este se acerco más a los demás y con una gran sonrisa dejando a la vista unos dientes blancos hermosos pronuncio – Yo soy Kogitsunemaru, vivo aquí y estoy bajo el cuidado de Tarou-san –.
Mikazuki no le salía palabra alguna, solamente se quedo admirándolo. No podía apartar sus ojos de Kogi, como había visto anteriormente era más alto que él y a pesar de tener la misma edad Kogi ya tenía un cuerpo formado, tenía una cabellera algo alborotada larga blanca como la nieve la cual era recogida en un moño amarillo, unos bellos y profundos ojos rojos que no dejaban de mirarlo por lo que Mikazuki comenzó a sentirse algo avergonzado.
– Un gusto Kogitsunemaru-kun – se lanzo a responder Ishiki-san haciéndole señas a Mikazuki – Vamos salude Munechika-sama no sea descortés.
Mikazuki salió de sus pensamientos de un salto en cuanto sintió la mano de su mayor sobre su cabeza – a-ah perdón – miro sorprendido al hombre – E-es un g-gusto, y-yo soy… – respiro hondo tratando de calmar a su corazón – me llamo Munechika Mikazuki – por fin pudo terminar la frase.
– Es un gusto también para mi Mikazuki-kun – respondió el peliblanco sin dejar de apartar su mirada del más pequeño.
Mikazuki no pudo con el mismo y tuvo que desviar su mirada hacia cualquier otro lado, se podía ver como su pequeño rosto se ponía rojo de la vergüenza – ¿wowww qué es eso? – Se pregunto – ¿Quién es este niño?, ¿Por qué no puedo mirarlo?
Definitivamente este sería un gran cambio en la vida de Munechika Mikazuki…
Y termina el primer capítulo! ¿Que pasara con este encuentro entre los dos?
