Noche número 1
Nervioso se meneaba en su habitación como un león enjaulado sin encontrar una calma que esperaba que pronto llegara. Eran las tres de la madrugada, no era momento para estar despierto, era de noche, quería dormir. Sin embargo, no podía.
Sus padres habían ocupado el cuarto donde él durmió durante mucho tiempo con Genma, ahora a él le habían hecho un hueco en un pequeño despacho que desde hacía años se usaba como almacén. No era un castigo sino más bien un regalo para él y para ellos. La ansiada privacidad llegó al fin, pero también la soledad.
Solo, completamente solo.
Echaba de menos la compañía al dormitar, pero sabía que no era el calor de un panda lo que necesitaba. Tenía a alguien muy concreto en mente, pero no era algo que estuviera dispuesto a aceptar. Todavía.
Resopló con sueño y desgana, con pesadez y frustración, con preocupación y cierto desespero. Habían pasado ya varios días desde su regreso, unos menos aún desde su intento de boda. Lo había intentado cada noche desde entonces, pero aún así, seguía sin poder dormir.
Una imperiosa e incesante necesidad había nacido en él.
Algo nuevo y desconcertante.
Algo que no acababa de entender.
Verla.
Era todo en lo que a aquellas horas podía pensar.
¿Pero por qué?
No había respuesta.
¿Debería ir? ¿De noche?
Puede, quizás era lo que por fin le ofrecería tranquilidad, lo que conseguiría lo que tantos tés y ejercicios de meditación y relajación le habían negado. Poder descansar.
Un mazo. Un bate. Una patada. Una silla. Un escritorio. Un puño. Un cerdo. Todo podía acabar en su cabeza estampado. Pero el dolor podría soportarlo, perderla de nuevo no.
Será solo un momento, rápido, veloz, nadie se dará cuenta, ni ella misma lo notará.
Y no lo notó.
Entró como una pantera acechando a su presa, sigiloso, camuflado en la oscuridad. Deslizó con sumo cuidado la ventana y se introdujo en la habitación de su prometida sin hacer el más mínimo ruido. Allí estaba ella plácidamente dormida, su respiración era acompasada y el rubor de sus mejillas denotaba vitalidad.
Ahora sí, podía exhalar todo el aire que retenía dentro quedando aliviado.
Seguía bien, nada le había pasado. Una sonrisa casi imperceptible se instaló en su cara, se frotó el flequillo y se sonrojó al darse cuenta de la temeridad que acababa de cometer tan sólo por verla. Por asegurarse de su bienestar.
El viaje a China lo había trastocado, de aquello no cabía duda.
Ella se giró cambiando su posición, murmurando algo ininteligible en sueños.
Se asustó al creerse descubierto y tal y como había llegado se fue.
Se acurrucó en su futón más calmado, por fin se había atrevido.
Eso no era típico de él, siempre seguro de si mismo, ahora sintiéndose angustiado por alguien quien tan tranquilamente dormía privándole a él de aquella humana necesidad. No era justo, por supuesto que no. Por ahora dejaría estarlo, pero tarde o temprano ella se las iba a pagar.
Continuará
…
¡Hola! Regreso de nuevo después de unos meses de desconexión con una ida de olla nacida de unas cuantas noches de insomnio que espero disfrutéis. Se trata de un seguido de pequeños relatos relacionados entre sí donde narraré sucesos que pasarán de noche de mi pareja favorita. Es un fic post-manga, y por lo tanto después de Saffron y la boda fallida.
¡Muchas gracias por leer y espero que sigáis esta nueva pequeña aventura!
Si queréis comentar lo que sea ya sabéis (los que me conocéis) que os leeré encantada, arigatou de antemano : ).
