Prólogo

.

.

Disclaimer: Dragon Ball no me pertenece, su propiedad es de Akira Toriyama.

.

.

Espero que les guste

.

.

¿Qué podría ser del hombre, sin un propósito que cumplir?

Iniciando…

Iniciando…

Reparando daños…

Datos recuperados…

Abrió los ojos con pesadez, el sol, dándole de lleno en la cara hizo que los entrecerrara. Apenas podía moverse, sentía que lo hubiesen apaleado.

Le costó varios minutos, en los que permaneció acostado, recordar lo que había pasado.

Se levantó de un salto, al recordar a Cell… Estar siendo absorbido por él fue lo último que recordaba.

Miró a su alrededor, le pesaba respirar. ¿En dónde estaba? Lo único que podía ver era desierto y destrucción.

A pesar que los daños en su cuerpo se estaban reparando, sentía que debía desconectarse para poder recargar.

—¿Energía infinita? Patrañas —Murmuró mientras caminaba, casi arrastrándose por el lugar, para ver mejor las cosas.

Vio partes de metal por todos lados, y no le fue muy difícil reconocer aquel símbolo rojo que quedó entero— Dieciséis —Murmuró con un nudo en la garganta. Había explotado, de eso no había duda.

Sintió lástima, el androide había sido como un tipo de silencioso amigo que los seguía a todas partes sin replicar.

Se había unido a él y a su hermana.

Los había dejado hacer desastres a su antojo, tan solo quedándose a un lado observando a las aves.

Era un poco reconfortante, como podía tener paz entre la destrucción que los androides jóvenes provocaban como cuáles niños.

Siguió viendo los fragmentos en el suelo.

… ¿Eso era un ojo?

Se alejó del ahí, de las partes robóticas de Dieciséis esparcidas por todos lados.

¿En dónde estaba su hermana? ¿En dónde estaba él? ¿Qué mierda había pasado ahí?

Su mirada se centró en las partes de otras cosas que no parecían ni humanas ni de metal. Pateó aquellas partes notando que parecía tener un estampado parecido al de Cell.

Gruñó, estaba harto de no entender que carajos pasaba, así, que simplemente, ignorando el dolor de su cuerpo, levantó el vuelo.

No tardó mucho, simplemente aterrizó en una ciudad.

Debido a que todo con Cell estaba solucionado, que todo estaba tranquilo y los muertos, sorprendentemente habían vuelto a la vida, los ciudadanos de la Capital del centro mantenían sus vidas con tranquilidad.

Pero a Diecisiete no le importaba, él quería respuestas, y las obtendría.

De la nada, sin preverlo, sin siquiera saber qué era lo que iba a preguntar, tomó de la camisa al primer hombre que vio: Podría tener unos 30 años, era de cabello castaño y lo miraba con miedo. ¿Y cómo no? Si un desquiciado y sucio desconocido lo miraba con fuego ardiendo en aquellos ojos azules.

—Dime ¿Qué ha pasado? —rugió. La pregunta era extraña, o tal vez, no había sabido formularla.

—¿Perdón?

—¿Qué pasó con Cell? —el hombre, confundido, se liberó del androide.

—¿Cell? ¡Fue destruido! —el hombre no cabía en sí de alegría—. Mr. Satán nos salvó —el androide frunció el ceño ¿Mr. Satán? Ese nombre no estaba en sus registros.

Con un gruñido de alejó del hombre, se alejó de la ciudad y levantó el vuelo.

Estaba perdido, no sabía siquiera qué hacer, el mundo era muy grande como para buscar a su hermana.

Mientras volaba, se daba cuenta que los daños en su cuerpo se estaban reparando, pero quería, necesitaba desconectarse, su parte orgánica se lo pedía.

Así que simplemente bajó en aquella arbolada, y aterrizó sobre una rama alta de un árbol. Totalmente estático, notando que no podría caerse, cerró los ojos y se desconectó del mundo.

.

Abrió los ojos con pesadez cuando sintió su cuerpo descansado. Y solo se dignó a ver el cielo estrellado.

¿Que haría? No sentía ningún propósito. Incluso, la programación de asesinar a Goku había desaparecido. ¿Por qué estaba vivo? Si habían derrotado a Cell, él debería estar muerto.

¿Tendría algún propósito vivir en solitario? ¿Sin nada que hacer? ¿Sin tener un punto fijo destinado?

¿Así no es cómo vivían los humanos? Vagando por la vida, sin saber qué hacer en un futuro, sin prever lo que pasaría.

¿Podría vivir así? ¿Dejando que parte de su lado humano saliera? ¿Enterrando a la máquina y sacando a la persona?

No, él no era una persona y no podía fingir ser una.

Pero podía mantener la estabilidad entre sus dos lados… Sí, eso podría hacer...

Desde su punto en alto, podía ver el vasto bosque que lo rodeaba, kilómetros de éste recorriendo todo el lugar. El aire era fresco, había calma y tranquilidad en todos lados.

Se sintió en paz.

Ya entendía por qué Dieciséis amaba tanto esto.

Los humanos, seres dominantes, aunque muy frágiles en este mundo, siempre tenían un propósito: Vivir.

Y eso era suficiente para ellos.


Nota: ¡Buenas, queridos lectores! Si eres antiguo, quiero comentarte que le estoy haciendo una pequeña edición al fic. No es MUY grande, solo detalles pequeños, algunas descripciones, algunas conversaciones. Nada del otro mundo.

Si eres nuevo: ¡Bienvenido seas! XD Este fic lo he escrito con todo el amor posible que tengo hacia Diecisiete. Lo escribo porque lo sentí necesario, porque lo merece :')