Notas de la autora:
IMPORTANTE LEER.
¡Hola! He empezado a escribir con mucha ilusión esta historia. Pretendo hacer un AU de Yuri On Ice basándome en la película "Tangled" (Enredados) La idea surgió tras ver el diseño de personajes que la artista kyyhky hizo en Tumbrl, por lo que el diseño de los personajes de este fic es de su autoría. Cuento con su permiso para tomarlos como referencia. Si queréis verlos por favor visitad su espacio en Tumbrl . com (Juntad los espacios para que os salga la dirección)
El reparto de personajes quedaría de la siguiente manera:
Viktor Nikiforov= Rapunzel.
Yuuri Katsuki = Flyyn Rider.
Lylia = Madre Gothel.
Conforme vayan saliendo nuevos personajes los iré añadiendo. De momento estos son los importantes para este capítulo.
Como ya he dicho, la historia va a seguir la trama de la película de Enredados. Sin embargo añadiré elementos propios para dotar a la historia de más dinamismo y darle un toque algo más fantástico y aventurero.
Sin nada mas que decir, espero que disfrutéis con la lectura.
Disclaimer: Yuri On Ice es propiedad de Studio MAPPA.
Enredados en el Hielo
Capítulo 1: Prólogo.
Hoy he venido para contaros una historia. Se que no soy el mejor de los narradores, pero escuchad. Es una historia acerca de...Mi muerte.
¡Ah, no, no os vayáis todavía, no todo es tan tétrico como suena! En realidad es una historia bastante divertida. Y bueno, ni siquiera es mi historia totalmente...Es la historia de un chico llamado Viktor y de cómo juntos encontramos la esperanza. O dicho de otra forma, cómo descubrimos el amor, la vida y de paso acabamos salvando a todo un reino.
¿Verdad que todo suena mucho mejor ahora?
Nuestra historia comienza mucho, mucho tiempo atrás, cuando la tierra aun estaba formándose y los continentes eran uno solo.
Sucedió entonces que un día el primer copo de nieve cayó a la tierra. Nunca antes había nevado. Y sucedió también que ese primer copo de nieve era mágico. Se había formado entre las nubes, entre los rayos de sol y las gotas de lluvia. Era el primero de muchos y representaba la esperanza.
El copo de nieve fue a caer sobre un pedacito de tierra que estaba al borde de un acantilado, y en ese lugar brotó una Flor Blanca con propiedades mágicas. La flor permaneció allí durante mucho tiempo, hasta que los hombres que comenzaron a habitar la tierra se dieron cuenta de sus poderes. Podía curar a los enfermos y sanar a los heridos. Solo se necesitaba tocar uno de los pétalos de la flor mientras se cantaba una determinada melodía:
"Brilla linda flor, dame tu poder, vuelve el tiempo atrás. Torna lo que ya fue...Lo que ya fue."
Con el tiempo los hombres fueron olvidándose del poder de la flor. Solo un grupo de gente que recibía el apodo de "magos" y "brujas" seguía creyendo en sus propiedades. Pero incluso ellos acabaron desapareciendo y la flor pasó a considerarse un mito.
Pasaron los siglos y poco a poco fue surgiendo un reino en aquellas tierras. El reino tomó el nombre de "Cristal" y puso en su escudo el dibujo de un copo de nieve. Si por algo se caracterizaban aquellas tierras era por lo mucho que nevaba. Pero, al contrario que en otros lugares, la nieve de ese reino era suave y liviana y embellecía la tierra como si fuera un manto de color blanco. El hielo no era un problema y el frío no era excesivo. Los habitantes de aquel reino veían las nevadas como una bendición.
Cristal era gobernado por unos reyes queridos por todos, la Familia Real de los Nikiforov.
En ese tiempo la reina estaba embarazada, pero justo antes de dar a luz cayó gravemente enferma. Se le agotaba el tiempo y nadie sabía lo que hacer para poder salvarle la vida a ella y al niño que iba a nacer. Fue entonces cuando uno de los sabios de la corte recordó que hacía tiempo circulaba una leyenda acerca de una Flor Blanca que podía sanar cualquier enfermedad. Nadie creía mucho en esa historia, pero el rey estaba desesperado y mandó a un grupo de los mejores exploradores del reino a buscar la flor.
Por cierto ¿He dicho que los magos y brujas desaparecieron por completo? Perdón, ha sido un error. Todavía quedaba una. Se llamaba Lilya y era una bruja de enorme belleza y grandes poderes. Durante su juventud había sido bailarina y le aterraba que cuando llegara a vieja su cuerpo perdiera la elasticidad y la movilidad que le permitían ejecutar sus movimientos. Así que decidió buscar la legendaria Flor Blanca y aprovechar sus efectos curativos. Quería ser eternamente joven ¡Y lo consiguió! Encontró la Flor Blanca al borde de un acantilado. La leyenda que había pasado de generación en generación decía que la Flor solo revelaría su misterio si se cantaba una canción. Por suerte ella conocía la melodía. Solo tuvo que cantarla un par de veces mientras tocaba con delicadeza los pétalos blancos y al instante sintió como poco a poco iba rejuveneciendo. Y no solo eso, sino que además sus poderes de bruja también se vieron regenerados. Lilya acudió cada noche durante meses al acantilado. Cuando terminaba tapaba la flor con un canasto del color de la tierra y se iba de allí con total sigilo. No pensaba compartir el poder de la flor con nadie. Su belleza era lo primero.
Sin embargo, los planes de Lilya pronto se truncaron. Corría el rumor de que la reina estaba enferma y que solo una flor mágica podía curarla. Todo el reino se había movilizado para encontrarla. La bruja pensó que ahora más que nunca debía ocultar con mucho cuidado la existencia de la flor. La sola idea de perder su fuente de juventud le daba pánico, así que corrió al acantilado. Habían pasado unos cuantos días desde su última visita a aquel lugar y su cuerpo comenzaba a sentir de nuevo los efectos de la vejez. Pero cuando llegó al lugar ya era tarde: Los exploradores del rey estaban por esa zona y se disponían a revisar el acantilado, no podían dejar ni un solo palmo de tierra sin revisar. Lilya los observó escondida entre unos arbustos, hirviendo de rabia por dentro y sin la posibilidad de poder lanzarles una maldición que los alejara de allí, pues sus poderes habían disminuido al no recibir la curación de la flor. El azar quiso que en ese momento un golpe de viento derribara el canasto con el que ocultaba la flor, quedando esta expuesta a los ojos de todos. No pasó mucho tiempo hasta que uno de los exploradores gritó "¡La hemos encontrado, la leyenda era cierta!". Entre gritos de júbilo rápidamente tomaron la flor y con mucho cuidado la arrancaron y se dirigieron a toda prisa al castillo. Desde su escondite, Lylia juró que recuperaría la Flor Blanca a toda costa.
Los exploradores llevaron la flor al castillo de la familia real y el sabio de la corte elaboró con los pétalos un brebaje que dio de beber a la reina. Tal y como era de esperar la magia de la flor obró el milagro y a los pocos días la reina no solamente estaba recuperada, si no que había dado a luz a un niño de hermosos cabellos del color de la nieve y ojos azules como el hielo.
¿Sabéis como se llamaba ese niño? Os daré una pista…Se llamaba Viktor. Y estaba destinado a ser el heredero de Cristal. Los reyes estaban muy orgullosos del nacimiento de su hijo, y para celebrarlo lanzaron al cielo miles de farolillos luminosos. En esa época el gran lago que rodeaba el castillo estaba helado, y la luz de los farolillos se reflejó sobre el hielo como si fuera un espejo. Todo se llenó de luz y parecía que aquello era el augurio de que al reino le esperaban años de completa felicidad marcada por el nacimiento de su heredero.
Pero nada más lejos de la realidad.
Lilya no había desistido en su idea de permanecer joven para siempre. Se volvió loca de rabia cuando supo que la flor ya no existía, pero el hecho de que hubiera nacido un niño con los cabellos plateados le dio una idea. Amparándose en las sombras de la noche burló a la guardia del castillo y trepó por el balcón que daba a la habitación de la familia real. No tuvo muchos problemas para abrir el ventanal y entrar dentro de la alcoba como si fuera una sombra. Su gracilidad como antigua bailarina le facilitaba el poder hacer movimientos suaves y silenciosos que no despertaran los reyes, quienes dormían en una gran cama con dosel. A su lado estaba la cuna con el escudo del reino de Cristal sobre ella. La bruja se acercó a la cuna y miró a la criatura que había dentro. Un mocoso con cabellos plateados. Lilya sacó un cuchillo de una bolsa que llevaba atada a la cintura y lo acercó a la cabeza del bebé. Por suerte este tenía el pelo lo suficientemente largo como para poder cortar un mechón, aunque bien sabía que si hubiera tenido que cortarle un dedo o la mano entera lo habría hecho igual. Todo fuera para recuperar su preciada magia de curación.
-Brilla linda flor, dame tu poder…-Comenzó a canturrear en voz baja. Observó con júbilo como el pelo de la criatura comenzaba a brillar como si fuera una estrella, y cómo su poder curativo se extendía por su cuerpo al tocar uno de los mechones. Realmente el poder de la flor blanca se había transferido a ese niño.-Vuelve el tiempo atrás…
Pero la magia se esfumó en el instante en que cortó el mechón. Este dejó de ser plateado y se volvió de un color grisáceo bastante apagado. Y no solamente sucedió con el que había cortado, si no que el resto de mechón que había dejado en su cabeza también se volvió de ese color. El bebé se revolvió inquieto y abrió los ojos, comenzando a hacer un puchero.
No tenía mucho tiempo para pensar. Si al cortar el cabello este perdía todas sus propiedades, entonces solo le quedaba una opción…
El llanto del niño despertó a sus padres, que saltaron de la cama al ver cómo una figura encapuchada sostenía a su hijo en brazos.
-¡Nuestro hijo!-Gritó aterrado el rey.
-¡No volveréis a verlo!-Gritó la figura mientras los apuntaba con un dedo.-¡Ni a él, ni a la nieve que tanto ama este reino! ¡Esa será mi maldición por arrebatarme lo que me pertenecía!
Dicho eso se envolvió en la capa y salió despedida por el balcón. Para cuando la guardia quiso acudir y comenzar a registrar el castillo era tarde, Lilya ya se encontraba muy lejos de allí.
La bruja no paró de correr hasta que llegó a la entrada de un bosque, en una colina. Observó con desprecio el castillo, que aún podía verse desde la distancia y levantó una mano hacia el cielo. Con la otra apretó firmemente la manta donde estaba envuelto el bebé, que no dejaba de llorar, y comenzó a recitar una terrible letanía:
-Cielo, cielo, escúchame: Desde ahora no ha de nevar más. Aleja las nubes, viento del sur, que en el cielo solo reine el azul. Sepas que las palabras que ahora repito servirán para que jamás se rompa el hechizo.
De su mano salieron chispas de color negro que subieron hasta el cielo como si fueran cuervos, y se perdieron entre las estrellas. Lilya se tambaleó y tuvo que apoyarse en un árbol cercano. Nunca había lanzado un conjuro tan poderoso. Probablemente sus poderes quedaran menguados después de aquello, pero no le importaba. Había llevado a cabo su venganza.
Nunca volvería a caer nieve sobre aquellas tierras.
El reino de Cristal se sumió en la tristeza. Se organizaron muchas partidas para encontrar al heredero, todos los habitantes del reino se unieron a la búsqueda. Pero no hubo manera de hallarlo ni a él ni a la persona que lo había secuestrado. Era como si la tierra se los hubiera tragado. Tampoco ayudó mucho el saber que a causa de una maldición no volvería a nevar. No volverían a ver los copos cayendo del cielo, ni podrían celebrarse los famosos festivales de hielo. Todos se sentían como si hubieran perdido una parte importante de su identidad, pues al fin y al cabo el símbolo de aquellas tierras era la bandera con un copo de nieve. La nieve para ellos significaba alegría, y eso era lo que les habían robado.
Pasaron los días, las semanas y los meses, y poco a poco comenzó a asumirse con gran pesar que tal vez el niño ya no estuviera con vida. Los reyes se negaron a creer esto y decidieron mantener la esperanza. Decretaron que cada 25 de diciembre, el día en que había nacido el heredero, se lanzaran farolillos al cielo. Tal vez su brillo hiciera que su hijo volviera a casa.
Mientras tanto Lilya había escondido al príncipe muy lejos de allí. En lo más profundo del bosque, oculto tras una gruta, se hallaba una torre que según las leyendas antaño había estado habitada por brujas. Lylia sabía que, fuera eso cierto o no, ya no había brujas allí, ella era la última, por lo que decidió tomarla como su hogar para ella y para el príncipe. Lo mantendría apartado del mundo. Selló la puerta de entrada con unas enormes rocas y dejó como único medio de salida una ventana en la parte superior de la torre, a la que solo se podía acceder desde el exterior mediante un sistema de poleas.
Viktor creció considerando a Lilya como su verdadera madre y dejándose aconsejar por ella. La bruja le enseñó a cantar la canción que activaba el poder de la flor y le aconsejó que nunca se cortara el pelo, pues si lo hacía perdería todo su poder. Pero realmente no pasaban mucho tiempo juntos, pues la mujer solía salir de allí y ausentarse durante largas temporadas para conseguir provisiones.
Viktor a veces se preguntaba por qué él no podía salir.
-Ya te lo he explicado muchas veces.-Le respondía Lylia cada vez que el niño le planteaba la pregunta. La bruja tomaba entonces un mechón de los cabellos plateados entre sus dedos y lo acariciaba.- El mundo es un lugar cruel, las personas son egoístas y envidiosas. Tú posees un poder extraordinario, y si alguien llegara a enterarse de eso intentarían arrebatártelo por la fuerza. Podrían incluso llegar a matarte, no sabes lo despiadados que pueden llegar a ser los seres humanos.
Viktor solo asentía ante la explicación, aunque no muy convencido. Su madre sonreía y trataba de insistir un poco más.
-Créeme, aquí estás a salvo. Nadie puede hacerte daño.
-Está bien madre. Nunca saldré de la torre.
-¡Buen chico! Y ahora ¿Qué tal si cantas un rato mientras te cepillo el pelo? Hoy me encuentro muy cansada y escucharte cantar me animaría.
El niño entonces asentía y se sentaba en un taburete, canturreando mientras su pelo comenzaba a iluminarse. La bruja acariciaba muy satisfecha los cabellos luminosos y su piel recuperaba el brillo de la juventud.
Viktor estaba conforme con su vida dentro de la torre, pero había algo que anhelaba y que no podría conseguir si se quedaba allí para siempre:
Desde que era pequeño siempre había visto unas extrañas luces brillar en el cielo durante la noche de su cumpleaños. Solo aparecían en ese día del año, flotaban durante unas cuantas horas y luego desaparecían. Las observaba desde su ventana y le parecía el espectáculo más maravilloso del mundo. Pronto comenzó a preguntarse ¿Qué era? ¿De dónde venían? Y ¿Por qué aparecían justo el día de su cumpleaños? Necesitaba respuestas. Y no las encontró ni en su madre ni en los libros que ella de vez en cuando le traía. No, si quería averiguar lo que eran tendría que hacerlo por su cuenta.
El mundo podía ser un lugar muy cruel, pero le daba igual. Algún día saldría de la torre. Estaba decidido a ello.
Y aquí es donde comienzan nuestras aventuras. Las de Viktor y las mías.
¿Cómo? ¿Qué quien soy yo? Ah, menudo despiste, ni siquiera os he dicho mi nombre. Disculpad. Me llamo Yuuri Katsuki, y fui capaz de encontrar el valor que dormía en mi interior gracias a Viktor Nikiforov.
Continuará...
Notas finales:
¿Qué os ha parecido este primer capítulo? Espero que os haya gustado. Trataré de actualizar una vez a la semana, tal vez incluso un poco antes, ya que me siento muy motivada con esta historia.
Antes de que me lo preguntéis, el fic estará narrado en primera persona. Solamente este primer capítulo está narrado usando la primera persona, porque quería hacer una introducción parecida a la de la película, donde es Flynn Rider el que narra el prólogo.
Si os ha gustado por favor agradecería que me lo hicierais saber mediante un review ¡Los review son el alimento de los fanfickers!
Un saludo y nos leemos pronto.
