—No te ves aliviado—declaró Haibara, sentándose en la banca al lado de Kudo. Hace un rato el funeral ya se había efectuado y todos los seres queridos y conocidos que asistieron al funeral ya se fueron. Todos tristes por su pérdida.
Incluso Shinichi Kudo.
—Alguien murió ¿Cómo puedo estarlo?
—Si —afirmó— Tú lo hiciste —el aludido bajó la cabeza, sus flequillos ocultando su mirada.
—Ya lo sé.
—Fue tu elección ¿Lo recuerdas? —asintió— Entonces ¿por qué te estás viendo así? —cuestionó, desde un principio ella no estaba de acuerdo con esa elección; así que verlo así, luego de haber tomado esa clase de decisión, le molestaba.
Kudo no respondió.
—¿Te arrepientes? —no contestó— Di algo.
—¿Que puedo decir? Pensé que me sacaría un peso de encima, creí que daría por finalizado esta etapa de mi vida, pero verlos llorando por alguien que no existió, solo me hace sentir vacío.
Apretó con sus dedos el pantalón negro. Arrugándolo.
—Sí, existió —espetó Ai, su voz agria— La gente existe al momento que es recordada por otra persona y no muere hasta que es olvidada.
Shinichi la miraba sorprendido.
—Edogawa Conan fue importante para la vida de muchos, inclusive la mía —hizo una pausa— Te dije que no lo mataras —añadió en voz baja y melancólica como resentida— ...pero lo hiciste.
—¿Que otra podía hacer? No podía ser dos personas a la vez, tenía que...
—¿Y no podías decir la verdad? ¿Debías matarlo?
—Engañe a muchas personas, no era algo tan sencillo —tragó saliva— Tenía miedo que no me perdonaran, que me odiaran, que no escuchen mis razones...
—Matarlo tampoco fue sencillo, no era una decisión fácil y la tomaste. Sin importarte como se sentirían las personas al pensar que habían perdido a Conan Edogawa para siempre.
—¡Si me importo! Pero, a pesar de las consecuencias, pensé que sería la mejor manera para terminar con todo. No podía ser dos personas a la vez. Soy Shinichi Kudo, no soy Conan Edogawa, si el moría, todo se terminaría. Sería el final, no había que rendir cuentas a nadie, no esperarían por alguien que no vendrá...
—Matar a tu otra identidad no es tu final, lo que hiciste fue esconder lo que fuiste, lo que hiciste mediante ese nombre falso. Lo ocultaste... lo enterraste ¡Eso hiciste! Pero esto nunca terminara porque tú eres él, lo esta inscrito en esa lapida, solo fue un nombre por el cual todos lloraran. ¿Estas mejor con eso?
Ni una palabra dijo. Su frente se arrugaba. El cielo repleto de nubes oscuras, anunciando una evidente lluvia.
— No hay nada peor que ir a tu propio funeral ¿No es así, Kudo? —argumentó enojada por su decisión— Pero dime, ¿es peor para el que murió o para las personas que están vivas y lloran por su perdida?
—¿Por qué estás tan molesta por esto? ¡Es mi vida!
En eso las primeras gotas de lluvia, dan comienzo, empapando a los dos individuos. Por otra parte Shinichi ya sabía que fue la peor decisión que había tomado, que no habría vuelta atrás. Que era un asesino que mato a su otro yo, pero no quería escucharlo por otra persona, era suficiente que su consciencia se encargara de repetirlo.
—¿Por qué? —repitió, al segundo, suspiró— ¿Sabes algo...? Yo amo a Conan Edogawa.
Kudo se sonrojó. Ai Haibara se levantó de la banca, abrió el paraguas y mirándolo de reojo. Agregó: "...pero el murió"
Y se alejó de allí, dejando al detective en la soledad, mojándose en la lluvia que hace minutos dio inició. Percatándose de que no solo había matado a Conan Edogawa, también había matado una parte de él.
