Summary: Draco y Hermione se enamoran tras el pacto que se crea entre Muggles y Mortífagos tras una reunión secreta organizada por Dumbledore. Pronto todos los encubiertos formarán parte de la Orden Secreta de Jen Rouse.
Desclaimer: Todos los personajes le pertenecen a su única creadora J. K. Rowling. Yo no recibo un pago por esta historia, simplemente es para divertirme y divertir a mis lectores.
PROHIBIDO COPIAR O PLAGIAR ESTE FANFIC, QUE PERTENECE A SU ÚNICA CREADORA. YO NEGUMI UCHIHA.
Les agradezco a mis queridas amigas Star Acua y Reyka akira que me obligaron casi, casi a escribir este fic que me ha gustado.
Saludos
Negumi Uchiha
Capítulo 1. Jen Rouse
Bajo la lluvia de un día tan gris como los días anteriores, el agua azotaba a Gran Bretaña. Sin embargo, la lluvia no puede detener a los habitantes para concluir sus compras o trabajos.
Muchos autos pasaban levantando pequeñas olas de agua helada, mojando los ventanales de los grandes establecimientos de compras o ventas y en algunos caso mojaban a las personas que pasaban por ahí.
Bajó la lluvia de ese día iba una joven tras el resguardo de una pesada gabardina color beige y un paraguas color negro, gruñía como fiera enjaulada al verse en las calles contra el clima de ese día. Odiaba al idiota que la había mandado a comprar ropa para esa ocasión. Sus ojos eran de un castaño salvaje, un rostro ovalado y delineado de un color de piel blanca, unos cabellos rizados enmarañados y esponjados por el clima húmedo.
Observó como el semáforo le permitía el paso hacía la otra calle dentro de esa calle de dos sentidos, del otro lado el mismo indicador de avance estaba en verde. Pasó lo más rápido que pudo pero un automóvil a toda velocidad pasó mojándole toda la parte trasera, la joven gruño una vez más al sentir el agua casi traspasar su gruesa gabardina. Pronto vio como un gran edificio en negro brillante se acercaba tras pasos que ella daba, viendo como en letras cursivas color dorado brillante decía "Accesorios y ropa para dama", observó con detenimiento la tienda, tras mirar a mucha gente en especial del sexo femenino dentro de este, comprando vestidos y ropa color "rosa". Hizo cara de asco al ver ese color...
Tras un sonoro suspiro entró a la tienda y olisqueó el aroma a perfume italiano mezclado con otros aromas dulces.
—Bienvenida señorita, ¿Puedo ayudarla en algo?—preguntó una joven de tez bronceada, ojos negros, cabello azabache y de más o menos 1. 78.
—No gracias—sonrió la castaña para encaminarse dentro del departamento de ropa para fiestas, no sin antes cerrar el paraguas y ponerlo a secar en paquetería junto a los demás que estaban ahí.
Caminó por los pasillos alfombrados buscando algo adecuado que ponerse, pero su vista divagaba por la mayoría de redecillas de colores, tenis Niké y jeans.
Prontamente regresaba su vista hacía su búsqueda, en donde observó vestidos de todo tipo, con escote, sin escote, largos, demasiado pequeños, con encajes, holanes. Pero ninguno la convencía ninguno era de su gusto y el vestido rosa-morado que tenía en casa ya no era adecuado para llevarlo a esa reunión. Se comenzaba a frustrar por no poder encontrar algo adecuado para ella, odiaba cuando tenía que pedir ayuda a las demás personas para solucionar su problema... ella tenía orgullo pero esta vez tendría que rebajarse para pedir ayuda.
Se acercó de nueva cuenta a la muchacha que estaba parada mirando sonriente a todas las personas que salían y entraban de los vestidores, a las otras que compraban o regresaban la mercancía. Se interpuso sobre su vista negra para que le tomara atención y así lo hizo la joven mujer.
—¿Necesita algo señorita?—preguntó ella sonriente mientras Hermione asentía con un puchero de molestia en su rostro.
—Si por favor—se sonrojó y trato de mirar la placa donde decía el nombre de la empleada.
—¡OH! Discúlpeme, mi nombre es Marlene—sonrió abiertamente—ahora dígame señorita ¿Qué es lo que esta buscando?—preguntó interesada por ayudar a la joven castaña.
—Mira Marlene, quiero un vestido para fiestas—la joven pelinegra comenzó a encaminarse al departamento para fiestas pero Hermione acababa de regresar de ahí, así que la siguió—Disculpa no encontré nada ahí—
—Veo que eres exigente—sonrió al ver la cara sombría que puso Hermione tras ese comentario—¡Tenemos algo nuevo que nos llegó de Francia hace unos días!—echó a correr dentro de la bodega donde estaba la ropa sin desempacar.
Tras diez minutos de espera, Hermione comenzaba a desesperarse pues su paciencia era muy poca. Lista para irse hecha una furia vio correr a Marlene con una gran caja color blanca entre los brazos, la pobre chica casi tropieza con una maceta del lugar pero por fin llegó a donde estaba la joven leona.
—Espero que te guste, es un estilo nuevo. Tiene un toque del siglo XVI de la época de Luis XIV en Francia y el toque moderno de nuestra época—sonrió la chica mientras colocaba la caja en uno de los banquillos de ahí cerca y abría la caja para dejar ver una tela bombacha en color dorado con detalles bordados en amarillo brillante.
—¿Qué demonios es eso?—preguntó Hermione, pues no le veía la forma al vestido ahí doblado en la caja.
—Te lo mostrare—el vestido salió de su lugar y se extendió dejando una vista exquisita de aquella prenda, el vestido consistía en una falda bombacha que caía seguramente diez dedos arriba de las rodillas, media parte de arriba era como tipo corcé. Y en donde iba el busto era de color blanco con encajes en la parte de las copas. La espalda era brevemente cubierta por la misma tela y los hombros eran cubiertos. En el cuello hacía una cinta larga de color blanco que iba a juego con el vestido.
También dentro de la caja, Marlene traía consigo un par de zapatos en color negro charol. Este tenía un pequeño moño de adorno. Simplemente perfecto.
—Creo que me lo probaré—comentó algo avergonzada por como se vería dentro de esa ropa.
Tras entrar al probador escuchaba la música de fondo que había en los probadores y comenzó a despojarse de su ropa no sin asegurarse de poner el seguro en la puerta para evitar intromisiones no deseadas. Se miró su ropa en el espejo de cuerpo completo en donde admiró su suéter morado con una franja blanca en medio del estómago y sus jeans de la parte de abajo estaban mojados tras pisar algunos charcos.
Se quitó el suéter, blusa, jeans, tenis y calcetas para quedar en ropa interior de bonito color lila. Se colocó con algo de morbo el vestido y este parecía haber sido creado para ella y solo para ella pues este se ajustaba perfectamente a sus caderas, pechos y curvas femeninas. Además sus piernas largas deslumbraban bajo la falda y los zapatos de taco de aguja.
Al salir varias miradas de envidia se posaron sobre ella, pero pronto llegó al lado de Marlene que le sonreía y levantaba sus dos pulgares en alto para darle un positivo. Toda ella quedaba perfecta en el vestido.
—¡Por Dios señorita! Se ve preciosa—chilló de emoción al ver a Hermione cubierta por el vestido.
—¿No crees que es demasiado revelador?—preguntó ella con un color rosa pálido en sus mejillas.
—¡No, claro que no le queda genial!—Marlene juntó sus dos manos y dio un par de saltitos para mirar una vez más a Hermione.
—Bien... entonces creo que me lo llevó—sonrió y se encaminó de nuevo al vestidor para colocarse su propia ropa.
—¡Perfecto!—la pelinegra hecho a correr con la caja y dársela a la castaña para que lo guardara tras quitárselo y así poder pagarlo.
Unos momentos después, Hermione se encontraba buscando en su cartera con que pagar. Pues la mirada asesina de la anciana cajera casi la comía viva, ella juraba que si las miradas mataran ella ya estaría cinco metros bajo tierra pudriéndose con los gusanos. Rebuscó y rebuscó pero no encontraba dinero... y se sonrojó al comprobar que solamente traía dinero del mundo mágico... en la cartera traía 9 galeones, 20 Sickles y 5 knuts. ¿Y ahora que iba a hacer?
—¿Y bien niña?—preguntó la anciana de cabello blanco.
—¿Con esto alcanza?—ella sacó de su cartera una pequeña moneda de galeón y observó claramente como aquella anciana mujer se babeaba por la pequeña pieza de oro.
Gustosa aceptó la moneda y entregó a Hermione sus compras, así regalándole una cadena en forma de corazón y una deliciosa fragancia o perfume italiana.
Al llegar a su casa llegó empapada pues el desgraciado paraguas se había doblado de lado contrario dejando a la castaña sin protección del agua. Su mal humor había regresado tras mojarse en la tormenta. Azotó la puerta de entrada y se encerró en su habitación para ir a tomar un relajante baño de burbujas pues aun era temprano como para irse.
Tras encerrarse en su habitación comenzó a quitarse toda la ropa mojada y quedar desnuda para meterse al baño y relajarse por una hora con suficiente agua caliente.
Salía del baño, su pecho tonificado escurría pequeñas gotas de agua haciéndole ver sumamente sexy, estaba solamente cubierto por una toalla blanca y en esta había dos letras bordadas en color negro, D. M.
Su rubio cabello escurría también pequeñas gotas de agua y sus fríos ojos color mercurio estaban ceceantes buscando su armario en color negro. Toda su habitación era en verde y negro digno de un verdadero Slytherin.
Sacó del armario una camisa blanca, unos pantalones negros y corbata del mismo color. Se colocó unos bóxer de color azul rey y comenzó a vestirse.
Tras unos minutos después se peino su cabello sin echarle goma para fijar su platinada melena. Frente al espejo se acomodaba la corbata hasta dejarla perfecta y delineada. Y su arma mortal su loción llamada "Seducción" haciendo caer a muchas chicas que le admiraban.
Con su sonrisa, salió de su habitación hacía la sala de Malfoy Mannor, donde sus dos padres lo esperaban con una pose aristocrática, su bella madre lucía un exquisito vestido color verde y sus rubios cabellos caían tras su espalda perfectamente, su padre portaba su cabello rubio largo bien peinado y acomodado en su lugar, utilizaba un traje de gala del mismo color que su hijo.
—Es hora de irnos—sonrió cínicamente Lucius Malfoy mientras tomaba a su esposa por el brazo y Draco asentía en silencio para entrar dentro de la gran chimenea principal y llegar por vía flu.
Hermione salía de la bañera envuelta en una toalla color blanca. Su cabello escurría y con un hechizo lo secó pero para mala fortuna este se esponjó haciendo que su humor se cayera de nueva cuenta.
Se acercó a su closet y sacó un conjunto de ropa interior de color blanco y lo colocó. Bajo la falda del vestido se puso un pequeño short de seda para estar más cómoda durante la fiesta. Ahí frente a su espejo se miró con el vestido ya puesto, se veía perfecta como anterior se lo había probado en la tienda le quedó perfecto. Ahora solamente tendría que acomodarse su cabello... lo alisó con la plancha y peino con una palmera dejando la parte de debajo de su cabello suelta dándole el toque perfecto.
Se colocó la cadena de corazón y el perfume italiano que le regalaron, un poco de brillo labial en los labios, un delineado pequeño bajo sus párpados quedando perfecta.
—¿Hermione estas lista?—su madre se quedó de piedra al ver a su hija, se veía preciosa pero estaba mostrando demasiado a la imaginación de sus amigos.
—¿Cómo me veo?—preguntó la joven leona mientras se veía una última vez en el espejo.
—Perfecta hija—tal vez con una sonrisa forzada le regaló a la chica para después salir de la habitación.
Tras una batalla con su madre, la mayor de las Granger consiguió ponerle a Hermione un pequeño chal de color rosa cosa que incomodo mucho a la joven. Mientras iban sobre el pequeño jeep negro hacía la dirección de aquella extraña reunión de improviso.
La lluvia seguía cayendo fuertemente, la tormenta iba empeorando cada vez más y más... ahora algunas avenidas de Londres estaban inundadas por tanta lluvia y coladeras tapadas con desperdicios inorgánicos que se hallaban por el lugar.
La joven castaña iba con brazos cruzados y piernas cruzadas en la parte de atrás del automóvil mientras sus padres escuchaban una canción de The Beatles. Siempre escuchaban al cuarteto de Liverpool pero horita la leona de Gryffindor estaba enfurruñada por tener que usar ese trapo sobre ella solamente para cubrirse por ordenes de Jane su madre.
—Estamos por llegar—habló Frank quien mantenía la vista al frente del camino.
—Vamos Hermione quita esa cara—esta vez habló Jane tratando de animar a su hija pero esta la ignoró olímpicamente.
—Vean ya llegamos—sonrió el señor Granger mientras llevaba a las dos mujeres de su familia a la entrada del enorme salón de fiesta que como siempre estaba perfectamente reluciente.—Yo iré a estacionar el auto, ahora las alcanzo—completó Frank y se encaminó al estacionamiento.
Hermione y Jane entraron, fueron recibidas por Albus Dumbledore y Minerva McGonagall que como siempre estaban vestidos tradicionalmente. Entraron ellas tras un cordial saludo y todo el salón se deslumbraba ante los ojos castaños de ambas mujeres parecidas una más grande que la otra.
Examinaba el salón con ameno mientras veía varias mesas llenas de distintas personas que conocía gracias a que los chicos más jóvenes asistían con ella al colegio. Sus ojos se desorbitaron al ver a familias de sangre pura brindar en varias mesas cercanas al escenario del lugar. Estaba desde la familia Nott a la Parkinson, los Greengrass, Zabinni y Malfoy para la mayor sorpresa de Hermione. ¡Y lo peor, todos eran familias de Mortífagos!
A lo lejos del salón divisó unas cabelleras rojas como los tomates. Había en si había 7 cabezas y una castaña por ahí. Pero lo más extraño era de que no estaba la principal de todas Sirius y Harry ¿Dónde estaban? Si ellos eran papel importante si era de que esa reunión se trataba de el-que-no-debe-ser-nombrado.
—¡Hermione!—escuchó la voz de Ron acercándose rápidamente, vistiendo un traje de gala parecido al del baile de navidad hace tres años.
—Ronald—dijo ella mientras lo abrazaba pues en todo el verano no lo había visto, además de que el pelirrojo ni siquiera le mandaba cartas para saludarla.
—Venga, vamos a sentarnos todos—se fijó en Jane que se mantenía en silencio—Discúlpeme señora Granger—besó cortésmente la mano de Jane que encantada aceptó el saludo.
—¿Sabes algo de Harry? ¿Por qué no esta aquí?—preguntó curiosa la Gryffindor mientras caminaba junto a su madre hacia todo el clan Weasly que se encontraba haciendo quien sabe que cosa.
—Te lo contare en un rato—dejó a la chica con su duda y cuando llegaron se dedicaron a saludarse mutuamente hasta que Frank también se unió a los saludos.
La bella música era tocada por varios instrumentos encantados, estos parecían que en realidad eran tocados por humanos en una orquesta sinfónica. Haciendo que el ambiente de aquel salón se hiciera más cómodo y acogedor.
Albus y Minerva seguían en la puerta recibiendo a más gente pero ni rastro de Harry Potter ni de Sirius Black. Eso si que estaba raro... pero claro no estaba Harry pero Malfoy si que lo estaba, el mencionado se encontraba haciendo revuelo entre un grupo de chicas babosas que reían tontamente cuando el les sonreía seductor.
Tras dar las nueve de la noche las puertas del salón se habían cerrado y de una mesa en donde estaban todos los miembros más activos de la Secreta Orden del Fénix se levantaron los principales anfitriones que recibieron a toda la gente en la puerta acompañados esta vez por el ministro Cornelius Fudge, Severus Snape y Alastor Moody.
Tras el farfullo y choques entre copas de cristal se hizo un gran silencio para dar paso a toda la atención hacía el hombre de larga barba blanca con lentes de media luna que extendió sus brazos como en la cena de bienvenida a Hogwarts. Todos los presentes prestaron atención y dejaron de hacer ruido para centrarse en el punto del escenario.
Muchos pares de miradas se posaron sobre las figuras en frente del gran escenario con cortinas blancas y un piso de caoba clara. Dio comienzo la reunión secreta... por que no era lógico que familias mortías estuvieran en una fiesta con mestizos nada más por que sí, seguramente debía de haber un motivo por el cual ambas razas convivían sin lanzarse imperdonables.
—Bienvenidos señores y señoras, como todos aquí presentes ya me conocen los hemos invitado por que así como muchos estamos al tanto de que Lord Voldemort ha vuelto. Por eso mismo como ya observaron familias Mortífagas y mestizas están aquí reunidas es por el motivo de hacer un pacto y una orden secreta tras la ya existente Orden del Fénix—todos prestaron más atención—Esta fiesta se llevara a cabo con tal de que todos los presentes estemos de acuerdo en pactarnos mutuamente y cuando comience la Guerra acabar de una buena vez por todas con el Lord Tenebroso. ¡Yo se que algunas familias seguidoras del Señor Oscuro tienen miedo! ¡Pero aquí, yo Albus Dumbledore les aseguro una seguridad para toda su familia!—los ojos del anciano brillaron mientras muchas familias oscuras aplaudían a las palabras del director de Hogwarts.
—¡Entonces esta fiesta secreta se ha pactado como la Orden Secreta de Jen Rouse y yo Cornelius Fudge tengo el decreto y nombres de todos los integrantes de dicho pacto!—esta vez el ministro intervino y más aplausos junto a algunos chiflidos en el salón se escucharon.
Severus Snape se colocó al frente llamando una vez más la atención de todos los presentes y poco a poco los aplausos menguaron hasta quedar en un silencio ensordecedor.
—Yo propongo a que todos los alumnos dentro de la orden tomen clases de Oclumancia para protegeros de la mente poderosa del Señor Tenebroso. Pues tengo entendido como también testigo de que él utiliza Legeremancia para leerles el pensamiento. Propongo que todos aquí presentes me den autorización para impartirles clases una vez por semana en las mazmorras a las 22:00 PM—pidió el sombrío profesor de pociones y entre familias conversaron. Una señora de cabello negro se levantó de su asiento.
—Yo Damaia Parkinson propongo que nuestros hijos si aprendan Oclumancia para que se protejan de la mente del Lord—todos aceptaron y en el documento apareció la tutoría de Severus.
—Pues bien ¡Qué comience el banquete!—terminó Albus mientras bajaba las escaleras del escenario y la música volvía a tocar.
De nuevo el hermoso salón se llenó de platicas y brindis. Tras unos momentos un delicioso banquete apareció en todas las mesas llenas, muchos se fueron al ataque de la comida. Las familias de Mortífagos estaban con un pesar menos ese nudo en la garganta de ser enviados a Azkaban después de la guerra se había ido. La tensión entre todas las familias de sangre pura desapareció y comenzó el ambiente alegre.
Varias parejas se levantaron a bailar pero en su mayoría eran los adultos pues había muy pocas parejas de jóvenes bailando. Hermione sonrió al ver bailar a Neville con Luna. Pero ella estaba aburrida y aun no estaba fuera del shock en el que entró al escuchar las palabras de su director. Observó como Ron se atragantaba con un pan y l sopa de espárragos que comía mientras que Fred y George hacían una pequeña broma.
¿Y cuándo llegaría Harry? Se estaba preocupando... pero el aburrimiento estaba más pesado que su preocupación por el chico azabache. Casi se caía de la silla pues sus ojos se comenzaban a cerrar debido al aburrimiento que sentía en esos momentos, su madre ya la había notado sonriendo al ver a su niña dormirse.
—Ya vengo voy al sanitario—la mujer se levantó de su lugar para perderse entre las personas hasta que ninguna vista azul ni castaña se fijaran en ella para así escabullirse hasta la mesa en donde se encontraba cenando Dumbledore, al llegar el anciano la invitó a tomar asiento y ella aceptó sigilosamente, al oído le susurró unas palabras.
La sonrisa de Albus se hizo más grande tras escuchar los susurros de la madre de la mejor alumna de todo Hogwarts, y tras transmitir el mensaje el director se lo pasó a Minerva que sonrió emocionada.
—Espléndido—dijo la animago y con un movimiento de varita paró el movimiento de los instrumentos que se fueron levitando para descansar sobre unas sillas de terciopelo rojo oxido.
Algunas parejas que disfrutaban bailando del vals se molestaron y después se fueron a sentar a su lugar. Algunas de ellas se quejaron pero permanecieron de pie a esperar a que siguiera aquella balada.
Con otro movimiento de varita un gran componente de audio apareció al frente del escenario en donde tocaban los instrumentos, muchas familias oscuras se preguntaron que demonios era esa caja extraña que encendió al ponerse en posición. Pronto un fuerte sonido los hizo saltar de sus sillas y protestar por grotesco ruido. Hermione al borde del desmayo por sueño se levantó de su lugar por un brinco, sintió como toda la adrenalina le subía al cuerpo y le bajaba rápidamente.
—¿Qué es esto?—preguntó curiosa mientras veía como una chica de cabello rubio y ojos verdes se acercaba a ella corriendo.
—¡Vamos Hermione!—la jaló de la mano y corrió con ella al centro de la pista en donde muchas miradas se clavaron en ella, pronto chicas mestizas se fueron levantando para formar un gran grupo.
—Jessica ¿Qué haces?—preguntó la chica castaña, en verano había bailado con ellas algunas veces, pero esa canción si que la conocían. Hermione en ese baile era la capitana. Odiaba esas situaciones.
Penosa y muy, muy molesta comenzó a moverse al ritmo de la canción. Las demás le seguían como secundarias. La joven castaña en algunos pasos hacía movimientos robotícos con todo su cuerpo. Aun su rostro estaba sonrojado pero poco a poco comenzó a soltarse pensando que estaba en el gimnasio.
Bajó, subió, se movió y varios ojos masculinos se fijaron en ella mientras se movía agitadamente junto a las demás chicas que la acompañaban. Hubo una parte en donde cada una hacía un solo de movimientos rápidos para que todas alcanzaran a terminar. Hermione era la última... tras mover el cuello, hombros y piernas como robot en el último solo se dejó caer con las piernas abiertas y subiendo rápido para ser más francos la joven había realizado un Spleet. Muchas otras se hubieran caído pero ella tras ensayarlo muchas veces en sus clases lo consiguió y aun mas sorprendente realizarlo con vestido y tacos de aguja.
Muchos chiflidos y aplausos se escucharon tras ese magnifico movimiento y para finalizar la canción todas quedaron en flor de loto y Hermione al centro.
Más aplausos sonaron, la cara de Ron estaba completamente roja. Al momento comenzaba otra pero todas las chicas se retiraron a sus respectivos lugares.
—¿A poco me vas a decir a que la Granger baila mal?—preguntó un moreno cínico a su amigo que se mantenía frío como el hielo y sus ojos grises se clavaban sobre la figura de la leona. Se sorprendió ver a su padre aplaudir también y a su madre.
—No—contestó tajante.
—¡Vamos, Draco la sangre sucia se ha puesto buena!—exclamó pervertido Blaise y esto hizo molestar al rubio. Draco no entendía que era lo que su amigo le veía a esa horrorosa, Gryffindor y sobre todo sangre sucia.
Tras más bailes ahora de todos los jóvenes novatos la fiesta siguió finalizando casi a las cinco de la mañana, con algunos ebrios y otros ya desmayados por exceso de alcohol, como siempre para todos los Slytherin no podía faltar el whisky de fuego.
Pero sobre todo... ni el rastro de Harry Potter y Sirius Black...
Continuara...
