Avisos Preliminares:

No soy JK Rowling, me gustaría serlo pero no se dio el caso. Por ende, no me pertenece ni Harry Potter ni personajes relativos a su saga. El personaje de Irina Lefey está inspirado en la magistral actuación de Lena Olin en la serie ¨ Alias ¨. Este fic no se basa en la serie, sólo toma ciertos elementos que me sirvieron de inspiración.

Confesión previa de la autora:

Soy insistente. No me desanimé ni con las críticas que recibí para mejorar la primer versión (Aunque las agradezco, ya que necesitaba una visión diferente de mi historia.) ni con los problemas informáticos que tuve con la página (Resúmanse a perder la contraseña, cambiar mi casilla y crear una cuenta nueva.). Espero que esta versión corregida de TTT les agrade más.

A quienes aman los personajes de Ron Weasley y Molly, lo lamento. En este fic serán antipáticos y molestos.

Truth Takes Time

Capítulo 1: Signos de Decadencia.

Todo comenzó mucho antes de que sus amistades lo notasen. Como siempre, ellos se quedaban en el aspecto más superficial de los temas y fingían segur siendo sus confidentes más cercanos que un hermano.

Sin embargo, desde hacía unos cuantos meses; más de un año en total, su vida había cambiado de la forma más drástica que se le pudiese haber ocurrido. Ya no era solamente Hermione Granger, mejor amiga de Harry Potter, novia de Ronald Weasley, condesa de Granger; hija del importantísimo Lord de Granger… También era medí maga Granger, agente especial de seguridad británica H. Granger, Inefable de tácticas, Hermione Jane Granger.

Suspiró con cansancio al ver su reflejo en el espejo. Lucía pálida con su cabello castaño esponjoso, sus ojos hinchados y sus labios resecos.

Movió un poco su varita y al lado suyo aparecieron dos frasquitos de vidrio tallado con una tapa tallada con gemas.

Hizo un gesto de fastidio al destaparlos. Odiaba como olía la poción que le devolvía la energía básica para comenzar su día y más aún, la asquerosa poción para que su aspecto volviese a ser el normal.

Miró la cama donde su novio dormía profundamente. Nuevamente no había podido hablar con él… aunque su relación con él últimamente, se resumía a verlo dormir cuando ella se levantaba temprano para ir a su fachada en el San Mungo.

Salió de la habitación sin hacer ruido y miró molesta el estado asqueroso en el que estaba su cocina¿Es que ese pelirrojo nunca iba a aprender el significado de la limpieza?

Claro que no. ¨ Siempre tuvo todo en bandeja ¨ pensó con amargura. Molly siempre lo había malcriado… Y era lógico que sintiese cierta debilidad por el menor varón Weasley; superado económicamente y socialmente por sus hermanos. No había logrado seguir ninguna carrera mientras que Harry era auror, y trabajaba en Seguridad Mágica; en una división que tenía a su cargo,y Hermione ya era medimaga; él, había decidido dedicarse al Quiddich.

¨Siete años en Hogwarts¿Para jugar al Quiddich?¨ fueron las palabras textuales de su hermano mayor Charlie. Nadie dijo nada al respecto, pero todos coincidían en silencio con él.

Claro, que esas críticas no las pensaría si por lo menos hubiese tenido éxito. Era ambicioso, pero no muy inteligente. No se le había ocurrido nada mejor que tomar Félix felices antes de un partido contra los Tornados… Ganó de una forma muy sospechosa y finalmente salió a la luz el escándalo del año: ¨ EL tramposo mejor amigo del Niño que vivió ¨

Ahora pasaba el día sentado en el sofá, o en la casa de Ginny (quien trabajaba junto con su padre en el departamento de relación con los Muggles) o simplemente haciendo nada mientras las boletas se juntaban bajo la puerta.

Y sin embargo, tenía un complicadísimo horario que nunca le permitía asistir a las reuniones familiares de ella —reflexionó—, mientras hacía que los platos se lavasen y se guardasen.

Se miró en el espejo, odiaba como le quedaban esos vaqueros y mucho más como su pelo lucía crespo e indomable. Sin embargo ya había perdido mucho tiempo arreglando la casa y llegaría tarde al trabajo si no se apuraba.

0 0 0 0 0 0 0 0 0

Condesa de Granger y Ronald Weasley,

Tenemos el agrado de dirigirnos a ustedes con el motivo del enlace matrimonial de Sir Edward Thomas y Lady Rowena Kint. Por favor…

Miró la carta que su madre le había mandado por lechuza. Su prima se casaba, quería ir a la fiesta.

Miró la foto del pelirrojo que tenía en su cubículo. Ambos estaban en Hogwarts cuando les tomaron esa foto… Que felices parecían; que poco que se conocían…

- Agente Granger -dijo la voz del jefe del escuadrón- Por favor preséntese en la Sala de Juntas.

Hermione intentó alisar un poco las arrugas de su camisa y acomodar su inmanejable cabello antes de seguir al temido hombre que caminaba con paso arrogante delante de ella. Sus compañeros de oficina hacían silencio cuando él se acercaba.

No era malo, sólo exigente. Todos confiaban en él, uno de los primeros espías en el movimiento oscuro, y experto en la lucha contra los seguidores de Slytherin. Pero nadie se animaba a traspasar esa barrera de hielo que era hacia con los otros.

Abrió la puerta de la sala y la dejó pasar delante de él. Hermione se sentó en una de las sillas. A su lado se sentó su jefe y enfrente de ellos se encontraban Alexander Kashinau; jefe de Inefables, y el ministro de magia.

No pudo evitar que su pierna, en un común tic que acostumbraba desde siempre, comenzase a moverse. Sintió una mano en su rodilla, rápidamente sus nervios se calmaron para sentir un agradable calor que se extendía por todo su cuerpo.

- Buenas Tardes -saludaron los altos directivos del Ministerio. Hermione y su jefe, César Lecter, respondieron el saludo de la misma manera.- Los citamos para informarles de la nueva situación que requiere un entrenamiento de campo para la agente Granger.- Hermione no contuvo que su boca se abriese en señal de sorpresa, ni que una sonrisa apareciese en ella.

- ¿Agente de campo? -preguntó César Lecter sorprendido, con cierto orgullo de su pupila.

- Sí, usted se encargará de entrenarla. -dijo el jefe de inefables: Tenemos un par de problemas… Hay un nuevo foco que esta nucleando a los siervos más próximos de Voldemort, que quedaron libres.

Les pasó una carpeta y Hermione reconoció la cara de su antiguo compañero de clases, Draco Malfoy.Kashinau, tomando un poco de agua, dijo:

-usted es la persona indicada dado que conoce a la mayoría de ellos desde hace tiempo.

- ¿No me reconocerán? -preguntó temerosa al ver que había tratado con todos los mortífagos que figuraban en la carpeta.

- No. Irá camuflada, tendrá entrenamiento de un mes y luego se le asignará la misión de modo formal. Desde mañana disfrutará de su ascenso.

El hombre sonrió en una extraña mueca y agregó:

- Espero que no nos decepcione.

- Muchas gracias -dijo Hermione con educación, suprimiendo sus ganas de dar brinquitos de felicidad.

- Esperamos mucho de usted… Nos alegra ver que no nos defraudó hasta ahora. -dijo el ministro estrechando su mano con la de ella.- Lecter, por favor muéstrele la nueva oficina a la chica. -El pelinegro sonrió y asintió; abriendo la puerta para que Hermione pasase delante de él.

0 0 0 0 0 0 0 0 0

No podía negar que estaba feliz, muy, muy feliz. SU nueva oficina era espléndida; piso de madera oscura, muebles antiguos con un toque elitista y una enorme ventana falsa que mágicamente le daba luz solar y le permitía no sentirse encerrada. Por una puerta, se comunicaba con su jefe; César Lecter y por otra, tenía su pequeño cuartito de libros; que era inmenso.

Miró su aspecto nuevamente en el espejo. Ahora que la habían subido de puesto, seguramente se esperaría algo un poco más formal.

Miró sus botas: gritaban a los cuatro vientos, que en mejores épocas, fueron carísimas; pero ahora estaban un poco gastadas y no combinaban ni con el cinturón, ni con su bolso estilo marino de puerto que carga de todo.

Necesitaba un par de consejos, y la única que podía ayudarla, era su madre.

0 0 0 0 0 0 0 0 0

Harry Potter abrió la puerta de su oficina con el codo. No entendía como lograba cargar tantas carpetas sin tirarlas todas al suelo.

Encendió la luz de su oficina y vio que estaba ocupada. Una aburrida pelirroja estaba sentada con los pies encima del escritorio y mascaba su chicle mostrando hasta su último molar.

- Estoy ocupado Ginny, por favor vete a tu trabajo. -dijo con tono cansado y sin ánimos de discutir.

- Siempre estás ocupado para mí. -dijo la pelirroja con un ronroneo que pretendía ser sexy, pero que a él no le sonó en lo absoluto.

- Sobretodo ahora que tengo unas cosas que presentar… Por favor vete.

- Pero …

- Pero nada, otro día hablamos. -dijo abriéndole la puerta de su despacho. Ginny salió airosa y furiosa, mascullando palabrotas por lo bajo. Aprovechando que la pelirroja se había ido, abrió las carpetas y comenzó a leer hasta que un golpe en su puerta lo interrumpió. Sin querer distraerse, dijo:

- Ginny, no me interesa nada ahora…

- Lástima que no sea pelirroja, ni mujer -dijo Sirius Black con fanfarronería.

- Hola Sirius -sonrió a su padrino.- Disculpa, pensé que era…

- Ya me di cuenta -dijo el animago.- Hace tiempo que no te veía.

- Los informes terminaran lo que Voldemort no pudo. -dijo sirviendo café en dos tazas. Con cansancio, agregó:

- En serio¿Hay necesidad de hacer informes por cada idiotez que hace Malfoy Jr?

- No creo que hacer un informe por el gasto en túnicas sea importante. -dijo Sirius ojeando una de las hojas.- Ah, Umbridge…- dijo al leer quien lo firmaba.

- Sí, tengo que controlar todos los informes de la imbécil. -respondió Harry enojado.- Estos son los momentos que me pregunto por que no seguí medimagia como Hermione.

- Oh Quiddich como Ron. -sonrió Sirius.

- Creo que resucita el espíritu de Dumbledore para darme una patada. -dijo Harry.- Por cierto¿Has visto a Hermione últimamente?

- No. -respondió escuetamente el animago.- Desde que se fue a vivir con Ron no la veo… A él sí.

- ¿Dónde? -preguntó Harry sorprendido.

- La otra noche, creo que era domingo. Lo encontré en el callejón Diagon; los gemelos se cansaron de que estuviese molestando y le pidieron que se vayan…

- Intenté conseguirle un puesto en Irlanda que Wood me había ofrecido, pero directamente no fue a la reunión con los directivos de la firma.

- No me sorprende que Hermione tuviese tan mala cara el día de su cumpleaños. Está sin hacer nada y no ¨ pudo ¨ ir la fiesta en la casa de sus padres - dijo el animago, sintiendo un poco de compasión por la situación incómoda de la chica.

0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

Irina Granger se sentó cómodamente en su butaca frente al fuego de la chimenea de su biblioteca personal, y comenzó a beber su té de a sorbitos, mientras miraba el álbum de fotografías de la familia. Su hija siempre había salido bien en las fotos. Sabía como posicionarse enfrente a la cámara y que la luz fuese ella.

A sus cincuenta años aproximadamente, se seguían evidenciando signos de la belleza que tuvo en el pasado. Sus labios conservaban su forma, su piel seguía pareciendo suave y cremosa, aunque ahora se acentuaban más algunas líneas de expresión, y alrededor de sus ojos había algunas marquitas de la edad.

Sus ojos celestes tenían cierto brillo que se intensificaba al ver las fotos de su hija de pequeña.

Sin embargo su mirada se volvió fría de repente, al ver una foto de su boda. Odiaba como había salido allí; era una excelente actriz, pero no había podido mentirle a la cámara. Ella era la única que se había percatado que todo, era una farsa decadente desde el comienzo.

-Mamá -dijo la cara de Hermione que aparecía flotando en la chimenea. La miró sorprendida y sonrió.

- ¿Estás bien? Sal de ahí que te quemas.

-Sí, tengo una excelente noticia…

- ¿Te separaste? -Aventuró. Hermione rodó los ojos y dijo:

- No. Algo mejor.

- Mejor que re encausar tu vida no sé…

- Me promovieron.

-Felicitaciones -dijo contenta por ella.- Ven a comer a la noche para que festejemos.

- Te iba a invitar a comer y de paso a que me ayudases con la ropa…

-¿Me acabas de pedir ayuda para arreglarte? -inquirió feliz, como una niña a la que le acaban de regalar su barbie preferida.

- Que me orientes para comprarme ropa.

- Tu sabes que la ropa se acompaña del cabello¿No? –dijo mirando el aspecto descuidado. Las cenizas de la chimenea no eran suficientes para ocultar ese desastre.

- Te espero en Mall a las siete. -sonrió la castaña más joven.

Su madre sonrió cuando la comunicación se terminó. Sacó de la manga de su camisa una delgada vara de madera y simplemente tocó encima de la imagen de un pelirrojo al lado de su hija. La imagen del pelirrojo inmediatamente desapareció quedando la de su hija.

0 0 0 0 0 0 0 0 0

La prisión de Azkaban no era mundialmente reconocida por su estilo arquitectónico, ni mucho menos por su confort. Sin embargo, su nombre estaba grabado en la profunda memoria de los magos. Desde tiempos muy antiguos, antes de Camelot y Arturo; Azkaban ya era el terror de los magos, dragones, mantícoras, etc. Todo tipo de animales horribles habitaban allí. Los nobles veían en forma de entretenimiento como los prisioneros luchaban por sus vidas. Sin embargo, las cosas ya no eran así.

Era un edificio grande y de piedra gris, parecería un fuerte antiguo o algo así, a no ser por el pequeño lago que rodeaba la isla, que se limitaba por un aro de tierra contorneado por las frías olas del mar del Norte.

De aguas negras, frías y misteriosas, el olor que desprendía era suficiente castigo para los prisioneros que habitaban en la fortaleza. En las noches de luna llena, por un encantamiento antiguo, el agua espejada se transformaba, según quien mirase, en una pantalla de su peor pesadilla; una especie de ¨boggart¨ líquido.

Un auror esperó a estar completamente seguro que el bote estaba bien amarrado a la entrada de la fortaleza antes de saltar con agilidad. No quería correr riesgos innecesarios; caer en esa agua estancada podría dar un paro cardíaco por la mera temperatura; sin contar los demás horrores que podía presenciar.

Caminó con paso elegante por los pasillos de la prisión. Su nariz permanente le picaba a causa del olor penetrante que salía de las inmundas celdas inhumanas.

Llegó hasta el final del corredor y golpeó una puerta de metal oxidado. Un hombre le abrió y tras comprobar su verificación lo dejó entrar.

- Vengo a ver al prisionero 1183. -dijo con vos profunda, intentando demostrar su nuevo rango superior.

El guardia asintió y abrió la puerta de la verdadera celda, donde en un rincón perdido en los ángulos profundos y oscuros de la celda de piedra, un hombre que abrazaba sus rodillas levantó su rostro al escucharlo entrar.

Uno de sus zapatos pisó inmediatamente una cucaracha al entrar y su rostro mostró asco por el lugar donde estaba.

- Señor Malfoy. -El prisionero lo miró con sus pupilas dilatadas y ojos ardidos.- Vengo de parte del ministro de magia de Gran Bretaña…

- Salvo que me den mi libertad, no me interesa.- dijo el rubio, con pocas ganas de cooperar. Pasó sus dedos mugrientos entre sus cabellos rubios oscuros y lo miró interrogante al ver que no se iba. Agregó:

- Espero que no pretenda modales de un prisionero…

- EL ministro de magia hablará con usted hoy a la tarde. Quiere discutir nuevos términos de su condena.

- ¿Qué se puede discutir en el Beso al dementor? -dijo el rubio con ironía.

- A cambio de su ayuda… No le retirarán los cargos, pero tiene oportunidades de mejorar su estancia.

- En una semana, si no me equivoco, me ejecutarán… -dijo con poco interés.- No creo que este dispuesto a cambiar la pena¿O sí?

0 0 0 0 0 0 0 0

Hermione terminó muy cansada a la noche cuando salió del Mall. Su madre había logrado su cometido tras tantos años…

Peluquería, depilación, ropa y zapatos.

¨ Todo lo necesario para justificar tu gran cantidad de estrógeno ¨ dijo su madre con su dulce voz cargada de ironía. Hermione, no pudo responder por que estaba más ocupada gritando a causa de la cera caliente que se deslizaba en sentido contrario a los vellos de sus piernas, dejando la piel colorada pero lisa.

Estaban muy cansadas; quizás demasiado cansadas, cuando salieron de las compras y demás lugares. Madre e hija notaron que habían perdido la noción del tiempo. Era de noche, casi madrugada y no había ningún lugar abierto. Hermione, que no tenía muchas ganas de vagar por Londres, decidió decirle a su madre:

- Es muy tarde para que vuelvas a Gales, mamá, quédate en el departamento y mañana puedes manejar.

- Soy joven… -dijo su madre, con cierto orgullo tocado.

- Mamá…

- De acuerdo… Dormiré en el sofá.

- Mejor en la habitación de invitados… -dijo, esperando que Ronald no hubiese desordenado todo a causa de su aburrimiento.

0 0 0 0 0 0 0 0

Era bien entrada la madrugada, cuando un dolor horrible quemó su antebrazo. Hacía años que no sucedía…

Los rayos de luna iluminaban el lugar mientras una mujer apretaba sus dientes dejando escapar solamente un par de groserías en muestras de dolor.

Un par de ojos celestes miraron curiosas a la mujer antes de cerrar la puerta con delicadeza, no creyendo lo que acababa de ver. La mujer se retorcía de dolor, aunque no gritaba, mientras intentaba sin éxito ocultar la visible marca de su antebrazo.

Iba a ser verdad que el alcohol lo estaba matando, más que el aburrimiento y su vida de garrapata.

0 0 0 0 0 0 0

César Lecter miró con aburrimiento los autos. Pequeños puntitos desde la altura donde se encontraba, pasaban a velocidad por la calle debajo de él.

La guerra contra Voldemort, donde había luchado las dos veces, lo había vuelto paranoico y como condición para quedarse en el ministerio había puesto que entre sus gastos de trabajo figuraba la habitación del exclusivo hotel donde vivía. No era un problema con sus propias finanzas, de hecho no necesitaba trabajar, pero le agradaba vivir en ese lugar.

Estaba decorada con un estilo francés sumamente exquisito, con suntuosas alfombras hechas a mano, sábanas de lino bordadas y un enorme ventanal. Por si fuera poco, tenía una sala de entrenamiento acondicionada allí.

Miró nuevamente la carpeta sobre la mesita ratona. Esa chica Granger tenía futuro.

Se sorprendió al leer ¨ padres muggles. ¨ La magia aparecía hasta en los lugares menos esperados, no era normal todo ese potencial si no era de familia maga.

Seguramente se equivocaba, pensó para sí mientras decidía pedir un poco de té caliente para poder dormir.