¡Hola!

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de la escritora J.K Rowling.

Historia de un Slytherin y una Griffindor

"Porque no todos se enamoran a primera vista…algunos cultivan el amor desde pequeños, lo ven florecer, intentan arrancarlo, el sol intenta quemarlo, la tierra intenta impedirle el crecimiento…pero al final…nada puede impedir que germine, crezca, se expanda."

Capitulo 1: La Introducción de este problema

Largo era el camino que había que transitar para llegar a Hogwarts. Y cada uno de aquellos niños que habían, en algún momento, subido a aquel tren, no sabían realmente lo que les esperaba el destino. En ese tren estaban en juego sus esperanzas, su futuro, sus metas, sus sueños, sus amigos…e incluso…sus propias vidas. Nadie tiene conciencia de eso cuando se coloca el sombrero, tampoco cuando este grita un fuerte "Griffindor" "Hufflepuff" "Slytherin"...la emoción del momento cubre todo, marcando corazones, vidas, con un supuesto destino escrito.

¡Porque si algo está claro, es que cada vez que aquel sombrero arrogante gritaba un nombre, a esos niños se les ponía un sello! ¡Los leales Griffindors! ¡Los débiles Hufflepuff! ¡Los raros Ravenclaw! ¡Los fríos Slytherin! Pero… ¿Qué de real son esas palabras? ¿Cuánta verdad encierran esos nombres tan marcados y tan estereotipados? ¿Cuán leal podría ser un Griffindor en comparación con un Slytherin? Realmente… ¿Serán verdad esas características, que año tras año han colocado sobre cada niño?

Quizás si, pero lo cierto es que no podemos estar seguros de cuan ciertas son, hasta que llegando a cierto punto de la vida nos damos cuenta de la realidad. ¿Qué realidad? Que no todos los Griffindors son leales, que no todos los Ravenclaw están locos, que no todos los Hufflepuff son unos débiles…e incluso…que algunos Slytherin…si aman. Estas son notas al calce de la real historia que quiero presentarles. Hay muchas historias sobre el trió dorado, e incluso hay muchas historias sobre Harry Potter como individuo, pero…es una historia distinta la que quiero contarles hoy. Una historia que nos llevara a comprender…que somos seres distintos unos de otros…que nadie merece ser denominado de una forma, que todos…somos más de lo que aparentamos.

Todo empezó hace años, hace tantos años que mis canas ahora cada vez más blancas tenían su hermoso color natural. Era un día frio en Hogwarts, como cada vez que llegaba la época de invierno, los copos de nieve se podían contemplar a través de la enorme ventana que había en una esquina de la extensa biblioteca. Y allí esta cierta castaña de diez y seis años sentada junto a la misma, traía muchas capas de ropa para amortiguar el frio, he incluso se había colocado un gorro hasta las orejas, y por lo visto, no tenía ninguna intención de salir de aquel cómodo sillón en el cual se encontraba leyendo, por millonésima vez, la historia de Hogwarts.

El frio se colaba con tal intensidad por el pequeño espacio de la entre abierta ventana, que luego de unos minutos de lectura concentrada la castaña levanto la vista y dejo salir un largo suspiro antes de extender un brazo dispuesta a terminar con aquel suplicio. Solo por si acaso, se detuvo un minuto para comprobar que era la única en aquel frío y silencioso lugar, habiendo afirmado lo que de antemano sabia, cerro la ventana y se acomodo mejor el gorro que no parecía estar haciendo muy bien su trabajo. Se encontraba sola aquel día de a mediados de invierno, sus dos mejores amigos, en incluso Ginny habían decidido salir, ella decidió quedarse allí, poniendo de excusa que hacia un frio espeluznante.

Dos golpes seguidos en la ventana hicieron que la prefecta de Griffindor se pusiese de pie y se asomase a mirar. Diviso dos capas negras y cierto borde verde y amarillo que fácilmente podría reconocer en cualquier sitio. Allí estaban dos Slytherin tirándose con nieve amistosamente; cosa que en la mente de Hermione Granger no encajaba. Otra bola de nieve voló hacia la ventana, entonces supo que no se estaban arrojando nieve entre ellos sino que estaban arrojando nieve hacia la ventana para molestar; lanzando un suspiro volvió a sentarse antes de escuchar otros dos golpes.

Intento ignorar el ruido casi inexistente de esos golpes contra el cristal, pero se le hacía muy difícil concentrarse en esos momentos. Poniéndose en pie rápidamente abrió la ventana, recibió un golpe de nieve directamente en la nariz y se llevo la mano al rostro. Cuando se repuso del golpe, y luego de notar que le salía un hilo de sangre, abrió los ojos y enfoco al culpable de ese suceso. Allí, a una distancia realmente prudencial, estaba un rubio de ojos grises que la miraba sorprendido; pero pasado los primeros instantes del susto, y luego de haber comprobado que la castaña no parecía haberse lastimado soltó una enorme risa que aun a la distancia Hermione podía escuchar.

-Ten más cuidado la próxima vez, Granger.- se burlo Pansy Parkinson acompañando al rubio.

-¡Idiotas!- grito Hermione antes de cerrar de golpe la ventana y sacar un paño para limpiar aquel tedioso hilo de sangre que se apresuraba a bajar por su mentón sin permiso alguno. Lo intercepto antes de que pudiese manchar la tela de su camisa y se dejo caer en la silla con un largo suspiro. Detestaba a los Slytherin, pero entre todos, el peor de los peores…era aquel rubio, pálido, de ojos grises que se sentía superior a todos.

-¡Hermione! ¡Tengo una idea!- grito Ronald corriendo hacia ella entre las mesas de la biblioteca.

-¡Ronald! No hagas ruido, estas en una biblioteca.- lo regaño la castaña cerrando los ojos exasperadamente.

-¿Qué paso? ¿Y esa sangre?- le pregunto el pelirrojo deteniéndose junto a ella

-No es nada. ¿Por qué venias tan emocionado?- pregunto encogiéndose de hombros.

-Es sobre…Lavender…estaba pensando en invitarla al baile de navidad, pero…últimamente anda pegada al Hufflepuff ese.

-¿Ernie?

-Si, el Macmillan ese…no sé porque andan tan juntos últimamente.

-Es bastante normal, creo que les han asignados unos trabajos en pareja, Ronald, no creo que sea tan importante.- se encogió Hermione dejando el pañuelo en la mesa al notar que aquel corto sangrado había cesado hace algunos momentos sin que ella se diese por enterada.

-De todos modos, estaba pensando que podía invitarla a comer y preguntarle pero…estaba con Ernie, la vi cuando pase por el campo de Quiddich camino acá, entonces pensé que podrías venir conmigo y darle conversación al bobo ese para poder hablar con Lavender.- le dijo Ronald y esbozó una sonrisa risueña intentando obtener una actitud positiva de parte de su mejor amiga.

-¿Por qué no se lo has pedido a Harry, o a Ginny? …Andaban contigo… ¿No?

-Sí, pero se han quedado hablando y me he regresado solo. Realmente no podía dejar de pensar en Lavender y Ernie.- comento el pelirrojo rotándose entre las sillas para quedar sentado más cerca de la castaña y no tener que levantar la voz; lo menos que deseaba el pelirrojo era que alguien escuchara lo celoso que se encontraba.

-Ay, Ronald, vamos…te ayudo.- sentencio la castaña poniéndose en pie.

Exactamente igual que todos los días, una idea llevaba a otra, y un plan a otro…y al final todo terminaba siendo un caos. Exactamente eso fue lo que ocurrió aquel día de mediados de invierno cuando Hermione luego de ayudar a Ronald termino caminando hacia las mazmorras a cumplir el castigo que le habían impuesto por utilizar su magia contra Pansy Parkinson. ¿Cómo había terminado en eso? Ella aun no tenía la más mínima idea, pero el profesor Snape le había visto y le había quitado 50 puntos a Griffindor antes de decirle que tendría que limpiar los viejos calderos que se hallaban en un cuarto en el fondo de las mazmorras.

-¡Lo siento, ha sido mi culpa, no debí pedirte ayuda!- se disculpo muchas veces Ronald mientras caminaban hacia la torre Griffindor horas atrás, Lavender había accedido a ir con el pelirrojo a la fiesta de navidad, y como Hermione había predicho…solo estaba con Ernie debido al trabajo que les habían asignado en la clase de pociones.

-¡Tontos calderos!- se quejo Hermione mientras intentaba escoger uno de aquellos viejos trastes y comenzar a limpiarnos.

El proceso era tedioso, agotador y asqueroso; el olor a viejo mezclado con la humedad y cierta pestilencia de lo que podrían ser ratas hacia que la castaña deseara, solo por un segundo, no haber atacado a la insoportable cara de cerdo. ¡Aunque había sido inmejorable! Mientras se esforzaba por olvidar que con un solo movimiento de su varita podría terminar su tarea se adentro en una parte de su mente a la cual nunca antes había accedido. Inconscientemente se encontró pensando en la cara de sorpresa que había surgido en el rostro de Malfoy en aquel momento cuando apunto a Parkinson; parecía realmente sorprendido y preocupado cuando vio a su amiga en el suelo, por un instante Hermione pensó que le atacaría pero…justo en ese instante el profesor Snape hizo acto de presencia.

-¡Oye, no seas bruto!- aquella voz chillona la saco de sus pensamientos; saco su varita y se acerco rápidamente a la puerta. Se escuchaban sigilosos pasos golpeando la loseta en un intento de pasar desapercibidos.

-No te quejes tanto, Granger no te hizo nada grave, además…todo fue parte del plan.- aquella voz apenas era perceptible, e incluso hubiese pasado desapercibida si Hermione no hubiese estado haciendo un hechizo para poder escuchar.

-Al final parece que conoces muy bien a Granger, rubio.- aquella voz chillona había adquirido un toque de diversión al final de las silabas.

-Granger es predecible, Pansy…tanto…o más que tu.- se burlo el otro.

-Ya verás quien es predecible.- siseo Hermione apretando los dientes. Por su puesto sabio de quienes eran aquellas voces; debían ser Parkinson y Malfoy, pero no llegaba a entender por qué motivo habían planeado que ella atacara a la pelinegra. ¿Qué estarían planeando? Definitivamente, desde aquel salón, rodeada de calderos, no podría averiguarlo por lo cual decidió hacer lo que nunca en su vida se le hubiese ocurrido por si sola…porque ese tipo de locuras normalmente las planeaban Harry y Ronald.

Girándose hacia los calderos limpio la mitad con un movimiento de su varita y saco la capa de invisibilidad que, por suerte, había traído consigo. Salió rápidamente del cuarto con la capa cubriéndola pero no lograba saber hacia dónde se habían dirigido los Slytherin. Hasta que, en una mirada superficial logro ver unas manchas de lo que parecía fango sobre las claras losetas. Dirigió sus pasos por esa dirección y luego de unos minutos caminando con rapidez logro alcanzar a los otros dos. Iban de prisa, comentando entre susurros y mirando a todos lados; luego de unos minutos Hermione se percato que se dirigían fuera del castillo, cosa que por su puesto no era permitido.

La castaña abrió los labios sorprendida al darse cuenta que estaban saliendo por la puerta que ella, como prefecta de Griffindor, debía vigilar, y la cual, al ella estar castigada, nadie estaba custodiando. Los Slytherin salieron sin problema alguno y Hermione pensaba seguirlos pero se abstuvo al percatarse que era mejor ir a donde sus amigos y contarles lo que había escuchado y visto. Escondiéndose, se saco la capa de encima y luego subió las escaleras hacia la torre Griffindor lo más rápido que sus pies y pulmones se lo permitieron.

-¡Hermione!- se sorprendieron Harry y Ronald al verla atravesar la puerta de la señora Gorda.

-¡Tengo que hablar con ustedes chicos!- sentencio Hermione corriendo hacia ellos.

-Pensé que aun estarías en el castigo.- le dijo Ron con una acentuada cara de confusión.

- Si, debería, pero…he escuchado a Malfoy y a Parkinson hablando sospechosamente y los he seguido…han salido del castillo; les escuche decir que planearon hacerme perder los estribos para que me castigaran.- les explico rápidamente la castaña.

-¿Por qué harían eso? ¿No sabes hacia donde iban?- cuestiono Harry

-No, pero la puerta por la cual salieron es mi puerta de vigilancia, es muy cercana al bosque prohibido.- sentencio Hermione.

-Si esos dos tienen algo entre malo, no puede ser nada bueno.- dijo Ronald rascándose la cabeza.

-Esperaremos a mañana, si van a hacer algo importante, volverán a salir.- susurro Harry en voz casi inaudible antes que el profesor Snape atravesara la puerta en compañía de la profesora Mcgonagall.

-Granger, está usted en serios problemas.- sentencio Snape.

Y Griffindor perdió 100 puntos aquel día acusa de Hermione Granger; quien diría que la prefecta perfecta, a partir de ese día seria la causante de un descenso notable en el puntaje final de aquella casa que solía aventajar a los demás con facilidad. No tuvo que volver a los calderos, pero se gano malas miradas de algunos compañeros cuando le quitaron puntos por causa de ella…y aun mas…cuando no dio una escusa razonable, una que justificase el porqué no estaba donde debería estar. Tras ese suceso, y un tanto enojada por haber perdido puntos la castaña, aquella noche, se dejo caer sobre la cama…cerró los ojos…y durmió…

"Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos."

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