Bueno, creo que para empezar sería bueno que me presentaré ante todos. Mi nombre es Tania, y este es mi primer fic relacionado con el anime Kaleido Star. Sé que hace mucho que dicho anime finalizó, pero me puse como reto hacer un fic de este tipo, sin contar que no encontraba mejor trama, en cuestión de animes, como para poder ejecutar esta idea.
Ahora que he dejado todas las cosas claras, rogaré y agradeceré a todos, para que dejen un review sobre esta historia. Me despido, momentáneamente.
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Anjo e Demônio
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"El mundo ha caído en las tinieblas, y sólo un ser de alma pura podrá vencer esa oscuridad que al mundo acecha. Pero, se necesita la ayuda de un ser oscuro para liberlarle. Un toque demoníaco".
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-...- (Lo que los personajes dicen)
-"..."- (Lo que los personajes piensan)
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(...) (Aclaraciones de la Autora)
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Sólo hago uso de ellos para crear historias que entretengan a los lectores. Aunque, he estado planeando un siniestro secuestro en contra de cierto joven de larga cabellera platinada y ojos purpúricos.
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Cáp. 01: Tinieblas.
La Tierra, un hermoso mundo terrenal, lleno de vida y esperanza para todos aquellos que ahí vivían. O eso era antes de que la Oscuridad se encargara de reescribir la historia, al abrirse las puertas del Infierno sobre ese mundo, acabando con todo ser vivo.
Demonios. Seres despiadados, sedientos de sangre, que disfrutaban el ver sufrimiento ajeno. El mundo como antes era conocido, ahora es un martirio donde cada día miles de vidas son sacrificadas por puro placer. La sangre corre por lo que antes eran ríos de trasparentes aguas, cuerpos despedazados y en descomposición adornaban los campos, donde años antes los animales pastaban. El mundo se había vuelto negro.
Un castillo se elevaba cerca de lo que años atrás fue el monte Everest. Hecho con piedras volcánicas, tomando un oscuro tono. A su alrededor, pequeños cúmulos de niebla se formaban, haciendo un lúgubre efecto. A todas horas, gran variedad de demonio entraban por el sinnúmero de entradas, apoyándose con su gran habilidad al volar. Dentro del gran palacio, la Familia Real vivía. Conformada por los Sumo Gobernantes de ambos mundos. Una pareja de demonios, de alto rango, crueles y despiadados, con extraordinario poder. Su descendencia directa, con vida, un joven de diecinueve años, frío y solitario. Con larga cabellera platinada, alto y musculoso. Sus ojos eran oscuros, con un toque purpurino. Y al final, se encontraba la fallecida hija menor, quien gracias a una guerrilla enemiga, fue eliminada de la peor manera. Eso afecto bastante a su hermano, quien juró vengarla a cualquier costo.
Un perturbador grito resuena por las paredes del oscuro castillo. Unos ojos brillan entre las tinieblas, antes de cerrarse con lentitud, siguiendo ese sonido que le invoca. Una fuerte ventisca azota por dentro al palacio, corriendo por los pasillos hasta llegar a la sala principal.
Dos tronos se levantan en el centro de la habitación. Oro puro adorna esas majestuosas sillas. Cortinas púrpuras cuelgan a su alrededor. Una alfombra roja desde la entrada hasta el inicio de la escalinata que lleva a los tronos, donde, desde hace ya más de diez generaciones, los reyes demoníacos dominan.
-Leon…--murmura una de las sombras. Su voz es grave, gruesa, y tiene un toque maligno.
-Hijo—una segunda voz suena, sólo que esta tiene un tono un poco más chillón, pero a la vez, también tiene un aire tenebroso.
De entre las sombras, apareció el joven, con su típica fría mirada, sin mostrar el más mínimo sentimiento hacia sus padres. Caminó por la alfombra, deteniéndose frente a ellos y hacer una leve reverencia.
-¿Para que me has llamado, padre?—preguntó, usando una voz sepulcral, muy fría.
-Hemos localizado a un grupo de rebeldes cerca de las montañas, y quiero que tú lideres la exterminación—dijo firmemente.
El muchacho no se inmutó, simplemente apretó un poco el ceño e hizo una reverencia, encaminándose a la salida.
-Con gusto acabaré con ellos…--dijo desapareciendo en las tinieblas.
Los pasos resonaban gracias a las hojas secas que se encontraban esparcidas en el suelo. Gotas de lluvia comenzaban a caer, confundiéndose más con sus seguidas pisadas. Jadeos se escuchan, seguidos de gruñidos o gritos de los demonio-guardias que los perseguían desde hace ya un buen rato. Ya habían tomado las vidas de más de la mitad del grupo, ahora, sólo quedaban los más hábiles y por lo tanto, los más peligrosos para su diabólica raza.
-¡Ah!-
-¡Marion!—grita una voz con horror, al ver como la niña cae al piso y un gran número de criaturas se acercan peligrosamente.
-¡Muere mocosa!—exclama uno de los demonios.
Un silencio sepulcral cubre la escena. Un viento frío abraza todo el lugar, mientras que la tormenta se desata sobre unos sorprendidos seres, al ver que su presa, había desaparecido así, como así.
-¿Dónde se fue?-
Un sollozo se escucho cerca de ellos, levantando la mirada, encontrando a la pequeña en los brazos de una joven mujer. No más de dieciocho años, de alta estatura y hermosa figura. Su cabello no era muy largo, de rosadas tonalidades, algo extraño para la época, y era sujetado en una coleta baja. Vestía un short militar, algo rasgado y desgastado. Una blusa negra de tirantes, debajo de un chaleco verde con varias bolsas a los costados y unos botines negros en sus pequeños pies. Gruñeron furiosos, desplegando sus inmensas alas, listos para lanzarse contra ellas.
-Marion, sal de aquí—dijo bajándola, quedando sobre la rama.
-Pero, Sora…
-¡Vete!—ordeno sin quitar la vista de los demonios, que ya habían alzado vuelo.
Tembló bajo su tono de voz, cerró los ojos haciendo que algunas lágrimas retenidas rodaran con libertad por sus mejillas. Se impulso con sus piernas, saltando de la rama hacia el piso, siendo cachada por un joven de cabello claro y ojos azules.
-Sora…--murmuro el chico llevando a la niña junto a los demás.
-¡Mujer estúpida...!—gritó uno de los demonios antes de lanzarse contra ella con su lanza en su mano. Lo único extraño, fue el no haber atravesado nada--¿Qué…?-
-¡Hey animal estúpido!—exclamó, apareciendo por su espalda, golpeándolo fuertemente, haciéndolo caer. Posiblemente le rompió un ala.
-¡Maldita seas!—gritó un segundo demonio, lanzando su lanza contra ella.
En un ágil movimiento, logro esquivarla, sacando una daga de una de las bolsas de su short, y apuntar hacia el demonio. Con una certera puntería, la daga quedo clavada en el hombro de la criatura, haciéndolo caer sin remedio, y quedar rendido junto a su compañero herido.
-Humanos—decía uno al ver como el grupo se acercaba para darles muerte—No importa si acaban con nosotros, un gran ejército viene en camino.
-No tiene caso, ustedes morirán y nosotros gobernaremos este inmundo planeta.
-Malditos…--murmuró la chica, viendo como sus compañeros atacaban a los demonios sin piedad, vengándose de todo lo que les habían hecho en los últimos años.
No estaba nada tranquila ni alegre por la reciente victoria. Lo que habían dicho, un ejército. No podría con ellos, no solos. Apretó los puños con furia, golpeando el tronco del árbol con fuerza. Después de todo lo que había pasado, todo lo que habían sacrificado, y ahora, morirían a manos de esos despiadados demonios. Escuchó un graznido, seguido de muchos más. Maldición, ahí venían.
-¡Rápido, hay que huir!—exclamó, bajando del árbol con un salto, alertando a todos--¡Ahí vienen!-
Sacaron sus armas de los cadáveres de los demonios, para comenzar a correr, buscando refugio en alguna cueva. Pero para su desgracia, estaban bastante lejos de la zona rocosa. Por lo tanto, estaban desprotegidos.
-¡Vamos, vamos!—gritaba Sora, sujetando la mano de algunos niños y jalándolos con más fuerza, tomando velocidad--¡Nos están alcanzando!-
-¡Vamos a morir!—gritaba una mujer al borde de la histeria.
-¡No digas eso Sara!-
-Pero, Anna…
-¡Guarden silencio las dos!—gritó el joven con la niña aún en los brazos.
-¡Ken!—gritó Sora--¡Anna, Mía, Sara, llévense a las gemelas!—grito corriendo, dejándole a las niñas, antes de correr en sentido contrario.
-¡Sora!—gritaron todos al ver la locura que estaba haciendo la chica.
La chica corría decidida, sería la carnada, haría lo posible por entretener a esas criaturas, aunque sea lo suficiente para que sus amigos escaparan lo más posible. Una nube oscura cubría el cielo, aleteos resonaban gracias al eco, y los sonidos guturales de los demonios provocaban leves escalofríos en su espina dorsal.
-¡Regresa, Sora!-
No escuchó los gritos desesperados de sus amigos, se detuvo detrás de un fornido árbol. Con cuidado miró, distinguiendo cada vez mejor las oscuras figuras. De su chaleco sacó un crucifijo, apretándolo con fuerza. Era su fin, pero lo haría por salvar a todos sus seres queridos. Se preparó para salir, pero una voz demasiado conocida para ella resonó a su alrededor. Una extraña ira recorrió todo su cuerpo.
-No puede ser…--murmuro asomándose, buscando a aquel ser entre todo ese montón de sombras.
Un carruaje escarlata, siendo jalados por caballos alados, de rojizos ojos y diabólicas alas. Los guerreros se quitaban, dejando pasar a su líder y príncipe. Una fría corriente sopló, haciendo que la capucha que cubría su rostro ladeara, dejando al descubierto parte de su rostro y cabeza. Apretó con fuerza los puños, maldiciendo internamente.
-Tú…-murmuro con rencor.
Movió un poco la cabeza, descubriendo por completo su rostro. Una mirada fría. Sus cabellos platinados reluciendo a pesar de la oscuridad que les rodeaban. Vestía una armadura negra, con finos detalles en plata y oro. Y una capa rojo sangre, haciendo total contraste con el color de sus cabellos.
-Encuéntrenlos y mátenlos a todos—ordeno con voz firme.
Comenzó a respirar con dificultad. Estaba totalmente fuera de sí. Apretó con más fuerza el crucifijo, guardándolo en una de las bolsas del short. Sacando la daga que allí normalmente se encontraba. Se vengaría de él, por todo el sufrimiento que le había causado.
-Oh no…--dijo Mía llevándose la mano a la boca.
-Pero si es…--intentaba decir Anna.
-El Príncipe Leon…--finalizó con temor Rosetta.
-Sora—murmuró Ken, sabiendo lo que posiblemente sucedería—Hay que impedir que haga una locura—dijo decidido, mirando a las mujeres.
-¡Sí!-
Dejaron todas sus cosas, y corrieron hacia donde estaba la chica, pero, no la encontraron donde momentos antes de encontraba. ¿Dónde demonios se había metido? Miraron a su alrededor, hasta que con terror, pudieron divisarla extremadamente cerca de los demonios.
¡Sora!—exclamaron, temiendo ya lo peor.
Se sostuvo de la rama, sin quitar la mirada de su blanco. Sujetó con firmeza, antes de salir de su escondite, quedando totalmente a la vista del ejército y príncipe.
-¡Leon, prepárate para morir!—gritó antes de lanzar la daga con una fuerza y precisión muy característica de ella.
La sorpresa lo golpeó momentáneamente, volviéndose todo en cámara lenta para él. No era posible que fuera quien creía que era. Tragó un poco de saliva, con bastante dificultad, antes de darse cuenta de esa daga que iba directo a su cráneo. Sacudió su cabeza, despertando de su ensoñación, esquivando la daga, que terminó clavándose en el pecho de uno de sus guardaespaldas demoníacos.
-¿Sora…?-fue lo único que pudo articular, antes de ver como la chica caía con delicadeza sobre una de las ramas de ese frondoso roble.
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Continuará…
Terminé…el capítulo. Ahora, sólo espero sus opiniones. Agradezco desde ahora, a quienes dejen un review.
Atte: TanInu
