Disclaimer: Nada es mío.

Confesiones de Invierno

Ella es única. No habrá -no encontraré ni pretendo buscar- otra como ella.

¿Cómo no adorarla? Tiene la mirada más dulce, la palabra precisa, la sonrisa más cálida. Es la chica más deternimada y quizás, las más malhumorada, que he conocido. Qué va, tiene un caracter de los mil demonios; pero lo vale; porque aún no he mencionado sus voluptuosos senos, su cintura prácticamente inexistente o su trasero firme…
Si, es única y yo la amo.
Ella se llama Lily Evans, va en mi misma casa y curso, es prefecta y la mejor alumna de la promoción.

Sólo queda mencionar un pequeño, mínimo detalle, ella me odia.
¿Y quién soy yo? Soy James Potter. Formo parte del grupo más popular y aclamado de la escuela, tengo 17 primaveras, soy carismático y el mejor buscador que se ha visto en Hogwarts nunca jamás.

Sirius Black, mi mejor amigo, se aproxima hacia mí de manera muy resuelta y entusiasta. Yo sonrío, pero no por él, sino porque convenientemente, mi pelirroja preferida camina detrás de él, sumergida en un mundo en el que me encantaría naufragar con ella.

- ¡James! –exclama entusiasta -Snapy se ha…caído accidentalmente al lago, te la perdiste. –me dice riendo y una gran sonrisa se forma en mis labios.
- ¡Black eres un completo idiota!- exclama la muchacha pelirroja que pasaba por allí y se coló entre mis sueños, y cuya voz es melodía para mis oídos. Si, ella. Lily Evans.

No parece muy feliz. Frunce el ceño, se abraza más a los libros que mantiene sujetos contra su pecho y maldice algo en voz baja antes de voltearse violentamente y comenzar a andar por donde Sirius había aparecido, mas antes de perderse en el final del corredor, volvió a voltearse y con voz firme y cierto tinte cínico en la voz murmuró:
- ¡15 puntos menos para Gryffindor!

- ¡Traidora!- masculló Sirius entre dientes.

No me gusta en lo absoluto que Lily tenga esa…simpatía por Snape. Él es un cretino, y está a la vista de todos que aspira convertirse en un mortifago, como esos amigos suyos, Avery y Mulciber. ¡¿Es que acaso Lily no lo ve?!

Sirius aún parece bastante ofendido por el injusto descuento de puntos. Yo sonrío y le ofrezco un pequeño escape a las cocinas, para que me relate con lujo de detalle lo ocurrido. Parece que di en el clavo. Una nueva sonrisa traviesa se dibuja en el rostro del primogénito de los Black.

Regresamos tarde, bueno, sólo yo. Dejé a Sirius en Hosmeade, en la taberna de Madame Rosmerta, con una rubia exuberante que…en fin. Los detalles y conclusiones de su cita nocturna los dejaremos para otro momento, ya vendrá Sirius a fanfarronear luego.
Si bien la idea principal había sido visitar a los elfos domésticos de Hogwarts, la idea de un par de jarras de Hidromiel de Madame Rosmerta era más tentadora. No pueden culparnos por ello.

Me paseo con precaución por esos corredores que ya me sé de memoria. Hoy no traigo mi capa de invisibilidad, Peter tiene razón cuando me dice que debería traerla siempre conmigo, uno nunca sabe cuándo se la puede necesitar.

Peter es otro de mis amigos, con quien, junto a Remus Lupin y Sirius, formamos "Los Merodeadores".

Remus es el más normal de nosotros. Bueno, irónico y relativamente normal, pero esa es otra historia que quizá relate más tarde, es probable que lo haga, la luna llena se aproxima y quizá nos topemos con mi pequeño problema peludo.

Y Peter…Bueno, él es como mi hermano pequeño. Mejor dicho: el hermano pequeño del grupo. Sirius reemplazó a su hermano real por Peter, mas esa también es otra historia. Peter es pequeño, miedoso y un poco torpe; pero es muy amable, apesar de que nadie le gana en amabilidad a Remus.

Remus Amable Chocolate Lupin. Así debería llamarse.
Si. Adoro a mis amigos. Mi vida es genial, sólo me falta ella, pero estoy seguro que terminará cayendo en mis redes, ella no puede ser para otra persona que no sea yo. Suena un poco arrogante, pero…Ella nació para mí.

Le doy la contraseña de mi casa a una adormilada Dama Gorda, quien entre maldiciones me deja entrar en la torre Gryffindor.
Las luces tenues indican que el toque de queda ya es historia. Bostezo exageradamente y tras echar un último vistazo a la sala desierta, me aproximo a las escaleras.

Un gemido ahogado me obliga a detenerme. Frunzo el ceño y vuelo a mirar, ahora con más atención. Arqueo una ceja y miro con escepticismo un pequeño ovillo pelirrojo en una de las butacas más cercanas al fuego.

La miro durante algunos segundos y me aproximo a ella. Siempre creí que entre Merlín y yo había un vínculo especial, ahora lo compruebo.

Poso una de mis manos sobre su cabellera y la acaricio lentamente; me acuclillo frente a ella

- ¿Evans?- susurró con voz suave.

Ella levanta la mirada, parece asustada, exaltada o sorprendida. Quizá las tres. Frunce el ceño y limpia las lágrimas con las manos de forma apresurada.

-Cin-cinco pun-tos menos por…por merodear en los pasillos en… horas in-debidas.-dice, intentando tranquilizarse y dejar de llorar.

Yo sonrío con cierta dulzura. ¿Ven por qué me encanta? Ella es adorable.

-Evans… ¿Puedo ayudarte en algo?- pregunto, no tengo intenciones de irme, no ahora que por fin estoy a solas con ella y mucho menos dejarla en este estado.

-Vete…Potter vete. –susurra, volviendo a secar sus lágrimas. Yo aparto una de sus manos y acaricio su rostro con la yema de uno de mis dedos.

-Oh, vamos. Mi madre solía decir que una excelente cura para la tristeza es sentarse frente al fuego y dejar salir todos tus problemas. Eso acompañado de una buena taza de chocolate. –le sonrío. Ella frunce el ceño y reviso entre los bolsillos de mi túnica hasta hallar una tableta de tamaño considerable que esta mañana hurté de las pertenencias de mi querido amigo Lunático (o Remus para quien no esté familiarizado con los apodos).
Ella me mira dudosa y finalmente toma con delicadeza la tableta de chocolate. Se nota que está mal, en otras circunstancias me la hubiera arrojado por la cabeza al solemne grito de "¡Piérdete Potter!".

- ¿Y bien?- susurro. Al menos ya está un poco más tranquila y ha dejado de llorar, su mirada está fija en el crepitar de las llamas de la chimenea, y la mía está perdida en ella.

Lily niega con la cabeza.

- ¿Haces esto para burlarte de mí mañana?- me pregunta con dureza. ¡No se hace eso con las personas que intentan ayudarte! Además… ¿Yo? No sería capaz…Bueno, quizá no con ella…

-Claro que no, Lily. –reniego indignado; pero no creo que sea el momento indicado para hacerme el ofendido.

Ella me mira con sus penetrantes ojos verdes y yo le devuelvo la mirada; hasta que ella la aparta.

Toma la tableta de chocolate y comienza a abrirla con especial cuidado; luego, con la misma dedicación, corta dos trozos de igual tamaño y me da uno.

-Lily, si no quieres hablar, no lo hagas…Creo que no soy la persona a la que preferirías comentarle todas tus penas, pero…ya sabes, cuando quieras alguien que te escuche…puedes contar conmigo. No le diré a nadie y prometo no burlarme.- murmuré sin mirar nada en particular. Si Sirius me viera ahora diría algo como "¡Estás peor de lo que pensaba!" O mínimamente intentaría contactar con especialistas de San Mungo.
Ella me mira con cierto sarcasmo, mas finalmente asiente.

-No me acostaré contigo simplemente porque estés aquí conmigo ahora.

¡Yo intento ayudarla y ella lo único que hace es agredirme! Quizá tenga sus razones… ¡Pero eso no justifica que me maltrate así ahora que mis intenciones son buenas!

-Mira Evans; solo intento ser amable contigo.

Sus ojos se llenan nuevamente de lágrimas y yo titubeo. Creo que Lily sensible es peor que Lunático días antes de la luna llena.

-Lo siento…-dice finalmente cuando hago un amague de levantarme e irme a dormir.-Es que siempre que te diriges a mi, es para burlarte…o humillarme.

-No es cierto…

Ella me mira y yo termino desviando mi mirada. Suspiro. Mi subconsciente dice que mi pelirroja tiene razón. Y mi consciente quiere extirparme el subconsciente.

-Es sólo que…Andrew y yo terminamos…-susurra en voz casi inaudible, mas yo consigo oírla perfectamente.

No puedo evitar sentirme bien por eso. Ese tal Andrew es un fanfarrón que no sabía apreciar lo que tenía.

-Lo siento…-susurro, más que nada para no dejarnos caer a ambos en un incómodo silencio.
Ella asiente y vuelve a partir el chocolate en dos trozos. Vuelve a darme uno y yo vuelvo a tomarlo.
-Y…Pero…no lo sé, no es justo. Si no me quería…si no quería estar conmigo podría habérmelo dicho desde un principio y…Soy una idiota. Y no debería estar diciéndote esto y sé que voy a arrepentirme. –murmuró afligida, con sus ojos nuevamente perlados en lágrimas cristalinas.

Sus ojos se veían realmente preciosos. No sé exactamente cómo describirlo, estaban más claros, más profundos, como si pudiera uno ver su alma a través de ellos. Y no lo digo simplemente porque esté embobado por ella. Es decir, acepto que desde que me gusta estoy actuando ligeramente más idiota, pero…En fin. Esto carece de importancia.

-Si te arrepientes, no será por mi causa- murmuro solemnemente. -Evans, él no te merecía.
Me ahorro el tipo de comentarios de "Yo te dije que te engañaba", porque es cierto, intenté decírselo…y me arrojó su libro de historia.

-Ya verás que vendrá a rogarte que regreses con él.
Ella sonrió amargamente.
-Lamento no haberte creído. Todos lo sabían menos yo…y todos se rieron de mi.

Frunzo el ceño y aprieto los puños. Ese idiota de Andrew va a pagar haber hecho llorar a MI chica.

Vuelve a limpiarse las lágrimas y parte, una vez más, el chocolate en dos trozos iguales y me entrega el último.

-Gracias- dice finalmente y sonríe. Yo le devuelvo la sonrisa y me encojo de hombros.

Es la primera vez que paso tanto tiempo con Lily, me alegro en parte que su relación con ese idiota hubiera terminado y mi felicidad es completa cuando finalmente podemos hablar de diversas cosas. Hemos pasado más de una hora juntos y ella no me ha golpeado. No sé por qué siento que hemos progresado un poco en nuestra relación. Y es fantástico.