Disclaimer: todo es de J.K.R (personajes, lugares, etc.) y la idea es mía. No escribo con ánimo de lucro, sino con ánimo de diversión.
Epilogo de un amor que florece.
Ya estaba a punto de graduarse en leyes mágicas y ahora tenía que asistir a esta porquería, a defender a un hombre que lo único que había hecho al estar en libertad había sido insultarla y hasta casi matarla. El era un bastardo y aunque no podía negar que le resultaba atractivo, su imagen no hacia cambiar en nada su forma de ser, siempre seguiría siendo un bastardo y no podía creer que el nuevo ministro, Severus Snape (que después de la guerra se hizo tan famoso y fue nombrado y reelegido ministro dos veces por sus actos heroicos) la obligara a resolver el caso para graduarse. A quien engañaba, si sabia él porque, eso tenía que ver con las bromas y los dolores de cabeza que le dio cuando fue su profesor, solo para defender a Harry, Harry otro estúpido animal, tan pronto como derroto a Voldemort corrió a los brazos de sus admiradoras y ni la volteo a mirar, estúpido, estúpido se repetía una y otra vez, además estaba el hecho de que indudablemente Lucius era el mejor amigo de Snape, es mas casi su hermano.
En fin se dirigía hacia Askaban, ya había logrado la libertad bajo fianza para Lucius, y no es que quisiera que este fuera liberado pero ¿que más podía hacer? ¿Desperdiciar sus preciados años de juventud tratando de graduarse en un intento vano o ayudar a ese ególatra y así conseguir su diploma? Definitivamente Snape no le caía bien, y eso no tenía nada que ver con la relación que llevaba con su mejor amiga Hermione (su mano derecha en el ministerio), era el simple hecho de tener que encargarse de Lucius y de todos sus asuntos, su casa, su empresa, su libertad, todo lo que a el se refería estaba a su cargo y por culpa exclusiva de Severus, y para colmo ni un gracias por parte de su "cliente" recibía. Es más ella estaba segura de que él ni se daba cuenta de su presencia, el vivía enfrascado en su mundo desde que Narcisa lo voto y se fue con Sirius Black, y tampoco desde la muerte de Draco a manos de su esposa Andromeda, que casualmente resulto ser la nieta perdida de Voldemort.
Bien ya solo hay que ir a recogerlo- se dijo a sí misma como si de un vestido en la lavandería se tratara, obviamente la fianza millonaria había salido del propio bolsillo de Lucius.
Por fin llego a la puerta de Askaban que estaba delineada con largas barras de contención mágica que mantenían a los periodistas mágicos fuera del alcance de la puerta, pero que no impedía que tomaran sus fotos. Ya Lucius estaba listo de lo mejor vestido, pero como siempre con la vista perdida, se dedico al papeleo final, al terminar indico a Lucius el camino de salida, esté caminó y llego a la entrada, no se detuvo a esperarla, ella tardo un momento en salir, pero cuando lo hizo la imagen que vio fue deplorable, un hombre que tal vez no notaba lo que ocurría a su alrededor completamente cubierto por pasteles de calabaza, que obviamente los periodistas habían lanzado y sin hacer atisbo de defenderse, solo ahí en medio de la calleja que lo separaba de su limosina mágica voladora. Eso fue más de lo que Ginebra Weasley soportaría, por dios él era un hombre y no merecía tanto, con la sangre subiendo a su rostro se acercó a él empuñando ya su varita y le lanzo un hechizo limpiador dejándolo reluciente.
Redicto- grito apuntando a un pastel que se aproximaba por su espalda, que tan solo se desplomo hecho polvo en el suelo- en cuanto al próximo que se atreva a hacer eso, le ira peor a su cabeza, me entienden y eso también va para usted señora Skeeter, volteo apuntando hacia ella que solo pudo soltar el proyectil que tenía en su mano, con el rostro más blanco que la crema batida de los pasteles y los ojos bien abiertos.- ahora si me permiten- tomo de gancho al señor Malfoy y camino con el mentón en alto hasta la limosina que los esperaba a unos quince pasos.
Lucius aun estaba en otro mundo y no se daba cuenta de que la cercana compañía era nada más y nada menos, que la comadreja menor Weasley, porque de ser así seguro habría batido su brazo y puesto cara de asco ante el contacto de la "traidora" de la sangre junto a él. O eso creía Ginny y eso la disgustaba demasiado, ya llevaba tres meses en el caso y el no parecía darse cuenta de lo que ocurría en su entorno, ni de quien era la que lo había hecho libre otra vez, o quien había evitado que su casa se desplomara en pedazos, o quien había evitado que su empresa de telecomunicaciones mágicas cayera en la quiebra, no nada, él nunca se había enterado de todo aquello, y aunque lo supiera, aunque supiera que era ella, la mujer a la que casi mató cuando era una pequeña de primer año en Hogwarts, nunca se lo agradecería, no, su orgullo Malfoy no se lo permitiría, y por una extraña razón que Ginny no alcanzaba a comprender eso la hacía sentir enferma de rabia, se sentía inferior como si su apellido evitara tantas cosas, ella quería de algún modo que él aplacara su orgullo y más bien se sintiera orgulloso de ella. pero en que estupideces pensaba, el era Lucius Malfoy el hombre al que mas detestaba en el mundo, y ella había hecho todo eso por obligación nada mas, no quería nada de él. ¡NADA!- se decía a si misma mientras la limosina sobre volaba Londres dirigiéndose a la mansión Malfoy, su nuevo hogar, sí, tendría que vivir allí hasta su graduación junto, con el señor Malfoy y lastimosamente su graduación seria en dos meses. Dos meses viviendo bajo el mismo techo de ese, eso era demasiado, además estaba su distanciamiento de Hermione causado por no interceder en su defensa, ya no se hablaban y Hermione no hacia atisbo de querer hacerlo, ambas eran testarudas y orgullosas y ninguna se redimiría a pedir excusas, la pelea había sido ofensiva y devastadora para ambas y todo había empeorado con la intromisión de ministro de magia, Snape, que se había metido a defender a su compañera, sacando de casillas a Ginebra.
Llegaron a una gran mansión con negras rejas y rodeada de arboles, las rejas ahora solo se abrían con un hechizo que había configurado Snape y que por el momento solo conocían el y Ginny que llevaba viviendo allí durante unas dos semanas, desde que Snape lo demando. Ginny enseño el hechizo a un muy distraído Lucius, que pareció entender a pesar de tener la vista fija en el infinito. Luego lo tomo del brazo nuevamente y lo dirigió a la habitación principal, al llegar lo sentó en su gran cama y le quito las botas de piel de dragón.
-¿necesita algo mas señor Malfoy?- pregunto esperando la habitual respuesta muda por su parte, o tal vez que la ignorara o algo para poder irse.
Pero en cambio él giro su cabeza hacia su posición, con la vista sobre su femenino hombro, mas allá de la pared, mas allá del infinito se atrevería a pensar, y murmuro un pequeñísimo- Gracias, por todo señorita.
¿Qué?- fue lo primero que atino a decir.
-por mi casa, mi empresa, por mí le estoy agradeciendo, y lamento que sea tan desagradable para usted vivir en mi presencia.
-no es por usted- dijo sin saber si mentía o no.
- claro que lo es- dijo Lucius con renuencia.
- no lo es- dijo esta vez mas decidida.
- demuéstrelo.
Y con un impulso loco que no supo bien de donde salió, se acerco a él y lo beso con una suave y tierna caricia. Para luego acercarse a su oído y decir tercamente: no lo es.
Bueno aquí les dejo este comienzo de historia, es un Lucius Malfoy/ Ginny Weasley como ya se dieron cuenta si llegaron hasta aquí, no sé si esta historia vaya para algún lado entonces espero reviews para ver si la continuo o no, con cariño.
Cahmi Snape*-*
