CAPÍTULO 1: Nuestro amor
"Desde el día en que nos conocimos, sabíamos que íbamos a estar juntos toda la vida. No pensé que las cosas fueran a terminar del modo más maravilloso de todos.
Por este medio, te doy a conocer mi más puro y sincero sentimiento hacia ti, mi amado Haru. Sabes que te amo por encima de todo.
Yo era muy feliz, siempre lo fui; me alegra que siempre hayas compartido esa felicidad conmigo, siendo tú parte de ella en todo momento y en todo lugar.
Sabemos que muchas cosas han cambiado, pero te prometo que nuestro amor se mantendrá de la misma manera por siempre; ten la certeza que mi amor por ti no disminuirá jamás, porque yo no puedo imaginarme la vida sin ti.
Te amo mucho, Haru
Makoto…
De nuevo dejó una de sus cartas embarazosas sobre la mesa. No entiendo cómo es que siempre logra ser así de empalagoso. Sin embargo, eso no me molesta. Quizá finja que no me agrada o que es demasiado cursi, pero esto me encanta. Tan solo pensar que Makoto escribió esto antes de salir a su trabajo me hace sentir pleno y feliz. Siempre lo hace si yo me quedo dormido y no pudimos despedirnos como se debe.
Mi nombre es Nanase Haruka y soy un nadador olímpico de 27 años. Ha pasado mucho tiempo desde que nadé con mis amigos mi último relevo en las nacionales. Vivo en Tokio (No pensé que pudiese resistir diez años aquí) Vivo con mi mejor amigo y mi... pareja, Tachibana Makoto.
Ahora que él y yo vivimos juntos, muchas cosas han cambiado. Debido al sueldo que Makoto y yo recibimos, podemos darnos un lujo muy grande: Vivimos en una enorme casa. Con todo lo que te puedas imaginar: sala, comedor, cocina, baños, cuarto para los invitados, jardín, televisión, coches, bar, biblioteca, y lo mejor: una enorme piscina. Así es, no quiero presumir, no es mi estilo, pero vivimos muy bien.
Makoto se graduó hace algunos años de la Universidad como entrenador profesional. Ha sabido ganarse el respeto de sus colegas e incluso a entrenado a los mejores atletas Olímpicos de diversas nacionalidades. Obviamente, también yo requerí de su entrenamiento. Pero él decidió enfocarse a los niños, y ahora sólo se dedica a enseñar a nadar a los pequeños en el Centro de Natación de Tokio. Sin embargo, cada vez que se acercan periodos de competencias, él se dedica en cuerpo y alma a mis entrenamientos
Cada mañana, Makoto sale a su trabajo con mucho gusto. Me da envidia que esos niños tengan que disfrutar de la atención de mi querido Makoto, pero que puedo hacer. Makoto disfruta su trabajo y yo no podría pedirle que lo abandone. Además, no soy tan celoso.
Sólo espero que la tarde llegue pronto, que quiero escuchar su voz diciendo "Haru, estoy en casa".
Más tarde…
-¡Haru! ¡Ya llegué!
Vaya, ahora sí que ha llegado más temprano. Y aún no he terminado de preparar la comida. Espero que Makoto no tenga mucha hambre.
-Makoto, estoy en la cocina. – Le respondí inmediatamente (mi casa tiene muy buena resonancia) Ya casi terminaba de preparar el curry con caballa. El menú para la cena es: Carne roja, caballa con curry, fideos y pastel de postre.
-¡Haru, huele bien!- Makoto entró a la cocina. Es la primera vez que utilizo el delantal sin el traje de baño. Sólo estaba vestido con mi camisa azul rey y un pantalón de mezclilla sencillo. Volteé un poco para ver si mi novio ya había llegado. Como supuse, Makoto estaba recargado en el marco de la entrada con los brazos cruzados y su sonrisa perfecta y amable.
-Makoto, bienvenido a casa.- Me volteé y seguí cocinando. Si me quedaba mirando a Makoto de nuevo no podría evitar mi sonrojo. Mi querido Makoto estaba vestido con un traje formal, saco negro, camisa blanca con corbata, pantalón negro y zapatos boleados. Se veía demasiado atractivo. Sin previo aviso, Makoto se acercó lentamente y posó sus manos sobre mi cadera, luego me encerró entre sus brazos, abrazándome por la espalda. Vaya, sí que pesa.
-Makoto, espera, estoy cocinando, podría quemarme- Dije con mi voz tan monótona como siempre, pero Makoto es tan obstinado que se aferró más a mí, sus fuertes brazos apretaban mi cintura y hundió su cabeza en mi cuello.
-Lo siento Haru. Es que… Te quería ver.- Makoto habló con su cálida voz cerca de mi cuello. Demonios, eso era lo que temía escuchar. Cada vez que él dice eso… no puedo esperar para darle un beso.
-Makoto…- Apagué la estufa y voltee para encontrarme con el rostro de mi amado. Me aparté un poco de la estufa y coloqué mis brazos alrededor de su cuello. Cerré los ojos y me acerqué a probar sus labios. Makoto entendió mis intenciones y se inclinó hacia mí. Pude sentir los cálidos labios de mi novio posarse sobre los míos. Los labios de Makoto siempre son suaves.
Nuestro beso fue muy cálido, ese beso tenía un significado muy simple, pero valioso: "Te extrañé mucho". Lentamente nos separamos y nos miramos a los ojos. El verde esmeralda de esos ojos siempre han sido mi debilidad… simplemente son perfectos, son la expresión pura de la inocencia y el amor que me profesa, el brillo de sus ojos me confirma lo que Makoto siente por mí y por alguna extraña razón, me relaja verlos.
-Haru-chan, vamos a cenar. Te tengo una sorpresa.- Makoto sonrió como siempre y fue a buscar los platos para la comida.
"¿Una sorpresa?" No sé qué tenga planeado, pero si es Makoto, no me molesta.
Terminé de preparar la cena y comencé a llevarla al comedor. Makoto estaba colocando los manteles y los platos. Se percató de que necesitaba ayuda con los platillos y me ayudó a llevarlo todo a la mesa. Él siempre ha sido atento conmigo. Una vez que terminamos de colocar todo lo necesario, comenzamos a cenar.
-¿Cómo te fue hoy con los niños en el Club?- le pregunté mientras me servía fideos con verduras.
-Oh, muy bien Haru. La verdad es que los niños de ahora son muy inteligentes y dinámicos. Una pequeña se me acercó pidiéndome que la ayudara a nadar estilo mariposa porque no lograba avanzar. Por un momento me recordó a Nagisa de pequeño, con esos ojos tan expresivos… aunque tenía los ojos de color marrón. Jajaja, me encanta trabajar con esos pequeños.- Makoto lucía radiante tan solo de platicarme tal cosa.
-Oh, ya veo.- Tomé un pedazo de caballa y lo sumergí en salsa.
-Y ¿Qué hiciste en mi ausencia Haru-chan?- Makoto ya había terminado su cena y devoraba el pastel de chocolate.
-Sólo nadé, recogí el dormitorio y preparé la comida.- Es verdad, es un poco aburrido cuando él se va, pero no puedo decirle tal cosa.
-Oh, Haru, la próxima semana la tendré libre, van a remodelar el club y lo cerrarán hasta la próxima semana ¿te parece si vamos de viaje? O podemos quedarnos aquí y estar solos tú y yo sin interrupciones.- Esta noticia me alegró mucho. Mire a Makoto de reojo y sonreí por un momento. Eso significaba… Rayos, Makoto me miró… y no me deja de observar
-Makoto. ¿Qué tanto me ves?- Lo miré un poco sonrojado.
-Jeje, es que eres increíblemente lindo Haru-chan, incluso con orejas de gatito.- ¿Le habría hecho daño la comida? ¿Orejas de gatito? Está comenzando a alucinar.
-Eh… ¿te sientes bien Makoto? - él se paró de su lugar y fue a la sala. Unos segundos después estaba junto a mí nuevamente. De la nada, Makoto me colocó unas orejas de gato de color negro en mi cabeza.
-Jajaja, como lo pensaba. Te ves muy tierno Haru-chan.- Cerca del comedor había un espejo enorme y pude ver mi reflejo. Esas orejas me daban un aspecto muy infantil. Miré a Makoto muy irritado… Es la enésima vez que me dice "HARU-CHAN"
-Te dije que dejes el "chan" Es molesto.- Nunca entendía ese punto del "chan". Ya no soy pequeño, fruncí el ceño y desvié la mirada. Volví a contemplar mi reflejo; esas orejas de gato son muy cómodas, pero me surgió una duda. –Makoto, ¿De dónde sacaste esto?- Miré un poco más tranquilo al más alto.
-Me lo obsequió mi alumna a la que ayudé hoy. Me dijo que se la diera a la persona que más quería. Y esa persona eres tú.-Makoto se acercó y me dio un corto beso antes de tomarme de la mano y dirigirnos al sillón que estaba en la sala.
Una vez que llegamos, mi novio me indicó que me sentara. Él fue por unas velitas, se encargó de encenderlas, bajó la intensidad de las luces y se sentó conmigo. Makoto sacó una mantita y se encargó de envolvernos bien.
Nuestra casa tiene una hermosa vista, desde la sala podíamos ver las lejanas luces de la ciudad como si de un cuadro se tratara, así que acomodamos el sillón frente a la ventana para observar ese hermoso paisaje.
Makoto seguía abrazándome de forma protectora. Sólo no quería apartarme de su regazo en un buen tiempo. Escuchaba el palpitar de su corazón en su cálido pecho. Coloqué mi mano en su pectoral y cerré los ojos. Hace mucho tiempo que no hacíamos esto… ¿Tres, cuatro o tal vez cinco meses? ¿O eran años? No lo sé, pero el tiempo no importa ahora. Sólo quiero que este chico tan tierno esté a mi lado. Makoto rompió el silencio.
-Haru ¿No te incomodaría que te tome una foto así?-. Me tomó desprevenido, y dudé un poco, pero finalmente le respondí.
-No me molesta- Deshicimos nuestro abrazo y me coloque bien esas orejas tan raras. Makoto sacó su celular preparando la cámara
-Bien entonces, sonríe….- Me senté bien en el sillón. Mi expresión era la misma, a veces me pregunto si mi cara tiene músculos rígidos. -Uno… Dos… ¡Tres!- Makoto tomó cinco fotos más y por fin pude dejar de "posar" -Ah, saliste muy tierno, Haru. No importa que tan adulto seas, si utilizas orejas de gato, te verás como un niño.- Makoto miraba mis fotos con una sonrisa amable y ojos sinceros.
Sólo espero que él no haya notado mi sonrojo, él siempre es así de enérgico cuando quiere algo de mí, sin embargo, eso ya no me incomoda. Me quité las orejas que comenzaban a lastimarme. Por un momento me imaginé al chico orca con orejas de animal.
-La próxima vez, tú utilizarás orejas de perro- Le dije con total seriedad. Makoto dejó de mirar las fotos y de quejó.
- ¡Oye! ¿Por qué tengo que ser un perro?- Me miró mientras hacía un puchero. Me reí internamente y simplemente respondí su duda.
-Te queda mejor.- Desvié la mirada, a veces me encantaba molestar a Makoto.
-¡Haru! Eres malo.- De nuevo hacía un berrinche, lo miré y lo abracé para que dejara de lloriquear.
-Makoto, abrázame de nuevo por favor- Makoto se quedó en shock (o eso creo yo, porque no se movía) -… ¿Makoto?- Sin respuesta. Me separé de él y zarandee un poco.
-¿Eh?…Aah, lo siento Haru. Jejeje, es que es raro que tú tomes la iniciativa en estas cosas- Makoto me miraba sorprendido y apenado. –Pero me gusta que lo hagas, Haru.- Sentí como sus brazos se posaron alrededor de mi cuerpo nuevamente y me volvió a acomodar en su pecho.
-Makoto…- Estaba a punto de hacer algo que no estaba acostumbrado a hacer. Pedir un beso.- Por favor, bésame.- Mis mejillas estaban ardiendo. Sentí como el chico orca tomaba mi barbilla en una de sus manos. Nuestras miradas se encontraron como en innumerables veces, esa conexión que me hacía estremecer… el brillo en sus ojos nunca se agotaba, eso era lo que más me gustaba de mirar esas esmeraldas. Sus ojos tan amables posados en los míos lograban llenarme de amor y cariño sin mediar palabra. Makoto sonrió.
-Desde luego, Haru- Ambos cerramos los ojos y sentí sus cálidos labios sobre los míos. Sus labios… dios, sus labios saben muy bien. Mi corazón latía al mil por hora, los latidos de Makoto se sincronizaron con los míos. Nuestro beso se volvió un poco más demandante, pero el oxígeno siempre hace falta. Nos separamos un poco y reímos un poco. Juntamos nuestras frentes mientras sonreíamos y volvimos a besarnos.
-Te amo Makoto- Suspiré en medio de ese beso
-Y yo te amo a ti, Haru-chan- Me respondió Makoto. Mi alegría se desborda y me aferro contra su pecho para seguir contemplando el paisaje.
¿De verdad uno puede llegar a ser tan feliz? No tengo idea. El amor es lo más maravilloso de este mundo, gracias a Makoto lo comprendí. ¿Qué más podría hacerme feliz, sino es Makoto?
Continuará…
