MULTIVERSO 1
Personajes principales: Elsa, Hans.
Personajes Secundarios: Gerda.
Menciones: Kristoff, Anna, Sven, Olaf.
Llevaba una buena parte del día en el estudio de la casa. Elsa, la hermana mayor, aprovechaba los momentos de tranquilidad de la morada para poder estudiar y leer cuando había tal silencio en su hogar.
Su hermana había ido de viaje por Europa, pasaría, por lo menos, un mes en paz.
No era que no le gustara que su hermana estuviera con ella. Elsa amaba a su hermana menor, pero su diferencia de temperamento hacía que a veces quisiera estar sola.
Anna era una joven que había cumplido hace poco la mayoría de edad, era una joven apasionada y llena de energía que seguía comportándose muy infantilmente en algunas ocasiones. Su pasión por la aventura la había llevado a recorrer el mundo, tomó su maleta y decidió conocer un poco más de lo que podía ver sus ojos. Había querido que Elsa, su hermana mayor, fuera con ella. Pero esta, con su actitud reservada, había decidido quedarse en la casa, aprovechando el silencio del lugar para poder leer los libros que su difunto padre había dejado a su disposición en la bella casa que tenían. Los libros eran de tantos temas: ciencias, matemáticas, filosofía, religión, arte. Cada día Elsa tomaba un tema de estudio y lo profundizaba lo más posible que aquel salón de tesoros ocultos le podía entregar. Mientras leía, se encargaba de apuntar detalles en distintos cuadernos sin alguna distracción de más pasando buena parte del día y dándose cuenta de la hora porque el cielo comenzaba a oscurecer.
Aquel día estaba completamente sumergida en unos ensayos teológicos. Gerda, la ama de llaves le había traído un poco de té hasta el escritorio.
- Se lo agradezco Gerda – dijo la joven tomando la fina taza con sus dedos.
- Un placer, mi lady- dijo la mujer- ¿Desea algo más?
- No será necesario- dijo Elsa- Por favor, retírese a descansar como el resto de la servidumbre. Me quedaré aquí más tiempo, la lectura se me está haciendo muy interesante
- ¿Está segura, mi lady? – dijo la mujer algo preocupada- es muy tarde ya, debería ir a dormir.
- No se preocupe- dijo Elsa- las velas me darán la luz necesaria y tendré cuidado.
- Esta bien- dijo la mujer- Buenas noches y que dios la bendiga.
Elsa observó como la mujer se retiraba del estudio cerrando la puerta . Elsa volvió a su escritura mientras volvía a tocar la taza de té con sus labios.
La joven se había enfrascado tanto en la lectura que había perdido la noción del tiempo, solo sabía que era tarde, puesto que ya estaba todo oscuro y la vela llevaba más de la mitad de su cera consumida, que bueno que ya tenía presupuestada otra para continuar con su estudio.
Llevaba una semana sin su hermana y había aprovechado cada instante de aquellos días. Los temas que su padre había guardado en aquella habitación eran fascinantes y se lamentaba no tener tiempo como para estudiarlos como debía. Gran parte del día lo pasaba con Anna, quien la arrastraba a salir de la casa y hacer actividades al aire libre. Le agradaba eso, pero muchas veces simplemente quería quedarse en casa leyendo algún libro, bordando o practicando su estilo de dibujo. Admiraba a Anna con sus facilidad para el deporte y los juegos al aire libre, ella no tenía tal coordinación para aquellas proezas.
Su concentración fue interrumpida por el ruido de la puerta, casi daba un salto de su silla por el sonido retumbante en medio del silencio y la oscuridad de la noche.
No quería incomodar a la servidumbre a esta hora. Tomó su largo pañuelo negro sobre sus hombros y cambió la vela para ir a atender ese ruido.
Volvieron a tocar, definitivamente era la puerta de la casa. Mientras andaba por el pasillo, observó el gran reloj cercano a la entrada.
Vaya que estaba enfrascada en el estudio, eran las dos de la mañana. Llegándole a extrañar las visita de aquella hora.
Abrió la puerta con la cadena puesta y la vela cerca de ella para observar quien era.
- Muy buenas noches – dijo una voz masculina- Señorita Elsa
- Buenas Noches- dijo la joven, tratando de reconocer aquella voz.
Acercó un poco más la luz, observando el rostro de un joven que nunca pensó volver a ver en su vida.
- ¿Joven Hans? – interrogó la joven al muchacho
- Perdone que sea un imprudente y a esta hora, pero no sabía donde más ir- dijo el muchacho con un rostro algo deprimido- Se que no pensaba en verme… ¿puedo pasar?
Elsa se quedó helada. La última vez que supo del caballero frente a ella fue cuando había tenido una relación con su hermana, eso había sido hace, más o menos, un año si bien lo recordaba. Fue un escándalo en todo sentido, ellos habían escondido su relación, Anna estaba perdidamente enamorada del joven y él la quería convencer de fugarse con él y casarse en secreto. Habían sido atrapados antes de que esto se efectuara o que Anna perdiera su reputación.
Dios, como agradecía al joven Kristoff, quien, junto a sus amigos Sven y Olaf habían dado con el paradero de la joven pareja. Anna había quedado enfurecida por que la habían atrapado y luego su corazón se destruyó cuando Hans se fugó del país, las malas lenguas decían que había ido a Europa Oriental. Gracias al cielo su hermana se pudo recuperar de esa desilusión amorosa que la tuvo enferma por un periodo de tiempo. Todo gracias a las atenciones del joven Kristoff.
Y ahora lo tenía frente a ella, con un rostro algo enfermo y muy pálido. Realmente quería que se fuera, verlo le recordaba todo lo mal que estuvo su hermana cuando él desapareció y como la pobre lloraba desconsoladamente y le daba fiebre por la tristeza de que su amado la haya abandonado.
Si ese hombre le quedaba algo de dignidad no debería estar ni siquiera cerca de esta casa, su pudiera le daría una cachetada para que sus mejillas se pusieran a tono con su cabello rojizo que le trajo tan mala suerte a su hermana.
Pero era una joven educada y la hora en el reloj le decía que era mejor que pasara.
Ella quitó la cadena que separaba la puerta y permitió al joven entrar.
Hans se quitó su sombrero de copa, dejando que la luz de la vela perfilara su pecoso rostro y sus patillas tan a la moda para los hombres de aquella época.
- Se lo agradezco, señorita Elsa- dijo el muchacho haciendo una suave reverencia a la que la joven devolvió.
- Gusta tomar una taza de té- dijo la joven por cortesía-
- Si…- dijo suavemente el muchacho- tengo mucha sed.
Elsa lo guió hasta la sala de estar y prendió las velas, dándole un aspecto más ameno al espacio en medio de la oscuridad.
El joven se quitó sus guantes y su abrigo de viaje, poniéndolos sobre un sillón. Elsa observó que estaba ojeroso y peligrosamente pálido, sus ojos se veían pensativos. Se veía muy distinto de aquel joven engalanado que recordaba hace un tiempo.
Tardó unos minutos en llegar con la tetera, las tazas y algunos bocadillos, al caminar nuevamente hasta la sala de estar observó como el joven se miraba las manos, con un son de miedo en sus ojos. Ella se extrañó ante su comportamiento.
Debió haber pasado algo terrible si había venido hasta su casa a estas horas, el vivía a unos cuantos kilómetros de su hogar, la distancia era larga pero caminable.
Ella le sirvió una taza de té al joven, vio como hizo lo posible para mantener su mano lo menos nerviosa posible y tomar el brebaje, pero en el momento en que sus labios tocaron la taza, el líquido fue tomado sin dejar una gota en ella.
Elsa tocó suavemente su taza con sus labios, evitando hacer un gesto ante ese detalle que la había sorprendido, algo muy raro estaba pasando.
- ¿Gusta otra taza de té?- dijo la joven tomando la tetera
El joven asintió, algo apenado.
Elsa llenó nuevamente la taza y el muchacho hizo exactamente lo mismo que con su primera taza.
- Ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos- dijo Elsa tratando de generar conversación y ver si el joven se tranquilizaba
- Si, es cierto- dijo Hans tocándose las manos mostrando sus propios nervios- Debe estar odiándome por estar aquí… ¿Cómo se encuentra su hermana Anna… esta dormida?
- Esta de viaje por Europa, lleva una semana fuera de la casa
- Me alegro por ella- sonrió un poco nervioso el joven- era muy impulsiva según recuerdo, era una de las cualidades que me gustaban de ella, disfrutará del viaje, aprenderá cosas…
De pronto dejó de hablar, tocándose su garganta y un temblor se apoderó de su cuerpo.
- ¿Se encuentra bien?- dijo Elsa
- Tengo sed- dijo el joven en un susurro- ¿la molestaría con una jarra de agua?
Elsa asintió preocupada, sin saber exactamente que le aquejaba a Hans. No tenía ningún agrado al joven, pero le incomodaba verlo tan mal por más que se lo mereciera por sus pecados anteriores. Se dirigió hasta la cocina y llenó una jarra de agua con un vaso, llevándoselo al joven. El agradeció el gesto y se sirvió el mismo el agua en el vaso, haciéndolo desaparecer por su garganta con la misma facilidad que el té.
- Usted, joven Hans, estaba en el extranjero ¿no es así?- Elsa trataba de generar conversación, para evitar que el joven se pusiera peor y lograr distraerlo de lo que sea que lo aquejara.
- Si… estuve en el extranjero- dijo el joven transpirando mientras se servía un nuevo vaso de agua.
- Habíamos oído que había ido a Europa Oriental.
- Esos rumores son ciertos-dijo el joven con los ojos vidriosos mirando su vaso- estuve un tiempo por esos sectores
- He leído que tienen una arquitectura fascinante
El joven asintió para luego tomar un nuevo vaso de agua.
Al poco tiempo, y mientras Elsa trataba de amenizar el ambiente, la jarra se había vaciado. Dejando al muchacho algo asustado y a Elsa preocupada ante la situación desconocida del joven frente a ella.
- Joven Hans- se aventuró a decir- No se encuentra bien
Lo había dicho con una afirmación, ya que era lógico que no podía mentir ante la manera en que la forma en que el joven con patillas se estaba comportando. Elsa se levantó de su asiento, acercándose a Hans.
- Creo que no está en condiciones para estar en su casa, permítame ofrecerle la habitación de los invitados.
Hans volteó a verla, y con sus ojos intranquilos agradeció el gesto y aceptó.
Guió al joven a la habitación pensada para las visitas, para luego dirigirse hasta su habitación. Vio el reloj de unos de los pasillos con la luz de su vela.
Eran las tres y media de la mañana.
Elsa desenredó su tocado y se hizo una trenza con su largo cabello que caía suavemente sobre su camisa blanca y larga.
Dirigió la vela hasta la mesita de noche y la apagó dejando su habitación a oscuras, solo alumbrada por la luz de la luna que salía por su ventana. Le complicó quedarse dormida en un principio, no tenía sueño, estaba con mucha energía como para seguir leyendo si lo deseaba y le preocupaba las condiciones en que su invitado inoportuno se encontraba, todavía con la incógnita de su estado.
Pero logró cerrar sus ojos y dejarse llevar por Morfeo.
El crujido de madera la despertó, prendió rápidamente su vela y observó el reloj que tenía en la mesita.
Las cuatro de la mañana.
Se levantó de la cama con el candelabro en sus manos, los pasos estaban muy cerca de ella, eran en su propia habitación. La luz de la vela, en conjunto a la luna, perfilaron al dueño de esos pasos. Hans se encontraba frente a ella, con el rostro asustado y ojeroso, llevaba puesto su pantalón y la camisa con la cual debió estar durmiendo. Elsa dio un suave chillido al verlo ahí.
- Joven Hans, ¿qué hace en mi habitación?- dijo Elsa un poco enfadada pero a la vez asustada por las condiciones en que se veía el muchacho- ¿cómo se atreve a entrar en la habitación de una joven soltera a estas horas de la noche?
- Lo siento- dijo el muchacho y Elsa pudo notar que sus ojos estaban algo vidriosos- le juro por lo que más quiere que lo siento mucho.
Elsa se extrañó ante aquellas palabras. Hans se acercó más a ella, asustado. La joven retrocedió ante la proximidad en que estaban, no era nada apropiado y menos con la camisa de dormir. Se sintió asustada y avergonzada ante esto, pero no podía evitar sentirse mucho más preocupada ante la mirada del muchacho.
- Joven Hans ¿qué le sucede?- dijo Elsa, esta vez con algo de temor en su voz.
No supo en que momento Hans se acercó a ella y la tomó fuertemente de los hombros haciéndola soltar el candelabro. La llama se apagó dejando que la luna alumbrara sus rostros.
Elsa gritó ante el agarre del joven mientras sentía que una de sus manos rompía la tela que cubría su cuello.
- Suélteme- exigió Elsa completamente asustada ante lo que estaba pasando- Mi dios, ¿qué está pasando Hans?
Elsa observó a Hans, la luz de la luna marcaba sus ojos asustados y vidriosos. Unas lágrimas comenzaban a brotar por sus ojos.
- Lo siento- volvió a decir Hans en medio de un sollozo desde lo más profundo de su ser- pero todavía tengo sed.
Hans abrió su boca haciendo que la joven entrara en pánico, sus colmillos comenzaban a crecer haciéndose filosos y terroríficos. Elsa trató de zafarse, pero el joven la contuvo.
Una de las manos de Hans tomó el cuello de la joven y acercó su rostro.
Elsa sintió una punzada en su garganta, era muy doloroso. Trataba de soltarse como podía, pero el joven era más fuerte que ella.
La presión en su cuello desapareció. El joven respiraba entrecortadamente y con los labios manchados en sangre, una mirada más tranquila se presentaba en su rostro, pero todavía con miedo. Llevó su rostro y mirada al techo y una gran suspiro de alivio salió de su boca mientras cerraba sus ojos, relamiéndose parte del labio manchado de rojo carmín.
Elsa observaba esto con miedo y pánico.
- Hans, ¿qué le ha pasado? – unas lágrimas de terror comenzaban a salir de los ojos de Elsa.
El muchacho volvió su vista a la joven, su mirada cambió, entendiendo lo que estaba haciendo y nuevamente entró en terror.
- Lo siento… lo siento tanto- volvió a repetir el joven para nuevamente clavar sus colmillos en el cuello de la joven.
La punzada fue más dolorosa, la presión que ejercía Hans era mucho más profunda y podía sentir como succionaba su sangre a través de su boca.
Elsa no podía más, se sentía débil, pronto sus brazos cayeron sin peso sobre sus hombros y ella simplemente perdió el conocimiento.
Hans se dio cuenta de esto dejando de atender el cuello de la joven. Su rostro estaba sucio de sangre como su camisa blanca y su mirada se mantenía asustada y con terror, el cual aumentó al ver a Elsa.
- ¿Qué hice?- sollozó el joven
Acostó a Elsa observando como su cuello y su camisa de dormir blanca estaban manchadas en sangre y su piel se ponía pálida.
- No, Elsa, no… - Hans zamarreó el cuerpo de la joven sin respuesta.
Sus ojos se movieron frenéticamente, escudriñando en su mente que podría hacer, hasta que descubrió la solución.
Se mordió su pulgar hasta hacerlo sangrar creando una burbuja de sangre que se presentara en la yema de su dedo.
La gota cayó en el labio de la joven. Poco a poco comenzó a reaccionar mientras la sangre entraba a su garganta.
Pestañeo observando el rostro de Hans lleno de sangre y muy asustado. Sus ojos se abrieron y se pusieron vidriosos, mientras una extraña sensación se presentaba en su garganta, llevándose una de sus manos a aquella zona.
- Señorita Elsa- dijo Hans ayudándola a sentarse-
Ella lo observó viendo como desabotonaba el cuello de su camisa y acercaba su rostro a su cuerpo.
- No… no quiero- dijo ella
- Lo siento, sino será peor- dijo él tomando su rostro y acercándolo a su cuello.
- No… no- la joven lloraba y batallaba consigo misma.
Hans presionó el rostro de Elsa a su hombro y Elsa no se pudo contener, ese instinto nuevo y peligroso se apoderó de ella al escuchar como la sangre circulaba por el cuerpo del joven que la había iniciado. Sus colmillos aparecieron y perforó la carne del pelirrojo.
Él evitó hacer algún sonido, haciendo que la joven no se sintiera peor de lo que debería, solamente acariciaba su cabeza observando un punto fijo de la habitación mientras ella saciaba ese instinto del novicio de la sangre.
Los colmillos se separaron del hombro del joven y un pequeño sollozo salió del pecho de Elsa. Hans la entendía, fue la misma sensación que el sintió.
- Señorita Elsa, no sabe como lo siento…- dijo Hans
- ¿Por qué? – dijo la joven alzando su mirada, mostrando como su boca estaba manchada de sangre- ¿Qué le pasó cuando estaba en Europa Oriental?
- Me junté con la gente equivocada- dijo el joven.
El se quebró y un sollozo se escuchó haciendo que una lágrima escapara de su ojos.
- No andaba con dinero y me junté con unos gitanos- sollozó el joven- ellos servían a un hombre rumano… el fue quien me hizo esto.
Ocultó su rostro con sus manos completamente avergonzado.
- Era un juguete que podía morder cuando quisiera y el me alimentaba con su propia sangre… logré escapar hace poco, por eso estoy aquí, pero ya mi humanidad no existía. Logré sobrevivir mucho tiempo sin comer a través de mi viaje… tratando de controlar las ganas de chupar sangre, pero… pero… lo siento tanto, Le he hecho un daño irremediable. Pensé que podría controlarlo pero…
El sollozo volvió a la garganta del joven. Mientras Elsa comenzaba a llorar.
- ¿Qué haré?- dijo Elsa- No puedo ver a la gente así… mi hermana… soy un peligro para mi propia hermana… Usted me arruinó la vida.
Por las mejillas comenzaron a caer lágrimas de pena y de rabia. Se había convertido en un monstruo de la noche a la mañana y no había vuelta atrás y todo por un joven irresponsable.
- Señorita Elsa, usted no está sola- sollozó Hans acercándose a ella – Ambos estamos condenados, se que nunca me perdonará, pero tenga por seguro que no sufrirá en soledad.
Hans le ofreció su mano, con sus ojos rojos de tanto llorar y con una mirada triste, la misma que Elsa tenía en aquel momento.
- Vayámonos de aquí juntos- dijo el muchacho- alejados de las personas para no atacarlas. Se que juntos podremos estar bien. Se que tiene muchas razones para desconfiar de mi, pero permítame encontrarle un lugar seguro para toda la eternidad, se lo debo, Señorita.
Elsa observó el rostro del joven un momento, hasta que aceptó su mano. Ambos se levantaron del piso y se abrazaron, llorando de tristeza.
Elsa, con su abrigo y bufanda, observó por última vez su hogar mientras el viento frío comenzaba a mover las telas de su ropa. Sintió la mano enguantada de Hans sobre su hombro, vestía nuevamente su abrigo y sombrero de copa y llevaba una maleta que Elsa había preparado antes de irse. Ella lo observó, entendiendo que ya no podían esperar más, cada minuto era más difícil para ambos y mucho más para Elsa. Con una última mirada a su casa se dio la vuelta. Solo esperaba que la carta, sobre su cama, sea leída por su querida hermana cuando volviera.
La extrañaría toda la eternidad.
¿Qué tal a todos?
Ojalá hayan disfrutado esta primera entrega de Multiverso.
Siguiendo mas o menos la línea de Momentum, pero en este caso no sigue necesariamente la linea canon de frozen, sino de distintos AU y ¿qué pasaría si? Mientras que Momentum habla de manera canon en relación a las acciones de Frozen.
Esta primera entrega es un AU bien raro. No se si notarán algunos detalles, pero yo amo las novelas de época y soy una Janeites (fan de Jane Austen) escritora de uno de mis libros favoritos Orgullo y Prejuicio, ¿alguien ha leido o visto las versiones cinematográficas de esta historia? Hans tiene como un aire a Wickham de este libro y algo a Willoughby de Sentido y Sensibilidad ¿no? tomé prestado algo de este segundo libro para crear este corto.
Y claro me gustan los vampiros clasicos ¿Han leído Drácula? denle una oportunidad, es un maravilloso libro también.
Bueno, los dejo mis estimados, ojalá hayan disfrutado esta primera entrega.
Que tengan un buen dia.
