Wow, siento que han pasado casi 100 años desde que publiqué, pero el último año del colegio, tener que elegir carrera y estudiar, además de mis 0 ganas de hacer otra cosa que no sea dormir, pues no ayudan mucho, pero me nació una de las mejores ideas para un fic, va a ser corto, dos o máximo tres caps, pero tenía que.
Disclaimer: Vocaloid ni sus derivados me pertenecen ni lo harán.
Parejas: VY2YumaxGakupo, leve mención de GakuKai
Advertencias: Pseudo-incesto, pasados sad, mención de muerte, insinuaciones sexuales, y sí, sexo más adelante, yay!
"Upsie, se me hizo muy tarde, así que me quedaré en casa de Rin-chan, avísale a Gakupo-nii-chan por mí ;-)"
Decía el mensaje que recién había llegado al celular de Yuma, mientras él veía pacíficamente la televisión. El emoticon de la carita feliz no hacía más que hacerle chirriar los dientes.
"Ok."
Respondió críptico mientras chasqueaba la lengua. No podía hacer mucho además de asentir como un buen chico y entregar el mensaje de Gumi. Aunque no le gustaba ser usado como paloma mensajera, así había sido desde que fue acogido en el dojo Kamui cuando aún era un niño pequeño dejado atrás por un padre lleno de deudas y una madre muerta.
Después de diez años ya era parte de la pequeña familia formada por la hermana menor Gumi y el hermano mayor Gakupo. Esa ha sido por diez años su familia, y en realidad, la única que ha tenido. No se queja, los padres de los hermanos lo acogieron aunque él no tenía dinero alguno y le dieron techo y alimento, además de criarlo como a uno más sin problema alguno. Y aunque ya el próximo año se graduaba, aún así iba a quedarse con los Kamui un rato más.
"Que hermana menor tan problemática tengo" se dijo a sí mismo mientras subía las escaleras para darle el mensaje a Gakupo. "Me pregunto si Gumi sabrá que es más fácil mensajearlo a él, después de todo, Gakupo es quien se hace cargo de todo aquí desde que sus padres se fueron a Kyuushu hace dos años"
Yuma no expone nunca sus quejas a viva voz, prefiere callarse, además, suelen ser tonterías como lo descuidada que es Gumi o que a Gakupo se le olvidó el arroz en la cocina y se quemó. Hace dos años, por lo menos, esos eran sus problemas, nada del otro mundo y nada que realmente le molestara.
Mas así era dos años atrás y el presente es el presente, y hay cosas que ni el reservado y holgazan Yuma puede tragarse como un niño bueno.
Su puño se detuvo unos milímetros ante la puerta del cuarto de Gakupo, mordió su labio inferior con molestia y en vez de anunciar su presencia con un golpe abrió directamente la puerta deslizante y la azotó contra el otro lado.
Gakupo levantó su rostro enmarcado por el sudor y una expresión sorprendida, al igual que su acompañante, que se hallaba desnudo, sonrojado y sorprendido por la intromisión. El cabello de Gakupo, hecho un desastre, cubría con sutilidad su amplia espalda.
—Ah... ah, ¡Yuma, te he dicho que toques la puerta antes de entrar!—exclamó el hombre de cabellera morada, que estaba encima de otro hombre, penetrándolo.
La densidad del aire, el aroma masculino y erótico en conjunto a la impresión de secreterio que brindaban las cortinas cerradas, enardecieron a Yuma.
Yuma chasqueo la lengua con desaprobación y habló molesto.
—Gumi dijo que no llega hoy...
Cuando iba a retirarse, no pudo evitar mirar a la pareja peli-azul de su hermano adoptivo, debajo de él, avergonzado mas con un aire de satisfacción, de posesión sobre el samurai, y apretar los dientes, sólo para volverse una vez más y decir, en un tono seco:
—Y termina rápido aquí, ya quiero comer.
El tono despectivo del usualmente pacífico Yuma golpeó con fuerza a Gakupo, quien apretó sus puños ante la conducta desconsiderada del peli-rosa.
Yuma salió con otro portazo y bajo dando zancadas hasta el primer piso, sentándose frente a la televisión. El sonido de la película estaba demasiado lejos como para alcanzar los oídos del adolescente.
La cabeza de Yuma se azotó contra la mesa sin cuidado alguno. Mordió su labio con hastío al mismo tiempo que apretaba sus puños bajo el cálido kotatsu.
Sentía su estómago revolviéndose con acidez y amargura, rememorando a Gakupo y al tipo de cabello azul teniendo relaciones como si nada en el segundo piso. La idea de esos dos cogiendo hacían que quisiera agarrar sus pertenencia y salir de la casa a cualquier otra parte, sin pensarlo dos veces.
Sentía sus ojos azules arder, y avergonzado de ello, los restregó con su camiseta. "Idiota" dijo en el silencio de su mente sin tener un destinatario concreto, Kaito, el chico de cabello azul, Gakupo o él mismo.
Yuma sólo quería comer una barra de pescado e irse a la cama, poner su cabeza en la almohada y viajar con plazo indefinido a la tierra de los sueños. Tan sumido que estaba en su lugar que apenas sintió el ruido sordo de pasos bajando por la escalera, una voz masculina suave despidiéndose y el sonido de abrir y cerrar de la puerta principal.
Unos pasos iracundos se escucharon venir a sus espaldas hasta detenerse al lado del kotatsu para luego agarrar el control remoto y apagar la televisión.
—Yuma—llamó la voz grave de su hermano, que sonaba terriblemente tranquila.
El nombrado emitió un gruñido y negó con su cabeza, quedándose en la misma posición.
Gakupo, quien tenía el ceño fruncido con severidad, colocó su mano en la cabeza del más joven, apretando y tirando de ella para verle a la cara.
Yuma mantuvo una expresión neutra, con los labios apretados firmes y su mirada agitada. El hermano mayor mantenía la respiración, acompañado de su rostro ceniciento, daba una imagen amenzadora. Pero esa cara ya la conocía desde hace diez años, la conocía tan bien que no podía darle sentimiento alguno.
—... ¿Qué?—cuestionó seco, mirando a los ojos morados a juego con su cabello.
—¿Acaso vas a hacer lo mismo cada vez que traiga mis parejas a casa?—dijo conteniendo su ira.
Yuma notó la mano de Gakupo temblar, en tanto batallaba por calmarse. Alzó las cejas desafiante.
—¿Llamas pareja a un tipo con el que te acuestas día sí y día no?
Al samurai de cabello morado no le costó encontrar la bandera de batalla establecida por su hermano. Y él no estaba interesado en seguir el capricho de Yuma. Soltó su cabeza h suspiró agotado.
—Esa actitud inmadura no te llevará a ningún lado, y criticarme mucho menos.
Yuma agarró una naranja de la mesa y la hizo rodar hasta el suelo.
—¿Eso significa que me quedo sin cena?—cuestionó negligente, mirando a Gakupo.
Sin poder mantener su faceta de "hermano enfadado", Gakupo le dedicó una sonrisa cálida a Yuma y acarició con delicadeza su cabello. Inhabilitado de evitarlo, Yuma desvió la mirada hacía el lado opuesto, sintiendo sus mejillas ponerse rosadas como sus cabellos.
—Claro que no, iré a calentar la cena, menos mal que quedaron sobras de ayer.
Gakupo marchó a la cocina, y no muy de lejos, Yuma le siguió por la retaguardia.
Con cautela, Yuma tomó asiento. Apoyando su cabeza en su mano y revisando su celular con la mano libre.
—Mañana haz curry…—murmuró, alternando su mirada entre el celular y Gakupo.
Gakupo soltó una risa cansada y se giró, enfrentando al más joven.
—Por lo menos podrías decirlo con más entusiasmo—criticó con amabilidad.
Yuma mantuvo la mirada unos segundos en el peli-morado, para volver a su celular y contestar un perezoso "Nah." Ya acostumbrado a la relajada actitud del chico, se resignó a poner la mano en su cuello y mirarlo cariñosamente.
—Está bien, pero mañana Gumi escoge la ceña, así que espera hasta el miércoles—pidió mientras servía la comida en los platos.
—Si seguimos comiendo tanta zanahoria terminaremos como conejos.
La queja de Yuma hizo a Gakupo reír, en verdad no había mucho que hacer en contra de los roedores gustos de la singular damita de la familia.
Puso los platos a la mesa y se sentó. Yuma guardó el celular y agarró sus palillos sin cuidado y empezó a engullir el pescado y el arroz.
—Buen provecho—suspiró rendido el hermano mayor.
La cena transcurrió casi en silencio, Yuma nunca había sido el más hablador desde que llegó 10 años atrás a la familia Kamui, normalmente, Gumi era quien armaba las conversaciones y él añadía uno que otro comentario ocasional. Así era dos años atrás.
Por algún motivo que Gakupo desconocía, Yuma empezó a cerrarse otra vez, aunque él nunca ha sido hablador, ni siquiera en confianza. Pero ahora, solía quedarse mirando al infinito, guardando todo. Y cuando ambos estaban sólos era peor.
Con Gumi alrededor, ella hacía un tópico de la nada y se quedaban hablando de ello hasta la hora de dormir. Pero siendo sólo ellos dos, Gakupo intentaba sonsacarle algo al adolescente, sin resultados positivos, y simplemente se rendía y se limitaba a hablar de las actividades del dojo y su rutina en la casa.
"Ya no sé que hacer, Yuma siempre a sido callado y perezoso, pero ahora me evita llanamente, ¿Qué pasó? Dos años atrás este chiquillo de pelo rosa vivía a mi sombra y, a su modo, me parloteaba hasta decir basta, pero ahora..."
Gakupo no podía dejar de preocuparse de su hermano adoptivo. Y su actitud pseudo rebelde había emergido de la nada, se había vuelto agresivo verbalmente con Gakupo y apenas le dirigía la palabra más allá de lo estrictamente necesario y para reclamarle cosas. El mayor ya no tenía idea de que hacer.
—Con permiso.
Se levantó, sin importarle que Gakupo aún no había terminado, y fue al gabinete en busca de una barra de pescado. Pegó un chasquido con la lengua y se sentó de vuelta.
—Tienes que comprar más…
Gakupo escuchó con silencio el reclamo, terminó de comer y dejó de lado sus palillos. Sabiendo que podía impulsar una batalla sobre la mesa su posible respuesta, se preparó para una discusión, apretando sus manos.
—Eh estado ocupado, mañana iré al mercado.
Yuma apretó los dientes. Aunque solía ser taciturno y pasivo tanto para hablar como para actuar, cuando se enfadada, se convertía en una persona calmada pero agresiva.
—Tsk, no tienes tiempo para ir a comprar pero sí para ponerte a follar, ¿No?—reclamó golpeando la mesa con la palma de su mano.
Sintiendo que la cabeza empezaba a hervir, Gakupo suspiró cansino.
—Estoy empezando a cansarme con esta actitud tuya, Yuma.
Yuma le miró fijamente, con fastidio y se levantó de su asiento.
—Si te molesta es porque es verdad, si vas a centrarte en tu calentura por lo menos encargate de tener la despensa llena.
Y aunque sabía que debía parar con sus palabras y que tenía que retirarse antes de decir algo que más tarde se arrepentiría por más de una cosa, no podía ponerle punto final a sus palabras y continuaba hasta causar caos.
Gakupo, quien quería mantener el control de los problemas dentro de su casa en lo mínimo posible con dos adolescentes emocionales de 17 y 15 años en casa, siempre a intentado en lo posible ser conciliador y comprensivo, estaba a punto de perder la poca paciencia que se había manejado en conservar.
—Yuma—dijo poniéndose de pie y agarrándolo del cuello de la camiseta—. En serio me estás agotando, y tu sabes que no te gustará que me enoje.
Mirándose fijamente en los ojos del otro, Yuma siguió arremetiendo con fervor.
—Tampoco me gusta que tu, el tan honorable samurai del dojo Kamui, se ande acostando con cualquiera porque le gana su calentura a su juicio—masculló con sarcasmo, librándose sin problema del agarre de Gakupo.
—¡YUMA!—bramó con fuerza, logrando que Yuma se inestabilizara.
—¡Y-ya cállate! Estoy harto de ti, en cuento pueda me voy a largar de aquí para no verte la cara nunca más—exclamó fuera de sí, avanzando con pesadez hasta la puerta.
O eso intentó. Sin poder contenerse, cualquier dominio que hubiera tenido sobre su cuerpo se esfumó. Sin siquiera racionarlo o meditarlo por una milésima de segundo, Gakupo agarró a Yuma de las muñecas y lo empujó contra la mesa, dejándolo recostado.
Anonadado y sin tener tiempo de reaccionar, Yuma emitió un pequeño grito de sorpresa y miró a los desenfocados ojos morados del usualmente gentil Gakupo, quien agarró su muñeca libre y la presionó contra la mesa. Yuma forcejeó furioso, haciendo resonar la loza en la mesa.
—¿Qué diablos te pasa? ¡Sueltame!
Gakupo parecía no querer enterder lo que decía Yuma, y le ignoró, inclinandosé sobre él. El corazón de Yuma empezó a acelerarse impetuoso dentro de su pecho, confundiéndolo.
—Retractate...—murmuró con una calma aterradora, para luego estallar cual huracán—¡Retractate ahora mismo, Yuma!
Intentando analizar que demonios había pasado, Yuma buscaba la clave que hizo a Gakupo perder el control. Sin poder siquiera hablar, Yuma sólo le miró perplejo. Gakupo, notando eso, mostro comprensión y apoyó su frente con la del más joven, dejando que su pelo morado se esparciera sobre la mesa.
—Dime que no te irás, dímelo, no, juralo, Yuma—dijo sobre sus labios, haciéndole estremecer.
El corazón de Yuma estaba a toda marcha, y la sangre empezaba a subir por sus mejillas. Ira, nervios, vergüenza e inclusive excitación se expandian a través de su cuerpo, que era presionado por su hermano mayor.
—G-Gakupo…—murmuró turbado por las emociones que estaban invadiéndolo.
—Promete que no te irás, prometelo—Siguió exigiendo sin clemencia.
Una parte de Yuma sólo deseaba cumplir las expectativas del único hermano de la única familia que conocía, pero su otra parte, la más fuerte, decidida y avasalladora quería deshacerse de los sentimientos que desde hace dos años le empezaron a engullir dolorosamente.
Con la sangre hirviendo en sus venas, Yuma respondió rotundo.
—¿Acaso te importa tanto? No sirvo de nada aquí, si quieres mendigarle amor a alguien ve con tu muchachito de pelo azul, seguro a él no le molesta darte cariño—dijo iracundo, la cólera estaba consumiendo sus palabras.
Respirando casi ahogado, arrebató con su ataque verbal.
—Ya no quiero más de tu estúpido amor de hermano y tu libido incontrolable, daselo a cualquier otro, ya no quiero verte más la cara.
Las palabras afiladas como dagas se enterraron con fuerza en el corazón de Gakupo, quien mostró una mirada descorazonada, dolida y que le clamaba compasión. Humillado por el descaro de Gakupo, casi sin esfuerzo, se lo quito de encima y con el corazón atormentado huyó al segundo piso de la casa para refugiarse.
Gakupo, que sentía como la vida se le resbalaba de las mano, se dejó caer al piso de la cocina. Sin tener siquiera las fuerzas para ponerse en pie.
Espero que hayan disfrutado el primer cap, haré el segundo lo más rápido posible.
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