Las manos que ahora recorrían su cuerpo le transmitían un calor que casi le abrasaba la piel, sus piernas temblaban y sus manos se aferraban con ansiedad a la espalda fuerte y masculina de su acompañante, el roce de sus cuerpos era sumamente agradable, la carne suave, joven y delicada de Yuri Plisetsky se estremecía con la fricción de la piel firme, áspera y ardiente de Jean Jacques Leroy, mejor conocido como JJ en el ámbito del patinaje artístico.
Ambos se vieron enfrentados en el evento de Skate Canadá, JJ era el favorito, aclamado por el público local no cesó nunca de irradiar un aura de superioridad, confianza y seguridad, sus detractores solían llamarlo arrogante y mujeriego, pero si sonaba arrogante algunas veces no era por nada, el chico con apenas 19 años era talentoso en la pista y fuera de ella, un excelente músico y cantante aficionado, dedicado a la filantropía en su tiempo libre, heredero del nombre y gran talento de su familia como patinadores, él logró hacerse de un prestigio propio, arriesgado y tenaz como era, las mujeres pronto se lanzaron a sus brazos e incluso formaron un club de fans donde conoció a la chica que ahora ostentaba ser "la elegida", su prometida y futura esposa, presidenta de su club de fans, Isabella Yang.
Todo esto era conocido públicamente, Yuri Plisetsky que solía estar al tanto de cada uno de sus contrincantes lo leyó en las redes sociales desde antes de venir a competir a Canadá, pero eso no le impidió caer ante la tentación.
Luego de haber quedado segundo lugar en la competencia y escuchar a JJ diciéndole –"Volvamos al podio en la copa Rotelecom, ¿bien? Yuri-chan"- con ese guiñó que terminó por colapsar el ya explosivo temperamento del adolescente, Yuri lo odió, y no porque lo hubiera superado con su coreografía, sino por ser condescendiente con él, tratándolo como un niño, minimizando su potencial como rival, si había algo que el orgulloso ruso detestaba era ser menospreciado o que sintiesen lástima por él, el rubio era consciente que en la vida se gana y se pierde, que si te caes debes levantarte, Yuri Plisetsky jamás había sido frágil ni débil, aunque pocas veces en su vida como patinador había degustado el sabor amargo de la derrota, cuando esta venía el tomaba la decepción y la convertía en fuerza y coraje para esforzarse y mejorar, y era esto precisamente lo que quería dejarle claro a Jean cuando lleno de enojo se presentó en la habitación del hotel del canadiense, aporreó la puerta con el puño y luego de unos instantes un chico moreno con el cabello húmedo y solo una toalla rodeando su cintura abrió la puerta.
- ¡Yuri-chan!-. Saludó con una sonrisa enorme y radiante en el rostro.
- Deja de llamarme así, no me interesa entrar en confianzas contigo por lo que no te doy permiso para tratarme con esa informalidad-. Sentenció el menor al tiempo que lo empujaba y se colaba dentro del cuarto.
Aún con la sonrisa en sus labios, JJ recorrió con la mirada el ángulo trasero del chico, cerró la puerta y pasó el seguro con satisfacción, la oveja se había metido por si misma a la cueva del lobo, esta noche no podría estar de mejor suerte, pensó.
- ¿Qué haces aquí? ¿No te han dicho que es peligroso para una jovencita entrar sola al cuarto de un hombre soltero?-. Dijo JJ en un tono de burla, lo que hizo que Yuri apretara los puños y lo mirará con desprecio. – Eres tan voluble y fácil de manipular Yuri-. Rió el mayor mientras pasaba al lado del ruso y se dirigía al frigobar para tomar una cerveza. - ¿Quieres algo? ¿Agua?, ¿Refresco?, ¿Un helado? A los niños pequeños como tú les gustan los de chocolate ¿no?-. No dejaba de observar los gestos de Yuri, cada vez apretaba más los dientes y contenía una ira que estaba a punto de explotar.
- ¡Deja de burlarte de mí! ¡No soy un niño y voy a vencerte la próxima vez! ¡¿Te quedó claro?! No te hagas el importante solo porque ganaste esta vez, no me conoces y no tienes idea de lo que soy capaz-. Dijo Yuri con su voz ronca y cargada de determinación.
- En eso te equivocas, si te conozco-. Abrió la cerveza y le dio un gran trago antes de continuar. – Eres un prodigio del patinaje, "el hada rusa", de gran belleza y talento, una promesa para el deporte de su país-. Se sentó al borde de la cama mientras Yuri lo seguía con la mirada. - ¿Creías que me iba a enfrentar a mis rivales a ciegas?, mis hermanos también compiten en la división junior, los has vencido sin miramientos ni dificultad muchas veces, desde entonces sigo tu carrera, te he visto patinar más veces de las que te imaginas, se de lo que eres capaz, por eso, usaré toda la experiencia y fuerza que te llevo de ventaja para impedir que te quedes con el oro-. Bebió el resto del líquido de la botella que tenía en la mano. – Entrené para derrotar a Viktor Nikiforov, iba a convertirme en el héroe que evitaría que la leyenda viviente del patinaje obtuviera su sexta medalla, pero ahora me enfrento a ti en su lugar, no creas que voy a menguar en mi determinación solo porque me seduzcas con tu cara bonita y tu bello aspecto-. Esta vez la mirada de Jean era fuerte, peligrosa y sensual.
- Soy mucho más que una cara bonita, no necesito seducirte para obtener lo que yo quiera, además, mi deseo no es obtener ventaja, quiero derrotarte cuando des tu mejor esfuerzo, solo de esa forma podré sentirme satisfecho conmigo mismo-. Declaró el menor con una media sonrisa en el rostro.
- Entonces, ambos estamos en la misma sintonía, gatito-. Se mordió el labio inferior al decir esto último. – Perdiste tu tiempo al venir hasta aquí a decirme algo que yo ya sabía-. Se levantó y caminó hacia Yuri. – Te propongo algo para no hacer de esta noche un desperdicio. Te enseñaré cosas que aún no conoces, de mí y de ti mismo-. Lo sujetó del mentón, levantándole el rostro obligándolo a cruzar la mirada con la suya.
- ¿Qué vas a enseñarme tú que yo no conozca ya?-. Los labios de Yuri se curvaron en una sonrisa sensual y coqueta. - ¿Qué pasa Leroy? ¿Te calienta un chico como yo?, pensé que lo tuyo eran las mujeres, bien formadas y con grandes atributos femeninos-. Esta vez el que se burló fue el menor. - ¿Qué pensaría tu novia si te escuchara hablándome así?-. La mano de Yuri se deslizó primero por la cintura del canadiense, luego, lentamente y sin detenerse bajó por su cadera, acarició entonces su muslo y volvió a subir con la misma lentitud, dándole al otro el tiempo necesario para retirarse o para protestar por aquella invasión a su espacio personal, pero Jean no lo hizo, por el contrario, su cuerpo reaccionó con rapidez a esas caricias, para cuando la mano de Yuri encontró la entrepierna del mayor, esté se topó con una erección. – Así que si te caliento-. Dijo al comprobar el estado de excitación del otro, por eso, deshizo el nudo con el que la toalla se sujetaba y esta cayó al suelo, dejando completamente desnudo al hombre frente a él.
- Quédate a dormir esta noche conmigo Yuri-. Las manos de JJ tomaron el rostro del rubio mientras le hablaba. – Desde hace mucho deseo tú calor, deja que te acompañe esta y muchas noches más mi dulce gatito-. Se inclinó y puso sus labios sobre los de Yuri, lo besó con ansia y deseo, devorando sus labios como un león hambriento, mientras el otro se dejaba seducir, correspondiendo cada movimiento en una sincronía absoluta e irrefrenable.
Y así fue como ambos se dejaron arrastrar por la sensual melodía del deseo, estaba mal y ambos lo sabían, cada uno con sus propios pensamientos y sensaciones, lejanos en su mente y corazón, pero unidos en la perfección de sus cuerpos.
Jean se deshizo rápidamente de la ropa de su pequeño amante, en menos de lo que imaginó ya lo estaba cargando en brazos y lo dejaba caer en la cama, la visión de ese cuerpo delicado y juvenil sobre las sabanas lo estaba haciendo perder la razón, a la mierda las presiones sociales, al diablo el control que sus padres ejercían sobre su carrera, que se jodan los admiradores, los patrocinadores, y toda la sarta de estupideces que acompañan a un atleta de éxito. En esta noche lo único que valía la pena era fusionar su cuerpo con aquel que había añorado desde hace tiempo, era peligroso, ilegal y sería un escándalo si los demás lo supieran, pero tras esas cuatro paredes, y esa puerta cerrada con seguro, eran solo ellos dos, dos almas que necesitaban el calor de su mutua compañía, dos cuerpos que se deshacían en caricias del uno para el otro.
Por su parte Yuri se desvanecía en momentos del pasado, se había rendido ante la propuesta de Leroy luego de escucharlo llamarle "gatito" de forma tan sugerente, ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que lo habían llamado así? –Un año y poco más- recordó el muchacho en su mente. Cuando JJ besó su cuello, pudo sentir sus dientes lastimando su piel, seguramente eso dejaría una marca, se alegró de que fuera en un lugar que fácilmente podría tapar con la ropa, nunca antes había sentido esto, las fuertes manos del canadiense apretaron su trasero, lo estrujaba con lujuria, a su voluntad y deseo, provocándole sensaciones que lo llevarían al climax sin duda alguna, muy diferente a su anterior y único amante, con el que compartió solo tres noches, tres veces le fueron suficientes para comprobar que no había futuro en esa relación.
- Gatito, eres tan sensual, te deseo, te deseo como a nadie-. Le susurró JJ al oído mientras le separaba las piernas y su dedo invadía poco a poco su interior preparándolo para lo que venía.
El rubio cerró los ojos y recordó el rostro de quien le había quitado la virginidad, le había dicho algo parecido, lo había llamado de la misma forma, pero sus movimientos eran tan diferentes. – Gatito, eres tan dulce, te quiero, te quiero mucho-. Le había dicho Viktor cubriendo su rostro de besos y acunándolo entre sus brazos la primera noche que estuvieron juntos, si se esforzaba aún podía recordar el aliento de este sobre él, apestaba a cigarro y alcohol, solo de esa forma se había dado el valor de estar con Yuri, de llevarlo a su cama en una noche luego de un torneo de la división Junior, ambos lejos de casa, ambos en eterna soledad que solo podía mitigarse cuando estaban juntos.
Esa noche fría Viktor y Yuri celebraban el triunfo de este último en la habitación de un hotel cercano a la sede del torneo, en la alfombra frente a la chimenea, el mayor bebió la primera copa, y a esas le siguieron muchas más, alentado en parte por Yuri, cada vez que el menor deseaba brindar era Viktor quien se bebía la copa suya y la de Yuri, al final, con la guardia baja, el en ese entonces tetracampeón del mundo se rindió ante la amenaza de su adorado gatito, aquel que jamás seguía sus consejos, - Bésame o buscaré a alguien más que lo haga-. Y de esa forma Viktor lo besó, dulce y con suavidad, acarició su rostro y con su otra mano lo sujetó de la cintura, lo atrajo despacio hacia él y lo mantuvo así hasta que Yuri fue capaz de mover sus labios y corresponder aquel beso de adultos.
- Estás haciendo trampa gatito, me provocas cuando sabes que no puedo avanzar más contigo-. Le susurró cuando dio por terminado el beso.
- No avanzas más porque no quieres, yo no me negaría-. Dijo Yuri, seguro de sí mismo, su cuerpo aunque aún joven, ansiaba un despertar sexual.
- No puedo, no me atrevería a hacerte daño-. Contestó Viktor y depositó un beso puro y casto sobre la frente del rubio.
- Sé que no lo harías, por eso tú eres a quien deseo, eres mi ángel-. Estiró su mano y acarició la mejilla del mayor. – Llegará alguien más y lo sabes, a mi edad, ¿cuantos se te insinuaron?, tu y yo tenemos una fisionomía parecida, tú pasaste por lo que yo estoy pasando ahora, soy agradable a la vista de los hombres que no tienen inhibiciones y algunos hablan de amor, prometen cumplir sueños, te hacen explotar la mente con emociones dulces que te llenan el alma-.
- ¡Basta!, sabes que te cuidaré de todos ellos, tienes que decirme si alguien intenta propasarse contigo, lo pondré en su lugar-. Interrumpió Viktor a Yuri.
- ¿Y qué haré cuando no estés aquí para protegerme mi dulce ángel?-. Preguntó el menor con sus ojos llenos de melancolía.
- ¿A dónde más iría? Siempre estaré a tu lado-. Lo ojos de Viktor se humedecieron, su corazón era tan frágil.
- La vida da mil vueltas, no sabemos que nos deparará el mañana, además, no quiero depender de ti toda la vida-. Yuri se acurrucó en los brazos de su compañero de equipo.
- Yuri, promete que nunca me dejarás-. Pegó su mejilla a la cabeza del chico, aspirando el dulce aroma de su cabello.
- No puedo prometer eso-. Levantó la mirada y lo vio a los ojos. – Mi corazón está ansioso de conquistar el mundo en todos los aspectos, Viktor, mi querido Viktor, mi alma ansia sentir pasión, una pasión loca que te destroza y al mismo tiempo te da la fuerza para crecer, para revolucionar al mundo por completo-. El menor hablaba con una confianza y determinación dignas de alguien mucho mayor.
- Nunca podré entenderte Yuri, te quiero tanto, pero por más que trato, no puedo saber que lo que verdaderamente habita en tu corazón-. Una lágrima amarga surcó la mejilla del albino.
- No tienes que entenderme, solo quiéreme, acompáñame y enséñame a ser un adulto-. El menor se acomodó de rodillas frente a Viktor, besó su mejilla y limpió aquella lágrima con sus labios, luego, buscó su boca y lo besó por segunda vez, con una maestría impecable, cada movimiento estudiado y enfocado a hacer disfrutar a su compañero.
- Aprendes bien la técnica, pero ¿Y el sentimiento?-. Preguntó el mayor cuando apartó a Yuri de sus labios. – Esta noche, no quiero que aprendas nada, no voy a enseñarte nada, solo, voy a trasmitirte mis sentimientos, escúchalos gatito, porfavor, compréndelos y acéptalos-. Se inclinó para besar a Yuri, usando su lengua en movimientos al azar, sin sincronía, solo enfocados a entregarse por completo a la persona que había minimizado su soledad, aquel que lo acompañaba todo el tiempo, a quien deseaba proteger y ver crecer como patinador y como ser humano.
Yuri por fin se relajó, pasó los brazos alrededor del cuello del mayor, mientras este hacía lo mismo en su cintura, pronto, los labios de Viktor abandonaron los suyos y se refugiaron en su cuello, lamiendo su piel con delicadeza y ternura. Aprovechando su mayor estatura y complexión, el mayor se inclinó aún más sobre el joven, obligándolo a recostarse sobre la alfombra, le desdobló y extendió las piernas con cuidado, lo trataba como algo precioso, frágil y sensible, el rubio no decía nada, pero su pecho empezaba a subir y bajar con mayor rapidez, su corazón latía con fuerza y su cuerpo entero temblaba debido a una combinación de emociones como el miedo, la intriga y el deseo. Fue despojado de su ropa con lentitud, las manos de Viktor estaban frías al contacto con su piel, pero esto rápidamente era compensado con los besos que recibía en cada centímetro de su cuerpo que iba quedando desnudo.
- Ahhhgg-. Gimió cuando sintió a JJ penetrándolo luego de haberlo estimulado, eso lo trajo enseguida al presente, prestándole toda la atención a su acompañante actual.
- Lo siento gatito, no tengo lubricante aquí, hice lo mejor que pude-. Se excusó el mayor.
- No importa, me gusta que duela un poco-. Confesó el menor, antes de sonreír y distraer su mente de aquella molestia besando los labios sensuales del moreno.
- Debiste decirme eso antes-. Murmuró el chico y mordisqueó los labios que lo besaban, mientras que de una sola estocada, entro por completo en él, deleitándose con la estrechez de su cuerpo, que segundos antes lo rechazaba y ahora lo abrazaba por completo, manteniéndolo completamente dentro.
- Ahhh.. ahhh JJ-. Volvió a gemir Yuri. – Esto es real, es jodidamente real, oh! Se siente tan bien, .. ¡hazlo! Cógeme fuerte, cógeme hasta que olvide mi nombre y solo pueda gritar el tuyo-. Ordenó el menor, lo que Jean tomó como reto personal.
Le levantó una pierna y sacó brevemente su miembro del interior de Yuri, solo para volverlo a penetrar bruscamente una y otra vez, pero no se conformaba con eso, quería hacerle sentir a su amante la misma pasión que él estaba experimentando en ese instante.
- Ven, ponte arriba-. Lo agarró por las caderas y con gran facilidad lo levantó, acomodándose el sobre la cama y Yuri sobre su entrepierna.
- ¿Quieres verme tomar el control? Pervertido-. Dijo el ruso, pero se lamió los labios y con deseo comenzó a bajar su cuerpo introduciendo la hombría de su amante poco a poco en él, JJ le extendió las manos y Yuri las tomó para conservar el equilibrio mientras movía su cuerpo arriba y abajo, a su propio ritmo, con sus propios deseos marcándole lo que debía y quería hacer a continuación, ansioso y para deleite de su amante, soltó su mano derecha del agarre del canadiense, y comenzó a tocarse, su miembro ya estaba duro así que lo recorrió de la base a la punta con lentitud, dándole un sugerente espectáculo a su amante que no podía quitarle la vista de encima, JJ levantó la cadera inconscientemente, queriendo fusionarse con Yuri por completo, cuando este tocó la punta de su propio pene dibujando círculos con su dedo pulgar, emitiendo jadeos cada vez más altos.
- Déjame continuar a mí, es mi nombre el que quiero oírte decir entre esos gemidos-. Quitó la mano de Yuri de su cuerpo y empezó a estimularlo, mientras el menor seguía moviéndose de arriba abajo con mayor rapidez.
La forma de moverse de JJ era tan diferente de su primera vez, él era apasionado y violento, Yuri se estremecía de solo sentir su mano sobre la parte más sensible de su cuerpo, y su miembro golpeando una y otra vez el punto G en su interior.
Con Viktor, todo había sido distinto, permitiéndose hacer una comparación entre aquella primera vez y esta rememoró de nuevo esa noche como si hubiese sido ayer, mientras yacía en la alfombra completamente desnudo, vio como el mayor se deshacía también de su ropa, lo había visto desnudo antes en los vestidores, así que conocía ampliamente lo que se escondía bajo esas prendas, pero se sorprendió al sentir un calor en sus mejillas cuando vio la erección de Viktor, él había sido quien la provocará y eso cambiaba todo, ya no podía verlo con la inocencia de antes.
- Sonrojado te ves adorable-. Dijo el albino y acarició la mejilla de Yuri, para después deslizar sus manos dibujando "s" sobre su cuerpo, hasta llegar a su hombría, que apenas despertaba, manteniéndose aún pequeña y rosada. – Me pregunto si tu sabor es tan dulce como tu rostro-. Sonrió y bajó su cabeza, besando los muslos de Yuri, yendo cada vez más al centro hasta rosar primero con sus labios, luego con su lengua aquel pequeño lugar secreto en el cuerpo de su pequeño amante.
- Viktor no.. -. El chico cerró las piernas en un acto reflejo, se sentía avergonzado, quería dar marcha atrás a todo de repente y escapar corriendo de allí, pero era demasiado tarde, Viktor no lo dejaría huir.
- Relájate, yo me haré cargo de todo-. Dijo el mayor y cumplió su palabra, estimuló con su boca el miembro de Yuri, lo lamió por completo cuando este porfin despertó mostrando una erección deliciosa y adorable, apretó suavemente los testículos del muchacho, mientras lo mantenía dentro de su boca.
Yuri echó la cabeza hacia atrás y buscó la mano de Viktor, él se la tendió y se sujetaron fuertemente mientras el cuerpo del más joven se estremeció bruscamente, alcanzando el orgasmo con facilidad dada su inexperiencia. Avergonzado busco el rostro de su amante, lo que vio lo dejó perplejo, pero a la vez le provocó el deseo tremendo de lograr que Viktor experimentara el mismo placer que él le estaba provocando.
- Definitivamente si, tu sabor es muy dulce-. Afirmó relamiéndose de los labios y los restos del semen que Yuri había vertido en su boca.
- Viktor yo…-. Un dedo sobre sus labios lo hizo callar, deseaba decirle a Viktor que el también quería intentar eso, él también deseaba probar su sabor y provocarle olas de placer.
- Yuri, mi dulce Yuri.. porfavor se completamente mío esta noche y todas las demás que nos restan de vida-. Viktor lo miró unos instantes antes de separarle las piernas, se acomodó en su entrada y lentamente fue abriéndose paso en ese cuerpo virgen, dulce, delicioso e inocente.
- Ahhh Viktor, Viktor-. Gimió su nombre mientras sentía el peso del cuerpo del mayor sobre él, se aferro fuertemente a su espalda, mientras Viktor permanecía inmóvil, dejando que el cuerpo de Yuri se acostumbrara a la invasión, lo cubrió de besos y saboreo el sabor salado de las lágrimas que se le escapaban al rubio debido a las sensaciones experimentadas.
Pocos instantes después y sin dejar de susurrarle palabras dulces al oído Viktor comenzó a moverse en su interior, primero suavemente y después con más rapidez y fuerza, todo debidamente controlado, atento a los gestos del pequeño, decenas de veces le preguntó si le dolía a lo que el menor negaba una y otra vez con la cabeza incapaz de hablar.
Fueron minutos maravillosos, momentos en que aunque el cuerpo de Viktor aún se sentía frío logro llenar su corazón de una calidez magnifica, se sentía querido y protegido, lograba sentirse a salvo entre sus brazos sin importar lo difícil que había sido su pasado y lo complicado que se vislumbraba su futuro.
Buscó los labios del albino y este complació su deseo, fundiéndose por completo con él, Viktor trataba de trasmitir todo el cariño que sentía por el pequeño que llenaba sus días de alegría, completamente entregado y con las inhibiciones apagadas debido al alcohol que aún circulaba en su organismo se corrió dentro de Yuri, pero se negó a separarse de él y se mantuvo en su interior por un rato más, mientras el semen vertido dentro comenzaba a salir y resbalar por entre las delgadas piernas del menor.
- Ahhh, JJ, sigue! Sigue!.. oh cielos! Se siente jodidamente bien, estoy.. aahh JJ.. me vengo ahhh Jean!..-. Gritaba sin importarle nada, los recuerdos de su pasado se desvanecieron en el instante en que las caricias de su amante lo llevaron a la cima del placer, una descarga eléctrica lo recorrió de la cabeza a los pies, cada poro de su piel se erizo y sin poder contenerse más se corrió en la mano y el vientre del moreno, sin vergüenza ni complejos abrió los ojos y con gran placer observó como Jean se llevaba la mano a los labios y lamia con lujuria el semen que escurría de entre sus dedos.
- Eres el manjar más exquisito que he probado-. Dijo el chico, luego, lo tomó por el trasero, se lo separó y levantó sus caderas varias veces para penetrarlo, en vista que el rubio estaba agotado, giró nuevamente en la cama sin romper la unión de sus cuerpos y lo colocó debajo de él, le levantó las pierna y comenzó a salir y entrar en él apasionadamente, logrando que Yuri volviera a jadear e impidiéndole recuperar el ritmo normal de su respiración. – Esto aún no ha acabado, aún quiero más de ti-. Buscó los labios de Yuri con ansiedad y sus lenguas se encontraron en una frenética danza que los estaba volviendo locos, incapaz de seguir retrasando sus deseos, Jean alcanzó el orgasmo, su semen se vertió en el interior de Yuri y este pudo sentir el líquido caliente que aliviaba por completo el dolor que esas estocadas le habían provocado.
Cansado y satisfecho JJ se dejó caer en la cama al lado de Yuri, le pasó un brazo por atrás del cuello y dejó que este se recargara en su hombro.
- Tenías razón, no hay nada que yo te pudiera enseñar, ha sido el mejor sexo que he tenido en la vida-. Admitió el canadiense y se volteó hacia Yuri esperando que este le confirmara lo mismo.
- No estuvo mal, fue bastante bueno, recodaré esta noche-. Dijo el menor y enseguida se incorporó sentándose en la orilla de la cama, se cubría con la sábana mientras buscaba su ropa que había quedado dispersa por el suelo de la habitación.
- ¿Qué haces? Regrese a la cama ahora mismo jovencito-. Dijo JJ con un puchero en los labios.
- Me voy, mi avión sale temprano-. Sentenció el adolescente mientras se ponía la ropa interior y los jeans.
- Quédate, pediré un taxi para ti por la mañana que te lleve a recoger tu maleta y luego al aeropuerto-. Pidió Jean sentado en la cama.
- ¡Vamos! No me digas que a ti también te cuesta decir adiós, ¡madura y tómalo como lo que es: un acostón de una sola noche!-. Se terminó de poner la camisa y recogía sus zapatos cuando le gritó a JJ.
- Yuri yo no…-. Trató de decir el mayor, pero fue rápidamente interrumpido por Yuri.
- No digas nada más, decir algo es un error, te juro que si dices que dejarás a tu novia o algo así, te asesinaré-. Yuri se rió sarcásticamente.
- ¡Es complicado! Si tan solo me dieras una oportunidad de explicarte..-. Volvió a tratar de excusarse pero fue interrumpido por un Yuri que ya se encaminaba a la salida.
- ¡Maldito cliché romántico!, odio todo ese estúpido romance y cursilería, sobre todo cuando son falsos-. Fulminó con la mirada a JJ. – Las explicaciones no tienes que dármelas a mi idiota, esas se las debes a tu prometida, Cuando quieras divertirte otra vez, búscame, pero no actúes como un imbécil arrepentido luego de terminar, afronta las consecuencias de tus acciones-. Yuri salió de la habitación y dejó a un sorprendido JJ en medio de un mar de confusión.
De camino a su hotel, Yuri decidió caminar, después de todo, solo eran unas pocas cuadras, el cuerpo le dolía un poco, era una sensación parecida a la que experimentaba luego de una dura sesión de entrenamiento.
- Ese idiota sí que ha conseguido hacerme sudar, tendré que darme una ducha nuevamente al llegar a mi habitación-. Se quejó el menor en voz alta. - ¿Porqué tuvo que arruinarlo todo a último momento? Él era perfecto para alguien como yo-. Apretó los puños y los dientes apurando el paso, tratando de repeler esos recuerdos que otra vez lo abrumaban pero le fue imposible. - ¿Acaso todos están obsesionados con el estúpido romance? Que mediocre forma de depender de alguien-. Masculló con odio mientras revivía sus días con Viktor a su lado.
Esa noche, la de su primera vez, fue tomado en brazos por el mayor, Viktor lo puso en la cama y lo arropó con cariño, se acostó a su lado, aún desnudos ambos, lo abrazó el resto de la noche y de tanto en tanto despertaba para ver que Yuri estuviera bien.
A la mañana siguiente la primera pregunta del día fue - ¿Estás bien? ¿Te duele algo?-.Por supuesto que le dolía el cuerpo, pero le dolía más el orgullo, Viktor esta encima de él a cada instante, tratándolo como un niño, ¿Acaso pensaba que era así de frágil? ¿Por qué no volvía a ser el de antes?
El viaje de vuelta a casa con Viktor fue una tortura para Yuri, se le pegaba demasiado y le preguntaba demasiadas cosas, Yuri incluso lo golpeó un par de veces para que se callará de una buena vez y lo dejará ver la película que proyectaban en el avión, aterrizaron y fue un alivio para el menor llegar a casa con su abuelo, Viktor tuvo que ir entonces a la suya, pero su actitud fue la misma durante varios días después, cada que se encontraban en los entrenamientos.
- Yuri, perdóname porfavor, no me odies, te lo pido, haré cualquier cosa para hacerte olvidar lo que pasó-. Le soltó de repente el mayor con lágrimas en los ojos, cuando le pidió ir afuera durante unos instantes en la pista en la que solían entrenar en Rusia.
- ¡¿De qué rayos estás hablando?! Yo no te odio idiota, la única razón por la que no te soporto es por ese comportamiento estúpido que has tenido últimamente, me compras obsequios, me preguntas demasiadas cosas, me halagas todo el tiempo, Me abrazas a cada rato, ¡Odio eso!-. Yuri desvió la mirada. – Actúas como si me debieras algo, como si necesitara ser compensado y consolado-.
- Eres mi pequeño gatito, y compartimos momentos muy íntimos, es normal que quiera estar pendiente de ti, yo quiero cuidarte el resto de mi vida, me aseguraré que jamás te falte nada-. Contestó Viktor
- ¡No quiero ser tu pequeño gatito! Soy Yuri Plisetsky y quiero conseguir las cosas por mí mismo, si no puedes verme como tú igual no quiero volver a hablar contigo nunca más-. Dijo furioso el rubio.
- Por supuesto que conseguirás todo lo que te propongas, eres la persona más determinada que he conocido en mi vida, y quiero estar allí para verte triunfar-. Dijo Viktor con una sonrisa, la cual fue correspondida por Yuri. – Vayamos esta tarde al cine ¿qué te parece? Me quedaré en silencio mientras esté la película-. Confirmó alegremente Viktor con su usual gesto amigable, de las lágrimas que antes había derramado ya solo quedaban sus pestañas humedecidas.
Dos veces más hicieron el amor, pasaron algunas tardes juntos, pero al final, su relación, si es que se le podía llamar así, no iba a ningún lado, Viktor jamás pudo dejar de comportarse como alguien protector y un guía profesional, el tenía la necesidad de ser necesitado y Yuri no deseaba ser protegido, ansiaba más que nada ser independiente y no necesitar a nadie, confiaba solo en su propia fuerza para sobresalir, Yuri jamás dejó que Viktor entrará en su corazón y Viktor terminó por darse cuenta que Yuri no era su pequeño gatito, era un felino salvaje que de vez en cuando acudía a su ventana reclamando un poco de atención.
Para ambos fue doloroso, tanto que jamás hablaron de ello con formalidad, solo siguieron tratándose como amigos, como hermanos quizá, preocupándose el uno por el otro pero sin interferir, lo único que Viktor alguna vez escuchó de Yuri al respecto de su relación fue – No hubiera elegido a nadie más para ser el primero, siempre estarás en mí y yo siempre estaré en ti, esta fue una decisión que tu y yo tomamos por igual, no tienes que culparte o arrepentirte de nada-.
Cuando Yuri llegó a su hotel en Canadá, no podía detener las lágrimas que rodaban sin control por su rostro, ¿Por qué le costaba tanto aceptar el que Viktor se hubiese ido de su lado y ahora estuviera en Japón entrenando al otro Yuuri? El mismo lo había alejado.
Entró a su habitación y se quitó la ropa rápidamente, estaba a punto de echarla al montón de la ropa sucia en el baño, pero antes, aspiró su aroma, era el olor de Jean Jacques, se había quedado penetrado en la tela, podría jurar que incluso en su piel. De repente, cambió de opinión, se puso de nuevo la camiseta y la ropa interior, salió del cuarto de baño y se fue a la cama, esa noche dormiría embelesado por el aroma del hombre que podía llevarlo al éxtasis total sin pedirle a cambio su corazón, después de todo, Yuri guardaba su alma atormentada con recelo y egoísmo solo para él mismo.
