Sí. Tengo dos fics pendientes, lo sé. Pero tras cierta conversación por WhatsApp sobre la supuesta futura boda CS (hasta que no ocurra, negaré que existe... después también), me "retaron" a escribir este mini OS, que es una ida de olla al tiempo que el único escenario en que aceptaría que hubiese boda entre la maravillosa Emma y el tío ese del garfio.
Disfrutad.
Todo es tan idílico.
Los novios, frente al altar, preparados para empezar la ceremonia. Snow llorando como si le hubiesen dicho que ya no puede hacer más casitas para pájaros. Charming limpiándose los ojos porque "le ha entrado algo y no tiene nada que ver con lo guapa que está mi niña... déjame en paz". Henry a un lado del novio, mirando el reloj de su muñeca, a la espera.
Y no tiene que esperar mucho. Parece que los ciento ochenta y cuatro whatsapps que le ha mandado a su otra madre han surtido efecto, porque la puerta se abre de par en par, dejando aparecer a Regina, vestida con su clásico vestido "interrumpe bodas", y provocando una oleada de "hala!", de "pero qué pasa?" y de "cómo se atreve!".
- Siento llegar tarde -sonríe Regina, sin parar de avanzar hacia los novios, quienes la observan sin pestañear.
Hook, deseando no haber dejado su espada en casa. Emma, confusa, sin saber qué va a pasar.
Es esta última la que reacciona antes de los dos, dando un paso hacia Regina al tiempo que la señala y le dice:
- Regina, no sé que pretendes pero no piens...
No puede seguir.
No con los labios de la morena sobre los suyos.
Regina ha llegado a ella sin resistencia de nadie (Charming ha parado a Snow, sospechando lo que iba a pasar y queriendo ver el resultado), le ha cogido el brazo, se ha pegado a ella, abrazándola con el brazo izquierdo, y la está besando, al tiempo que le muestra el dedo corazón de su mano derecha a un Hook cada vez más rojo.
Un beso que ha paralizado todo pensamiento en el cerebro de la rubia, en un intento de concentrarse aún más en el beso, en la sensación de la morena contra ella. Es tan maravillosamente impresionante, y el haz de luz que surge de ellas por ese beso es tan brillante que ciega a todos los presentes, salvo Henry que, previsor, se ha puesto las gafas de sol al ver a su madre avanzar hacia su otra madre.
Cuando el beso termina, demasiado pronto para ambas, la morena le susurra a Emma:
- ¿Nos vamos?
A lo que la rubia asiente repetidamente. Pues claro que se van.
Y lo hacen, en un puff morado y seguidas de un "ya era hora" de parte de un sonriente Henry.
