Después de una breve pero lastimera discusión con Eren, Mikasa salió de su hogar como alma que lleva al diablo y condujo hacia el café donde hacía días había acordado de verse con Sasha.
Estaba furiosa, indignada y dolida por lo que unos minutos atrás había sucedido. ¿Qué demonios le ocurría? El tan sólo recordarlo le causaba un terrible dolor de cabeza, por lo que apretó el volante con demasiada fuerza para dejar salir aunque sea un poco los sentimientos que justo en ese instante hacían una huelga dentro de sí.
—¿A dónde vas? —Le dijo Eren desde la cocina, enarcando una ceja.
—Saldre a desayunar con Sasha. —Respondió ella buscando entre su bolsa las llaves de su automóvil.
—¿Desayunar? Es una broma ¿no? —Eren se levantó de la mesa y cruzó sus brazos sin despegar la mirada de su esposa, estaba empezando a enfadarse— Me levanté a las 7 de la puta mañana para revisar algunas carpetas y cuando acabé lo único que pensé fue en hacer el jodido desayuno para que lo compartieramos ambos.
—Y te lo agradezco. —Exclamó ella sin perder su tono de voz suave— Pero ayer te dije que saldría con Sasha.
—No, no me lo dijiste.
—Si, lo hice.
—Porfavor Mikasa, ¿crees que estoy loco? Si me lo hubieras dicho lo recordaría. ¡Pero no lo hiciste, así que no vas a ningún lado y te sientas a desayunar aquí mismo! —Alzó la voz, casi gritándole.
Ella fijó sus orbe grises sobre él con enojo— Te dije ayer en la tarde que hoy saldría con Sasha...
—¡Y yo ya te dije que no lo hiciste! —Y ahí iba de nuevo, estaba por explotar y cuando eso sucedía, la contagiaba— ¡Y aunque me hubieras dicho me importa una mierda así que trae tu culo aquí ahora mismo por que créeme que no me fue fácil hacer el puto desayuno!
—¿Sabes algo? Tu y tu apestoso desayuno pueden irse a la mierda, ¡que no me hayas escuchado por estar todo el maldito día metido en tu trabajo no es mi culpa! —Mikasa se dio la vuelta y avanzó hacia el recibidor con Eren pisándole los talones.
—¿¡Maldito!? ¡Gracias a él tienes alimento que meterte a la jodida boca!
—¡Claro, por que eres el único que trabaja en esta casa! —Gritó sarcásticamente— Hazme un favor y cállate. —Finalizó con voz fría y se marchó de ahí, dejando a su esposo con las palabras en la boca.
Realmente odiaba pelear con él y sobre todo por cosas sin importancia. Pero así era él. En esos años cuando ambos iban a la universidad y ella lo conoció siempre notó cierta actitud poco tolerante y explosiva en él. Era común verlo enojado, quejándose de todo y jurando vengarse de aquello que odiaba. Pero aquella imperfección pasó de largo para ella en el momento en que se enamoró de él. Durante su noviazgo las cosas sucedieron con tanta "dulzura" y nunca había cabida para las discusiones. Pero desde que habían cumplido su 4to aniversario de casados, las cosas iban de mal en peor.
Mikasa aparcó en el estacionamiento del restaurante y fue a su encuentro con Sasha, encontrándola dentro sentada en una mesa. Desde el momento en que la saludó, su amiga no pasó desapercibida la expresión de mal humor que tenía la pelinegra.
—Dejame adivinar, ¿otra discusión con Eren? —Le preguntó con las cejas alzadas. Obtuvo su respuesta en el momento en que Mikasa rodó sus ojos.
—Cada día está más insoportable. Supongo que nuestra próxima discusión se desatará si mañana amanezco con el cabello más largo. —Estaba molesta, pero no pudo evitar bromear un poco.
—Mikasa... sé que éstas cosas no me incumben, pero tienen que tratar de hablar. Si no resuelven sus problemas su relación se convertirá en una tóxica.
Sasha era su mejor amiga desde la secundaria y ella siempre era su oído y hombro en el cual llorar de ser necesario. Por lo que no le molestaba en absoluto que le hablara sobre su matrimonio, al contrario, siempre recurría a ella cuando necesitaba consejos.
—Yo losé, créeme que losé. Pero no tengo el tiempo necesario para hablar con él. Sabes que todo el tiempo estoy en el laboratorio, con trabajo y apenas y pude hacer a un lado ciertas cosas que tenía para hoy solo por estar un rato contigo. —Suspiró con cansancio.
—¡Entonces libérate un poco de tu trabajo! ¿Tienes idea de cuánto estrés debes de tener ahora mismo? Además, ¿cuando fue la última vez que estuviste a solas con Eren? —Preguntó la castaña, entrecerrando sus ojos.
—¡Sasha! —Exclamó la azabache con las mejillas ligeramente coloradas— ¿Acaso quieres gritarlo?
—Oh, porfavor Mikasa, sólo contéstame.
La aludida se quedó callada durante un par de segundos, bajó la vista y trató de rememorar cuando fue la última vez que había intimado con su esposo. Cuando halló la respuesta no pudo evitar sentirse sorprendida.
—D-Desde mi cumpleaños. —Contestó en un susurro.
—Estás bromeando ¿cierto? —Sasha la miró con pesadez, y al notar que su amiga no contestaba, abrió tanto la boca que seguro tocaría el piso— ¡Mikasa ya van a ser cuatro meses desde eso!
No lo había pensando desde entonces. Nunca fue una chica necesitada del sexo. Lo disfrutaba, claro y más cuando era Eren quien la tocaba y besaba, pero tenía 27 años, estaba casada, trabajaba en un laboratorio de tercer nivel y sumado a eso todavía estaba estudiando para conseguir su doctorado. Nunca tenía tiempo para nada y Eren tampoco, todo el tiempo estaba metido en su oficina, y si no estaba ahí seguro se encontraba en el tribunal. Trabajar en uno de los bufetes de abogados más prestigiados de la ciudad consumían mucho tiempo de su vida. O eso pensaba Mikasa.
Así que en definitiva, su matrimonio no era nada estable. Amaba a su esposo, de verdad que lo hacía, pero tenía muchas otras cosas en mente y sumado a las discusiones y peleas que tenía con el y que siempre tenía que afrontar, estaban debilitándola, cansándola, hartándola. Y tarde o temprano, aquella barrera de paciencia y felicidad se caería en millones de pedazos al suelo, obligándola a buscar consuelo en alguien más.
Y ese alguien estaba más próximo a llegar de lo que ella pensaba.
