31 de Octubre de 2009
Hola a todo el mundo!!!! Espero que estén felices y que disfruten de este día. Yo al menos intentaré hacerlo. Bueno aquí vengo con un especial de noche de brujas para todos ustedes, que esta basado en mi primer y único fic de Hetalia. Este vendría siendo un Omake, de lo que podría o no suceder si se llegan a dar ciertas condiciones. Aunque en mi otro fic, espero también llegar a celebrar Halloween, pero aja, no podía dejar pasar esta fecha sin subir nada. Además he estado algo deprimida y escribir ayuda. Pero hasta ahora sólo puedo regalarles la primera parte, porque voy a salir en la noche y no tengo tiempo de seguir escribiendo. Pero no se preocupen, tengo todo la idea formada en mi cabecita. Como saben, nada de esto me pertenece excepto la historia.. aunque por favor, denme a Grecia disfrazado de Guerrero Ateniense por esta noche, y cumpliré todas sus demandas!!!! Quiero a Grecia en mi cama por una vez en la vida, ¿Eso es mucho pedir?!!!!!!!
Pero bueno, hoy les dejo la primera parte de este fic, que espero terminar en estos próximos dos días... si Dios y mi anteproyecto lo permiten!!!
Así que sin más que decir, me despido xD
ahh por cierto, voten voten que como este fic solo tendra dos o tres caps maximo, se les dará un plus. Habra un pairing provisional, asi que decidan con quien quieren que Mattie se quede para este Omake xD
ahora si, me voy...
Andrea Black
Especial de Halloween (Primera Parte)
Observó silenciosamente su cama, sintiendo como sus mejillas se tornaban cada vez más rojas ante la sola idea de usar cualquiera de esas prendas. Eran demasiado ligeras, por así decirlo.
Levantó su mirada, rogando que no se tuviera que ver obligada a escoger algo de lo que estaba desparramado sobre su cama. Toda la ropa que estaba ahí era muy reveladora como para sentirse cómoda. Su cuerpo y mucho menos su salud mental saldrían bien librados si tenía que escoger.
En eso recordó el porqué estaba en esa situación. Todo había sido por el Heroico hermano mayor que tenía y sus caprichos de último momento. Y lo mejor de todo, cabe recalcar el sarcasmo con que se enfatiza la palabra, es que había convencido a Arthur para que secundara su estúpida idea de tener una fiesta de Halloween. Una maldita fiesta de disfraces.
Y con eso se había ganado una salida de compras que le había quitado cinco años de su vida por el esfuerzo realizado, dejándola con un montón de disfraces entre los que decidir.
Suspiró al tiempo que miraba a Kumajiro, quien se había acercado saludándola con el siempre constante "¿Quién?". Tomándolo entre sus brazos, lo apretó ligeramente, intentando tranquilizarse con el contacto con su fiel mascota. Faltaba poco tiempo para la fiesta, por lo que necesitaba tomar una decisión supremamente importante.
Escapar o asistir. Ese era el dilema.
Abrió ligeramente la puerta, y utilizando un espejo de mano que Elizabetha le había regalado alegando que nunca sabría cuando sería necesario y que había aceptado ignorando por completo cuan útil podría llegar a ser aquel pequeño objeto, y observó el corredor del hotel, encontrándolo vacío de cualquier ente sospechoso, entiéndase por alguna nación europea o su querido y autoproclamado héroe personal.
Sin esperar más, porque podría ser contraproducente, tomó a Kumajiro en brazos y salió por la puerta lo más rápido y silenciosamente que pudo, para luego prácticamente bajar las escaleras corriendo y salir casi volando del hotel.
Se negaba rotundamente a exponerse a la burla y al escrutinio público. Estaba demasiado ocupada con sus problemas internos y las nuevas, y sofocantes, relaciones con las demás naciones como para agregarle la necesidad de asistir a terapia con algún psicólogo.
Por lo que preferiría vagar por Londres y sus alrededores a tener que asistir a esa dichosa fiesta.
-Señor Kirkland, tiene una llamada.- dijo una de las empleadas que trabajaban en su casa. Suspirando, al tiempo que rodaba los ojos, decidió contestar al imbécil que osaba destruir su tranquila hora del té.
-¿Aló? ¿Con quién hablo?- preguntó educadamente, a pesar de estar de mal humor. Al fin y al cabo la educación no pelea con nadie.
-Estúpido Iggy, ¿Dónde tienes a Mattie?- preguntó una voz endemoniadamente conocida.
-¿Qué pasó con los modales que te enseñé, Imbécil? Saluda primero antes de preguntar algo.- espetó rabioso contra el americano. -¿Y qué es eso de donde está Mattie? Donde más puede estar, estúpida América, si no es en su habitación.- añadió respondiendo de malas maneras. Alfred podía ser un fastidio casi todo el tiempo. Había interrumpido su hora del té para hacerle preguntas con respuestas obvias como esa.
-Pues ahí no está. Así que dime donde tienes a mi hermana, Fucking pervert.- contradijo Alfred con terquedad. Inglaterra podría sentir como comenzaba a aparecer un fuerte dolor de cabeza, producido por un imbécil sin cura.
-Ya te dije que no tengo a Mattie. Y si no está en su habitación, no está contigo ni conmigo, ¿No puede estar simplemente con alguna de las mujeres o con el Wine bastard?, you git.- espetó enojado.
-No está con ninguna de las mujeres, ya que se separaron luego de venir de comprar los disfraces y Francis ni siquiera está en el hotel.-comentó Alfred con seriedad. Arthur guardo silencio, mientras se masajeaba las sienes, para luego razonar lo que su ex colonia le estaba diciendo. Francia es igual a pervertido y Mattie es igual a presa. Francia desaparecido y Mattie con paradero desconocido. Tomando todos esos datos, nos da la siguiente ecuación: Pervertido más Presa más localización desconocida más el bono especial de disfraz es igual a desastre y a Mattie en peligro. -Bloody Hell.- gruñó ante eso. -Alfred, ¿Hace cuanto está desaparecida?- preguntó colocándose de pie y dejando olvidada su preciada hora del té.
-Hace como diez minutos.- respondió de mala gana. Un momento, eso era bastante rápido. Algo raro estaba sucediendo ahí.
-Y se puede saber, ¿Cómo estás tan bien informado de lo que hace Mattie, Alfred?- preguntó al notar lo detallado que era el reporte del rubio de gafas. Logró escucharlo maldecir al otro lado de la línea y esperó paciente la respuesta.
-Mis chicos me informaron.- respondió luego de una larga pausa. Sus chicos. Sus chicos hacía referencia a…
-¿Me estás diciendo que tenías a Mattie vigilada todo el tiempo? ¿A quién y a cuantos contrataste, América?- preguntó casi gruñendo.
-Oye, mi deber es proteger a mi hermana de pestes. No me culpes por querer saber que está sana y salva todo el tiempo.-
-Eso no responde mi pregunta, Alfred.- espetó perdiendo la paciencia por completo.
-Tú sabes perfectamente, Iggy.- respondió Alfred con ligereza. -A los chicos del FBI. Pero no recuerdo realmente cuantos eran, tal vez una decena o dos. En fin eso no es importante ahora.- respondió sorprendiendo a Inglaterra. ¿Ese imbécil tenía vigilada a su pequeña niña con 20 agentes del FBI a sus espaldas y sin su permiso?
-América.- murmuró tratando de controlarse. -Espérame, voy para allá y solucionaremos todo lo que está sucediendo.- dijo en tono peligrosamente serio antes de despedirse y colgar sin esperar realmente respuesta alguna.
El dulce sabor de la libertad era algo que hacía tanto tiempo no probaba. En parte por aquello que se la pasaba en su casa intentando mantener a su país lo mejor posible en estos tiempos de crisis, y con arduo trabajo lo había logrado. Canadá no había sufrido tanto como otros países con la recesión. Pero también su falta de libertad se debía a los acontecimientos recientes.
Alfred estaba insoportable. Antes escasamente se percataba de su presencia, y cuando lo hacía era para pedirle algún favor. Y aunque eso le bajaba la autoestima, no podía evitar sonreír levemente también. Al menos venía a visitarlo de vez en cuando y cuando se acordaba de él, era bastante atento. Bueno, atento en lo que su egocentrismo y su complejo de héroe le permitía, pero aja. Es su único hermano y tan sólo queda la posibilidad de amarlo así.
Pero ahora, lo tenía todo el tiempo observando cada movimiento. Y no era tan tonta como para no percatarse de que la tenían vigilada. Por lo que tuvo que invertir tiempo y muchos sobornos a Kumajiro para poder conseguir el horario de cada uno de sus vigilantes. Y había sido fácil para él, dado que nadie se esperaría que Kumajiro fuera un oso espía. Pero eso le había dado la suficiente ventaja como para poder saborear la libertad que tanto ansiaba y que tanto había extrañado.
Ahora sólo le quedaba aventurarse por los alrededores de Londres y conocer un poco más, teniendo cuidado de no ir a los lugares más conocidos o los que Alfred, Arthur o Francis pudieran escoger para comenzar su búsqueda. En eso, decidió que Inglaterra no era un lugar seguro, porque Arthur definitivamente lograría encontrarla tarde o temprano.
Así que revisando su bolsillo y encontrando su billetera, rebuscó cuánto dinero tenía. Sonrió ante la idea que pasaba por su cabeza. Era algo que usualmente no haría, pero para situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Ya se disculparía más tarde con su Papa y Father, además de Alfred. Pero por ese día quería estar sola.
-Eres un completo imbécil. ¿Cómo se te ocurre traer agentes federales a mi país, darles jurisdicción sin mí permiso?- espetó al rubio de gafas, mientras caminaba por la habitación como león enjaulado. Se sorprendía cada vez más de lo retardado que podía ser su ex colonia cuando se lo proponía.
-Iggy, eso es lo de menos en este momento.- refunfuñó Alfred al verse envuelto en una de las reprendas de Inglaterra. -Lo que nos interesa es el paradero de Francia y de Mattie.- agregó haciendo aspavientos para darle más urgencia.
-Es cierto que la desaparición de Mattie es importante, pero la violación a mi soberanía también lo es, América.- dijo en tono peligroso, acercándose al rubio ojiazul con el entrecejo fruncido, haciéndolo tragar en seco al estar a pocos centímetros de distancia, con una mano en el cuello de su camisa y sus ojos fulminándolo completamente. -Pero me siento demasiado preocupado por mi niña, así que dejare pasar tu falta por ahora.- agregó antes de comenzar a separarse, mientas aún sostenía a Alfred por el cuello de la camisa. En eso la puerta de la habitación de Alfred se abrió. Llamando la atención de ambos rubios que se quedaron mirando perplejos hacía la puerta.
-¿Interrumpo algo, Angleterre et Amerique?-
Estaba un paso más cerca de que su plan fuera todo un éxito. Había logrado eludir los lugares donde Alfred podría buscarla, que constaban más bien de los lugares donde él podría haber ido. Con respecto a Arthur, esperaba no haber sido vista en ninguno de sus sitios históricos, ya que se imaginaba que el orgulloso inglés iría a buscarla en la parte histórica y más representativa de Londres. Y por parte de Francis, que a pesar de todo le conocía mejor, había evitado visitar los lugares que en verdad quería conocer sólo por el miedo de que él pudiera tener a alguien esperando por el mínimo rastro de su persona o de su oso.
Pero ahora sólo era cuestión de minutos que su deseo se cumpliera.
