Título: Hombre de Familia
Autora: hermyone
Advertencias: Adaptación de la película "Family man"
Resumen: Draco Malfoy es un exitoso empresario que tiene una idea erronea sobre la vida y el amor, hasta que un día las cosas lo hacen vivir una vida que no es suya... junto a Potter! ¿Aprenderá que las verdaderas cosas valiosas en la vida no son aquellas que se compran con dinero?
Disclaimer: Los personajes y el mundo de Harry Potter le pertenecen a JK Rowling y la película "Family Man" a quién sabe pero esto no es con ningún fin de obtener dinero

Notas de la autora:

Primero que nada, les digo que este fic es una adaptación de una película que lleva el mismo nombre que le he puesto a la historia "Hombre de Familia" (Family man) y que es muy linda. No es necesario que vean la película para entender la trama del fic, pero sí se las recomiendo como punto de comparación, aunque les digo que es "adaptación" no copia (mucho menos plagio) así que habrán cosas, muchas cosas adaptadas al mundo de Harry Potter y a la pareja: Drarry obviamente. Bueno, pues por el momento les dejo sólo el prólogo que no tiene nada que ver con la película, pero de ahí partira la historia y espero verlos para el primer capítulo y estoy muy ansiosa por recibir sus comentarios :)


Prólogo

La guerra había finalizado y con ella también la vida de su padre como consecuencia de la sentencia dada por el entonces provisional Ministro de Magia. Una sentencia discreta y rápida... muy rápida. Draco había sentido mucho dolor al momento de despedirse de su padre. Lo único que había logrado en aquellas circunstancias era contar con el mejor abogado y gastarse casi la mitad de la fortuna Malfoy que quedaba para poder lograr la autorización de la eutanasia a su propio padre luego de éste hubiera recibido el beso del Dementor.

Jamás había dejado de sentirse culpable por aquello, pero sabía que se hubiera sentido peor al dejar a su padre como un vegetal encerrado en Azkaban por el resto de su vida.

A pesar del dolor y la culpabilidad, Draco Malfoy no podía dejar de sentir rencor por las decisiones que había tomado su padre y que ahora habían cobrado las peores consecuencias. El imperio Malfoy, aquel que por tantos siglos había estado en la cima de cualquier eslabón del mundo mágico, aquel que le había dado todo lo que era, lo que siempre creyó le daría un futuro asegurado; ahora, ese imperio no era más que el recuerdo, sólo era la patética sombra de lo que una vez había dominado el mundo de los negocios en gran parte de Europa. Draco no podía evitar odiar a su padre, por más que éste se hubiera arrepentido al final de la guerra y hubiera dejado de lado a Voldemort para buscarlo en el caos dentro de Hogwarts. No, Draco no podía dejar de odiarlo y mucho menos podía perdonarlo porque ahora, después de tres años de haber finalizado la guerra y de que el dinero que había podido rescatar se hubiese terminado, Draco se encontraba en el cementerio Malfoy depositando los restos de su madre en una ceremonia en la que sólo se encontraba él y el hombre encargado de dirigir la ceremonia.

Su madre.

Draco Malfoy siempre había crecido frente a la figura imponente de su padre, aquella que al verla le hacía sentirse orgulloso pero temeroso, que por su simple mirada merecía un respeto que nunca había sentido por nadie más... de hecho, lo que había sentido al vivir con Voldemort aquellos meses en su Mansión no era respeto, ni siquiera había un rastro del interés que había mostrado de chico al escuchar a su padre hablar tantas veces de ese "poderoso mago". No, lo que Draco había sentido durante todos esos meses era miedo, pánico, angustia, terror... peligro. Pero Draco había tenido otra figura en su vida, una que aunque no era completamente antagónica a su padre, tampoco se le asemejaba. Su madre, Narcissa Malfoy, había sido aquella luz muchas veces opacada por la obsesión de su marido. Narcissa Malfoy había sido aquella madre casi perfecta que le había conseguido sacar las pocas carcajadas naturales cuando estaba en la Mansión Malfoy. Ella había sido el motivo principal para que Draco intentara matar a Dumbledore; su madre había sido todo para él. Pero a la vez nunca pudo evitar verla como una criatura vencida por el amor incondicional a aquel hombre que la había acompañado toda su vida. Si no hubiera sido por Lucius, Narcissa hubiera logrado mucho. Draco lo sabía. Pero el amor.

El maldito amor.

Y ahora él miraba aquella tumba blanca que sólo contaba con un pequeño epitafio que no representaba ni un poco de lo que en verdad sentía por dentro al ver lo que había quedado de su madre luego de tres años de depresión que finalmente había agotado sus ganas de vivir.

Con las últimas palabras indescifrables y vacías de aquel hombre, Draco se dispuso a dejar todo atrás con la determinación de dar la espalda a su pasado y volver a levantar los muros que una vez sus antepasados habían construido con tanto esfuerzo. Eso no le asustaba, ni siquiera lo veía como un verdadero esfuerzo, su determinación estaba más dirigida a borrar de su vida, de su alma, aquello que había terminado con todo lo que tenía.

El amor.

Un amor al poder y control que había llevado a su padre al perderlo todo, un amor por dominar a los débiles. Un amor que había llevado a su madre a seguir una ideología que no compartía del todo y sin decir nada, un amor que la había cegado de la realidad y del futuro. Un amor que había cautivado las manos de la muerte y que ahora la había secuestrado eternamente entre sus garras.

El amor era una maldición. Una condena que Draco Malfoy jamás viviría.

A mi ángel caído.

A ti madre

A ti que todo te debo

A ti que serás la única en mi corazón

Dando un último vistazo a la tumba, Draco se giró para irse, pero al alzar su mirada al horizonte, sus pies y todo su ser quedó petrificado por la sorpresa. Harry Potter estaba de pie a pocos pasos de él. Su mirada era seria, no había rastro de enojo o rencor, pero tampoco de compasión o tristeza.

-Potter, ¿qué diablos haces aquí?

No, tú no puedes estar aquí, tú menos que nadie merece estar aquí en el entierro de mi madre.

Potter se acercó sin romper el contacto visual.

-Vine a presentar mis respetos. Lamento lo de tu madre, Malfoy

-¿Que tú qué? -espetó con furia contenida. Aquello era el colmo de todas las humillaciones que había recibido durante los últimos tres años. Pero todo lo demás era mínimo al compararlo con ese momento. No quería... NO permitiría que Potter o nadie más humillara la memoria de su madre, no a ella, no ese día. NUNCA

-Ella fue una gran ayuda para mí aquél día, Malfoy. Por eso estoy aquí, le estoy agradecido... le debo la vida.

-Me importa muy poco lo que le debas a quién sea, pero no te voy a permitir que vengas a profanar su memoria con tu presencia. Lárgate Potter. Muérete si lo prefieres, pero escúchame bien, TÚ no le debes NADA a mi madre o a nadie que esté ligado a mí.

-¿Jamás lo supiste, Malfoy?, ¿acaso nunca te lo dijo?

Y qué si lo sabía o no, todo aquello era un absurdo momento que había sucedido años atrás. A Draco no le interesaba saber qué había hecho su madre en la batalla de Hogwarts como para justificar la presencia de Potter en ese momento.

Estaba exhausto... ¡Estaba harto de todo y de todos! Lo mínimo que esperaba ese día era un respiro de tranquilidad, no quería lidiar con nadie, mucho menos con Harry Potter.

-Potter, vete. -Su voz sonó cargada de sentimientos que en ese instante podían más que la máscara de frialdad que solía mostrar a los demás, aquello fue lo que al parecer hizo a Potter mirarlo de una manera que estremeció a Draco.

-Me salvó la vida. Tu mamá me salvó la vida en el bosque prohibido. Le mintió a Voldemort, le dijo que estaba muerto cuando pudo decirle que seguía con vida sin importarle ¿Sabes por qué lo hizo?, ¿sabes por qué tu mamá se atrevió a mentirle a Voldemort consciente de lo que podía hacerle si la descubría?

No, no lo sé. Y no quiero saberlo.

Draco se encontró con un nudo en la garganta impidiéndole hablar o gruñir siquiera, era ese nudo que había estado sintiendo durante los últimos tres años; aquel nudo que había empezado a crecer en el momento en que su padre había dejado de existir y su madre se había refugiado sola en la depresión. Era un nudo que había mantenido quieto en un punto hueco de su pecho, aquel punto que le oprimía al ver a Narcissa dejarse derrumbar y que le hacía odiarse a sí mismo por no poder ayudarle en nada, un nudo que lo había seguido como una sombra durante sus pesadillas, sumergiéndolo en un mundo de gritos y oscuridad que auguraba muerte y desdicha.

Dolor.

Ese era su nudo: Un dolor que le traspasaba los huesos y que ahora, de pie frente a Potter, estaba por estallar y hacerlo colapsar.

-Por ti, Draco. Ella lo hizo por ti.

Y ahí estaba. Las lágrimas que habían cubierto celosamente al dolor se dejaron salir silenciosamente y él no pudo hacer nada para retenerlas. Bajó la mirada furioso consigo mismo pero más con Potter por estar ahí diciéndole todo eso. Ni siquiera estaba pensando el cómo había sucedido ese incidente en la batalla de Hogwarts, pero el hecho de saber sobre esa acción cometida por su madre lo quebró y lo dejó más vulnerable que nunca. Cuando Potter volvió a hablar, Draco no se había percatado aún de su mano sobre su hombro.

-Mi madre murió por mí, se puso delante de Voldemort para protegerme cuando ella no debía haber muerto, pero no se movió incluso cuando él se lo ordenó, después la mató... Draco, tu madre arriesgo su vida por la tuya al salvar la mía, sé que no lo hizo por mí, pero quiero que sepas que le estoy muy agradecido... -Harry suspiró y colocó la otra mano en su otro hombro. -Déjame ayudarte, Draco. Olvidémonos del maldito pasado y nuestras rivalidad y deja que te ayude... No estás solo.

Algo dentro de Draco se encendió, era un sentimiento leve, casi imperceptible, pero ahí estaba:

Esperanza.

Esperanza de saber qué era exactamente lo que Potter le estaba ofreciendo. Pero no podía aceptarla, por más que el otro dijera que era una maldita rivalidad y colocara en el pasado sus diferencias, Draco no podía olvidar el hecho de que Potter había sido también gran culpable de lo humillante que se había convertido su vida. El muy maldito le hablaba sobre deberle la vida a su madre, ¿cómo podía decirle eso cuando él mismo le debía dos veces la vida?, ¿cómo podía siquiera hablar de todo eso cuando gracias a él no estaba pudriéndose en una cárcel de Azkaban?, ¿cómo podía estar consolándolo cuando él, Draco Malfoy, se había encargado con gusto de hacerle la vida imposible a Potter durante tantos años?

Simplemente no podía aceptar nada de Potter. No lo merecía.

-¡NO! -Draco se quitó las manos de Potter de un solo empujón que casi tumbó al moreno. -No quiero tu maldita lástima, Potter. Escúchalo bien que no te lo repetiré: ¡Tú no me debes nada!

La esperanza se había transformado en orgullo.