Holiguiiss mi gente, tengo muchos fanfics del Fandom, pero soy demasiado floja para publicarlos en tiempo y forma. Esta historia nació al ver un video; era un Au donde Karamatsu era el único hombre de los seis y los demás chica, luego pensé ¿Y si fuera al revés? Este fic esta hecho de imaginación Vallartense, Jalisciense y Mexicano... que lo disfruten.
Osomatsu-san no me pertenece, solo uso sus personajes con el fin de saciar mi pasatiempo.
Metamorfosis
Estaba harto, desde la preparatoria que no recibía el mínimo respeto de sus hermanos, él que daba tanto amor y ellos como moneda cambio eran miserias, desgracias y vergüenzas.
¿Cuánto más podía soportar eso? Era el más desafortunado de los seis; por eso no le importo pedir un deseo al templo, después de una jordana en busca de Karamatsu gilr's y fracasar como siempre. De regreso a casa se topó con un templo.
— ¿Qué más da?—pensó al momento de rezar.
Pero se había olvidado de algo, Kami puede cumplir tu petición pero no la manera que uno desea.
Ya era tarde y tendría que apurarse o no alcanzaría a ir a los baños públicos, hubiera aprovechado esos momentos y ya; pero no lo hizo y regresaron ignorando al chico para irse a dormir, nada nuevo, todo normal, sus sueños eran de roca y no pudo sentir el poder de la "bendición" en su cuerpo. En la mañana, sus ojos poco a poco se abrieron; a veces veía el rostro de Ichimatsu, su espalda o simplemente su espacio, pero no se esperó al ver un avergonzado chico arisco mirando con asombro.
—Ohayo—dijo soñoliento crispando al joven— ¿Te sucede algo, brother?—su voz sonaba dulce.
— ¿Ku-Kusomatsu?—pregunto tembloroso.
—Mhn—asintió y el morado salió del futón.
Aún con sueño, perezosamente se levantó ¿Por qué sentía sus ropas más grandes? Nada importante debía de ser, hasta que fue a lavar su cara.
— ¡Kya!—un grito femenino invadió el lugar despertando a los otros cuatro.
— ¿Qué sucede?—exclamo entre sueños el mayor.
— ¡Vamos por el campeonato!—vitoreo sonámbulo el amarillo.
— ¿¡Eh!? Ichimatsu ¿Por qué estás temblando?
— ¿¡Quién fue el maldito que hizo esto!?—exigió Karamatsu abriendo la puerta corrediza y sorprendiendo—Osomatsu-niisan ¿Está es una de tus bromas?—cuestionó agarrándole de la piyama al susodicho.
— ¿¡Karamatsu!?—ella asintió, el mayor ante el descuido agarro sus pechos provocando un gemido involuntario.
El de rojo tuvo un derrame ante la reacción cayendo en el futón.
—No-no es gracio-oso, Niisan—los otros solo tuvieron experiencia auditiva para solo ocasionar un sonrojo y un ligero sangrado.
—Ninis, el desayuno ya es…—sus palabras murieron al ver a esa chica.
Cabello negro un poco arriba de la cintura, ojos celestes, piel cremosa y podría decir la talla que tendría de los pechos aun con las ropas holgadas de la piyama.
—Por favor…—se inclinó la señora—Se mi nuera, no importa a quien elijas y si se puede de una vez todos—los hombres reaccionaron ante la propuesta de su madre.
¿Tan desesperada estaba? ¿No podía confiar en ellos para ser capaces de conseguir una novia?
—Mommy…
—Sí, querida—no supo cuando se incorporó y ahora le sostenía las manos.
—Gomen, pero soy Karamatsu
Matsuyo se impresiono por la confesión, agacho la cabeza y comenzó a llorar; aterrado le agarro las mejillas.
—Not cry, mommy. Puedo volver a la normalidad, I promise—su progenitora negó.
—No, quédate así. Siempre quise una hija—admitió llorando de emoción.
—Pues aprovecha, no sabemos cuánto tiempo estará así—dijo el tercero.
— ¿¡Qué!? ¿Ustedes no lo hicieron?—comentó de la impresión acercándose a Choro.
Por reflejo se alejó sonrojado, estaba jodido, si no sabían cómo regresar al doloroso a la normalidad, tendría que vivir por el resto de su vida alejándose de él por la vergüenza y pena; a pesar que era su hermano.
—Kara-niisan ¿No habrá hecho algo ayer?—cuestionó el amarillo que parecía acercarse sin problemas.
—Ahora que lo pienso…
Y el recuerdo de orar llego a su mente, su rostro se alargó y unas lágrimas se avecinaron a correr en sus mejillas.
— ¡Kami-baka! ¡No era lo que yo pedí!—chilló y gruesas lágrimas descendieron— ¿¡Por qué estoy llorando, Okaa-san!?—preguntó entre lágrimas.
— ¿Tal vez las hormonas? No experimentaste la pubertad como una chica y ahora sí.
— ¿Cómo haremos que Karamatsu vuelva a la normalidad?—cuestionó el menor de todos.
— ¡Kami, danos una señal!—gritó el amarillo a todo pulmón.
Su petición fue escuchada cuando el techo se ilumino y apareció un ángel con una apariencia chistosa, le entrego a Karamatsu un papel y se fue por donde vino; cuando las arpas y coros callaron, leyó el contenido solo para inflarse una vena.
— ¡Debe de ser una broma!—exclamó con furia.
— ¿Qué dice?—interrogó el verde.
"Un beso de amor verdadero"
— ¿Qué clase de farándula de cuentos de hadas es esto?—dijo aterrado.
—Esto es obra del diablo—volvió hablar el hechizado.
—Solo queda una cosa…—dijo el primero con papeles en su nariz—Debo de besarlo—argumentó con decisión.
Agarro de sus hombros y poco a poco el espacio disminuía, solo faltaba unos centímetros que fueron detenidos por el de verde.
— ¿Qué piensas hacer, Aniki?—su voz parecía de ultratumba.
—Lo que has leído, un beso…
—De amor verdadero, Niisan—completó el beisbolista.
—Dice que tiene que ser una persona que sienta la mismo que la persona afectada antes del encantamiento—concluyó Totty.
— ¿Y dónde dice eso?—habló la madre.
—En las letras chiquitas, creo que tendrás que estar así por un largo tiempo, "Nee-san"—el doloroso tragó saliva por las palabras del rosa.
—Creo que tengo a una persona indicada—dijo el mayor, se fue de la habitación seguido por los otros.
Hasta que se percataron que el segundo y su madre no estaban con ellos; contuvieron sus impulsos de espiar hasta que bajaron al comedor.
— ¿Quién es ella?—cuestionó su padre al ver a esa chica con una cara de pocos amigos.
—Es Karamatsu-niisan, ha sido embrujado por Kami—dijo el mayor queriendo restarle importancia.
—Ah, sí van a salir tienen que cuidarla...
— ¿¡Ehh!? Pero si tenemos más de veinte y ya somos adultos...
—Y Karako ya es toda una mujer—dijo con alegría la madre—Pueden pasar a la casa de Totoko, tiene ropa que le dio una prima y no le queda—exclamó con una sonrisa mientras ella sentaba a la mesa.
—Espero que no causes problemas, Kusoko—al fin hablo el arisco.
—Púdrete—esa palabra no solo crispo al chico morado, sino a los demás.
Por otra parte, Karako comenzó a comer con una cara enfermiza.
Iba ser un largo camino.
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