Ya era la hora de irse hacia sus hogares, luego del usual patrullaje nocturno que hacían. Sin embargo antes de que Ladybug partiera a su hogar, Chat le pidió que espere un momento y ella acepto, no sabiendo en ningún momento lo que estaba planeando. Así que se sentó de nuevo en el tejado y mientras el viento mecia suavemente sus cabellos, entretanto se dedicaba a observar el paisaje ante sus ojos y esperaba la aparición de su gatito.
Al pasar unos minutos, este regreso con un ramo de rosas en su mano que inmediatamente le ofreció.
—Ten, son para ti Mi Lady—Repuso con una sonrisa ladina.
—Chat no debiste comprarme flores, es un gesto muy lindo, pero no puedo aceptarlas—Le dijo denegando su amable ofrecimiento.
—Por favor acéptalas —Suplico, pero a pesar de eso Ladybug no se retractó— Te propongo algo Mi Lady —Pronuncio al ver que no tenía intención de aceptarlas y Ladybug le presto toda su atención— Si las aceptas... —Empezó —Cuando todas las rosas se marchiten y todavía no te enamoraste de mí, se acabara lo que siento por ti —Propuso Chat a su Lady con una mirada indescifrable.
Ella no sabía que responder a eso y ahí viendo a Chat quien seguía tendiéndole el ramo de rosas, luego de unos segundos no pudo más que aceptar, mientras lo miraba de una forma curiosa.
No acepto porque quiera deshacerse de él y de sus perseverantes sentimientos hacia ella, sino de la forma en que el la intentaría enamorar, le daba curiosidad.
El sonrió ladinamente y se fue, antes por supuesto despidiéndose de ella. Realmente a Ladybug le causaba curiosidad la proposición y se quedó mirando el lugar por donde se había ido y cuando no lo pudo más divisar miro el ramo de rosas que sostenía en sus manos y se fue a su casa.
Al estar ahí se destransformó y buscando un jarrón coloco las rosas que había sacado del envoltorio y al hacerlo se dio cuenta que el gatito nunca tuvo intención de darse por vencido con su amor.
Porque entre todas esas rosas para su sorpresa había una rosa artificial.
