Aquí les traigo una nueva historia, lectores míos. Espero que les guste.
Disfruten de la lectura
Me levanté sobresaltada. Tenía la respiración agitada y estaba segura que si me miraba en el espejo me encontraría con mi rostro empalidecido. Otra vez había tenido aquel sueño. Aquel que se repetía noche tras noche una y otra vez, atormentándome donde quiera que yo estuviese. Ese sueño en el que rogaba a Sasuke que no se fuera, en el que le pedía que me llevara con él y que terminaba con su ida. Aunque más que cualquier sueño, es un recuerdo. Un momento de mi vida que pasó y dejé atrás hace muchos años, tres para ser más exactos.
Odio ese sueño. Me había obligado hace dos años olvidarme totalmente de Sasuke, pero parece que mi subconsciente hacía todo lo posible por recordármelo cada noche. Junto con Sasuke dejé todo atrás, a mis amigos, a mi mentora, a mi antiguo yo, a mi aldea natal y hoy después de dos años regresaría.
Me quité el pijama y después de un largo baño me puse mi típica ropa de misión. Ésta había dejado de ser desde hace mucho el traje rojo para convertirse en un pantalón azul marino, junto con una blusa de tiros blanca y la chaqueta naranja y azul de Naruto. Como acto reflejo olí la chaqueta, pero desde hace tiempo ya había perdido su olor, ahora sólo olía a mí. Recojí el poco equipaje que tenía que había preparado la noche anterior y me dirijí al despacho del Kazekage.
Hacía un año y medio que vivía en la Arena. Medio año antes había deambulado por algunas otras aldeas sin rumbo fijo, pero al llegar aquí sabía que este iba a ser mi nuevo hogar, sobre todo después de haberlo conocido.
Toqué suavemente en la puerta del despacho y después de haber oído "pase" entré en la estancia. Del otro lado del escritorio Gaara se quedó mirándome.
- Agradezco todo lo que a hecho por mí aquí, Kazekage-sama. Pero ya es hora de volver a mi hogar.
- Ya sabes que puedes llamarme por mi nombre.- me dijo de forma cansada.
Yo sólo lo miré sin decir nada. Un silencio se formó entre ambos, pero después de año y medio ya estoy acostumbrada.
- Que tengas buen viaje entonces, Sakura.
- Gracias.- dije haciendo una pequeña reverencia y saliendo del despacho.
Una vez en la entrada de la Arena suspiré nerviosamente y le maldije por no estar aquí acompañándome, había salido de misión hacía ya dos días. Tomé una bocanada de aire cogiendo el valor necesario para empezar a emprender el camino hacia Konoha.
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Si mis cálculos no fallaban y si seguía yendo a la misma velocidad que hasta ahora, llegaría en dos días.
Estaba nerviosa, muy nerviosa a decir verdad y tenía miedo. Miedo a la reacción de mis amigos cuando volviera, y sobre todo la de Naruto.
El día en que me fui no me despedí de nadie, sabía que eso iba a molestar mucho a Naruto cuando lo supiera, pero sabía que si me despedía de él, no podría marcharme. Necesitaba irme de allí, ir a otro lugar y olvidar el pasado, olvidarlo a él. Naruto todavía guardaba la esperanza de que él volvería, pero yo, después de habérnoslo encontrado y que nos intentase matar, sabía que nunca regresaría, Sasuke había roto todos los lazos que le unían a Konoha, y a nosotros.
Cuando se hizo de noche fui a buscar leña para hacer una hoguera, la cual encendí en un claro que estaba rodeado de árboles y que parecía seguro. Me senté en el suelo al lado del fuego y saqué de mi mochila la pequeña cena. Después de un tiempo, me quedé dormida.
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Desperté a la salida del sol y rápidamente emprendí el camino hacia Konoha. Con cada paso que daba me sentía más cerca de mi hogar. Hasta ahora, no me había dado cuenta cuánto extrañaba mi aldea natal. Aceleré mi velocidad y empiezé a imaginarme cómo sería mi llegada. Sacudí la cabeza sacando esos malos pensamientos. Al menos Tsunade-sama no estará enfadada conmigo, ya que era de la única que me despedí, aunque fue más por deber. Al ser ella la Hokage le tuve que informar que me marchaba sino me tomarían como desertora.
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Cuando llegué a Konoha ya es de noche, dí gracias a Kami-sama porque fuera el cambio de turno de los que cuidaban la entrada y que nadie estuviera aquí. Entré rápidamente a la aldea, todo estaba tal y como lo recordaba. Mis pasos me condujeron hasta el campo de entrenamiento. Sonreí inconscientemente, cuantos recuerdos tenía ahí del equipo siete. Me senté bajo el cobijo de un gran árbol, sabía que a esta hora de la noche no iba a ir a ver a Tsunade-sama, así que o iba a mi casa, o a la de Naruto.
Después de mucho debatirlo en mi cabeza y de hacer una lista mental de los pros y contras de ver a mi amigo, decidí ir a casa de Naruto. De todos modos tarde o temprano me iba a enfrentar a él. Me levanté pesadamente del suelo y emprendí mi camino, tenía muchas ganas de ver a Naruto y ver cuánto había crecido y madurado. Eché la cabeza hacia atrás y solté una carcajada, Naruto ¿madurar? Eso tenía que verlo para creerlo.
Estaba tan metida en mis pensamientos que no me había dado cuenta que había empezado a llover a cántaros. Estaba toda mojada, mi largo pelo estaba empapado, por no hablar de mi ropa, que si ya de por sí era ceñida, ahora parecía dibujada en mi cuerpo de lo pegada que me quedaba. Al menos ya estaba cerca de la casa de Naruto.
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Una vez delante de la casa de mi amigo, tomé una bocanada de aire y dí dos golpes secos en la puerta. Oí los pasos acercarse desde dentro de la estancia. Mi corazón cada vez latía más deprisa, estaba nerviosa por ver su reacción. Se oyeron los cerrojos abrirse, yo estaba impaciente y la lluvia no ayudaba. Y por fin la puerta se abrió.
Abrí los ojos desmesuradamente.
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Oh no.
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Sentí un dolor en mi pecho, un latido de corazón demasiado fuerte, ahora entiendía la expresión de "un vuelco en el corazón".
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Dios por favor no
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- Sakura.- dijo desde el otro lado de la puerta
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Ahora no, ¿por qué ahora?
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- Sasuke-kun
Espero que les haya gustado el comienzo de esta nueva historia. Si es así pueden dejármelo saber dándole al botoncito verde de más abajo.
Si les ha gustado esta historia también le gustará El Regreso o Ahora o nunca .
Pues bueno, hasta el próximo capítulo.
