-Buff que frío -Volví a soltar por quinta vez en la noche. ¿Como se les ocurría salir con -2º grados a la calle? Pero así son ellos, mis amigos. Yo por insistencia suya, después de 1 hora negándome, acabé acompañándoles. Solo tenía ganas de volver a casa y echarme a dormir.
-Deja de quejarte rubio -Espetó alguien a mi espalda, para después darme un leve empujón -Hoy será nuestra noche.
-Siempre dices eso Sai -Gruño Kiba acelerando el paso. …l es un chico alegre, optimista y mi mejor amigo desde que eramos unos críos. Nos llevamos genial. Me a ayudado en montones de ocasiones y sé que siempre estará ahí.
Sai es más fastidioso, graciosillo y borde. A veces no se ni como lo soporto. Intenta picarme cada vez que puede y yo caigo como un imbécil. Es huérfano y vive solo, supongo que por eso se a vuelto tan irritante.
Luego está Ino, la chica del grupo. Moderna, atrevida y sin complejos. Esos son los calificativos que mejor la describen. Le encanta salir y como no, ligarse a cuantos pueda. A pesar de eso, nadie se mete en su forma de vivir. Es encantadora.
-Eh hombre de negro -Llamó Sai -Si no te das prisa te dejamos aquí plantado.
Eche la vista atrás y estaba Itachi, recargando la espalda contra la pared, fumando. No me había fijado pero hoy estaba más siniestro que de costumbre. Llevaba una camiseta negra ajustada y encima una gabardina larga del mismo color. Pantalones ceñidos, dejando ver su buen formado cuerpo y botas americanas. De su oreja lucia un pendiente en forma de aro.
Para que negarlo, era guapo, sumamente atractivo. Muchísimas chicas habían llorado desconsoladas por él, otros hombres terminaban con el corazón roto después de sus negativas. A pesar de estar soltero, nunca se interesaba por nadie. Decía que no estaban a su altura, que eran feos o estúpidos. Quizás en alguna ocasión terminaba en la cama con alguno, pero no pasaba más de ser un simple polvo.
-¿Y tu novio? -Preguntó Ino echando atrás su larga melena rubia que se ondeaba al viento. Me encogí de hombros.
-En casa -Contesté.
-Haha Dí que sí Naruto, las esposas que se queden arreglando la casita mientras los hombres salen a divertirse -Como me sacaba de quicio. Estuve a punto de pegarle una hostia pero me contuve.
-No es mi esposa -Bramé rojo encarando a Sai-Y se queda porque esta resfriado. Ya bastante me a costado convencerlo de que no me acompañará.
Solté un suspiro y empece a caminar tras ellos seguido de Itachi. Esa noche sería larga. Maldije mi debilidad por dejarme arrastrar hasta allí. Tenia las manos congeladas, ya que se me habían olvidado los guantes. Intenté calentarlas frotándomelas entre sí, no con mucho éxito.
Miré hacía mi derecha, por alguna razón hoy estaba más callado que de costumbre. Volvió a sacar un cigarro de su paquete y lo encendió en silenció. Dio una larga bocanada y me devolvió la mirada. Me sobresalte.
-¿Qué miras? -Espetó brusco.
Imposible, ya lo había intentado millones de veces sin lograr nada. Era imposible saber que pensaba.
-Nada.
Al cabo de 10 minutos nos paramos enfrente de un local iluminado por bombillas de color negro y rojo; "Akatsuki". No me resultaba familiar. Al ver como entraban les seguí. Nada más pisar aquel lugar una nube de humo entró directamente en mis ojos cegandome. La música estaba tan alta que apenas lograbas oír tus propias palabras.
-¿Que coño es este sitio? -Grité abriéndome paso entre la gente que no paraba de dar empujones. Me ignoraron yendo directamente hacía la barra.
Conseguí llegar yo también, después de varios codazos y algún que otro insulto recibido. Kiba estaba tomando Vodka con limón. Pedí lo mismo y me senté a su lado.
-Mirala -Me señalo a Ino que había aprovechado a un grupo de jovencitos solos para sentarse junto a ellos. Estaban riendo y bebiendo. No paraban de mirar su delantera descaradamente.
-Pedazo de pervertidos -Murmure tomando un tragó de mi vaso.
-Jaja ¡Vamos Naruto! Que no esté Gaara no significa que no puedas divertirse -Fue entonces cuando me percaté. Era la primera vez desde que estaba con Gaara que salia sin él. Nunca me dejaba solo y insistía en acompañarme hasta para comprar. Es un celoso rematado.
¿Qué estaría haciendo? ¿Me habría echo caso y se habría acostado nada más irme yo?
-Uhm... -Sople echando a un lado mis pensamientos. Tenía razón. Ya que estaba allí intentaría olvidarme de lo demás y pasar un buen rato.
Una nueva canción empezó a sonar y la gente se volvió loca. La pista estaba a rebosar. Bailaban dejándose llevar por el ritmo de cada nota. Disfrutando del ambiente.
Pude distinguir la figura de Sai entre la multitud. Se movía provocativo. Varios botones de su camisa blanca estaban desabrochados, descubriendo su pecho pálido y firme.
En una esquina alejado de todos, solitario y con cara de pocos amigos, Itachi.
La melodía de mi mobil me pilló por sorpresa. Me levanté y lo cogí de mi bolsillo.
Gaara llamando.
-Voy al baño a contestar. Es Gaara -Explique a Kiba.
-Está por allí -Dijo apuntando hacía un pequeño pasillo oscuro.
Me adentré como pude. También estaba lleno. Algunos furiosos porque tenían ganas de mear y otros borrachos riéndose a carcajadas.
-¿Si? ¿Pasa algo? - Contesté tapándome una oreja para oírle mejor.
-¡Naruto! ¿Como estás? ¿Volverás pronto? -Apenas le escuchaba. La cobertura apenas me permitía entender su voz.
-Si. No lo sé. Estos quieren quedarse -Dije alzando la voz.
-¿Donde estás? -
-Creo que voy a llegar tarde, así que no me esperes despierto ¿Vale? ¿Me escuchas Gaara? -
-¿Naruto? -Definitivamente se perdía la conexión.
-No te preocupes, estaré bien -Colgé.
Un chico estaba vomitando delante de la puerta. Que asco pensé. Los demás hicieron muecas de disgusto y otro estaba dándole palmadas en la espalda preguntándole por su estado. Decidí quedarme adentro un rato. El aire no estaba tan cargado y se podía respirar mejor. Me eche agua en la cara y algo en el pelo. Tenia los cabellos revueltos y unas pintas de macarra...
No es que fuera muy presumido pero me gustaba arreglarme. Aunque hoy con las prisas me había puesto lo primero que había pillado; camiseta apretada azul con mangas negras y unos pantalones vaqueros desteñidos y gastados.
-Aparta -Alguien me empujo hacía un lado. Echo la cabeza debajo del grifo.
¿Pero que se creía? Puto borde.
Cuando se alzo, los mechones negros caían encima de su frente y me estaba mirando desafiante. Sus ojos estaban rojos y sus pupilas dilatadas. Su piel era tan blanca como la de Sai. Llevaba una camisa de seda roja a conjunto con unos pantalones negros.
-¿Tengo monos en la cara o qué? -Soltó de la manera más desagradable posible.
Negué y empezó a toser. Se llevo la mano a la boca y vi como se manchaba de líquido carmesí. ¿Sangre? Me apresuré y le ayude a aguantar el equilibrio, ya que empezaba a tambalearse.
-Oye ¿Estás bien? -Le pregunté preocupado. Tosía cada vez más.
Mi corazón empezó a bombear a mil por hora. ¿Y si la palmaba? Tenía muy mala cara y su cuerpo temblaba. Emitió un par de palabras que no logré entender y se incorporó. Suspiré aliviado.
-¡No me toques! -Murmuro apartándome bruscamente. Encima que le ayudaba ¡Desagradecido!
Se encerró en un lavabo y yo me quede shockado. No estaba echo para ese "mundillo". Deseaba que pasaran los minutos rápidos para irme. No me gustaba ese sitio y gente era de lo peor.
Unos golpes llamaron mi atención. Un tipo grandote acompañado de otro más bajito pero igual de fuerte estaban golpeando la puerta donde se había metido aquel chico.
-¡Hijo de puta! Sal y paganos lo que nos debes. No vamos a dejarte hasta que cumplas tu parte -Chillaban haciendo retumbar el portillo -¿Vas a salir o qué?
-Que os den -
-¡Te vamos a matar! -Me asusté y me aleje unos pasos. La cosa se estaba poniendo cada vez más fea y yo no quería ser testigo de ningún asesinato.
Siguieron gritando hasta que la puerta chirrido y no tuve ni tiempo de asimilar lo que estaba pasando delante de mis ojos hasta pasados varios segundos. Al salir le había dando un puño al más alto en el estomago y estaba retorciéndose en el suelo. El otro se había tirando encima suyo y estaba pegandole en la cara.
Nadie hacía nada por separarles. Al contrario, parecía que se divertían viendo el "espectáculo".
El moreno se encargaba de devolverle los golpes. Le reventó la nariz y fue entonces cuando aprovecho para pateare. …l tenia varios moratones y alguna que otra herida. Su camisa antes impecable y sin ninguna arruga ahora estaba desgarrada mostrando parte de sus brazos.
Escupió sangre y se rasco los ojos algo desorientado. Sus piernas flaqueaban y su andar era torpe. Cuando estaba a punto de salir el tipo se levanto rabioso y fue hacía él dispuesto a seguir con la pelea.
Grite hacía el de cabellos negros pero no me oía así que opté por actuar. Le pegué al tipo por detrás con todas mis fuerzas, logrando tumbarle. Me sorprendí a mi mismo al actuar de esa forma. Odiaba pelearme y siempre evitaba meterme en movidas, pero no había tenido más remedio que hacerlo. Si a los demás les daba igual a mi no. No quería que jodieran más a aquel chaval.
Lo agarré de la manga y lo conduje hasta afuera lo más rápido que pude. Teníamos que salir de allí como fuera o no lo contaríamos. Tenía la cabeza gacha y respiraba con dificultad.
-Joder en que líos me metes -Comente cogiéndole con más fuerza.
Por el camino me tope con Sai, el cual andaba ya medio bebido.
-Veo que has encontrado a un cachorrito -Se rió en mi cara y pase de largo. No estaba para sus bromitas. Tenia los nervios a punto de estallarme.
Volví hasta donde estaba Kiba y me lo encontré con la mano vendada. Itachi estaba a su lado.
-¿Qué te a pasado? -
-Un gilipollas...-Gruño -Se le escapo el vaso y los cristales me salpicaron. Me arde tsk...-Se quejo.
-¿Y este? -Itachi me miraba con una ceja levantada.
-Otro gilipollas -Respondí -Ahora no tengo tiempo para explicaciones. Me largo.
Ni siquiera me despedí de Ino. Salí a todo prisa de ese asqueroso lugar y al fin pude sentir el viento fresco chocar en mi cara. Aspire una bocanada de aire. Oí unas sirenas a lo lejos y me apresuré. Le sujeté por la cintura y caminamos hasta que estuvimos lo suficiente alejados. Entonces me paré.
Habíamos llegado hasta en un callejón desierto en el que apenas se colaba la luz de una farola. Lo dejé con cuidado en el asfalto y me arrodille a su lado.
Parecía estar en otro mundo. No reaccionaba y estaba empezando a sudar. Lo sacudí. Nada. Alce su mentón y mis ojos se toparon con los suyos. Negros y penetrantes, indescifrables. Me recordaban a alguien.
-¿Qué has tomado? -Insistí al ver que no hablaba.
Me miró como se mira a una cucaracha muerta y volvió a toser. Fuera lo que fuera que se hubiera tomado le había dejado echo polvo. Espere a que se calmara y entonces una media sonrisa se dibujo en sus labios.
-Les he dado bien -Comento con la voz algo forzada.
-¿Qué? ¿Tu estás loco? -Me indigné -¿Sabes que por tu culpa casi me matan? Si no fuera porque te sacado de allí ahora estarías en el otro mundo.
Echo la cabeza hacía atrás y miro el cielo.
-Nadie a pedido tu ayuda -Comentó cabreandome del todo.
-Sabes...Por mi como si te mueres. ¡Vete a la mierda! -Le dí la espalda y empece a caminar dejandole atrás.
No me contesto. Seguí caminando. Al fin y al cabo yo ya había echo mi parte, aunque él no lo tuviera en cuenta y le importara bien poco que le hubiera defendido.
-¡Hey! -Cuando estaba a punto de doblar la esquina su voz me paró. Me giré y seguía tal y como lo había dejado.
-Ven.
Simple y directo. Y no se ni porque obedecí como un perro. A veces por bueno era tonto y al final todos acaban por aprovecharse de mi. Odiaba esa actitud miá.
Volví hacía él y por primera vez note que su expresión había cambiado. No sabría describirla pero sentí pena.
-Creo que tengo el muslo tocado -
Le tendí la mano y posicioné su brazo por detrás de mi cuello, recargando el peso de su cuerpo. Seguía temblando y algunas de sus heridas todavía sangraban.
-Gracias....-
-¿Te duele? -
-Un poco...-Con tanto lió no me había percatado, pero olía muy bien. Una fragancia masculina lo bastante fuerte como para no olvidarte de ella.
-Está bien. ¿Vives cerca? -Pregunté tratando de poner las ideas en claro.
-¿Por? -Frunció el ceño y rece para que la paciencia estuviera de mi parte. Como siguiera con su comportamiento de crío malo y pasota, lo dejaría allí tirando a su suerte.
-¿Pretendes que te cure aquí en medio de la calle? -Ironice -¿O es que piensas pasar la noche al ras? A mi casa no puedo llevarte -Sentencie pensando en Gaara. Si viera que llevo a un chico y encima en ese estado acabaría peor que él.
-Vivo a dos manzanas de aquí. En la calle del Norte, número 12, piso cuarto, puerta 2.
Miré el reloj de mi muñeca. Las 1:04.
-Genial...-Susurre cansado.
Antes de que llegáramos se desmayo. Y como pesaba. Las fuerzas por momentos me fallaban pero al final resistí.
Cuando llegamos estaban empezando a caer gotitas. Urgé en sus bolsillos y cogí la llave. Al entrar estaba todo oscuro ¿Viviría solo? Prendí la luz y lleve al chico hasta un gran sofa blanco no muy lejos de la entrada. Le tumbé encima y fui a cerrar la puerta.
-Dios...-
Eche un vistazo al piso. A primera vista era bastante grande y estaba muy bien equipado; al fondo tenía grandes estanterías llenas de libros y en otra una gran minicadena y una tele de plasma ultimo modelo.
-Niñito rico...-Exhalé fastidiado.
Las cortinas rojas le daban un toque elegante a conjunto con la moqueta de color escarlata. En medio una pequeña mesita de cristal adornaba solitaria. Una puerta estaba semi abierta enseñando una cocina de lo más moderna.
¿Pero que clase de tío era ese? Encima ahora si que no podía dejarle sin más. No sin que antes despertara y me asegurara de que estaba bien.
Mi móvil vibró.
Tiene un mensaje nuevo.
¿Por qué no contestas a mis llamadas? Estoy preocupado por ti.
Llamame.
No puedo dormir si tu no estás...
Gaara.
-Mierda...-Me senté al lado de ese tipo que no conocía de nada y que seguía inconsciente.
Jamás había echo tantas locuras como esta noche. Mi vida era de lo más monótona y aburrida aunque me gustaba esa tranquilidad. Con Gaara estaba bien y eramos felices.
Pero esa emoción y a la vez peligro que había experimentado era totalmente nuevo para mi.
No me desagradaba del todo...
