Gafas protectoras.
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Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a su creador Masashi Kishimoto.
Advertencias generales: Posible What If?, OoC.
Aviso: "Esta historia participa en el Reto exprés: ¡Celebremos a papá, el olvidado! ". "La academia de Konoha".
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La fecha de celebración llegó antes de lo esperado, aunque eso no presentó ningún inconveniente; o al menos, no para Obito. Él ya tenía un presente bajo sus mangas que estaba destinado a parar en las manos de su dorado y admirado "padre".
En realidad, el hombre que admiraba no era su padre de sangre, aún así, Obito no podía evitar verlo como a su única figura paterna.
Según le comentó su abuela; quienes fueron sus verdaderos padres fallecieron poco después de su prematuro nacimiento. Por lo que al pequeño Uchiha no le quedó más que aferrarse a aquellas personas que todavía permanecían a su lado.
Obito se prometió a si mismo valorar siempre a aquellas personas que le proporcionaban seguridad y le hacían sentir acompañado.
De entre esa escasa cantidad de gente, se encontraba su padre de corazón, que siempre estaba dispuesto a darle palabras de aliento y a preocuparse por su bienestar: Minato Namizake.
Después de varios minutos recorriendo la Aldea de la Hoja, se encontró frente a su Sensei en el bosque de entrenamiento. Para su infinita suerte, Minato no estaba entrenando con Kakashi. Ese minúsculo detalle le daba mucha mas confianza al pequeño Uchiha a la hora de expresarse.
—Obito, no esperaba verte aquí tan temprano. Pensé que estarías ayudando a la gente con sus trabajos pesados -Minato le guiñó un ojo a su alumno, en señal de humor y alegría.
El aludido se ruborizó. Era cierto que tenía la costumbre de llegar tarde a los entrenamientos, misiones y sobretodo reuniones. Pero también era verdad que adoraba ayudar a las personas que lo necesitaban.
—Bueno, Sensei. Es que... yo —Obito se sentía un poco temeroso de no ser correspondido por su maestro. Con un infinito valor, estiró sus manos con el regalo preparado. Decidido a probar suerte —... ¡Feliz Día del Padre!
La sorpresa en los ojos de Minato fue indescriptible. Ese no era un regalo nuevo, sino uno que ya estaba acostumbrado a ver pegado a la frente y ojos de su alumno.
—Obito... gracias.
El Yondaime se alegró infinitamente por el regalo; su sonrisa de mil soles lo decía todo.
Hay ocasiones en las que, entre padre e hijo, no hacen falta ni abrazos y mucho menos palabras para dejar ver los sentimientos.
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La devastación que se reflejaba en los ojos de Minato era indescriptible.
Por parte de Rin, le llegó la noticia de que Obito había perdido la vida en su última misión. Salvando a sus camaradas y a la aldea entera al morir en la destrucción del puente Kannabi.
Para el Yondaime, lo más difícil de afrontar ante la perdida de su alumno, fue el desconsuelo de Kushina. La cual se desvivió en llanto al enterarse de la triste noticia.
De rodillas, frente a una hermosa tumba, colocó unas pequeñas gafas bicolor.
Esas gafas protectoras que habían sido su regalo del Día del Padre.
—Ahora entiendo por qué me regalaste tus gafas, Obito. Para ti poseían un valor muy grande -Y era verdad -. Por favor, protege a Kakashi y a Rin... estés donde estés.
Minato estaba consciente de que no solo perdió a un alumno del equipo siete, sino también a un hijo.
Pronto comenzó a comprender que tal vez esas gafas fueron un regalo inconscientemente de despedida por parte del destino.
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Fin.
