Diciembre 1982

Las frías calles estaban vacías por completo, solo ella se encontraba caminando en la hacia acera, caminaba lentamente perdida en sus pensamientos. La guerra había terminado hacia un año así que ya no tendría que preocuparse cada vez que salía por las calles, pero aun así en momentos como ese, donde la soledad y el silencio reinaban, lograban que se sintiera muy incomoda. Faltaban solo tres meses para que diera a luz. Solo tres meses y tendría a su adorable bebe junto a ella. Suspiro audiblemente al divisar el frente a ella su casa, lanzo una mirada de tristeza a la residencia de el frente, como extrañaba a su vecina, la señora Snape, quien la había ayudado innumerables veces y que por cuestiones familiares se había mudado meses atrás dejándola completamente sola en su infierno personal.

Abril 1983

Natalia era sin duda la bebe mas hermosa que hubiera visto en su vida, era la bebe perfecta, dormía lo justo por las noches y no solía llorar a menos que tuviera hambre o necesitara un cambio de pañal. Acuno a la pequeña entre sus brazos y comenzó a tararear en voz baja, intentando hacer el menor ruido posible para que solo su hija pudiera escucharla. pronto regresarla a trabajar y aunque no le gustaba la idea tendría que dejar a su hija en una guardería, pero como bien sabia era lo mejor que podía hacer.

Julio 1983

Sabia bien que las cosas se estaban comenzando a salir de control nuevamente, su esposo había perdido su empleo y ahora todo dependía de ella hasta que el pudiera encontrar un nuevo trabajo y si no lo hacia pronto regresarian al infierno y esta vez no solo seria ella quien pagara las consecuencias.

Mayo 1984

Su pequeña hija dormida cómodamente en su cuna, con un año de edad la cuna se hacia cada vez mas pequeña para ella, seguramente solo lograría usarla por lo menos unos meses mas, pero sin duda necesitaría una cama, y pronto. Un simple hechizo resolvería el problema, mas no quería pensar en lo que su esposo diría o haría si descubria habia hechizado la cuna de la bebe.

Junio 1985

Su esposo había recaído en la bebida, no había tenido suerte con los empleos, ninguno le duraba mas de tres o cuatro meses; había retomado sus viejas costumbres antes de que naciera su hija, aun no llegaba al extremo de comenzar a golpearla, pero pronto lo haría. Todo su tiempo libre lo dedicaba a su hija, a enseñarle a valerse por si misma, a vestirse, peinarse, ponerse correctamente los zapatos, le enseño cosas simples pero las cuales podrían significar mucho en su vida, como el hecho de que cuando escuchara a su padre gritar pudiera subir las escaleras y ponerle el pestillo a la puerta de su habitación.

Marzo 1986

Natalia tenia ahora tres años y sabia de buena mano lo cruel que la vida podía ser. Su padre no pudo conseguir mas empleos así que todo lo que su madre ganaba era todo lo que tenían. Pasaba parte de las mañanas en casa de una de las vecinas, la señorita Sophia, quien al descubrir una mañana a la pequeña sola en el parque, pego el grito al cielo y decidio hablar con ella. La mujer le había ofrecido hacerse cargo de la niña por las mañanas, sin dudarlo acepto ya que odiaba que la niña pasara la mayor parte del tiempo sola.

Agosto 1986

Las cosas estaban cada vez peor, su esposo había descubierto que la pequeña podía hacer magia, había conseguido apartarla a tiempo de la furia del hombre, pero desde ese día el insistía en que la menor se quedara en la casa, alegando que le daba vergüenza tener una hija así y que no quería ninguno de los vecinos la viera.

Diciembre 1986

Un hombre vestido de negro de pies a cabeza caminaba por las frías calles de Cokeworth, su destino era la pequeña tienda que estaba a pocas cuadras de su casa. Si había algo que el hombre odiaba era el tener que salir a caminar por aquellas calles que le traían tan malos recuerdos. Entro en el local y para su suerte este estaba casi vacío a excepción de un hombre que iba acompañado de una pequeña niña. Camino entre las estanterías buscando lo que le faltaba para poder subsistir los pocos días que aun le quedaban en vacaciones.

–Tengo frío– escucho quejarse a la niña

–cállate– le grito el hombre– deja de molestar, mejor has algo útil y ve a traer leche

Le lanzo una mirada a la niña, se notaba que el abrigo que llevaba, no la abrigaba lo suficiente, tampoco llevaba bufanda o guantes así que entendió que seguramente la niña en verdad tendría frío. El padre por su lado continuaba charlando con la dueña del local, quien lo miraba bastante incomoda por las maneras en las que el hablaba a la menor. La niña camino hacia donde estaba el, sin duda bastante familiarizada con la tienda para ir directo al lugar donde sabia encontraría lo que su padre le había pedido.

Lo miro curiosa mientras llegaba junto a el, era una pequeña que no podría tener mas de cuatro años, tenia el cabello y los ojos castaños y las mejillas sonrosadas por el frío. Se detuvo frente a el y se giro un poco para comprobar que su padre no la estuviera observando.

–¿Me pasas una leche? Por favor– pregunto con voz fuerte, para sorpresa de el, quien estaba seguro no se atrevería a dirigirle la palabra.

–toma– le entrego el cartón de leche, recibiendo un suave "gracias"por respuesta.

–Tardaste demasiado niña– refunfuño el hombre quitándole el cartón de las manos– vámonos ya.

Salieron del lugar después de despedirse de la encargada y pudo ver que el hombre llevaba, aparte de lo que supuso seria comida, una bolsa llena de cervezas.

–¿Esto será todo?– pregunto la dependienta. asintió en respuesta con la mirada aun fija en las figuras del hombre y de la niña– ¿Nunca los había visto?

–No, no suelo pasar mucho tiempo en mi casa como bien sabrá

–Claro que lo recuerdo profesor, créame que tiene mucha suerte de no estar mucho por aquí y enterarse de todo lo que hace ese bastardo.

–¿Bastardo?– pregunto,mostrándose interesado en el tema para hacer hablar a la mujer.

–Oh si, esa pobre criatura, no la deja salir de la casa, aunque según varios vecinos, a veces lo hace sin que se de cuenta, esta por cumplir los cuatro años, el padre las golpea a ella y a la madre, la pobre mujer se mata trabajando desde que el predio su empleo, muchos le hemos dicho que se divorcie y se lleve a la criatura lejos, pero no entiende– suspiro– solo esperemos que nunca le haga algo grave a ninguna de las dos.