Hora de aventura le pertenece a Cartoonnetwork. Esta es una historia de como pudo haber sido la vida hace mil años. Que lo disfruten

Bienvenido Simon

-Es posible que todo sea un sueño, es posible que todo sea una ilusión…

… Tiene que serlo

En una pequeña casa de campo habitaba una familia de inmigrantes europeos, la familia Petrikov. El matrimonio que vinculaba en esta morada tenía una duración emprendedora, había llevado consigo mucho trabajo y esfuerzo departe de la humilde pareja. Su unión los había llevado a concebir, por naturalidad, un pequeño niño al que le llamaron Simon en honor al querido abuelo de la criatura.

El pequeño Simon, que creció junto al amor y conflictos de sus queridos padres, se veía constantemente vinculado al típico sentimiento del niño, la curiosidad. Este sentía una gran curiosidad por todo lo que lo rodeaba, pero lo que más lo llenaba de ambición y sentimientos de aventura eran las visitas de ese ser que tenía su mismo nombre, su querido abuelo.

-¿Qué acaso cada vez que vengo tengo que ser víctima de esos condenados perros? – gruño el anciano entrando por la puerta mientras entres sus piernas se enredaban un par de springer spaniel típicos de la zona.

-¡Abuelo! – grito el pequeño Simon que corrió enseguida hasta sus piernas y lo abrazo (el pequeño chico solo alcanzaba a abrazar la parte baja de sus rodillas).

-¡Pequeño Simi! ¿Cómo está mi aventurero favorito? Jaja – alzando al pequeño hasta ponerlo a su altura.

-Llegas un poco tarde, ya está servida la cena – dijo la madre de Simon saliendo del cuarto que se encontraba al lado de el salón principal.

-Hmm, no importa , sabes que no soy de comer mucho.

-Bueno, está bien pero no quiero llevarte al médico nuevamente por aquel asunto del ganso.

-Shh no menciones eso frente al chico – dijo pelando los ojos y sonrojándose.

-Por cosas como esas es que...- interrumpieron a la dama antes de terminar.

-Abuelo, abuelo tienes que saber lo que aprendí hoy – decía el niño entusiasmado en los brazos de su abuelo.

-Oh, a ver cuéntame, que tanto aprendiste.

-Encontré unos libros que hablaban sobre la cultura Shinobi del periodo Heian y relataban sobre como los ninjas asesinaban sigilosamente a sus víctimas atacando desde las sombras, usualmente usaban sus armas de alto alcance y sus métodos de tortura consistían en destri…

-¡OK, OK! Está bien eso es muy interesante eh… - se acerca nervioso rápidamente a la señora madre del chico y le murmura al oído – deberías vigilar más lo que lee.

-¡Esos libros son de su padre yo no sabía que él leía eso! – dijo igual de sorprendida y sonrojada.

-Pero abuelo no me dejaste terminar – dijo inocente el chico.

-¡Luego, luego! Ahora déjame desempacar mis cosas – dijo riendo el agradable viejo.

El cansado abuelo se dispone a caminar para introducirse más en la casa y descansar de su largo viaje cuando siente como la pequeña mano de su nieto lo sostiene. Al voltearse el chico lo miraba con sus ojos que imploraban aullantes la tradición que este solía cumplir cada vez que iba a visitar la familia de su hijo. Sonrió.

-Después de cenar vendrá la hora de contar historias, no te preocupes – dijo con una sonrisa burlona.

El niño velozmente fue a la mesa donde la humeante comida lo esperaba, de la prisa que tenia, termino su espagueti en tan solo 3 bocados y aun así tuvo espacio para su postre preferido, pastel de manzana. Con la panza llena, se acomodo junto al sillón donde lo esperaba el anciano sosteniendo un gran bolso verde oscuro.

-Muy bien Simon, ¿has practicado tu silbido?

- Por supuesto que sí, pero aun no logro que suene nada.

- Entonces esto te gustara - de un gran estuche grueso saco un Omnichrod polvoriento y desgastado, junto con él, un pequeño objeto en forma de pera blanco y negro con orificios en los lados. Entre los bolsillos de su chaqueta sacó una cuerda similar a las que usaba el chico para jugar con sus pequeños autos, lo inserto en uno de los agujeros de la pera grisácea y lo giró al menos cinco veces.

Deslizó los dedos en el instrumento musical y comenzó a sonar una melodía seguida de graciosos silbidos que provenían del objeto nuevo, imitaba a la perfección cada nota e incluso las alargaba, pareciera que tuviera vida propia. Era tanta su carisma que en cualquier momento de los agujeros restantes saldrían un par de brazos y piernas y comenzaría a bailar.

El pequeño Simón tenía una emoción tan grande como la primera vez que disfruto con su padre uno de sus conciertos de armónicas, estaba tan encantado con el silbido de ambos partícipes que intento unírseles, tras los sordos sonidos que soltaba, el hombre mayor no pudo más que soltar risas burlonas. Pasado un corto momento el rostro del chico mostró un poco de desánimo y la música cesó.

- Es una técnica que se adquiere con años de práctica, pequeño - Dijo el abuelo Simon a su nieto.

-Quizás no puedo silbar como tú y Jiggler, pero sé hacer algo que ustedes no. - En cuestión de segundos corrió a la cocina para volver con una enorme olla y un cucharón de madera en las manos.

-¡Mira abuelo! ¡Yo también hago música! - Fuertemente golpeaba uno con otro haciendo juegos de percusión que resonaron en toda la casa, a lo que el instrumento y el pequeño amigo se unieron.

-Jajaja vaya que tienes talento Simi, sigue así y podrás impresionar a muchas chicas.. Por cierto, ¿cómo fue que lo llamaste?

-¡Oh no! nada de eso, las chicas tienen parásitos en los bolsillos que se alimentan de sus ondas cerebrales. ¿A quién? ¿Jiggler? no lo sé, me dio la impresión de que también sería un gran bailarín si pudiera.

No tardó mucho en salir el hombre de la casa, con una mano en el oído y una pipa en la otra.

-¡Para ya ese escándalo! No puedo oír mi concierto de armónicas.

- Oh, veo que te has despertado jaja - dice el abuelo deteniendo su instrumento.

-No estaba dormido estaba ocupado, papá, y para la próxima vez me debes avisar, no me dio tiempo de guardar a los gansos en el granero...

- YA DIJE QUE FUE UN ACCIDENTE - gritó el abuelo colorado de la vergüenza mientras Simon y su padre reían.

Con la música, los gritos y las risas, los hombres compartieron un momento en el corazón del hogar, seguidos por la madre del chico a quien le llamo la atención el exaltó, a altas hora de la noche, en el ambiente de la pacífica morada.

-Muy bien caballeros, se que están muy emocionados por la música y los gansos, pero esta no es hora de estar despiertos.

-Ok, ok. Creo que ya quedó claro el tema de los gansos.. Es suficiente por hoy. Y tu madre tiene razón, deberíamos estar todos en la cama - dijo el abuelo del chico riendo.

-Pero no quiero ir a dormir.. Les dije que las últimas noches he oído ruidos extraños en mi ventana.- Dijo el pequeño Simon mientras se acercaba a su abuelo.

-Tonterías hijo, sabes que todos duermen cuando es de noche.- Respondió la mujer que los había reprendido hace unos segundos.

-Hey pequeño, no tienes de qué preocuparte.- Le susurro mientras dejaba un pequeño objeto en el bolsillo del niño. - Si algo estuviera ahí afuera, no tienes de que preocuparte.

Sin más que decir, cada quien se retiró a su respectivo cuarto, la madre arropó cariñosamente a su hijo para darle las buenas noches y que la quietud dominara el lugar. Una vez solo, fue directamente a su bolsillo para saber que era el extraño objeto, con un suave aroma pudo reconocer fácilmente entre la oscuridad la figura de una jugosa fresa, lo que le recordó algunas historias de vampiros que le contaba su abuelo quienes, más que la sangre, tienen una gran debilidad por los frutos rojos. Una pequeña ansiosa curiosidad y calma cobijo a Simon que con su fruta bajo la almohada pudo dormir tranquilamente.

Al cabo de unas horas Simon se despierta junto con un suspiro sobre exaltado que va y viene con dificultad, mira para todas partes en la oscuridad de su cuarto con miedo y se dispone a gritar lo único que pudo creer conveniente gritar en salida de auxilio.

-!ABUELO! - grito desesperadamente el pequeño - !ABUELO!

La puerta se abrió de repente y en el cuarto entraron dos figuras rápidamente preguntando qué ocurría con voz preocupada, Simon pudo notar que una de estas voces era de su madre. La luz se encendió y en la habitación habían entrado el señor canoso y su madre mirando con preocupación la cama del chico y en todas direcciones.

-¿Que ocurre Simon?, ¿Que paso? - pregunta la mujer confundida por el temor de su hijo.

- Tuve una pesadilla... fue horrible... - su madre dirigió una mirada de desgano al señor que estaba en la habitación.

- Puedo quedarme contigo hasta que te duerm...

-NO - Interrumpió el pequeño niño - Quiero que mi abuelo se quede.

La madre del chico miró a su abuelo y sonrió de una forma extraña agregando un "ok" y retirándose dejándolos solos.

-Simon, ¿qué ocurrió? cuéntame que paso en tu pesadilla que te ha asustado tanto.

- No quiero hablar de eso - dijo el pequeño chico volteando el rostro de manera arisca y tímida.

- Bueno - dijo riendo su abuelo - supongo que está bien... - hubo un silencio de unos pocos segundos que fue cortado cuando el abuelo agregó - !se que hará que te olvides de esa pesadilla y te haga dormir tranquilo!

- ¿QUE? - pregunta el niño emocionado.

- Prometí que te contaría historias y pues, ¿Te apetece escuchar una historia?

Los ojos de Simon se llenaron de luz y una sonrisa se dibujó rápidamente en su rostro. El inicio de las fantasías que llenaban la curiosa e inquieta imaginación de Simon iniciaron una nueva aventura a boca de su querido abuelo. Otra vez.