N/A: Lo sé, lo sé. No deberíamos subir fic nuevo si no hemos actualizado el otro, pero es que este es taaan lindoooooooooooo ˆˆ
Como les habíamos dicho antes nos hemos puesto q escribir una serie de fics en los que los personajes son casi los mismos pero las historias son algo salidas de la realidad, asi como el just like heaven, este también es bastante distinto, pero POR DIOS, la imaginación no tiene límites.
Damn acabo de ver las fotos de la esposa de dave con panza, se ve bien la estúpida, pero ahora la odio más que antes!!! Al parecer dave la tenia escondida hahaha lol
Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a FOX, Hart Hanson, Stephen Nathan y Kathy Reichs, solo somos dueñas de nuestra super imaginacón *cries* porque si fuésemos dueñas de Bones este capítulo no estaría publicado aquí, lo estarían viendo en la pantalla de sus televisores.
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"Cada vez más extrañado, se adentró en el castillo hasta llegar a la habitación donde dormía la princesa. Durante mucho rato contempló aquel rostro sereno, lleno de paz y belleza; sintió nacer en su corazón el amor que siempre había esperado en vano. Emocionado, se acercó a ella, tomó la mano de la muchacha y delicadamente la besó... Con aquel beso, de pronto la muchacha se desesperezó y abrió los ojos, despertando del larguísimo sueño. Al ver frente a sí al príncipe, murmuró: ¡Por fin habéis llegado! En mis sueños acariciaba este momento tanto tiempo esperado." El encantamiento se había roto. La princesa se levantó y tendió su mano al príncipe. En aquel momento todo el castillo despertó. Y ese acontecimiento fue el comienzo de una historia, una historia donde ambos vivieron felices para siempre."
Temperance miró a su niña después de cerrar el libro.
-Sabes que esto sólo es un cuento ¿verdad? En la vida real nunca sucede así el amor.-
-¿Cómo, ma?-
-Tan mágico…-
-Yo no creo en la mágia.-
-Esa es mi chica.- sonrió, dándole a Erin un último beso antes de apagar la luz- Que duermas bien.-
La pequeña se acomodó en la cama mientras su madre salía de la habitación y cerraba la puerta. Aún era temprano, por lo que aprovechó para acomodarse en el sofá, servirse de un té bien frío y así terminar unos informes del último caso. En el fondo de pantalla de su portátil se podía ver una foto de Erin y ella misma disfrutando en el parque de atracciones; la niña llevaba un vestido rosa pálido que contrastaba con su piel morena, la más evidente característica que no compartía con su madre, y una gorra completamente blanca la cubría del sol. Temperance recordaba ese día. Era el cumpleaños de Erin. Había recorrido todas las tiendas en busca de un regalo apropiado para su hija y terminó comprando entradas para ese parque.
Erin no era una niña normal, o al menos no lo era para mucha gente. Prefería leer o dibujar que los típicos juegos para su edad. Odiaba las muñecas. Le gustaba, sobre todo, ver documentales con su madre, mucho más aún si éstos eran de animales. Para Tempi, su hija era excepcional, indudablemente lista para sus siete años, mucho más realista que imaginativa; pero eso no quitaba que era una niña: tenía rabietas como cualquier otra, a veces era poco obediente, pero siempre combatía los argumentos de su madre con gran elocuencia.
-Será mejor que nos demos prisa o llegaré tarde a trabajar.-
Habían pasado tres días desde entonces. Hoy llegaba el nuevo agente del FBI, el nuevo compañero, al Jeffersonian; no podía permitirse ningún retraso. Habían elegido un nuevo sustituto para Harvey, que estaba convaleciente después de un accidente de coche.
-¡¡Pero es que quiero chocolate!!- replicaba Erin, agarrada al estante.
-Hemos hablado de eso, cariño.- tiraba de su mano para poder llegar a la caja.
-Siempre como manzanas, o melocotones, o cualquier tipo de fruta. Yo quiero…-
-Tú quieres- la cortó Temperance- ¿Quieres que llegue tarde?-
-No- movió la cabeza con agilidad- ¿Me dejarás ir contigo? Quiero ver a tía Angie.-
-¿Diez minutos y nada de chocolate?-
-¡¡Graciasssss, ma!!- la abrazó.
Fueron quince minutos lo que le costó meter la compra en el maletero, conducir hasta el Jeffersonian y correr hasta su oficina, pero ya estaba allí. Se mostró algo avergonzada por la tardanza.
-Lo siento- se disculpó. Erin seguía escondida detrás de su madre, tirándole de la blusa con disimulo.- No había nada de comida en el refrigerador… ni si quiera he podido llevar a mi hija a la colegio todavía… -
-No te preocupes, Temperance. Te presento al agente especial Seeley Booth.-
Se adelantó. Se sorprendió. Sonrió. Todo eso en milésimas de segundo. Le dio la mano a quien sería su nuevo compañero mientras su jefe la presentaba. "Esta es la doctora Temperance Brennan, la mejor antropóloga forense…" Sí, pero ella no escuchaba. Su hija seguía tirando de su blusa. "Ma… me prometiste ver a tía Angie…" Todas las voces sonaban a lo lejos. Su mano seguía agarrada a la de Seeley Booth, sus ojos seguían mirándolo, su cuerpo no reaccionaba.
-Encantado de conocerte, doctora Brennan.-
-Eh…sí, sí. Yo también estoy encantada.-
Cerró los ojos e intentó despertar. Un poco paradójico. Después miró a Erin.
-Ma… ¿te has quedado parapléjica?-
-¿Qué? Es paralizada, cariño. Y no, simplemente estaba atenta. ¿Por qué no vas a buscar a Hodgins? Seguro él sabe donde está Ángela.-
-No puedo "danzar alegremente por las instalaciones del Jeffersonian"- murmuró muy consciente- Me lo dijiste tú.-
-Vaya, es una niña inteligente- se introdujo el agente Booth en la conversación.
-Objetivamente soy tan lista como mi mamá. Aunque tenga la piel morena como mi padre.- dijo orgullosa. Todos rieron.
-Pero tus ojos son como los de tu madre…-
Temperance y Seeley se miraron de nuevo. Sonrieron.
-Cariño, te acompaño a buscar a Ángela y luego le preguntaremos si te puede llevar al colegio ¿de acuerdo?-
-¡Sí! ¡¡Sí!! ¡Con tía Angie!- gritaba contenta mientras ambas salían de la oficina.
Seeley la observó hasta que desapareció totalmente de la habitación. "Es una preciosidad…" pensó.
Temperance a penas lo recordaba así. Intentó escaquearse ofreciéndole alguna que otra sonrisa, pero ¿cómo? ¿Cómo fingir ante una situación así? Y sobre todo, ¿cómo evitar no volver atrás en el tiempo…?
Hacía tanto frío que el disfraz elegido la cubría de arriba abajo. Doncella de la edad media. Definitivamente, no iba con ella. Para ello una máscara se encargaría de que nadie la descubriera, o al menos de que nadie tuviera la ocasión de preguntar cómo una antropóloga forense podía acudir a la fiesta de disfraces con tal atuendo. Y se equivocaba. Se equivocaba porque esa noche no la imaginó jamás. El FBI organizó una fiesta como agradecimiento al instituto Jeffersonian por la colaboración para la identificación de víctimas y el encuentro de sus asesinos.
Cena, baile, respeto, compañerismo fingido, sonrisas… tantas cosas que Temperance pensó en no ir hasta que la convincente Ángela la hizo rectificar. Y una vez allí incluso le pareció una buena idea. Hasta consiguieron hacerle reír todos y cada uno de los divertidos disfraces que algunos eran capaces de llevar. "¿Un policía vestido de policía? ¡Qué original!" murmuró. Todos dignos de una alabanza a lo peor, todos menos uno. Nunca hubiera imaginado que pudiera aparecer por allí un caballero andante de la edad media, la pareja que ella desearía para bailar. Y sin saber cómo, sus miradas se cruzaron. Aquel caballero misterioso la saludó con la cabeza. Ella con la mano. Y sintiéndose correspondido se acercaba poco a poco.
-Buenas noches princesa- le besó la mano- ¿Me concedería este baile?-
-Pues…- se lo pensó unos segundos- Claro. Lo haré encantada.- se acercó a su oído- Aunque yo no sé bailar…- le susurró.
-Eso no será un problema… Sir Seeley se encargará de todo. Le dijo mientras la conducía a la pista de baile.
-No se ven muchos caballeros por aquí- sonrió- De hecho, tú eres el único caballero. ¿Acaso supiste que yo vendría?-
-Sí… años atrás una hechicera me dijo que un día de luna llena encontraría a mi princesa- le sonrió-Y al parecer ese día ha llegado-
-Yo no creo en esas cosas. Yo estoy aquí por casualidad, tú estás aquí por casualidad, nos hemos encontrado por casualidad.- le miró a los ojos- Esa hechicera se equivoca o miente.-
-No lo creo… es el destino- la cogió de la cintura y comenzaron a bailar.
Y la noche se hizo larga, muy larga. Quizá ese hombre misterioso fue el único al que había mirado tanto a los ojos. Desprendían magia, sí, ese "disparate", esa "estupidez" en la que ella no creía. Magia. Y esa magia hizo que no pudiera apartarse de su lado. Salieron a la terraza dónde había solo un par de parejas hablando tranquilamente. Y se sentaron. Temperance le quitó el sombrero y comenzó a jugar con él, a observarlo.
-¿Sabes? Esta noche no iba a venir.-
-La verdad es que yo tampoco… fue algo de último minuto- sonrió- Es el destino ¿Lo crees ahora?-
Temperance bajó la cabeza, riendo. Después le volvió a mirar y le colocó el sombrero con gracia.
-Está usted muy guapo, Sir Seeley-
-Mmm…no lo creo- le sonrió- si fuese así mi princesa ya habría caído rendida a mis pies…-
Incrédula, no pudo seguir hablando. Consiguió sonreírle. Consiguió acercarse. E incluso consiguió rozarle la mano mientras se inclinaba hacia él para besarle. Había pensando en un beso corto, romántico, fugaz; pero una vez rozó sus labios, aquello se convirtió en el beso más pasional que había dado nunca. Y perdieron la noción del tiempo. Y notó como él se acercaba cada vez más, como sus manos ya no se posaban en la cintura, sino que pretendía escoger otro camino más hacia arriba. Tampoco fue capaz de detenerlo.
-No puedes hacerme esto si… si nos van a ver- dijo separando sus bocas a penas unos centímetros.
-¿Quieres…?- volvió a besarle- ¿Quieres ir a otro lugar?-
-¿Hay otro lugar?-
-No lo sé… dímelo tu-
-¿Quieres venir conmigo? Mi apartamento está aquí cerca.-
-Creo que es la mejor idea que podríamos haber tenido en toda la noche- la tomo de la mano y la guió hasta los estacionamientos.
Se mantuvieron en silencio durante el camino. Y ya en el portal, mientras Temperance buscaba en un bolsillo escondido en el disfraz sus llaves, Seeley se lo ponía un poco difícil. Consiguieron entrar. Después el ascensor, octavo piso. Ya habían perdido la cuenta de los besos.
-Deberías tener un poco de paciencia…- dijo ella entre risas, aunque también le costaba lo suyo controlarse.
-¿Acaso no te gusta?- le sonrió.
-Me gusta. Haces muy buen uso de tus besos. ¿Cómo manejas la espada, caballero?- le miró pícara.
-Eso… tendrías que responderlo tú luego de que te haga una pequeña demostración-
-¿Pequeña? Oh no…no te invito a mi apartamento para una pequeña demostración. Tenemos toooda la noche.- sonrió.
-Haberlo dicho antes mujer…tus deseos son órdenes, si quieres toda la noche, toda la noche tendrás…-
-Brenn…¡¡BRENN!! ¿Estás ahí?-
-¿Qué? Ah…¡sí! Disculpa, Angie, mi mente estaba en otra parte. ¿Qué me decías?-
-Nada… solo que te quedaste como piedra ¿Estás bien?-
-He conocido a mi nuevo compañero.-
-Debe estar buenísimo como te ha dejado sin habla…- rió.
-Lo cierto es que… ya lo conocí hace unos cuantos años.-
-¿Qué? ¿Cómo, cuándo, dónde? ¡Cuéntamelo todo!-
-Angie, fue en la fiesta de disfraces. Es el hombre con el que estuve.-
-¡Dios mío!...es el destino Brenn… ¿Te reconoció?-
-No. Nada. Cero.- dijo mientras se levantaba- Y no pienso recordarle quien soy. Al parecer no significó nada para él y no voy a forzar la situación.- cogió sus cosas.
-Eso no lo sabes… ya verás cómo se acuerda de ti-
-Voy a llevar a Erin a la escuela. Si preguntan por mí… diles que volveré.-
N/A: Comentarios… ya saben donde-
