Capítulo 1:

La hora del almuerzo escolar era mi parte favorita del día… Había mucha gente que no pensaba igual que yo, y que intentaban evitar a toda costa tener que sentarse rodeados de otros alumnos, pero a mí en lo personal me fascinaba. Amaba ver todas las diferentes historias que allí se agolpaban, la forma en que los grupos se sentaban en sus respectivas mesas y se disponían a devorar sus meriendas, inclusive me gustaba intentar adivinar qué clase de comida llevaría alguien ese día. Estaba un poco demente, lo sabía, pero así era yo.

-Jasper va darme un infarto algún día de estos, murmuró Alice mientras hundía una patata frita en el kétchup frente a ella. Había olvidado decirlo, pero otra de las cosas que más me gustaban del recreo era eso también, el poder reunirme con mis chicas y hablar de lo que nos había pasado en el día, cotillear sobre muchachos y comentar otras cosas, cosas de mujeres, cosas de adolescentes, cosas de amigas. Por desgracia, ninguna de ellas estaba en mis clases y es por eso que esperaba con tantas ansias esa hora también.

-¿Por qué lo dices?, preguntó Rosalie sin entender demasiado hacia donde se dirigían los pensamientos de Alice. Ella me observó y me encogí de hombros, diciéndole silenciosamente que yo tampoco comprendía que quería decir.

-Es que no puedo comprenderlo… Un día es el chico más dulce y encantador de todo el Universo, me dice cosas hermosas y me presta su calculadora en las clases de Matemáticas, y al otro se comporta distante, apenas si me mira y si le hablo no me presta atención.

-No le hagas caso a sus cambios de humor, mi hermano está absoluta y totalmente enamorado de ti, le respondió Rose mientras sonreía levemente. –Lo que sucede es que es un idiota, y jamás tendrá los huevos suficientes como para decirte lo que siente por ti.

-¡Rose!, le grité abriendo enormemente mis ojos. Sabía que ella y su gemelo no tenían la mejor de las relaciones pero me daba mucha pena que la rubia hablara de esa manera del pobre chico. –No lo trates así, no es su culpa ser como es.

Conocía a Rose desde que era muy pequeña, prácticamente desde que usaba pañales pero no había sido hasta los ocho años cuando había descubierto que ella tenía un hermano gemelo. Jasper sufría de una condición muy extraña, un principio de bipolaridad que no era grave pero que provocaba grandes cambios en su humor a lo largo del día, y desde pequeño hasta que cumplió esa edad había estado internado en un centro psicológico en donde le habían realizado estudios intentando comprender que era lo que le afectaba de esa manera. Por supuesto que nada bueno había salido de ello… En primer lugar, nadie había podido encontrar alguna cura o tratamiento a su afección, por lo que tendría que vivir permanentemente con ello. En segundo, la falta de relaciones con otros niños en su infancia había hecho de él una persona muy tímida y cerrada, con graves problemas para hacer nuevos amigos. Y en tercero, el haber pasado tanto tiempo distanciado de su hermana había destrozado por completo su relación.

-Ya sé que no lo hace con intenciones pero podría esmerarse un poco porque las cosas cambien. Él no pone nada de si para que la gente se le acerque, lo único que logra con su carácter es que los alumnos salgan espantados. Todos menos la duendecilla, claro.

-Que a ti no te agrade no significa que otros no podamos fijarnos en sus encantos, le respondió Alice mientras se cruzaba de brazos y le sacaba la lengua. No pude evitar lanzar un par de carcajadas.

Alice era lo opuesto en todo sentido a Rose. Pequeña, delgada y con el cabello corto y negro, derramaba alegría, arcoíris y unicornios en todas partes a donde fuera. Algunas veces me asustaba y no comprendía como era posible que hubiese tanta energía contenida dentro de un cuerpecito tan pequeñito pero ella era así, alocada, alegra y amigable. Ambas nos habíamos conocido durante nuestro primer día en la preparatoria… Ella era nueva en el pueblo y yo no tenía muchos amigos asique nos habíamos sentado juntas en el escritorio y desde allí nos habíamos vuelto inseparables. Había sido cuestión de tiempo para que Rose y ella trabaran amistad, consolidando así nuestro pequeño gran grupo. Desde hacía tres años que estábamos juntas y sentía que mi vida sería muy complicada sin tenerlas a ellas a mi lado.

No éramos populares ni mucho menos, no teníamos una enorme cantidad de amigos pero nos queríamos y eso era suficiente para nosotras.

-¿Qué hay de ti, Bells? ¿Qué sucedió con Jacob?

-Pues… En realidad nada, se terminó definitivamente, les respondí suspirando mientras le daba un sorbo a mi vaso de Coca Cola. Jake había sido mi novio durante los últimos cuatro meses… Nos la habíamos pasado muy bien juntos y yo de verdad le quería demasiado, pero mis sentimientos no eran suficientes como para decir que lo amaba y eso le ofendió hasta el punto en que decidió romper nuestro corto noviazgo. Me sentía muy mal al respecto porque él era muy agradable y siempre se había portado de la mejor forma conmigo, pero no podía obligar a mi corazón a que sintiera algo por alguien solo para hacerlo feliz. No podía forzarme a amarlo, y había preferido decírselo antes de que las cosas avanzaran y costara más detenerlo.

Ambas me observaron con muecas de tristeza pero yo agité mi mano restándole importancia al asunto, intentando no derramar las lágrimas que habían comenzado a formarse en mis ojos. Aún estaba intentando superar nuestra ruptura y debía decir que me estaba costando bastante. –Da igual, las cosas eran así y no iban a cambiar. Me alegro de que él haya decidido dejarlo todo, así podrá encontrar alguien que de verdad lo ame y le haga feliz.

-¿Y tú cuando vas a buscar alguien que te quiera como lo mereces y te alegre la vida?

-No lo sé, simplemente voy a quedarme quieta sin hacer nada y que la vida decida cuando sea el momento de amar. Con Jake tensé demasiado la cuerda, puse todas mis fuerzas porque sucediera y terminé quebrándolo todo… Ya no quiero forzar nada, sé que va a suceder, sé que pronto voy a enamorarme pero prefiero esperar.

Y de repente todo alrededor se quedó en silencio. Como si de una película se tratara las puertas de la cafetería se abrieron y por ella entraron cuatro sujetos: Mike, James, Emmet y, por supuesto, el eterno rompecorazones de la Preparatoria de Forks: Edward Cullen. Parecía como si caminaran en cámara lenta mientras todos se abrían hacia los costados con tal de dejarles el camino libre para que pasaran. Lo juro, inclusive creí escuchar una música sensual, como Back in Black de AC/DC mientras se dirigían a su tan conocida mesa, ubicada en medio de todo el salón. Los cuatro eran los jugadores más importantes del equipo de Fútbol Americano del Instituto, los hombres más guapos del pueblo y, por supuesto, los más populares. Todas las chicas del lugar babeaban por cualquiera de ellos, incluyendo a Rose, pero yo me mantenía al margen. Eran guapísimos, no lo negaba, pero sentía que debajo de esas caras bonitas no había nada, solo eran envases vacíos y yo necesitaba algo de personalidad para sentirme atraída por alguien.

-¿Y qué hay de ti, "Rosita"?, preguntó Alice en tono burlón utilizando el apodo que Emmet le decía a diario a la rubia para molestarla. Rosalie bufó mientras le arrojaba una patata frita y luego sacó un espejo de su bolso para revisar su apariencia, quitándole importancia a la situación… Ella no quería demostrarlo, pero sabía que por dentro se derretía por el chico McCartney al igual que él lo hacía por ella.

-.-.-

La hora de Biología era la parte que más odiaba del día… Había mucha gente que no pensaba igual que yo, y que intentaban asistir a ella a toda costa con tal de poder sentarse al lado de Cullen, pero a mí en lo personal, ese pensamiento me provocaba incontrolables nauseas. ¿La razón? Yo era la compañera de Edward "te-bajo-las-bragas-con-solo-una-mirada".

Por alguna estúpida razón, el profesor Banner había pensado que el capitán del equipo necesitaba algo de ayuda con sus notas, y que mejor para eso que sentarse junto a la mejor alumna de la clase. Edward no era un mal muchacho, pero se jactaba demasiado de su belleza y eso era algo que detestaba… Su ego podía ser realmente molesto cuando no te sentías atraída por él en lo absoluto.

-Hola Swan, dijo en cuanto mis pompas tocaron la silla junto a él. Suspiré intentando calmar mis ganas de devolver la maldita bebida gaseosa que había tomado en el almuerzo. Dejando mis pesados libros sobre el escritorio le respondí con la mejor sonrisa que pude fingir a esas tempranas horas de la mañana.

-Vaya... Parece que a alguien le han comida la lengua los ratones.

-Qué asco, te pareces a mi madre, le dije sin poder evitar hacer ese comentario. A veces el chico era tan estúpido que me sorprendía que hubiese llegado hasta penúltimo año del Instituto sin tener que repetir ninguno.

-Solo quiero ser amigable… ¿Por qué me odias? Serías la primera.

-Justamente por eso… Porque piensas que eres el Dios Edward Cullen y que todos te amarán y venerarán por siempre. Lamentó romper tu burbuja de fantasía, pero eso no es así.

Quizá era demasiado dura con el muchacho, definitivamente no parecía tener ganas de pelear ni de llegar muy lejos conmigo pero debía mantener mis murallas bien en alto si quería preservarme de sus encantos. Edward era conocido por seducir chicas, acostarse con ellas y luego dejarlas tiradas con el corazón roto. Lo lamento amigo, pero yo no quería eso para mí. Había conseguido llegar a mis 17 años con mi corazoncito intacto, no iba a dejar que fuera Cullen quien me lo arrebatara.

Pero debía de reconocer que tratarlo un poco mejor no iba a hacer que cayera perdidamente enamorada de él, suponía que podría hacer el intento de llevarme algo mejor con el chico, al menos para hacer de la clase algo más pasable.

Pero cuando volteé sobre mi lugar para pedirle disculpas por mis palabras, me encontré con un Edward con los ojos fuertemente cerrados, el ceño fruncido y su frente sudando apoyada sobre una de sus manos.

-Oye… Lo lamento, no quería que te pusieras tan mal. Estaba bromeado.

-No es… por ti. Demonios, murmuró con dificultad mientras comenzaba a guardar sus libros en su mochila. Su rostro seguía contraído en una mueca de profundo dolor.

-¿Qué sucede entonces?

-Mi cabeza… Siento que va… Que va a explotar.

-Cullen, debes ir a la enfermería. Retírate, yo le diré a Banner, le dije sin saber que más hacer por él. No era como si fuera a acunarlo entre mis brazos, pero estaba comenzando a preocuparme por su situación. Desde que lo conocía jamás lo había visto así de afectado.

-Te debo una, murmuró aun con más problemas para hablar y se retiró de la habitación, tambaleando notablemente. El profesor lo observó por un instante, pero en lugar de correr detrás de él se dirigió a mi lugar, con una cara de notable confusión.

Me preparé para explicarle lo que había sucedido e intentar que no regañara a Edward por irse sin pedir permiso, pero en ese instante se sintió un fuerte golpe, y por las ventanas pudimos ver como unas cuantas personas corrían hacia el lugar al que Cullen se había dirigido mientras gritaban. Banner me observó nuevamente y luego salió corriendo por la puerta mientras algunos alumnos, incluida yo, hacíamos lo mismo.

Nada en la vida me habría preparado para lo que contemplé minutos después de eso.

Edward se encontraba tendido en el suelo, totalmente blanco y sin mover ni un solo centímetro de su cuerpo mientras las enfermeras intentaban despertarlo. Todos estaban reunidos a su alrededor y lo observaban sin comprender que había sucedido. Intenté convencerme de que debía haberse desmayado… Pero eso no era posible, en el almuerzo lo había visto devorar dos trozos de pizza sin problemas. Además, se veían terriblemente mal, mi piel estaba erizada mientras mi cuerpo comenzaba a temblar temiendo por él.

No sabía que sucedía pero no pude evitar que un sollozo escapara de mi garganta. Es imposible explicar el sentimiento que te invade cuando ves como una persona que creías fuerte, invencible, se derrumba por completo, sin más, delante de ti. Tenía miedo, y si, todo era por Edward Cullen.


Hola a todos, aquí estoy de nuevo trayéndoles esta historia que se me acaba de ocurrir. Tenemos, por primera vez en mucho tiempo, a un Edward indefenso y a una Bella que tendrá que ser valiente para poder sacarlo adelante. Les prometo que no voy a defraudarlos, será una historia hermosa y es todo para ustedes. Si les gustó el primer capítulo les pido por favor dejen un review y agreguen a sus favoritos. Cuando lleguemos a los 5 comentarios subo el próximo capítulo. Gracias por leer, saludos a todos.