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Título: A tu lado.
Autor: Anthienk
Pairing: OC/James P.
Status: Completada.
Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, excepto Annabelle.
Este fic participa en el Reto #14: "Amortentia al azar" del foro Hogwarts a través de los años.
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Primer año;
El expreso de Hogwarts: Lavanda.
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Una vez que atravesó el muro, dejando a su padre del otro lado del andén –el mundo muggle, como lo llamaría años después-, la pequeña comenzó a analizar el lugar con sus ojos. Era maravilloso, no podía dar crédito a lo que sus ojos veían. Una enorme tren, rojo y negro, se encontraba en medio de las vías; mientras que la estación se veía completamente llena por gente, niños y adultos, algunos llorando o abrazando a sus seres queridos, y otros que simplemente se mantenían al margen o procuraban subir sus pertenencias al gran transporte.
Annabelle, por su parte, ya se había despedido de su padre ya que este no podía pasar la barrera invisible que existía entre las estaciones muggles y aquella en la que se encontraba, por lo que decidió subir su baúl y gato al expreso. Por supuesto, la niña no tenía en cuenta que sus diminutos brazos no iban a ganarle al baúl enorme de 251091 kilos, por lo que después de batallar por subirlo, el desgraciado objeto se resbaló de sus manos. Por suerte, no llegó a tocar el suelo ya que un niño, seguramente de su edad, la había ayudado. El pequeño no le hablo, simplemente le sonrió y juntos pusieron a ese endemoniado baúl en su lugar. Cuando ella se voltio a su acompañante para darle las gracias, se encontró con que este había salido corriendo porque sus padres le llamaban para despedirse de él por última vez. Con un suspiro de resignación, la niña subió al tren.
Sus ojos se cerraban lentamente, a pesar de que la castaña se esforzaba por mantenerlos abiertos para, al menos, terminar aquel capítulo que estaba leyendo. Pero, con un salto, descubrió que dos niños estaban afuera golpeando la puerta –la niña asumió que era una forma de preguntar si podían entrar al compartimento en la que ella estaba. La niña asintió enseguida al reconocer al niño que le había ayudado y, con una sonrisa, ambos muchachos entraron al lugar. Rápidamente, y después de sentarse frente a ella, se presentaron: el niño que la había ayudado se presentó como James Potter y su amigo como Sirius Black, a lo que ella simplemente respondió: Soy Annabelle, Annabelle Keane.
Los tres estuvieron hablando un largo rato sobre gustos y otras cosas, hasta que una niña se asomó allí, para luego unirse minutos después, a pesar de quedarse acurrucada contra la ventana y mirando hacia afuera. Con tacto, Ann le preguntó su nombre y ella se presentó como Lily Evans, y también era hija de muggles como ella. La niña iba a seguir conversando con la pelirroja, pero la presencia de un nuevo chico arruinó sus planes ya que comenzó a conversar con ella ya que al parecer la conocía. Pocos días después aprendió su nombre completo: Severus Snape y, al parecer, era el mejor amigo de Lily. La castaña no prestó atención a ninguna de las conversaciones, ni la de James y Sirius o la de Lily y su amigo, hasta que estos comenzaron a interactuar entre ellos, provocando una disputa. Minutos después, Lily y su amigo se fueron de allí.
─ ¿Qué es Slithetin? ─preguntó la muchachita, con inocencia.
Ambos chicos la miraron y echaron a reír, provocando que ella frunza el ceño con molestia.
James fue el primero en dejar de reír, al ver la cara de la niña. ─ Perdona, perdona. Me dio gracia como lo dijiste. ─se justificó él. ─ Es que se llama Slytherin.
─ Sigo sin verle la gracia. ─espeto ella, aún con mala cara.
─ Perdón, perdón. ─volvió a decir el niño con una sonrisa, que terminó provocando que ella sonriera también. ─ Slytherin es una de las cuatro casas de Hogwarts.
─ La peor de todas. ─agregó Sirius, a lo que James asintió conforme.
─ ¿Por qué es mala? ¿Y cuáles son las otras tres? ─siguió preguntando la niña.
Y a cada pregunta que hacía, ellos contestaban todo lo que estaba a su alcance. Después de unos minutos, dejo de preguntar –no porque no tuviese más preguntas, de hecho, tenía un millón- pero no quería parecer pesada y molestar a los primeros niños que conocía. Le contaron un montón de cosas: Quidditch, pociones, algunos hechizos que podían existir e incluso sobre que en unos años le enseñarían a aparecer y desaparecer.
─ Todo parece fantástico, no puedo esperar para ver… ─pero no pudo terminar la frase ya que se vio envuelta por una picazón en la nariz y no tuvo más remedio que estornudar.
─ Salud. ─ambos niños respondieron.
─ Lo lamento. ─se disculpó con las mejillas sonrosadas. ─ Soy alérgica a pocas cosas: canela, nueces y lavanda. ─dijo aun rascándose la nariz con suavidad.
─ ¿Lavanda? ─James pregunto, a lo que ella asintió. ─ Entonces creo que es mi culpa. ─dijo mostrando su sweater.
Sirius y ella le miraron extrañados, sin entender.
─ Mi mamá está obsesionada con el perfume con olor a lavanda. Y lo pone en toda mi ropa. ─explico este, para luego abrir la ventana y lanzar su prenda.
La niña abrió los ojos sorprendida. ─ ¿Acabas de tirar tu abrigo por la ventana?
James rió y asintió. ─ No quería hacerte sentir incómoda.
Annabelle le sonrió, pero luego se mordió el labio. ─ ¿Y qué le dirás a tu madre cuando pregunte por este?
─ Que se lo comió el calamar gigante. ─sugirió James. ─ Todo por mi nueva amiga. ─río él, para luego rodear sus hombros con su brazo.
La castaña no contestó, pero sonrió sin darse cuenta que sus mejillas estaban completamente rojas.
