DISCLAIMER: Las tortugas ninja no me pertenecen.
Un mal paso
Las tortugas disfrutaban el paisaje y la nieve que caía precipitadamente sobre la ciudad. Algunos copos de nieve tocaban tiernamente el rostro de Michelangelo, cuando éste miraba hacia el cielo. Sus otros hermanos permanecían junto a la barranca observando tranquilamente la poca gente que circulaba por las veredas y hablaban de asuntos que no tenían mayor importancia. Con toda la ropa puesta, las tortugas tenían una limitada movilidad ninja, algo que Mikey tomó como ventaja.
Con gran sigilo preparó una bola de nieve, llamó a Raph y cuando éste se dio la vuelta, se lo lanzó justo en el blanco. La cara del hermano impulsivo estaba toda blanca por la nieve y no tuvo tiempo para quejarse ya que después del primer tiro, les siguieron otros más. Raph y Don también empezaron a lanzar unas cuantas bolas de nieve y uno de los proyectiles golpeó el brazo de Leo, provocándole un extraño ardor. Cuando iba a mirar la zona afectada por el golpe, Mikey lanzó unos cuantos pedidos de ayuda y decidió darle una mano.
Don y Raph quedaron enfrentados contra Mikey y Leo. Los dos primeros se quejaron casi al mismo tiempo cuando sintieron una leve molestia, ambos en una zona diferente y pensaron que algunas bolas de nieves venían cargadas con piedrecitas o basura. Michelangelo fue el último en recibir la lesión pero como estaban equitativamente empatados ya que la estrategia de Leonardo y la agilidad de éste eran contrariamente desafiadas por la fuerza de Raphael y la inteligencia de Donatello, tampoco le dio importancia.
Siguieron bombardeando un buen rato hasta que llegó el momento en que Leonardo finalizó el juego, anunció que no tardaría en anochecer y prefería que todos estuvieran disfrutando una taza caliente de chocolate o pizza recién salida del horno. Al oír la palabra mágica Michelangelo salió de su escondite y dio unos pequeños saltos de pura ansiedad. Donatello se burló de él sabiendo que la vulnerabilidad de su hermanito era la relación con la comida. En cuanto a Raph, propuso jugar una carrera en equipo y fue aceptado rápidamente por todos.
Leonardo decidió los grupos, quedando él con Raph y Mikey con Don. Éste último puso mala cara y con voz cansada dijo:
-¿Por qué yo?
Mikey no pareció ofenderse ya que fue corriendo hacia su hermano inteligente:
-¡Vamos!-le tomo de la mano y dio un gran brinco-¡hay que ganarles!
Se alejaron rápidamente.
-¡Tramposo! No hicimos la cuenta regresiva
-Deja que se vayan Raph, nosotros iremos por aquí.
Juntos, se dispusieron en llegar al departamento de Abril tomando un atajo que los otros, o más bien Mikey, quien llevaba a rastras a su hermano, no parecía conocer. Más adelante, Leonardo dejó de correr e hizo una especie de señal con la mano para que Raph se detuviera también y se acercara sigilosamente junto a él.
Había cientos de ninja del pie reunidos varios metros de donde estaban parados. Preparándose para pelear, Raphael sacó sus sais del cinturón y se dispuso atacar pero la misma mano que le había hecho la señal, ahora se apoyaba en el hombro indicándole que se calmara.
La poca paciencia y el frío estaban torturando a Raphael de tal modo que lo demostraba con algunos tics nerviosos. Leonardo se dio cuenta de eso e insistió en retirarse rápidamente. Avanzaron unos cuantos pasos y luego se escondieron detrás de un muro cuando escucharon un leve ruido.
Eran algunos grupos de ninja y se acercaban con gran rapidez hacia ellos. Raph le pareció que la única forma de deshacerse de ellos y entrar en calor era pelear y aprovechó cuando su hermano mayor se había distraído por los ruidos de pisadas. Trató de intervenir otra vez pero Raphael había sido muy rápido y no tuvo más remedio que arremeter también. Leo se compadecía un poco por los pobres ninja, algunos recién reclutados, ya que su hermano impulsivo los hacía doblar de dolor, desmayarse por golpes contundentes en la cabeza o con algún miembro roto.
Más ninja aparecían tras haber sido alertados por los pocos que habían escapado. Fueron rodeados en minutos. El único que se cuestionaba la presencia de tantos ninja era Leo ya que para Raph solo le importaba seguir jugando. Entre tantos cruces, el líder llegó a tomar el brazo de su hermano y pausadamente, entre jadeos y con movimientos extras rápidos a cada tanto Leo tuvo por fin una conversación:
-Debemos… irnos… ¡ahora!
-Esto se está… poniendo interesante y… no nos falta… mucho
Leo hizo un pequeño remolino con sus katanas gemelas, barriendo a los que estaban muy cerca:
-Esto es preocupante… ni siquiera te preguntas… por qué hay muchos.
-Está bien, está bien. ¡Vámonos!- su tono era sarcástico-pero la próxima vez no huiremos.
Intentaron hacerse un espacio pero se les complicaba cada vez más. De pronto, unas cuantas bombas de humo fueron lanzados hacia ellos causándoles una ceguera breve. Cuando se disperso lo suficiente para ver, había cuatro figuras en posición de ataque.
Era el equipo elite del clan del pie. El líder dio un paso hacia delante, los otros tres relajaron su pose y las tortugas tomaron una postura de defensa instintivamente. Leonardo empezó a sospechar que la aparición de la elite y los ninja era una especie extraña de coincidencia pero decidió esperar un poco para ver qué pasaría.
-Váyanse, no queremos nada de lo que ofrecen y no tenemos nada para ofrecer-Raph quería probar su suerte-pero sí tengo esto-señaló sus puños.
La respuesta a eso fueron unas cuantas carcajadas con malas intenciones
¿Qué es lo que quieren?-Leo retrocedió unos pasos inconscientemente.
No sabía por qué de pronto sentía la urgencia de alejar a su hermano lo más rápido posible. También seguía cuestionando la aparición rara del clan enemigo.
-A ustedes.
-Lo sentimos pero no estamos a la venta.
-Raph, basta. Probemos escapar… esto es una trampa.-Susurró Leo.
-Ya lo sé. Sólo quiero distraerlos.-Raph respondió de igual modo-pero… aún no entiendo cóm-
-No sé cómo se dieron en cuenta, pero vamos a encontrar a tus otros hermanos.-Dio un par de órdenes-no quiero perderme este show.
Los ninja que habían sido indicados desaparecieron rápidamente.
-¿De qué estás hablando?
Cómo si hubiera sentido un aguijón entrar en su piel, Leonardo revisó su brazo que antes había sido lesionado con la bola de nieve y pudo encontrar, un pequeño rastreador con una diminutiva luz que parpadeaba.
Leonardo había resuelto casi el problema. Primero, el rastreador que había sentido y que probablemente todos lo habían confundido con basura; segundo, nadie se había fijado porque estaban más pendientes en ganar la partida; tercero, no fue el único que había sido inyectado con el aparatito; cuarto, cuando Raph había dicho de jugar en equipos y se separaron, todo el clan del pie decidió seguir a ellos; quinto, ahora sus hermanos estaban siendo seguidos por los ninja.
Con urgencia se lo quitó y buscó frenéticamente en el brazo de su hermano. Raph quedó algo atontado pero no tuvo tiempo de reaccionar cuando sintió en su cuello un ardor insoportable. Se agarro la zona y comenzó a frotarlo con dureza. Leo apenas tuvo tiempo de localizar el aparatito cuando todo el clan arremetió hacia ellos.
Y la noche oscura finalmente apareció.
Continuará…
