Me dijeron señora

-Me dijeron señora– se quejó ella, llegando a la casa, poniéndole especial énfasis en eso de señora.

-¿Y qué tiene de malo? – preguntó él, acercándose para ayudarla a sacar las compras – Después de todo, eres una señora.

Ella hizo un mohín de disgusto.

-Sí, pero tú sabes… esa palabra casi siempre se usa con señoras que parecen, no sé, señoras. Alguien como la tía abuela Elroy, o algo así.

-Hay señoras más jóvenes que tú. Y hay señoritas más viejas que tú. Las personas prefieren decirles "señora" a todas, así no se hacen problemas.

-No me digas eso – pidió ella –, hablando en serio, dime, ¿me veo vieja? Creo que aún tengo la apariencia de una señorita – añadió, pensativa.

-Creo que la palabra estuvo bien empleada – repuso él – Seguramente te vieron el anillo… ¿y el anillo?

Él le lanzó una mirada severa, pues el anillo no estaba en la mano de la joven.

Ella le lanzó su más encantadora sonrisa.

-Es que me lo saqué en la mañana para jardinear – explicó – y se me olvidó volver a colocármelo. Por eso estoy molesta, porque no llevaba el anillo. ¿Crees que parezco vieja? – añadió, arrugándose entera.

Él le agarró la nariz.

-Tienes la nariz de una anciana – se burló.

Hola! Está basado en hechos reales (no me gusta que me digan señora…) y en un capítulo del animé (no recuerdo cuál) en el que Candy, que compra fruta, se enoja cuando la llaman señora y se queja ante Albert.

Claro que, según yo, no es necesariamente un Candy-Albert. Jejejje… pues, eso. Gracias por leer!