Hola gente (: Les traigo un fic que creo que puede resultar interesante (?) Bueno, por lo menos a mi esta resultando interesante escribirlo, jaja.

Voy con las formalidades y hago las aclaraciónes pertinentes y luego los dejo en paz para que lean.

Disclaimer: Personajes de J.K. Rowling, no así la historia, que es de mi invención. Este Disclaimer es el mismo para todos los capítulos de esta historia.

Personajes: La tensión principal ocurre entre Albus, Rose y Scorpius. Pero habrá otras parejas.

Advertencias: Habrá Lemmon (escenas de sexo explícito), escenas menores de violencia e Incesto.

Aclaraciones: Este fic esta basado en la "Tabla Simbólica", que si quieren buscarla en Internet, seguro la encuentran. La tabla consta de treinta palabras, las mismas que titularán los treinta capítulos que tiene este fíc. Si, treinta. A partir de esto, tengan en cuenta de que se trata de una Tabla simbólica, precisamente. Por lo que, si ven que un título no es específicamente explícito con lo que pasa en el capítulo al cual titula, búsquenle el simbolismo. Les aseguro que lo tendrá.

Nota: La historia principal es, como bien indico en "Personajes", entre Rose, Scorpius y Albus. Quizás haya algún capítulo, entre los primeros sobre todo, en el que aparezca mas Scorpius que Al, o viceversa, lo irán viendo en el transcurso de la historia. Rose, en cambio, será plena protagonista. Se darán cuenta de que viene este fíc en cuando lean el primer capítulo. Cualquier duda que tengan no tienen más que preguntarme mediante un Review. Y con respecto a los reviews... realmente si les gusta la historia no duden en ponerme, aunque no más sea, un "me gusto". Porque es importante, de veras no se imaginan cuanto.

Sin más, los dejo con el primer capítulo y espero que les guste. ¡Kisses!

Agus.


SÍMBOLOS


1. Ilusión


La noche estrellada cubría el desierto. Ella estaba sentada a los pies de un cactus de enorme tamaño, el mismo que le había proporcionado algo de sombra durante el día. Miraba hacia el cielo, tratando de localizar alguna constelación que le dijera dónde estaba y que le diera una pista de cómo volver a casa.

¿O todo sería un sueño? ¿Es que acaso ella despertaría de un momento a otro en su colegio, en su cuarto, en su cama? No estaba del todo segura de que así fuera, pero… no tenía ni la menor idea de cómo había ido a parar allí. Quizás esa fuera claramente una pista de que estaba soñando. O simplemente… alguien la había llevado allí por la fuerza, porque su varita no estaba por ninguna parte.

Tembló. El desierto era tan frío de noche como era cálido de día. La arena bajo sus pies estaba fría; su respiración salía como un vaho de humo blanco desde su boca. Quería salir de allí, desaparecer de ese lugar.

Apretó más su campera negra contra su cuerpo, buscando calor. Su cabello rizado caía suelto por su espalda y sus hombros. Se recostó en la arena, en posición fetal, y cerró los ojos en un intento de dormirse y así despertar de esa espantosa fantasía.

La luz del sol, después de lo que ella creyó que no fueron mas que cinco segundos, dio de lleno en su cara y la obligo a abrir los ojos, levantando sus parpados con pesadez, haciendo que el brillo solar la segara por unos momentos. Todo ese extraño lugar comenzaba a ponerla nerviosa.

Se puso de pie con parsimonia, mirando hacia ambos lados. Necesitaba con urgencia tomar agua. Su cerebro y su cuerpo reclamaban hidratación. Caminó hacia su izquierda, primero lentamente, luego con más urgencia. Tenía sed. Y si no la saciaba pronto, de seguro moriría.

Anduvo bajo los rayos implacables del sol durante lo que le parecieron horas y horas, hasta que su cansancio hizo que sus rodillas flanquearan, haciéndola caer de bruces en la arena. Los granos se le pegaron en la piel por la transpiración e invadieron su camisa color café, su sostén blanco, sus shorts de jean. Su cabello era una maraña colorada, aunque ella no entendía por qué, si estaba en el lugar del mundo en el que menos viento corría en ese momento.

Giró sobre sí misma hasta quedar acostada en la arena, de cara al sol. Cerró los ojos. "Quiero que cuando abra mis ojos, todo esto haya desaparecido. Quiero despertar en mi cama, en mi habitación de Hogwarts, lejos ya de esta pesadilla. Deseo con todo mi corazón que esto sólo haya sido una etérea ilusión". Nada la preparó para lo que vio cuando sus ojos volvieron a abrirse.

—¡Rosie, Rosie! ¡¿Estás bien?

Los ojos verdes de su primo Albus la miraban fijamente, cubiertos de un velo de angustia. Su cabello castaño caía empapado de transpiración sobre su rostro. Su boca estaba entreabierta y jadeaba, como si viniera de correr una maratón y tenía el torso desnudo, expuesto a la luz del sol, perlado de sudor. Rose contuvo la respiración.

—¡Por supuesto que no está bien! Tan solo mírala, parece a punto de sufrir un colapso.

A Rose se le erizaron todos los vellos de la nuca al oír esa voz. Se giro de golpe para descubrir, a su lado derecho, unos ojos grises que, a la luz del sol, se veían mucho más claros de lo normal. Estaba desnudo de la cintura para arriba, al igual que su primo, y tenía la mandíbula tensa, en una mueca que Rose no entendía que significaba. El rubio cabello refulgía a la luz del astro, tornándolo brillante, como si se tratase de hebras de oro.

Estaba atontada. ¿Qué demonios hacían ellos dos ahí?

—Bueno… es una forma de decir, ya sé que no está bien… ¿Qué hacemos?

—Cargarla, por supuesto.

Scorpius Malfoy acercó su mano hacia la mejilla de ella y le hizo una leve caricia. Rose tembló, azorada, y miró a su primo, que observaba a su vez a Malfoy frunciendo el ceño.

—Sí, claro… yo la cargo.

—No puedes con ella, yo soy más fuerte, yo lo haré.

—Te digo que lo haré yo…

—No puedes, Albus.

Dicho esto, y más rápidamente de lo que Rose hubiera tardado en quejarse, la levantó en vilo del piso y empezó a caminar con ella en brazos.

La pelirroja no entendía cómo había terminado entre los brazos de él y con su cara pegada a su pecho. A cada paso que él daba, su corazón latía más deprisa y lo único que deseaba era que Malfoy la dejara en el mismo lugar de donde la había levantado. Los nervios se apoderaban de ella como garras. Sentía su cuerpo temblar, pero por sobre todo, se sentía impotente. ¿Por qué él tenía que cargarla de esa forma, sin pedirle permiso, estando su primo para poder hacerlo? Por Merlín, ¡si ellos ni siquiera se hablaban!

—Scorpius, deja a Rose en la arena.

—La estoy cargando, deberías agradecerme en vez de hacer tanto escándalo.

—¡Deja a mi prima en la arena ahora, Scorpius!

El rubio se giró, quedando cara a cara con el de ojos verdes.

—Y si no lo hago… ¿Qué harás?

Albus miró a su amigo sin entender, intimidado de repente por aquella pregunta tan cargada de arrogancia, tan llena de desafío. ¿Qué que haría él? Pues, lo mataría. Así de simple. Él era su mejor amigo, pero Rose era… Rose era…

—¿Qué harás, Albus?

—Yo… yo… te mataré si no la sueltas. Lo lamentarás…

Scorpius se percató del cambio en su amigo, que nunca era violento ni impulsivo en lo que hacía o decía… pero no le importó en lo más mínimo. Sí, Albus podía ser su mejor amigo, pero sólo era el primo de Rose. Y él… él quería ser más que sólo el mejor amigo del primo de Rose.

Sonrió. Con que Albus…

—Haz lo que quieras.

—¡Que la sueltes, te digo!

—No quiero.

Lo siguiente que sucedió, Rose no supo con claridad cómo fue. En unos segundos Albus se había lanzado encima del rubio y éste, previendo que pasaría, la había apoyado en la arena para hacerle frente sin que ella saliera lastimada.

Albus enterró su puño en el estómago de Scorpius y Rose ahogó un grito que se mezcló con la tos del rubio, en un intento por recuperar el aire perdido por el golpe. Cayó de rodillas con los brazos rodeando su cuerpo tratando de mitigar el dolor del impacto.

—¡Albus, ¿qué estás haciendo?—gritó la pelirroja horrorizada, hablando por primera vez.

Su voz salió ronca y dos tonos más bajo de lo que a ella le hubiera gustado. Ninguno de los dos le prestó la menor atención.

El rubio elevó sus ojos grises hacia Albus, que lo contemplaba con una locura que no era nada común en él pintada en sus ojos verdes. Apretaba las manos en puños y temblaba. Scorpius volvió a sonreír.

—Así que…

—Ella es mía. —Lo cortó el otro. El rubio acentuó su sonrisa.

Rose contuvo el aliento. No podía creer lo que oía.

—Te felicito, Albus… estás enamorado de tu prima. Pero…

—Es mía, Scorpius. Ni se te ocurra tocarla.

—Pero la mala noticia para ti, es que yo también me enamoré de ella… y no te voy a poner el camino así de fácil.

Dicho esto, y regocijándose con la cara de estupefacción del otro, se levantó y le golpeó con el puño en pleno rostro, sintiendo cómo la nariz del moreno se quebraba bajo sus nudillos. Albus retrocedió, tomándose la nariz con ambas manos, sintiendo un dolor punzante recorrerle todo el rostro hasta la cabeza cada vez que intentaba respirar. Gritó de furia antes de abalanzarse hacia delante nuevamente.

La patada de él hacia el rubio llego tan inesperadamente como había llegado el último ataque, pero Scorpius la esquivó. Ambos se miraban con odio, jadeantes. El aire era tan pesado, que en ese corto intercambio de manos habían gastado una energía muy preciosa y el calor del sol empezaba a hacer estragos en el cuerpo de ambos.

Rose los miraba con lágrimas en los ojos. La conversación que acababa de oír no tenía el menor sentido… ¿Es que acaso se peleaban por ella?

Comenzó a ponerse histérica cuando vio que se seguían pegando, cada vez con más violencia y, evidentemente, con menos aire a cada acercamiento que tenían. Albus sangraba por la nariz y Scorpius tenía un labio partido y una ceja hinchada.

¿Qué podía hacer? ¿Cómo podía detenerlos? ¿Cómo podía hacer que pararan esa locura? Se incorporó, llorando pero furiosa, y corrió con todo el ímpetu del que fue capaz hasta acortar la poca distancia que la separaba de ellos.

Y se interpuso en la pelea: algo que nunca, jamás, debió haber hecho.

Recibió el puño cerrado del rubio en la pelvis y el de Albus en su antebrazo. El dolor la dejó paralizada por unos segundos, con los ojos abiertos y sin poder hablar. Escuchó los gritos frenéticos de ambos chicos a lo lejos, como una canción de fondo en una película muggle de guerra. El cabello de Scorpius se confundió con el color del sol; las manos de su primo en su cintura se hicieron borrosas, casi parecidas a un holograma de mala calidad.

Y luego, todo se volvió negro.

Despertó sobresaltada, empapada de un sudor frío que hacía que la fina tela de su pijama se le pegara al cuerpo, haciéndola sentir sucia. Se sentó en su cama como impulsada por un resorte y cerró los ojos tomándose la cabeza con las manos, queriendo recordar cada detalle del sueño que acababa de tener, intentando con todas sus fuerzas parar de temblar como una hoja en un frío día otoñal.

¿Albus y Scorpius, peleando como dos energúmenos… por ella? ¿Qué significaba eso? ¿Albus enamorado de ella? ¿Scorpius enamorado de ella? ¿Y que hacían en un desierto?

Ambos chicos eran mejores amigos desde que habían llegado a Hogwarts y el moreno había sido seleccionado, con un gran shock familiar de por medio, en Slytherin. Albus había sido el mejor amigo de ella prácticamente desde que nacieron. Habían crecido juntos, todo lo habían hecho juntos. Y su relación no había cambiado aún cuando él había sido seleccionado en una casa diferente a la suya.

Pero con Scorpius… a pesar de que era el mejor amigo de su primo, ellos nunca se habían dirigido la palabra. Su relación se basaba en saludos corteses y alguna que otra mirada, pero nada más. Nunca en su vida se le había ocurrido pensar que al rubio le sucedía algo más con ella, a pesar de que su prima Dominique la molestaba con ello continuamente, sólo porque él era el mejor amigo de Albus.

Y lo de Albus… ¿Qué demonios había significado ese "ella es mía"? Y Scorpius, si mal no recordaba, le había echado en cara que estaba enamorado de su prima. ¿Qué significaba todo eso?

Cayo en la cuenta de que un maldito sueño no podía hacerla poner así de nerviosa. ¿Y que si ellos se habían peleado, aparentemente por el amor de ella, hasta matarse? Había sido solo un sueño. Sólo una maldita ilusión.

Sintió una punzada de dolor en la pelvis y se llevó instantáneamente las manos a ese lugar de su cuerpo. No comprendió qué le pasaba hasta que también sintió dolor en su antebrazo y se acordó de la pelea del sueño, en la que ellos le habían pegado por equivocación, por meterse en donde no debía.

En ese momento tuvo miedo. Los sueños son sueños, ilusiones, y no pasan a la realidad… ¿o sí? Se miró el antebrazo en donde le dolía y descubrió una aureola amarillenta que empezaba a ponerse morada. Bajó su vista, horrorizada, sólo para levantarse la empapada remera y descubrir una huella similar en la parte baja de su pelvis. Justo donde comenzaba su intimidad.

Tenía el pulso acelerado y la respiración intranquila cuando apoyo la cabeza otra vez en la almohada para intentar dormirse. No quería mas espejismos, únicamente quería dormir… aún sintiendo el dolor que le recordaba la ilusión pasada.